EL SIGLO XX: RENACIMIENTO DE LA PRIMITIVA HISTORIOGRAFÍA GIENNENSE (Senda de los Huertos, nº 57-60. Amigos de San Antón. Jaén, enero-diciembre 2000, p.107-122.)

  Juan Antonio López Cordero

 

1. Introducción

 

            Renacimiento, renacer o volver a nacer, es un término utilizado en la historia por Jules Michelet en 1855 para referirse en el siglo XVI a los profundos cambios que tuvieron lugar con el descubrimiento del mundo y del hombre. Unos años después, el historiador suizo Jakob Burckhardt amplió este término en su obra La civilización del renacimiento italiano (1860), ya con unos límites delimitados por el periodo de los pintores Giotto y Miguel Ángel, origen de la humanidad y de la conciencia modernas tras una etapa oscura.

            En la historia, también se produce una ruptura con la etapa medieval anterior. Comienzan a aparecer obras en las que la crítica a las fuentes históricas se hace patente. Tales son la  Historiarum florentini populi libri XII (Doce libros de historias florentinas, 1420) de Leonardo Bruno, las Istorie fiorentine (Historias florentinas, 1525) de Nicolás Maquiavelo, Storia d´Italia (Historia de Italia, 1561-1564) de Francesco Guicciardini y Methodus ad facilem historiarum cognitionem (Método para facilitar el conocimiento de la historia, 1566) de Jean Bodin (Bodino). El cambio lleva a la historia hacia una rama de la literatura más que de la teología. Los historiadores renacentistas se oponen a aquella historia medieval basada en la Biblia. Se produce una vuelta al mundo clásico, a la antigüedad y se estudia la edad media, así como la edad de oro, o renacimiento, su contemporaneidad. Son historiadores humanistas.

            Sin embargo, no todo es ruptura drástica. La primitiva historiografía giennense debe mucho al Renacimiento, pero es una historiografía que en gran manera está impregnada de la historia eclesiástica, en la que los falsos cronicones viciaron las investigaciones históricas de los primitivos historiadores giennenses, imbuidos del contexto de una época de plena contrarreforma y barroquismo. El siglo XX supone un renacimiento de esta historiografía, no exento de fuerte crítica respecto a la cientificidad de la misma. Gran parte de los nuevos historiadores giennenses que en el siglo XX recuperan estas obras y prefieren quedarse con el aspecto positivo que hay en ellas y disculpar el negativo sobre la base del contexto histórico que, en cierta forma, es también producto del humanismo, que concibe al historiador como hombre imbuido por lo que le rodea y que debe ajustarse a su propia antropología.

 

2. La crítica a la primitiva historiografía giennense

 

            El renacimiento historiográfico giennense en el siglo XX trajo consigo un estudio crítico de la historiografía anterior, muy influida por la sociedad sacralizada del Antiguo Régimen Este tipo de historia eclesiástica sin rigor estaba en esta época bastante difundido, pues la crítica histórica no empieza a percibirse en España, hasta la segunda mitad del siglo XVII. En esta nueva línea, destacan Nicolás Antonio (canónigo de Sevilla), el Marqués de Mondéjar (Gaspar Ibáñez de Segovia Peralta y Mendoza) y Sanz de Aguirre (benedictino y cardenal). Nicolás Antonio plantea por primera vez una crítica de los falsos cronicones con su Censura de Historias Fabulosas[1]. Más adelante,  el Marqués de Mondéjar ataca a los falsos cronicones con su Discurso histórico por el patronato de San Frutos contra la cáthedra de San Hierotheo en Segovia (1666), en el que rechazaba las leyendas sobre la Historia eclesiástica española; labor que continuará más tarde con Disertaciones eclesiásticas y otras obras.

            Son sobre todo los falsos cronicones de Dextro, Máximo, Luitprando, y Julián Pérez, obras escritas en Latín por el padre Jerónimo Román de la Higuera, los que influyeron notablemente en los primeros historiadores españoles, no sólo giennenses. Son obras, como decía Màyans, escritas con “un genio novelero, popular,... en obsequio del vulgo, i de las opiniones vulgares lo que imaginava, o delirava. ... [el] fabricador de los Chronicones, que no reparó en fingir santos nuevos”.

            Ya en la Ilustración, el deán giennense José Martínez de Mazas, influido por la crítica histórica anterior, publicó en 1775 el Memorial al Ilmo. Y muy venerable estado eclesiástico del obispado de Jaén, sobre el indebido culto que se da a muchos santos no canonizados o que no le pertenecen por otro título que el de los falsos cronicones, en el que propone prescindir de numerosos santos que abarrotan el calendario y volver al santoral recogido en el Sínodo giennense de 1492, el del obispo Luis Osorio[2].

