LA FUENTE DE LA REJA, HISTORICA SEÑA DE IDENTIDAD DE PEGALAJAR.

Juan Antonio López Cordero

(Publicado en Sumuntán: anuario de estudios de Sierra Mágina, núm. 4. Colectivo de Investigadores de Sierra Mágina (CISMA). Carchelejo (Jaén), 1994, págs. 141-161.

 

 

            A  lo  largo  de los siglos, la agricultura  ha   sido  la  principal  fuente  de riqueza  de  Pegalajar.   Las   condiciones  topográficas   han   limitado   el   desarrollo  agrícola y  le  han dado un rasgo peculiar, así como un  modo  de  vida  propio en la población.  Históricamente, las  principales zonas  agrícolas   por  su producción  y riqueza han sido las  vegas  de  la  Fuente  de  la Reja  y  del río  Guadalbullón,  sobre  todo la  primera  y  más  extensa, conocida como la  Huerta,  la   cual  tradicionalmente  ha  sido  no  sólo  el sostén   económico de la población, lo que ha hecho que la Fuente de la Reja sea la su seña de identidad de Pegalajar.

 

  1. Época medieval.

 

            La  relación entre Pegalajar como pueblo y la Fuente de la Reja es tan íntima que podemos afirmar que  el  núcleo   urbano  debe su nacimiento a ésta.  Al  menos  desde  tiempos    medievales  existe  Pegalajar  como   pueblo.   Su  castillo, situado en la peña que vigila la vega regada por esta fuente, sirvió de refugio y  defensa  a  aquella   población  medieval  que ya cultivaba los bancales de  huerta  fertilizados por sus aguas. De hecho, Emilio  Serrano Díaz, en su  libro "Castillos de Andalucía",  traduce  el  nombre árabe de Pegalajar con el significado de "Peña  de  la  Vega",  en  clara alusión a las tierras  regadas  por  la  Fuente  de la Reja. Por ello, parece evidente la  utilización árabe  de esta fuente, con el consiguiente uso de un  embalse  regulador  y  la intrincada red de acequias e  hijuelas,  que  inteligentemente riegan los numerosos e irregulares  bancales  aprovechando cada palmo de terreno.

            Sin duda, la construcción  de  toda una amplia red de bancales a lo largo de la  ladera,  incluso en zonas abruptas, aprovechando al máximo el terreno,  supuso  una gran obra de ingeniería en la que es  aprovechado  cualquier  palmo  de tierra a base de hormas de  tosca (travertinos),  una  piedra  caliza  extraída  de la misma huerta  y  otras  zonas  vecinas,  como la cantera de las Eras de la Ventilla. Su  fin  era  allanar el terreno para evitar la erosión y permitir  el  riego a manta que proporcionaban las aguas de la Fuente de la  Reja.  Las  frecuentes  labores    en  las  que  influía   la  proximidad  al núcleo urbano  , el agua y el abundante  abono  animal que recibía, le daba a la huerta una fertilidad de  la  que carecía el resto del terreno agrícola del término.

            No  se  conocen fuentes documentales  de  época  árabe referentes a la población de Pegalajar, sólo conjeturas  acerca   de   su   toponimia,   que   no   podemos    incluir  científicamente como antecedentes históricos. Son las fuentes  cristianas las que nos hablan por primera vez de forma cierta  de  Pegalajar, como fortaleza musulmana de frontera, que  es  asolada  en las incursiones de Fernando III de 1225  y  1244,  pasando definitivamente a poder cristiano en 12461.

            Parece  evidente  que los  cristianos  no  sólo  heredaron   el  castillo de Pegalajar  como  nueva  fortaleza  fronteriza  con  el Reino de Granada, sino también las  bases  económicas  de  la  antigua población, que  tenía  su  fuente  principal  de  recursos  en  la  fértil  agricultura  de  las  cercanas tierras que regaba la Fuente de la Reja.

            La   Crónica  del Condestable Iranzo del  siglo  XV es  más precisa en este aspecto. En ella podemos descubrir  no   sólo los avatares político‑militares en los que  se   ve   envuelto  Pegalajar en su época, sino también otras  noticias   más  precisas.  Entre  ellas las referentes a  la  huerta  de  Pegalajar (año 1470) y a la Fuente Vieja (año 1469)    nombre   este último con que se ha conocido la Fuente de la Reja hasta   el  siglo XIX  . Por primera vez aparece en un  documento  el  nombre   de   esta  fuente,  que  también  abastecía     como  secularmente  lo ha  hecho hasta su reciente desecación    al  núcleo  urbano  de Pegalajar, a través de una conducción  que  llevaba  el agua de dicha fuente al arrabal2, conducción  que  ha  existido   hasta  hace pocas décadas.  También  se  hace  referencia  por  primera vez a las huertas de Pegalajar,  que  indudablemente utilizaban las aguas de esta fuente3.

            Es, pues, evidente la explotación en época bajo  medieval  de una zona de huerta que se extendía a los pies de  Pegalajar,  regada con las aguas de la Fuente Vieja o  de  la  Reja,  que también abastecían al núcleo urbano, usos que  muy  probablemente  fuesen  anteriores en el tiempo; y, consecuentemente, una incidencia muy directa de la  zona  de huerta  con la economía agraria, en la que se  sustentaba  la  población.  De  tal  forma que el origen  del  núcleo  urbano  estuvo  motivado por la proximidad de estas fértiles  tierras  de cultivo y del manantial que las regaba.

 

2. Época Moderna.