            En esta línea, los primeros historiadores gienneses del siglo XX se suman a estas críticas. Así Cazabán Laguna, en 1913, al citar en su revista  Don Lope de Sosa la obra Historia Eclesiástica del Reyno y Obispado de Jaén de Francisco de Rus Puerta, obra impresa en Jaén por Francisco Pérez de Castilla en 1634, dice de ella y de la segunda parte manuscrita:

 

            "Tanto lo impreso como lo no publicado, es poco aprovechable. El maestro Rus Puerta, como la mayor parte de los historiadores religiosos de su tiempo, se valieron de los falsos cronicones, llenando sus escritos de invenciones y patrañas destruidas, después, por la crítica histórica; invenciones y patrañas que tomadas de ellos han llenado de verdadera confusión estos estudios, tanto en lo antiguo como en lo moderno"[3].

 

            También el aparato crítico, como las fuentes falsas, supone un elemento central en la crítica de esta historiografía. Del libro sobre la Historia de la antigua y continuada nobleza de la ciudad de Jaén, que publicó  Bartolomé Jiménez Patón a partir del manuscrito del clérigo giennense Pedro Ordóñez de Ceballos. Dice de esta obra Cazabán Laguna en 1927:

 

            "Carecen de citas de fechas, de alusión a documentos, de método cronológico, aún de explicaciones que rodeen los acontecimientos de datos que faciliten un posterior estudio. El Almirante Cristóbal de Espinosa, el Capitán Mateo Ruiz, el gran soldado Antonio Ordóñez, están biografiados con más empleo de la fantasía que de la fidelidad histórica”; al tratar de el Cardenal D. Esteban Gabriel Merino... [y otros] da noticias más concretas, pero nunca avanzan estas más allá del episodio aislado, del suceso fabuloso y al parecer recogido del relato personal o de la lejana noticia. Las biografías éstas son, por lo tanto, más que biografías, impresiones; más que relatos de sucesos de una vida, rasgos salientes de esa vida, en prueba de valor, arrojo y a veces temeridad, vistos a través del lente de la imaginación y del entusiasmo".[4] 

 

            En esta línea de crítica histórica, poco se podía salvar de la primitiva historiografía giennense, muy influida por la historia eclesiástica y los falsos cronicones. Esta bibliografía tenía su sentido desde el punto de vista piadoso y legendario, en modo alguno científico, y sus autores eran considerados como ignorantes cuando no falsarios. Sin embargo, ya se vislumbran a principios de siglo aspectos positivos, incluso por parte de furibundos críticos anteriores. Es el caso de Cazabán Laguna, que 1921 suaviza la crítica de seis años antes:

 

            "Si a estos autores [tan influidos por los falsos cronicones] se les lee con precauciones críticas, no se necesita mucho esfuerzo para separar lo que a la tradición es esencial, de lo que por ellos es añadido, supuesto y compuesto"[5].

 

3. Reediciones historiográficas provinciales

 

            En la segunda mitad del siglo XIX ya se realizaron algunas reediciones de historiografías giennenses anteriores, pero no se puede considerar un proceso continuo, sino que obedecía a hechos aislados y muy coyunturales.            Entre las ediciones de obras históricas giennenses en el siglo XIX, podemos destacar la publicación en fascículos de la Corografía del reino y obispado de Jaén, de Francisco de Rus Puerta, en el periódico El Industrial en 1898, basada en una copia de un manuscrito de 1646, copia que había sido realizada para el padre Flórez en 1753, cuando estaba redactando la España Sagrada, ambiciosa y voluminosa obra que requirió un gran esfuerzo de investigación.

            La Corografía de Rus Puerta es una obra continuadora de la Historia Eclesiástica del Reino y Obispado de Jaén, editada en 1634, en las que se cita como fuentes en numerosas ocasiones los falsos cronicones. Si a esto se le añade la circunstancia de la pésima edición que de la Corografía realizó El Industrial, con numerosos y graves errores de trascripción, no es de extrañar las fuertes críticas que ha recibido en el siglo XX su autor. Sin embargo, el estudio de sus manuscritos nos ha legado una imagen distinta, sobre todo en lo que respecta a sus conocimientos humanistas. Rus Puerta era un gran epigrafista y buen conocedor de las fuentes clásicas, que le sirven entre otras cosas para reivindicarle como uno de los pioneros de la historiografía giennense.

            Rus Puerta nació en Baeza a finales del siglo XVI. Fue estudiante en la Universidad de Baeza y allí obtuvo el título de maestro y ejerció la docencia; el obispo Baltasar Moscoso y Sandoval le  nombró Examinador Sinodal en 1624; prior del pueblo de Begíjar, más tarde lo fue de Bailén y, como tal, también comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba en la localidad. Muere en 1649. Además de la Corografía, escribió su Historia eclesiástica del Reino y Obispado de Jaén, publicada en 1634, Defensorio de Begíjar y sus santos, Por los santos naturales del reino de Jaén, y la Historia de los Obispos y segunda parte de la historia eclesiástica del reino y obispado de Jaén, manuscrito inédito que se encuentra en la Biblioteca Nacional.[6]

            En su Corografía, muchas de las tesis de Rus Puerta han quedado hoy superadas, después de tres siglos y medio, por nuevos estudios, como es el caso de la toponimia. Por otro lado, en esta obra Rus Puerta demuestra su gran cultura humanística, en base a la epigrafía existente, lo que le lleva a ubicar la antigua Aurgi en el lugar que ocupa Jaén mucho antes de la posterior polémica en torno al topónimo. E. Hübner reiteró esta teoría, aceptada con posterioridad, basándose en la similitud y en los posibles cambios de lugar de las inscripciones. El caso de la identificación de Jamilena con la colonia romana Gemela fue también otro descubrimiento de Rus Puerta que viene, desde el pasado, a corregir a modernos historiadores. Es por ello que 1998, en conmemoración del centenario de la primera edición de la Corografía de Rus Puerta, José Latorre García, Jesús Cañones Cañones y Juan Antonio López Cordero reeditaron esta obra, con un estudio previo del autor de la misma e índices, la cual fue patrocinada por el Centro Asociado de UNED de Jaén y la Real Sociedad Económica de Amigos del País. La nueva edición corrigió los errores de la primera contrastándola con el manuscrito original.

            Una obra clásica de la historia giennense es el Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y Anales Eclesiásticos de este Obispado[7], de Martín Ximena Jurado, editada por primera vez en 1654, en el que se hace un intento historiográfico del reino de Jaén. Esta obra fue reeditada en Jaén por El Industrial en 1894, y por el Ayuntamiento de Jaén en edición facsimilar en 1991, con un estudio preliminar e índices realizados por José Rodríguez Molina y Mª José Osorio Pérez. Es una obra que debe mucho a la Historia de los Obispos y segunda parte de la historia eclesiástica del reino y obispado de Jaén, manuscrito inédito de Francisco Rus Puerta, el cual dejó al Cabildo de la Catedral de Jaén en su testamento para su publicación póstuma. No fue este manuscrito el impreso, sino la obra de Martín Ximena unos años después. Tanto es así que, en palabras de José Latorre García, que ha estudiado en profundidad la obra de Rus Puerta, si comparamos ambas obras, la de Martín Ximena y la Rus Puerta, podemos observar cuanto le debe el primero al segundo, pues incluso en la redacción se observa claramente la labor de copia.

            En la obra de Martín Ximena se observan también la utilización de las mismas fuentes que Rus Puerta, la consulta a las obras de los clásicos, como Plinio y Tito Livio, además de los comentados falsos cronicones, que son aceptados también sin crítica alguna por Martín Ximena, como dogma eclesiástico, en consonancia con el contexto histórico que les envuelve, plena época de Contrarreforma. No obstante destacan importantes noticias históricas sobre la vida económica, social y política del reino de Jaén, sobre todo a partir del siglo XIII, recogidas en forma de anales, que la ha convertido una obra de consulta histórica imprescindible; de ahí sus dos reediciones. Comprende desde el año 44 de nuestra era hasta el año 1652, cuando acaba su redacción.

            Fue Martín Ximena (Villanueva de Andújar, 1615-Toledo, 1664) formado en la escuela catedralicia de Jaén y en la universidad de Baeza en estudios de eclesiásticos de Latín y Teología; vinculado al cardenal Moscoso y Sandoval, colaboró en las excavaciones de los santos mártires de Arjona, y marchó con el cardenal Moscoso a Toledo cuando éste fue nombrado arzobispo[8].

            Otras obras suyas son: De medallas i inscripciones antiguas. Libro de antiguas monedas de los lugares de España y de las inscripciones también antiguas del reyno de Jaén, ms. 1180 de la Biblioteca Nacional, ms. 1180 de la Biblioteca Nacional; Colletio Opusculorum aliquorum scriptorum e quampvrimis qui in Hispania floruere tam sub Impero Regum Gothorum quam sarracenorum inter captivos christianos mozarabes. E Bibliothece Sanctae Eclesiae toletanae vetustus exemplaribus manuscriptus in lucemnunc primun edita, ms. 590 de la Biblioteca Nacional; y un manuscrito no localizado, Catálogo de los Varones Ilustres en piedad y letras de la Diócesis de Jaén y Kalendario o Menologio de los Padres griegos compuesto por Gilberto Genebrardo, con anotaciones de Baronio, o del doctor Juan Molano.

 

4. Reediciones de obras histórico-genealógicas

 

            Hay algunas obras de la época que no utilizan las falsas fuentes señaladas, probablemente porque las desconocieron, como es la Nobleza de Andalucía, de Argote de Molina, fue editada por primera vez en Sevilla, 1588. Es uno de los primeros libros de historiografía giennense reeditados, en Jaén, 1866, imprenta de Francisco López Vizcaíno; y en el siglo XX tuvo dos reediciones más, en 1957 por el Instituto de Estudios Giennenses, y en 1991 por Riquelme y Vargas, con una introducción de Enrique Toral y Peñaranda.