            La  Edad Moderna supone una continuación de  la  economía  agraria   tradicional  en  Pegalajar  y, por  consiguiente,  sigue  ejerciendo  una  papel  fundamental la Fuente de la Reja en la vida de la población. El Catastro del Marqués de  la  Ensenada es una fuente documental de primer orden  en  el  conocimiento socio‑económico de cualquier población  española  de  mediados  del  siglo XVIII. En él figuran  una  serie  de  preguntas  que  los pueblos habían de contestar.  Así  a  las  preguntas números cuatro y diez, sobre qué especies de tierra  se hallaban en el término y su extensión, se contesta:     

         

                        "...   en  dicho termino se   halla diferentes  especies  de tierra de  regadío  que sirven para la siembras, olmos, viñas, frutales, maíses,  lino, cáñamo,  y otras semillas, y para ortaliza,   dos  pedazos   de   tierra,  que  no llegaran   a   fanega,  todo  esto  en  los  dos sitios  de  la  huerta  y   río  que  llaman  de guargollon,  y se riega la referida  huerta  con agua de la fuente bieja...4.

 

            Las tierras  de  mayor estimación eran las de  "huerta  y río", constituidas por siembras, olivar, viñas y frutales, que tenían la distribución siguiente:5

 

Cultivo de riego

Extensión (fanegas)

 

 

‑ siembra

130

‑ olivar

158

‑ viñas

65

‑ frutales

77

‑ otros

38

‑ total

468

 

 

            De estas tierras, la mayor extensión correspondía a  las  regadas  por la Fuente Vieja o de la Reja, cuyas aguas  estaban  reguladas  por  la  Balsa,  según los expedientes de  limpieza  de  este  estanque que comienzan a aparecer a principios del siglo  XIX  entre  los documentos más antiguos que conserva el    Archivo  Histórico Municipal de Pegalajar, que recogen también toda la  red de acequias, lo cultivos y sus propietarios6.

     Además  de regar la tierra y abastecer la población,  las  aguas de esta fuente se utilizaban a mediados del siglo XVIII  como  motor de dos molinos harineros, situados en la  Huerta, uno perteneciente al Convento de Religiosas de Santa Clara de  Jaén y otro a Felipe Contreras, vecino de la villa7.

 

3. Época Contemporánea.

           

Casi  toda  la  documentación  existente  en  el  Archivo  Histórico Municipal de Pegalajar data de los siglos XIX y XX,  de  ahí  que  sea en esta época  donde  podemos  realizar  un  estudio  más  detallado  sobre  la  Fuente de la Reja y Pegalajar.  La  documentación   que  existe  es  numerosísima,  con  la   que  fácilmente  podría escribirse un libro. Nuestro objeto no  es  ese,  sino  el  elaborar  un  informe  conciso  y  claro  que  demuestre la importancia socio‑económica que en el pasado  ha  tenido  esta fuente y su incidencia en la formación de  una  cultura   agraria   peculiar  en  Pegalajar,   de   ahí   que  prescindamos de otra diversa documentación para este  estudio  a   fin  de  no  extendernos  demasiado  en  los   siguientes  apartados.

 

3.1.  Su  utilización para riego. La propiedad  de  estas  tierras y su función social.

 

            A  principios  del siglo XIX, la Fuente de la Reja sigue siendo el eje  fundamental  en  la  economía agraria de Pegalajar. Así se  recoge  en  un  documento fechado en 1808, que dice textualmente:

 

                        "(La  Fuente Vieja) fertiliza y riega  el  heredamiento  que sostiene a  este  pueblo, por lo inútil de las tierras de labor"8.

 

            Evidentemente  el heredamiento se refiere a la Huerta  de  Pegalajar.  Este  es un expediente de limpieza  de  la  Balsa  (estanque  regulador de las aguas de la Fuente de Vieja o de la Reja) en el que se recogen muchos aspectos socioeconómicos.

            En 1828 encontramos referencias detalladas a la extensión  de  tierra  que regaba esta fuente. El censo  comprendía  9.511  celemines   de  tierra  (510,74  has.),  divididos   en   673  heredamientos  de 269 hacendados. Veinte hacendados, con  más  de  100 celemines cada uno, poseían el 76,51 % de la  Huerta.  Entre estos mayores hacendados sobresalían las  instituciones  eclesiásticas y los forasteros, como los siguientes:

 

Mayores propietarios

Celemines

     Monjas de Santa Ursula (Jaén            

188

     José Bailén (Jaén)                      

456

     María Antª Valenzuela (La Guardia)      

160

     Marqués de Acapulco (Jaén)               

120

     José Pablo Moreno (Madrid)              

244

     Monjas Bernardas (Jaén)                 

306

     Monjas Santa Clara (Jaén)               

495

     Cabildo Eclesiástico de Jaén            

167

     Monjas de Santa Ana (Jaén)              

146

     Hospital de San Juan de Dios (Jaén)     

255 9

 

 

            Existía   un  gran  número  de  arrendatarios,  pues   la  propiedad  continuaba  en  gran  parte  en  poder  de  "manos  muertas".  Estos colonos o arrendatarios de fincas se  solían  quejar  del  alto  precio de los arriendos,  "pues  como  los  productos de la tierra tienen poco valor, apenas pueden pagar  con ellos"10.

            La  desamortización de Mendizábal de 1836‑1845 supuso  un  duro  golpe a la propiedad eclesiástica en Pegalajar.  Aunque  el volumen de tierras desamortizadas a la Iglesia fue sólo de  76,4 has., es de resaltar que el mayor número de tierras  que  alcanzaron  una  alta cotización se refieren  a  terrenos  de  vega, como la zona de la Huerta. La calidad de estas  tierras  es bastante buena, lo que unido a la abundancia de agua  para  el riego daba lugar a una importante productividad que suplía  la escasa superficie de estas explotaciones, donde se daba un  mayor cultivo del olivo11.

            Los  compradores  de fincas eclesiásticas  residentes  en  Pegalajar fueron 26, que adquirieron en total cuarenta y seis  fincas rústicas y 3 fincas urbanas, realizando un  desembolso de 352.377   rs.,  más  las  realizadas   por   compradores forasteros.  Eran en su totalidad suertes de vega y  olivares de regadío.