            Gonzalo Argote de Molina era Sevillano, nacido entre 1548 y 1549. Sobre él existe una biografía, El Historiador Gonzalo Argote de Molina, de Antonio Palma Chaguaceda, cuya segunda edición fue publicada en Las Palmas en 1973. Escribió algunas obras no publicadas como Repartimiento de Sevilla y elogio de sus conquistadores, y la Historia de Baeza, desaparecida, de clara vocación genealogista. Sin embargo, trasciende la Nobleza de Andalucía la obra genealógica al relatar sucesos históricos en los hechos de algunas familias, utiliza las actas de los concejos, muchas de las cuales hoy no se conservan, e incluso inserta romances y poesías en su obra.

            Del estudio, que en un principio debía constar de tres partes, una para cada reino de Andalucía, sólo se publicarían los dos primeros libros, referentes a Jaén. Comprende hasta la cesión de Juan II de Castilla a su hijo don Enrique de las ciudades, villas y lugares de soberanía real[9].

            El libro de Bartolomé Ximénez Patón, Historia de la antigua y continuada nobleza de la ciudad de Jaén, muy famosa, muy noble, y muy leal, guarda y defendimiento de los reynos de España. Y de algunos varones famosos, hijos de ella, estaba dirigida al primer Marqués de Bedmar, el cardenal Alonso de la Cueva, y fue publicada por primera vez en 1628. En 1983 se realizó una reedición por la editorial Riquel y Vargas. Esta última consta de un prólogo de Rafael Ortega y Sagrista, que hace referencia a Pedro Ordóñez de Ceballos como coautor del libro, cuya biografía incompleta se encuentra en el capítulo 37 repetido de la obra.

            Al no existir referencias a los falsos cronicones, se la consideró una obra reputada. Contiene biografías y genealogías de linajes giennenses junto con hechos históricos de la época, sin rehuir el paisaje, la climatología, la industria y especialmente la agricultura, tan unida a ella. Tampoco olvida un capítulo a la mujer giennense. La crónica está actualizada a la época de edición, lo que es prueba de la importante labor que realizó Bartolomé Ximénez Patón sobre el manuscrito de Pedro Ordóñez de Ceballos.

 

5. Reediciones de historiografía local

 

            El tipo de historiografía eclesiástica tiene en el mundo local un punto de grandeza que es aprovechado para el ensalzamiento de las poblaciones (caso de Cabra con la obra anónima Venida milagrosa del Retrato del Santísimo Cristo de Burgos a la villa de Cabra de Santo Cristo en el año 1637). La ciudad de Andújar aprovecha la devoción a la Virgen de la Cabeza para elaborar historias, que en el siglo XX van encontrar el eco piadoso y turístico necesario para sus reediciones.

            Antonio Terrones de Robres publicó Vida, martyrio, translación y milagros de San Euphrasio obispo y patrón de Andújar. Origen, antigüedad y excelencias desta ciudad, privilegios de que goza y varones insignes en santidad, letras y armas que ha tenido, editado en Andújar, en 1657. Fue reeditado en 1996 por la Diputación Provincial de Jaén en edición facsímil, con una introducción de Manuel Urbano Pérez Ortega.

            El autor, Antonio Terrones de Robres, era natural de Andújar, regidor de la ciudad, falleció en 1660. Es un libro fundamental para el conocimiento de la historia local de Andújar. Se remonta a la época antigua y a la ciudad de Iliturgi, la que identifica con Andújar, aunque hoy día está fuera de duda que tal ubicación estaba en Maquiz (Mengíbar), lo que ya averiguó un historiador coetáneo del autor, como fue el padre Francisco de Torres.

            Esta obra está en la línea de las historias eclesiásticas de la época. Aunque toma por ciertas las leyendas de San Eufrasio, Virgen de la Cabeza y otras, por otro lado hace un detallado estudio de las crónicas medievales en relación con Andújar, incluidas leyes y fueros fundamentales para el conocimiento de la historia de la ciudad.

            El libro de Antonio Terrones probablemente fue utilizado en 1677 por Manuel Salcedo Olid en la elaboración de su Panegírico Historial de Nuestra Señora de la Cabeza de Sierra Morena. Este libro fue pubicado en Madrid por el impresor Julián de Paredes y reeditado en edición facsímil por Manuel Peláez del Rosal, Enrique Gómez Martínez y Francisco Fuente Chamocho en Baena, 1994. Lo precede una introducción de Manuel Peláez del Rosal, una descripción de Andújar en el siglo XVII por Enrique Gómez Martínez y una biografía de Manuel Salcedo Olid por Francisco Fuentes Chamocho. El autor era regidor perpetuo de la ciudad de Andújar y alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición. El contenido es una historia de Andújar con fuerte impronta eclesiástica, y también antropológica en relación con el culto a la Virgen de la Cabeza.