            En 1845, sólo quedaban en Pegalajar en tierras de regadío  algunos  bienes  eclesiásticos  pertenecientes  a  la   Santa  Capilla de Jaén. La mayor parte de las tierras desamortizadas  durante 1836‑1845 las compraron forasteros, algunos de  cuyos  nombres aparecen en el expediente de limpieza de la Balsa  de  1845.  Es  el caso de León Esteban,  Pedro  Anguita,  Ignacio  Barco,  José  Campos,  Miguel Garrido, Antonio  Saro  y  José  Almendros.   También   tenían  propiedades   algunos   nobles  forasteros, como el marqués de Cadimo, el marqués de  Cairedo  y la Junta de Beneficencia de Jaén12.

            Más  tarde, las leyes de Desamortización de 1855,  siendo  ministro  de Hacienda Pascual Madoz, vinieron a continuar  el  proceso desamortizador, afectando a los bienes pertenecientes  al  Estado,  Clero,  Ordenes  Militares,  Cofradías,   Obras  Públicas,  Beneficencia, Instrucción Pública y,  en  general,  todos los pertenecientes a las "manos muertas". En la zona de  huerta de Pegalajar era la Beneficencia la que poseía  bienes  desamortizables.  Había instituciones de este tipo,  como  el  Hospital  de Jaén, Hospicio de Hombres de Jaén, Patronato  de San  José,  Obra Pía de Jesús‑María y  Niños  Expósitos,  que  poseían diferentes fincas en distintos pagos de huerta,  como  Alberquilla,  Vaimora,  Torremocha,  Bóveda,  Higuera  Gorda,  Fuente Noguera, Coronilla, Covatillas, etc13. Pequeñas fincas,  que en su mayor parte eran de olivar, regadas la mayoría  por  la  Fuente  de  la Reja. Estas fincas se  solían  arrendar  a  vecinos  de Pegalajar y, tras la desamortización,  pasaron  a  propiedad particular.

Valdelascuevas. Huerta de Pegalajar.

            Ya  entrados en la segunda mitad del siglo  XIX,  podemos  observar  un continuo crecimiento del número de  propietarios  en  Pegalajar, sobre todo en las tierras de vega  que  riegan  las  aguas  de  la  Fuente  de  la  Reja.  Este  aumento   de  propietarios es producto de la subdivisión de las ya pequeñas  suertes de huerta existentes en períodos anteriores. De  1828  a 1930 el número de propietarios de estas tierras  evoluciona  de la forma siguiente:

 

    

Año

Nº propietarios

1828

269

1865

350

1883

392

1903

431

1930

782  14

 

 

            Estas  tierras  eran  regadas  por  una  extensa  red  de  acequias e hijuelas, verdadera obra de ingeniería, que  tiene  raíces  medievales. Siguiendo el desnivel del terreno  riegan  cada uno de los irregulares bancales aprovechando cada palmo,  formando  a veces pequeñas cascadas o discurriendo por  caces  rocosos. Las principales ramas de esta red, en 1865, eran las  siguientes:

 

‑ Pago de Arriba:

             1. Acequia del Cañuelo.

             2. Acequia del Bañuelo Alto.

             3. Caz del Heredamiento de Arriba.

             4. Hijuela de los Torrejones.

             5. Hijuela del Chorreón.

             6. Hijuela de las Cuevas de Marín.

             7. Continuación caz del Bañuelo.

             8. Caz de las Covatillas.

             9. Acequia del Peral.

‑ Pago de Abajo:

             10. Caz de los Molinillos.

             11. Acequia del Quemado.

             12. Acequia de Valdelascuevas.

             13. Acequia de la Higuera Gorda.

             14. Acequia del Cerval.

             15. Acequia de la Alcaidía.

             16. Caz de la Presilla.

             17. Acequia del Campillejo.

             18. Acequia de San Martín.

             19. Acequia del Campillo.

             20. Barranco.

             21. Acequia de la Fuente Noguera.

             22. Hijuela que sale del Zaucar.

             23. Acequia que va a la Casa de las Animas.

             24. Acequia de Vaimora.

             25. Caz del Moralejo15.

 

            Las  tierras  que  regaba la Fuente de la  Reja  eran  de  huerta o bien estaban plantadas de olivos, en una  proporción  que podemos observar en el expediente de limpieza del embalse  de 1883. Los gastos se distribuían de la siguiente forma: 16

 

Huerta y olivar de regadío

                               Pesetas  Céntimos

‑ Tierra de siembra, por cinco meses que utiliza las aguas 

416        75

‑ Olivos, por siete meses restantes.         

583        25

   Total     

1000        00

‑ En total 2.959 celemines a 15 ctmos.       

443        85

‑ 51.305 olivos a 1,25 ctmos.........        

583        25

   Total        

1085        25

 

 

     Si  tenemos  en cuenta que la superficie  que  regaba  la  Fuente  de la Reja era de 9.511 celemines, estaba dedicado  a  olivar  el  68,88  % de sus tierras. En este  año,  1883,  la  propiedad estaba repartida entre 392 propietarios de la forma  siguiente:

 

 

1883. Tierra de olivos regada con la Fuente de la Reja.

Nº de olivos

Nº de propietarios

1‑100

204

101‑200

39

201‑300

10

301‑400

7

401‑500

7

501‑600

4

601‑700

7

701‑800

1

1.001‑1.100

3

1.101‑1.200

3

1.201‑1.300

1

1.401‑2.500

2

3.201‑3.300

1

 

 

1883. Tierra de siembra regada con la Fuente de la Reja17

Celemines

Nº de propietarios

1‑10

184

11‑20

37

21‑30

19

31‑40

7

41‑50

7

51‑60

5

61‑70

1

81‑90

1

 

 

            Podemos  observar cómo la propiedad está muy repartida  y  también  muy  desnivelada.  En las  tierras  de  olivar,  que  ocupaban  la  mayor  parte de la  Huerta regada con la Fuente,  diez  propietarios  tienen  casi  la mitad de los olivos. No  obstante,  hay  que  resaltar  la  importante función social  que  ejercían  estas  fértiles   tierras  de  regadío,  al  estar  incluidos   como  propietarios más de la mitad de las familias del pueblo. Pese  a que el minifundismo conlleva una vida precaria, dentro  del  contexto  de  la  época la traducción es  distinta.  Era  una  agricultura   semiautárquica  la  que  se   desarrollaba   en  Pegalajar   y   la   fértil   Huerta   contribuía   a    ello  primordialmente.  El número de propietarios de la  Huerta  ha  ido   aumentando   paulatinamente,  a  causa   de   sucesivas  subdivisiones   de  las  parcelas,  en  1930  eran  ya   782.  Indudablemente, era una agricultura intensiva la utilizaba en  la zona, con abundante abono animal, constituyendo en  muchos  casos  una renta adicional para propietarios y  familias  que  tenían primordialmente un trabajo no agrícola.

   

Bancales de huerta

 

3.2. Uso industrial de sus aguas.

 

            Además  de su función agrícola, las aguas de la Fuente de la Reja  también tenían,  probablemente  desde  época  medieval,  una  actividad  industrial, aprovechando su abundante caudal, fuerza motriz utilizada para mover  varios  molinos  harineros18.  En 1808, estos molinos eran los siguientes:

 

     ‑ Molino harinero de los herederos de Felipe Contreras  y  Luis de Medina.

       Molino harinero del convento de monjas de Santa  Clara  de Jaén.

        Molino  harinero  de  don  Gaspar  y  don  Pedro   de  Valenzuela19..

     A  mediados del siglo XIX, paralelo al crecimiento de  la  población  y de las tierras de cultivo, crecen  el número  de  molinos.  En 1848 ya existían cinco molinos harineros20,  que  utilizaban el agua de la Fuente de la Reja.

     En 1863, ya eran 8 los molinos de harina, con 14 prensas.  Estaban  movidos  por  rodeznos o ruedas de  eje  vertical  y  producían  dos  fanegas  por cada  siete  horas  de  trabajo.  Funcionaban durante 273 días o más al año21.

 

3.3. El Estanque.

 

            Hasta el siglo XX, el estanque que embalsaba las aguas de  la Fuente de la Reja para un mejor aprovechamiento del  riego  de  la Huerta no era más que una laguna  artificial,  formada  por  un  dique  de contención. La "limpia"  de  la  Balsa  se  realizaba   de  tarde  en  tarde,  cuando  por  la   continua  desforestación  de  la Serrezuela la lluvia  arrastraba  gran  cantidad de piedra y tierras que se depositaban en su  fondo.  El expediente formado para su limpieza en 1808 es muy claro a  este respecto. Entonces ésta se hallaba...

 

               "bastante  sucia  y embarrada  (...),  por     consiguiente   no  contiene  toda   aquella (agua)  que arroja el nacimiento, pues  por este  motivo de noche, se bosa  por  varias partes (...) y además por estar la  muralla tronerada,  de modo que  incesantemente  se está experimentando mucha decadencia en los riegos, todo lo que se de en un grandioso y grave  prejuicio del Heredamiento,  molinos de arina, y también de aceite, que de  ella se utilizan (...)22.

 

            Estas  eran  las principales razones, a las  que  en  las  "limpias"  de  la Balsa de mediados del siglo XIX  se  añadía  "por bien de la salud pública", pues debido al  estancamiento  de las aguas se daban casos de paludismo23. Se solía  limpiar  en  los años de sequía, que el caudal era menor y,  al  mismo  tiempo, se daba trabajo a la clase jornalera, como ocurrió en  los  años de sequía de finales del siglo XIX24.  Normalmente,  se invertían numerosos jornales en el trabajo de limpieza. En  1808 fueron tres mil los invertidos, que al precio que  tenía  el  jornal en la primera mitad del siglo XIX (cuatro  reales)  suponía  un  gasto de 12.000 reales de mano  de  obra25.  Los  gastos  solían ser repartidos entre los propietarios  de  las  tierras que regaba y molinos que utilizaban sus aguas,  según  las siguientes condiciones:

 

            "1º.  Las  tierras que se  benefician  de  las aguas  de  la  Fuente de  la  Reja  pagarán proporcionalmente  a cada fanega una  mitad más del tanto de tipo que corresponda a las de olivar.

2º. Las tierras y olivares que constituyen el pago   de  Baimora  contribuirán  con   una tercera parte menos del gravamen.

3º.  Las  tierras y olivares que  forman  los diversos  albercones  comprendidos  en la jurisdicción de la Huerta, contribuirán del mismo modo anterior"26.

 

            Hasta  principios del siglo XX la Balsa  estuvo  formada  sólo  por  una  muralla al Sur que hacía de  dique,  a  cuyas  espaldas  se  encontraba  el haza del Parral  y  entre  ambas  pasaba  el  camino  de Bercho. Por el resto  se  extendía  la  alameda  de la Balsa, que continuaba hasta el camino  de  las  Ferias, el cual separaba la Fuente de la Reja de la Balsa27.

     En  1903 se realizó una reforma en la Balsa. Se  amuralló  en  todo  su  contorno  hasta el nivel de  la  tierra  de  la  Alameda,  en  una  extensión  semejante  a  la  actual. Con el nombre de Charca comenzó a denominarse el estanque ya bien entrado  el  siglo  XX, a veces a él se arrojaba toda  clase  de  inmundicias. Era una especie de basurero de las casas  de  alrededor, por lo que existía peligro de contaminación de  la  Fuente,  desde  donde se extraía y partía en  cañería  a  los  pilares el agua del consumo público. En 1931, el  Subdelegado  de Sanidad avisaba de este peligro:

 

            "Cuando  el  embalse se llena queda  al  mismo nivel que las aguas del manantial (...), en los  días  de aire el  pequeño  oleaje  que produce  puede mezclar los embalses con  el de  la  Fuente,  constituyendo  un  peligro (...) por arrojar en dicha Charca cadáveres de animales en completo estado de putrefacción".