            Del mismo autor anterior es el Epílogo de la Solemníssima y muy festiva translacion de la milagrosa imagen de N. Señora de la Cabeça desde su prodigioso santuario de Sierra Morena a la Yglesia Mayor de la muy noble y muy leal ciudad de Andújar, para que se la preserve del contagio con que Dios nuestro Señor aflixe esta Andaluzia, este año de 1650. También fue reeditado en edición facsímil en 1995 por los mismos editores que el anterior, junto con José Carlos de Torres, que realizan notas introductorias, y la colaboración del Ayuntamiento de Andújar, Academia de Cronistas de ciudades de Andalucía, Centro de Estudios Marianos sobre Sierra Morena y Peña El Madroño. Como el libro anterior es fundamental para la historia local de Andújar y el estudio de la religiosidad popular en el siglo XVII.

            La búsqueda de las raíces locales también se traduce en recuperación de antiguas obras manuscritas. La Historia de la Antigüedad y fundación de la Peña de Martos, escrita por Diego de Villalta en 1579 es una de ellas. Fue publicada por primera vez en Madrid, 1923, por Joaquín Codes y Contreras. En 1982, la Asociación Artística y Cultural Tucci hizo una reedición facsímil de la edición de 1923 con un breve prólogo firmado por la Asociación.

            La obra recoge toda una visión del Martos romano a través de la arqueología, trata también la historia medieval y termina con la heráldica de la ciudad. Como en casi todas las historias locales, su fin es engrandecer la ciudad de Martos, por lo demás suele utilizar fuentes arqueológicas y documentales contrastables, aunque con frecuencia se deja influir por deducciones fantasiosas y leyendas propias de la época.

            El autor de Catálogo de los obispos... y anales eclesiásticos..., Martín Ximena también escribió la Historia o Anales del municipio albense urgavonense o villa de Arjona, obra fechada en 1643, cuyo manuscrito original se conserva en la ciudad de Arjona. Esta obra fue editada por primera vez en el periódico Arjona, entre 1924 y 1931. Fue reeditada en 1996, en esta ciudad, por Rafael Frías Marín, que realiza un estudio preliminar junto con el Ayuntamiento de Arjona y la Caja Provincial de Jaén. Es el testimonio de la estancia en la ciudad de Martín Ximena y la plasmación de los estudios que realizó en el ámbito local. El libro peca de los mismos defectos que los anteriores en cuanto a las fuentes documentales para la historia eclesiástica y centra su atención en los hallazgos del Sacromonte de Arjona, con el supuesto martirio de los Santos Bonoso y Maximiano. En cambio aporta documentos, privilegios y fuentes epigráficas que enriquecen la historia de esta ciudad.

            La Historia de Baeza, del padre Francisco de Torres, terminada de escribir en 1677, es un voluminoso manuscrito que ha permanecido desaparecido durante años. Ya el investigador giennense Miguel Moreno Jara nos habla de esta obra en la relación que Pascual de Gayangos hizo de las obras existentes en Museo Británico de Londres, relación que publicó en las ponencias del II Congreso de Cronistas. El manuscrito ha sido editado en 1999 por José Rodríguez Molina, con la colaboración del Ayuntamiento de Baeza y la Diputación Provincial de Jaén, que realiza un estudio previo sobre el autor, la obra y su época.  El autor, Francisco de Torres nació entre 1612 y 1613, estudio en Úbeda, se hizo jesuita, vivió en Córdoba, Sevilla y Granada. Vuelve a Úbeda donde ejerce como profesor de Gramática y más tarde a Baeza, donde permanece el resto de sus días dedicado la investigación y la docencia, tras pasar algún tiempo de intervalo en Cazorla. Muere en Baeza en 1678. Escribió otras obras que no han llegado hasta nosotros, como Baeza defendida y la Historia del Colegio de S. Ignacio de Baeza, debía tener muy avanzada la Historia de Úbeda y pensaba escribir la Historia de Cazorla.[10] Esta Historia de Baeza se compone de dos partes: desde los orígenes hasta el siglo X y del siglo XI en adelante. La última parte no ha llegado hasta nosotros. Las referencias a los falsos cronicones son, como en sus coetáneos, continuas. Por el contrario, nos aporta interesantes datos y descripciones de la Baeza de su tiempo y de los pueblos de su influencia.

            En el siglo XVIII, tras un largo período que los estudios historiográficos provinciales prácticamente se interrumpen, surge un nuevo método de investigación histórica de manos de nuevas tendencias ilustradas que guían a la nueva institución que es la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén. Sus componentes son gentes cultas, pertenecientes a la élite social de la ciudad de Jaén, afanosas por contribuir al desarrollo socioeconómico y cultural de Jaén. Fruto de esta inquietud es la obra Retrato al natural de la ciudad y término de Jaén: su estado antiguo y moderno, con demostración de quanto necesita mejorarse su población, agricultura y comercio, editada en 1794 en dos ediciones casi simultáneas, cuyo autor era el deán de la catedral de Jaén José Martínez de Mazas. En 1978 se hizo una reedición facsimilar de esta obra por parte de ediciones El Albir, S. A., en Barcelona, incluida dentro de la “serie Minor,  Biblioteca de Historia Hispánica. Historias Regionales y Locales”. El editor, como el de tantas otras obras historiográficas giennenses, fue José Rodríguez Molina, que realizó la Introducción a la misma.