 

            Para evitar este peligro consideraba de urgente necesidad  una  limpieza  de  la misma, trasladando  los  fangos  a  una  distancia  superior  a  500 metros de la  población  y,  para  evitar la acumulación de cienos, aconsejaba su pavimentación,  que permitiría su frecuente limpieza; así como evitar que  se  mezclasen las aguas del embalse con las de la Fuente29.

            El   Ayuntamiento  vio  bien  la  proposición,  pero   el  importante presupuesto que suponía esta obra estaba lejos  de  su esfuerzos y del de la Sociedad de Agricultores. Ambos,  en  1932,  solicitaron al ministerio de Obras Públicas el  dinero  necesario  para  la  reforma del embalse,  basándose  en  las consideraciones sanitarias; lo que no se consiguió.

            En  1935 se nombró una comisión de representantes  de  la  Comunidad   de  Regantes,  la  Junta  de  Labradores   y   el  Ayuntamiento  para  ir a Madrid y solicitar  del  Consejo  de  Economía Nacional las 75.000 pts. que necesitaban para  estas  reformas30,  lo  que también fue denegado. No  por  ello,  la  Corporación Municipal cejó en sus esfuerzos, y ese mismo  año  solicitó  a la Junta Nacional Contra el Paro  Obrero  200.000  pts.  para el arreglo de la Fuente de la Reja,  embalse  para  sus  aguas  y limpieza de las acequias31,  sin  que  tuvieran  respuesta su solicitud.

            No  fue hasta 1944, cuando empezó a hacerse  realidad  el  proyecto de reforma de la Charca. En este año, a través de la  Junta  Interministerial  de  Obras  para  mitigar  el   Paro,  dependiente  del  ministerio  de  Trabajo,  se  concedió   al  Ayuntamiento  una  subvención de 54.061 pts.  con  destino  a  dichas obras. También este mismo año la Diputación Provincial  concedió  un  anticipo de 120.808 pts. para este  fin32;  las  cuales terminaron unos años después (1949).

 

3.4.    Reglamentos para el aprovechamiento y  distribución  de sus aguas.

 

            Tradicionalmente  existían  unas  normas para  el  uso  y  distribución del agua de la Fuente de la Reja, conocidos como  "repartimientos  de  presa". En 1828 se vio la  necesidad  de  "arreglar el repartimiento de aguas" de dicha fuente, de modo  que   fuese  permanente  y  "evitar  las  disputas   de   los  interesados  al  riego".  Para ello  se  acordó  elaborar  un  cuaderno  que  lo  reglamentase,  manteniendo  "el  orden  de  primacía que hay de costumbre".

            Estos   repartimientos  datan  de  "tiempo   inmemorial".  Partiendo de ellos se elaboró el nuevo reglamento, en el cual se intentaron subsanar algunos defectos, como la costumbre de  dar  cuatro días a la semana el agua al pago de Abajo y  tres  al  de  Arriba, mientras que los costos de la  limpia  de  la  Balsa no tenían en cuenta esta medida. También se  especifica  claramente la preferencia de riego del trigo y maíz sobre  el  olivar,  dejando  claro que las siembras en los  olivares  no  tienen  privilegio  alguno.  Y además  recoge  la  "costumbre  inveterada"  que  da  primacía de agua  a  las  acequias  más  inmediatas a la madre, dando un orden númerico  a las que han  de recibir el "golpe"33 o "golpes" de agua.

            A principios del siglo XIX son 768 las heredades  comprendidas  en  la  huerta ‑muchos propietarios solían tener más  de  una  heredad‑, cuyo turno de agua era meticulosamente reglamentado  en   este   cuaderno.  Esto  se   complementaba   con   siete  observaciones, que en él son recogidas.

     En la primera se establece la obligación de haber siempre  regadores,  extinguiéndose lo que se conocía como  partidero.  Este era un paraje donde se reunían los regantes para  tratar  el  orden  de riego. Allí, frecuentemente,  se  llenaban  "de  desvergüenzas unos hombres a otros", faltando el respeto a la  autoridad que la presidía. Y al comisionado34 que repartía el  agua no le dejaban "en libertad para dar disposiciones".

     La segunda se tendría en cuenta en caso de que la  Fuente  de  la Reja tuviese poco caudal de agua ‑en este año de  1808  se  aprovechaban  seis golpes para riego‑ y no se  sacase  el  fruto  de maíz en toda la Huerta. Entonces se  sembraría  "la  mitad,  tercera o cuarta parte de cada haza, para  que  todos  aprovechen el agua y todos sientan la falta".

     En  la tercera se recoge la pérdida de turno de riego  en  caso  de renunciar voluntariamente a él, hasta que  vuelva  a  corresponderle.

     La  cuarta  se  refiere a los "refríos"  de  maíz,  cuyos  riegos habían de efectuarse por determinado orden.

     En la quinta se recoge la preferencia del riego del  agua  de los albercones de la Huerta antes que la de la Balsa. Sólo  en el caso de que no tuviesen agua suficiente para riego,  se  le enviarían "uno o dos golpes de agua de la Balsa".

     En  la sexta se prohíbe el turno de riego de  los  olivos  que  estén  en  medio o en las márgenes  de  las  hazas,  por  considerar   que  cuando  se  riega  la  tierra  quedan   ya  suficientemente regados, exceptuando los de los ribazos.

     Y la séptima fija un regador continuo para los  distintos  veneros  del pago de Vaimora, que han de reunirse,  sujeto  a  las órdenes del comisionado del Ayuntamiento35.

     Como  muchas  tierras  habían cambiado de  labores  y  de dueños,  este  reglamento fue sustituido por el de  1860,  el  cual  mantenía  la  esencia  del  anterior,  hechas   algunas  modificaciones.  Junto a este reglamento se hizo un censo  de  propietarios para el reparto de aguas, el cual con el  tiempo  también  quedó desfasado, por lo que hubo de realizarse  otro  nuevo en 192336.