            El autor, José Martínez de Mazas procedía de Santander, en donde escribió las Memorias Antiguas y Modernas de la Iglesia y Obispado de Santander. A Jaén vino como Penitenciario del Cabildo de la Catedral, y en 1788 terminó el trabajo de la Descripción del sitio y ruinas de Cástulo y noticias de esta antigua ciudad en el Reino de Jaén. Fue fundador de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén[11], y fue entonces cuando elaboró el libro que le dio la fama, donde estudia la demografía, agricultura, industria, mentalidad colectiva, etc. Toda una serie de temas que buscan causas de la decadencia y proyectan reformas para el bienestar de la sociedad giennense. Un tipo de historia que hasta ahora nunca se había realizado en el reino de Jaén.  Además, esta obra hace una especial crítica a la historiografía giennense anterior, a las obras de Rus Puerta, Ximena Jurado, Francisco de Bilches, Terrones, etc., que utilizan entre sus fuentes a los falsos cronicones, así como leyendas giennenses que dan como ciertas y que recoge la obra de Bartolomé Ximénez Patón.

            Cabe preguntarse, por otra parte, si el deán Martínez de Mazas, fue el único autor porque, según Emilio Lara López, “buena parte del contenido del Retrato figuraba meses antes de su publicación en tal obra en los archivos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País en forma de memoriales, pues dicha institución convocaba periódicamente unos premios para los estudiosos que acometieran de forma teórica alguno de los muchos problemas carenciales de la ciudad de Jaén”, por lo que el deán Martínez de Mazas podría ser un mero compilador[12]. Esta tesis probablemente sea cierta, en cuanto también el estudio de léxico confirma la utilización de varios estilos de narración en la obra.

 

6. Reediciones de crónicas giennenses

 

            En otra línea historiográfica, una edición —no reedición— que realizó la Real Academia de la Historia en 1855 fue la “Relación de los fechos del mui magnífico e más virtuoso señor don Miguel Lucas, mui digno condestable de Castilla”, que formaba el Tomo VIII de la obra Memorial Histórico Español: colección de documentos, opúsculos y antigüedades, impresa en Madrid, imprenta de J. Martín Alegría. Fue la impresión de un manuscrito del siglo XV, que había circulado en copia y estudiado por los historiadores giennenses desde el siglo XVI. Esta edición supuso la divulgación de un tipo de historia distinta a la que hasta entonces se había realizado en la provincia de Jaén, con una gran influencia renacentista, en la que el hombre es punto continuo de referencia, su vida, sus fiestas, sus ritos, sus costumbres,... una obra en que la historia eclesiástica es ajena. Se centra en la vida de un personaje y en su entorno, en la alabanza de su figura como elemento popular y renacentista.

            Este tipo de crónica tiene connotaciones con las posteriores tendencias historiográficas del siglo XX como son la historia social y la microhistoria. A través de esta obra el historiador recupera el microcosmos giennense del siglo XV, el antropólogo la cultura popular, el filólogo el léxico, el geógrafo el paisaje, etc. Es la recuperación de nuevas bases documentales para la historia giennense que en realidad no habían pasado desapercibidas.

            Con esta primera publicación en 1855 se dio el primer paso en la recuperación de manuscritos históricos. Una nueva edición se realizó 1940, Hechos del Condestable don Miguel Lucas de Iranzo, publicada por Espasa-Calpe, Madrid. Una obra editada y comentada por Juan de Mata Carriazo Arroquia, que corrige defectos de la primera edición e inicia una línea de investigación en los difíciles años de la posguerra que en la provincia no tuvo inmediatos seguidores.[13]            En otra línea de recuperación de fuentes históricas, surgieran en el siglo XX ediciones de obras bajomedievales como fuentes documentales para la nueva historia. Muy del gusto renacentista es el Tratado de la Montería del siglo XV, publicado y anotado por el duque de Almazán, en Madrid, 1936, a partir de un manuscrito del Museo Británico. Fue reeditado Alaba Ediciones en 1992. No es en sí una obra historiográfica, pero excede la mero estudio cinegético y  faunístico para adentrarse en un visión geográfica de las Sierra de Segura en el siglo XV, con la descripción del monte y su paisaje, y también antropológica por la cantidad de datos que recoge sobre costumbres, atuendos, útiles, léxico, etc.

            En la misma línea que la Crónica, con estilo propio y más sobrio, está la obra de Juan de Arquellada,  Sumario de Prohezas y Casos de Guerra aconteçidos en Iaen y Reynos de España y de Italia y Flandes y grandeza de ellos desde el año de 1353 hasta el año de 1590, ms. 1188, Biblioteca Nacional, que fue terminado de escribir en 1590 y reeditado en parte con el título Anales de Jaén por Manuel González Jiménez en colaboración con la Universidad de Granada en 1996, realizando un estudio previo de la obra. En 1999, Enrique Toral y Peñaranda con la colaboración del Instituto de Estudios Giennenses realiza una edición íntegra del manuscrito, con un amplio estudio del autor, su obra e índices.

            En el estudio de este giennense del siglo XVI, se relatan sucesos acaecidos en Jaén y otros en puntos de España, Europa y América, escrito en forma de anales, muchos de estos acontecimientos fueron vividos por el autor como soldado. Utiliza como fuente la crónica del Condestable Miguel Lucas de Iranzo, algunos de que cuyos hechos son ampliados, y resalta la crónica por su proximidad en el estudio histórico a la edición y la utilización de fuentes hoy desaparecidas.

 

7. Reediciones los primeros diccionarios históricos

 

            El siglo por excelencia de los diccionarios históricos, geográficos y estadísticos es el XIX, el cual está ya fuera de nuestro tiempo de estudio, especialmente interesantes para el conocimiento de la historia decimonónica, como son los de Sebastián Miñano, Pascual Madoz o el de Riera y Sanz. El de Madoz ha sido reeditado en el siglo XX por tomos provinciales[14]. Otro diccionario, el de Diego Marín y Vadillos, Historia de cada uno de los pueblos de la provincia de Jaén y reseña estadística y geográfica de los mismos, cuyo único tomo I fue publicado en 1862, supuso el primer intento de realizar un diccionario propiamente giennense de este tipo.

             Anterior a este movimiento enciclopédico del siglo XIX y en el marco temporal de nuestro estudio, existen otros diccionarios en el XVIII que supusieron el primer intento de secuenciar por lugares la historia y geografía provincial, dentro de un proyecto a nivel nacional, que tienen sus antecedentes en las Relaciones Topográficas, que ordenó realizar Felipe II en 1578, cuyo manuscrito se encuentra en la Biblioteca del Escorial, en el que no se conservan más que algunos pueblos de la provincia, un resumen de los cuales fue publicado por Genaro Navarro López con el título "Pueblos de Jaén en las relaciones topográficas de Felipe II", Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº24, abril-junio 1960, p. 33-63.

            La primera obra que podemos considerar editada como tal es la que Bernardo Espinalt y García escribió en 1787, el Atlante español o descripción general de todo el reino de España, un intento de diccionario geográfico, cuyo tomo XII corresponde al reino de Jaén, que si bien no consiguió llegar a la amplia visión, pero incompleta, que realizó el geógrafo Tomás López con las colaboraciones de los párrocos de los pueblos, sí consiguió la continuidad necesaria para que el trabajo se terminase y viese la luz. La primera reedición fue obra de Manuel Acedo en la revista Don Lope de Sosa, que en sus páginas y de forma periódica, entre los años 1925 y 1930, hizo relación de los pueblos giennenses que aparecen en la obra. Décadas después, entre 1976 y 1979 fue reeditada en el diario Jaén, edición de comentada por Francisco Olivares Barragán; esta vez ampliada con la incorporación de los 28 pueblos de la provincia que no aparecían en la primitiva edición. En 1980, Francisco Olivares Barragán, a través del Instituto de Estudios Giennenses, volvió a reeditar la obra, con un prólogo de Manuel López Pérez.

            El contenido del Atlante para cada pueblo es breve, apenas unas líneas en las que destaca la descripción geográfica y heráldica de los municipios, a veces con comentarios anecdóticos. A través de sus líneas observamos la nueva visión ilustrada que se tiene de la historia y las continuas referencias a la economía de los pueblos. En las ediciones de Francisco Olivares se completa con unos comentarios personales del editor, pueblo a pueblo, que enriquecen el contenido.

            Otro diccionario fue el realizado por Tomás López la segunda mitad del siglo XVIII, cuya parte referente a los pueblos giennenses fue editada en 1996 con el título Jaén según las relaciones enviadas por los párrocos al geógrafo real Tomás López en el siglo XVIII, por Juan Enrique Ruiz González, con la colaboración de la Cámara de Comercio e Industria de la provincia de Jaén. Esta obra es muy interesante para el conocimiento de varios pueblos de la provincia en el siglo XVIII. En algunos de ellos las descripción es minuciosa y se acompaña con planos de los términos municipales que son un primer ensayo colectivo de cartografía provincial.



[1]ANTONIO, Nicolás. Censura de historias fabulosas. Antecedida de su biografía por D. Gregorio Mayàns i Siscàr.  Valencia, 1747. Edición facsimilar, Madrid, 1999.

[2]RODRÍGUEZ MOLINA, José. “Prólogo del Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y Anales Eclesiástico de este Obispado, edición facsímil, Granada, 1991, pp. XVI-XVII.

[3]CAZABÁN LAGUNA, A. : "La historia de Rus Puerta ".  Don Lope de Sosa, Ed. Facs. 1913, pág. 179.

[4]CAZABÁN LAGUNA, A. “Nota de don Lope”. Don Lope de Sosa, Ed. Facs.  1927, p. 241.

[5]CAZABÁN LAGUNA, A.: "La Virgen de Zocueca". Don Lope de Sosa, Ed. Facs.  1919, pág. 332.