     El  "Reglamento  formado por el  Ayuntamiento  y  mayores  contribuyentes para el aprovechamiento y distribución de  las  aguas de la Fuente de la Reja" de 1860 recoge en sus veintisiete  artículos toda la tradición secular anterior,  que  ha  quedado plasmada en sus páginas. Como en el de 1828, en él se  hace diferencia entre olivar y tierra calma o huerta,  dentro  de  las  tierras  que riega la Fuente de  la  Reja,  teniendo  preferencia  las primeras. Y se establece un orden de  riego,  teniendo en cuenta la situación topográfica de los pagos y la  proximidad  al raudal, clasificándose y  subdividiéndose  los  caces, acequias e hijuelas.

     Continúa  también  la normativa en los casos  de  que  la  fuente aminore demasiado, fijándose una proporción de  tierra  en cada heredad, "a fin de que todos en igualdad experimenten  la  falta".  Como ente rector aparece  una  Junta  Inspectora  compuesta  de cinco mayores contribuyentes, el  síndico  como  vicepresidente   y   el   alcalde   como   presidente   nato,  estableciéndose  las normativas de elección de los  primeros.  Surge   también  la  figura  del   Administrador   Acequiero,  responsable de la distribución de las aguas y dependiente  de  la Junta Inspectora.

     Sobre  la conservación de las acequias, el reglamento  es  muy  explícito. Obliga a dos limpias generales en los  caces,  acequias  e  hijuelas, a cargo de los dueños  de  las  fincas  lindantes.  Y en cuanto a la distribución de días  de  riego,  vuelve a recogerse la costumbre ancestral de conceder tres días de agua durante  el  verano  al pago Alto y cuatro al Bajo.

     También  se plasman en él la regulación del uso del  agua  por  los  molinos  y otras varias  cuestiones,  formando  una  normativa que en su conjunto es bastante completa, puesto que  ella  es fruto de toda una secular tradición de la  comunidad  de regantes de la Fuente de la Reja, en la que pocas cosas se  dejan  al  azar,  estando basada en la experiencia  y  en  la  equidad37.

 

4. Su influencia urbanística.

     Aunque está fuera del núcleo urbano, la proximidad de  la  Huerta a él ha influido notablemente en su desarrollo. De tal  forma el límite Sur del núcleo urbano ha estado limitado  por los bancales. Algo que no es de extrañar, ya que en Pegalajar  tradicionalmente estos terrenos de regadío se han considerado  "sagrados",   lo  que  es  fácil  de  comprender  desde   una  perspectiva histórica, pues Pegalajar secularmente ha  tenido  una economía agraria semiautárquica.

     La  influencia  en  el urbanismo  de  Pegalajar  de la Fuente de la Reja y el humedal  que comprendía la Huerta, se proyecta también en  la  ubicación   desde  época  medieval  del  gran  estanque   que  almacenaba  las  aguas de dicha fuente,  conocido  en  épocas  pasadas como "Balsa" y en este último siglo como "Charca". Fuente de la Reja, Charca y la Huerta forman un conjunto inseparable.

      Hasta mediados del siglo XIX, la Fuente de la Reja y  su  estanque  estaban  situados a las afueras  de  la  población,  junto a la carretera que llevaba a Mancha Real. No  obstante,  por  su  notable importancia, siempre fue objeto  de  mimo  y  cuidado  por  los vecinos. Así, en 1605,  se  adecentó  dicha  fuente  con  un gran lienzo de piedra, que aún  se  conserva,  decorado por medio de elementos heráldicos, con las armas  de  Felipe  III y las de la propia villa, en la que  figura  esta  descripción:

 

            "Reynando en España el rey D. Felipe III

            Mandó  hacer  esta  obra la villa  de  Pegalajar  año  de              1605"38.

 

     Este  lienzo de piedra en la actualidad permanece  oculto  al exterior por la construcción de una caseta, que alberga  a  la  maquinaria de bombeo que llevaba el agua a los  depósitos  reguladores del suministro urbano.

     El  elemento  mariano relacionado con las fuentes  es  un  hecho  frecuente que no falta en la de la Reja.  Existía  una  imagen  de la Virgen encima de ella al menos desde mediados del siglo XVIII. Cuenta la tradición que  a  mediados  del XIX, un día de  insoportable  calor  sin  ráfagas  de  aire, estando varias mujeres  lavando  junto  al  nacimiento  de  agua,  vieron  cómo  un  sábana  tendida   se  levantaba y se enredaba en esa imagen de la Virgen que  había  junto  al  nacimiento. Este hecho fue interpretado  como  una  petición celestial para que le construyeran una ermita,  como  así  se hizo. En cuanto a la sábana, fue desmembrada por  las  vecinas  en   numerosos  trozos   para   conservarlos   como reliquia39.  Desde  entonces, sobre la fuente se  levanta  la  ermita de la Virgen de Gracia.

     La  Alameda  de la Fuente de la Reja, que  circundaba  la  Presa, también tenía gran importancia urbanística a  mediados  del  siglo  XIX, ya que era considerada como  zona  de  paseo  situada  a  las  afueras  de la  población,  por  lo  que  el  Ayuntamiento  se  preocupaba  por  proteger  sus  árboles   y  replantarlos cuando era necesario40. Hacía 1870, el pueblo en  su extensión ya había llegado allí y, a finales de siglo,  la sobrepasa41.  Las  construcciones nuevas  abarcan  parte  del  ejido  de la Presa, por un lado, y el cerrillo de  la  Fuente  por  otro,  e  incluso en la zona contigua a la  era  de  San  Gregorio42. En esta época son continuas las denuncias por  la  "infinidad  de ocupaciones arbitrarias en terrenos  sobrantes  de  la  vía  pública,  que  muchos  vecinos  han  hecho  para  construir  casas  y  corrales  en  las  inmediaciones  de  la  presa"43.

     Por otra parte, la Fuente de la Reja también influyó en la ubicación  de la mayoría de los molinos aceiteros existentes dentro  del  núcleo urbano. Estos molinos solían situarse en el límite Sur  del  núcleo  urbano, lindando con la Huerta, con  el  fin  de  aprovechar  el agua de los caces más elevados que partían  de  La   Charca.   Ya  mediados  del  siglo   XVIII   encontramos  referencias a ellos. Unos años después, en 1808, eran los siguientes:

       Molino  de aceite del Colegio de Seises  de  la  Santa  Iglesia Catedral de Jaén.

     ‑ Molino de aceite de don Gaspar de Valenzuela.

     ‑ Molino de aceite de don Fernando de Cabanillas.

     ‑ Molino de aceite de doña María Josefa Valenzuela, viuda  de  Luis de Valenzuela.

     ‑ Molino de Aceite de Juan de Quesada Mexía.

       Molino de aceite del Bahondillo, perteneciente  a  los  Srs. de Chartes, vecinos de Jaén.

       Molino  de aceite de la Plaza,  perteneciente  a  Juan  Pablo Casanova, vecino de Jaén.

     ‑ Molino de aceite de Antonio Ruiz.

     ‑ Molino de aceite de María de Lietor44.

 

     A  mediados del siglo XIX, paralelo al crecimiento de  la  población  y de las tierras de cultivo, crecen  el número  de  molinos. En 1848 ya existían trece molinos aceiteros45.

     Los  molinos  aceiteros, para utilizar el  agua  de  esta  fuente,   procuraban  situarse  en  lugares  aptos  para   su  obtención,  como  los de la calle Tercias, el  del  pilar  de  Santa María, el del Relex y otros46. Eran lugares próximos  a  la conducción de agua que desde tiempos medievales iba  desde  la Fuente de la Reja al barrio de la Plaza. Otros se ubicaban  en el sitio de las Albercas, donde pasaba el principal caz de  riego.  Precisamente  este último nombre de  Albercas  lo  ha  recogido la toponimia por la existencia de antiguas  albercas  que aprovechaban también el agua de la Fuente de la Reja para  cocer linos. En cambio, la planta de esparto era  introducida  en la Balsa para su tratamiento47.

     La necesidad de refrigeración de sus calderas, llevó a la  construcción en 1932, en las proximidades del embalse, de una  polémica  fábrica  de extracción de aceite de orujo  "por  el  método  del  sulfuro  de  carbono".  Vino  a  justificar   lo  peligroso  de  esta  fábrica  la  explosión  de  una  de  las  calderas48, por lo que su vida no fue muy larga.

     Buscando  también la utilidad de estas aguas, en 1949  se  construyó el Lavadero Público municipal49, que aprovechaba el  paso del caz principal de desagüe de la Charca, edificio  que  aún  hoy  se conserva, aunque sin uso por la  desecación  del  manantial.

     La Fuente de la Reja queda así plenamente incluida dentro  del  caso  urbano en la segunda mitad del siglo XIX.  De  los  cuatro distritos en los que se divide la población, el cuarto  se denomina de la Fuente, abarcando las calles  Alta  Fuente,  Tercias,  Cerón, Baja Fuente, Agramaderos,  Calvario,  Nueva,  Eras,  Bañuelo, Alta y Patines50. A partir de  entonces,  las  autoridades  municipales  se ocupaban a  veces  de  adecentar  debidamente  las  zonas de recreo de la  población,  como  la  compra  de árboles para plantar en la calle de la Fuente,  la  plaza   del  Ayuntamiento  y  la  alameda  de   la   Presa51,   embelleciendo una red urbana en rápido crecimiento.

      Poco a poco, la Charca de Pegalajar fue adquiriendo  una  importancia  urbanística notable por el hecho de  encontrarse  este  estanque  de  agua dentro de la  población  y  ser  sus  alrededores  zona  de  paseo.  Ya en  1903,  se  aprobaron  y  salieron  a subasta las obras de amurallamiento de la  Charca  en  todo su perímetro52. En 1944, se realizaron nuevas  obras  de  mejora y acondicionamiento, con fondos del Ministerio  de  Trabajo   y  de  la  Diputación  Provincial;  así   como   el  acondicionamiento  del  parque  y de la  explanada  donde  se  encontraba el ejido.

     A  partir  de  1950, con el arreglo de la  Charca  y  sus  alrededores,  el  paseo de la Alameda desplazó de  una  forma  categórica a la Plaza de la Constitución como zona de recreo.  La  Charca pasó a ser el centro de la vida de ocio y  fiestas  de  los  pegalajeños. En su recinto  se  realizaban  diversas  actividades, como eran los baños, audiciones musicales, paseos en barca, piragüismo, natación, ... La década de los sesenta fue la época dorada del recinto,  convirtiéndose  en  un  pequeño  núcleo  turístico  a   nivel  comarcal.  De  ahí  que en 1962 se pensara  en  la  necesidad  urgente  de  construir un hotel residencial  y  chalets  para  veraneantes53, lo que no llegó a realizarse.

            Sin embargo, el esplendor de la Charca coincide con el abandono de la secular Fuente como elemento turístico del entorno, debido a la necesidad de ubicar los motores de bombeo del agua corriente -que por estos años se instala en la población- frente a la misma fuente, por lo que la Fuente como tal desapareció, quedando en el interior de la sala de bombeo la antigua fuente con el lienzo de sillares de piedra, sus lápidas y sus escudos, que datan del año 1605.