[6]A mediados del siglo XVII se produce en Jaén un movimiento editorial en torno a la historia eclesiástica del reino de Jaén, en muchos casos producto del mecenazgo del Obispo Moscoso y Sandoval. Tales son las obras de Juan de ACUÑA DEL ADARVE, Informaciones originales de la vida, milagros y sepulcro de la Virgen Santa Potenciana y de la tradición que hay en la ciudad de Andúxar, Villanueva de Andúxar, Cazalilla y la Higuera..., 1628; Fray Manuel TAMAIO, Discursos apologéticos de las reliquias de San Bonoso y Maximiano y los demás mártires que se hallaron en Arjona y de los milagros que Dios ha obrado por ellas, antes y después de su invención, 1635; Bernaldino de VILLEGAS, Memorial sobre la calificación de las reliquias de los Santos Mártires de Arjona, 1639; Antonio BECERRA, Memorial en que se hace relación de la descensión de la Virgen Santísima Nuestra Señora y la visita que hizo a la Iglesia de San Ildefonso de la ciudad de Jaén; la obra anónima, Venida milagrosa del Retrato del Santísimo Cristo de Burgos a la villa de Cabra de Santo Cristo en el año 1637; Francisco de BILCHES, Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza. Prueba de lo resuelto por los santos, 1653; etc. Y también algún movimiento crítico coetáneo como el del carmelita Fray Gerónimo PANCORBO, catedrático de escritura len Córdoba, que en la Consulta al licenciado Pedro Díaz de Rivas y respuesta de éste sobre si debe darse rezo a Santa Potenciana, según interesa en su petición el Dr. Acuña del Adarve, 1641, y en la Disquisición de Santa Potenciana Virgen, Sevilla, 1643, critica obras anteriores.

[7]Sobre los obispos y el obispado de Jaén y Baeza se escribieron obras ya desde la primera mitad del siglo XVI. En 1527, el cardenal Esteban GABRIEL Y MERINO escribió Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza; Gil Dávalos Zambrana, Segundo memorial de los obispos de Jaén, en 1595; Gil GONZÁLEZ DÁVILA, Teatro de la Santa Iglesia de Jaén, vidas de sus obispos y cosas memorables de su sede y obispado; y Fray Juan de MARIETA, Catálogo de los obispos de Andúxar, Baeça y Jaén (RODRÍGUEZ MOLINA, José. “Prólogo del Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y Anales Eclesiástico de este Obispado, edición facsímil, Granada, 1991).

[8]RODRÍGUEZ MOLINA, José. “Prólogo del Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y Anales Eclesiástico de este Obispado, edición facsímil, Granada, 199; y PAREJO DELGADO, María Josefa. “Don Martín de Ximena Jurado, historiador del reino de Jaén”, Actas I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Medieval, Tomo I, Córdoba, 1982, pp. 275-285.

[9]TORAL Y PEÑARANDA, Enrique. "Introducción" al libro de Argote de Molina, Gonzalo. Nobleza de Andalucía. Riquelme y Vargas. Jaén, 1991.

[10]RODRÍGUEZ MOLINA, José. “Introducción” al libro del padre Francisco de Torres, Historia de Baeza. Ayuntamiento de Baeza- Diputación Provincial de Jaén, Baeza, 1999.

[11]RODRÍGUEZ MOLINA, José. “Introducción” al libro de José Martínez de Mazas, Retrato al natural de la ciudad y término de Jaén. Ediciones El Albir, S.A. Barcelona, 1978.

[12]LARA LÓPEZ, Emilio. “El Chantre de la catedral de Jaén don Luis Xavier de Garma y Moreno”, Códice, nº 15, Asociación de Amigos del Archivo Histórico Diocesano, Jaén, enero 1999, pp. 29-30.

[13]Juan de MATA CARRIAZO impulsará la recuperación de la historia giennense a través de otras líneas de investigación como son las colecciones diplomáticas, tal es la  Colección Diplomática de Quesada, editada por el Instituto de Estudios Giennenses en 1975, y que continuará José RODRÍGUEZ MOLINA años después con la Colección Diplomática del Archivo Histórico Municipal de Jaén. Siglos XIV y XV, editada por el Ayuntamiento de Jaén en 1985, y la Colección Diplomática de Baeza (siglos XIII-XV), editada en 1983. A finales del siglo XX continuaron estas series recuperaciones documentales de la mano de nueva sabia de investigadores como María Águeda MORENO MORENO, que publicó las Cartas del Concejo de Baeza, editadas en el 2000 por el Ayuntamiento de Baeza y la Universidad de Jaén; o el libro de José Mª CARRASCOSA GONZÁLEZ y Luis RABANEDA SÁNCHEZ, Linares, de aldea a villa (siglos XIII-XVI), editado por el Instituto de Estudios Giennenses en 1999.

[14]Diccionario Geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar por Pascual MADOZ, 1845-1850. Jaén, edición facsímil. Ámbito Ediciones. Valladolid, 1988.

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