      Por último, es importante resaltar la importancia que ha  tenido la Fuente de la Reja en el abastecimiento de agua a la  población. La única conducción de agua potable que hasta 1952  había  existido  llevaba el agua desde la Fuente de  la  Reja  hasta  los  pilares de Santa María y La Laguna.  El  servicio  domiciliario de agua se realizaba utilizando vasijas, que una  tras otra eran metidas y sacadas en el mismo manantial. Otras  cañerías  públicas existentes servían para el  funcionamiento  de  fábricas  aceiteras y para el nuevo pilar de  La  Paloma,  construido en esta década de 195054. Una vez instalada la red  domiciliaria de agua corriente, la Fuente de la Reja continuó  contribuyendo   al  abastecimiento  urbano,  junto  con   los  riegos,  por  lo  cuantioso  de su  caudal,  hasta  su  total  desecación en el otoño de 1988.

 

4.          Conclusiones.

 

     Es  evidente que el nacimiento de Pegalajar  como  pueblo  tiene sus raíces en la Fuente de  la  Reja. Un manantial abundante de agua  que,  al  menos  desde tiempos medievales, fertilizaba una extensión de tierra  superior  a  las  500  hectáreas. En la  peña, junto a la  Serrezuela de Pegalajar, a cuyos pies se extiende la  Huerta,  fue construida en época árabe una fortaleza, aprovechando las  defensas naturales, la cual servía de refugio a la  población  que cultivaba estas tierras. Por ello, Pegalajar y su Fuente están  plenamente  identificadas en la Historia,  la  primera  nunca  hubiese  existido  sin  la  segunda,  por  haber  sido  tradicionalmente el sostén económico de la población.

    El mejor aprovechamiento de las aguas de la Fuente de  la  Reja llevó a la construcción de un embalse, la actual Charca,  del  cual salía toda una intrincada red de  distribución  por  caces,  acequias  e  hijuelas,  que  a  través  de  sucesivos  bancales  aprovechaba  cada palmo de terreno.  Estas  tierras  estaban  muy  repartidas entre los vecinos,  cuyo  número  de  explotaciones   fue  creciendo  a  lo  largo  de  los   años,  existiendo en 1930 un total de 782.

     Otros  usos  de estas aguas eran como  fuerza  motriz  de  varios molinos harineros y, sobre todo, el abastecimiento del  núcleo   urbano.   Desde  tiempos  medievales   existía   una  conducción que llevaba el agua desde la Fuente Vieja  (nombre  con que se conocía entonces a la Fuente de la Reja) al núcleo  urbano  fortificado,  conducción  que ha  existido  hasta  la  década  de  1950,  cuando se estableció la  red  de  servicio  domiciliario   de  agua  potable.  La  primitiva   conducción  abastecía casas particulares, molinos aceiteros y los pilares  de Santa María y La Laguna.

     Es también importante resaltar la importancia urbanística  que  ha  tenido  la Fuente de la  Reja, la  Charca  su  embalse  y su huerta en la población; esta última haciendo de  límite  al  casco urbano hacia el Sur por las tierras de  cultivo,  y  sobre  todo  a partir del siglo XIX, cuando la Fuente queda  incluida dentro del casco urbano. El entorno de la Fuente y la Charca fue  utilizado, y actualmente sigue siéndolo, como zona  turística  y de recreo principal de la población; pese a que el elemento arquitectónico tradicional de la fuente, formado por un lienzo de sillares de piedra, lapidas conmemorativas y escudos, que datan de la obra realizada en 1605, quedaron ocultos por la construcción de una caseta de bombeo.

            Desde 1988, con la desecación de esta fuente, se ha producido no sólo una  grave  pérdida  económica  para la población por  la desaparición del  riego  de  la Huerta y el turismo que traía la  Charca, por lo que hoy se estudia la recuperación de este entorno, que debe pasar por la corrección de errores cometidos en el pasado, como fue el enmascaramiento de la primitiva y secular construcción por la ubicación de una maquinaria de bombeo que desde hace algunos años ha perdido su función. Por ello, es fundamental la recuperación de la imagen de esta fuente tal y como fue conocida durante 350 años, por haber sido el origen del pueblo y su seña de identidad, más aún cuando las causas que llevaron a la ocultación de esta obra secular han perdido su utilidad.


 

                          NOTAS

 

(1) Primera Crónica General. Estoria de España que mandó componer Alfonso el Sabio y se continúa bajo  Sancho IV en 1289. Publicada por R. Menéndez Pidal. Madrid, 1906, p. 743.

    Argote de Molina, G. Nobleza de Andalucía. Jaén, 1957, p. 136.

    Aguirre  Sádaba,  J.  y Jiménez Mata, M. C. Introducción al Jaén  Islámico  (Estudio  Geográfico ‑ Histórico). Jaén, 1979, pp. 231 y 254.

(2) "Relación  de los fechos del mui magnifico é mas virtuoso señor. El señor don Miguel  Lucas,  mui       digno  Condestable  de Castilla". En Memorial histórico español. Colección de  documentos,  opúsculos  y       antigüedades que publica la Real Academia de la Historia. Tomo VIII. Madrid, 1855, p. 401.

(3) Ibídem, pp. 466‑467.

(4) Archivo  Histórico Provincial de Jaén. L. 7872. Catastro del Marqués de la Ensenada  (Pegalajar),       fs. 6 y 7.

(5) Ibídem, fs. 8 y 9.

(6) La  escasez  de  documentos  de los siglos XVI al XVIII en  el  Archivo  Histórico  Municipal  de Pegalajar nos imposibilita una descripción más detallada de lo que supuso en la economía de la población la Fuente  de la Reja en este período, como pueden ser los expedientes de limpieza de la  Balsa,  donde  suelen  aparecer la relación de propietarios, los distribución de los caces, la extensión de la zona  de riego, reglamentos, etc. No obstante las referencias históricas que se conservan no dejan lugar a  dudas a este respecto.

(7) Archivo  Histórico Provincial de Jaén. L. 7872. Catastro del Marqués de la Ensenada  (Pegalajar), f. 15.

(8) Archivo Histórico Municipal de Pegalajar (A.H.M.P.). Legajo (L.) 1. Expediente de limpieza de  la Balsa, 15‑enero‑1808.

(9) A.H.M.P. L. 1. Expediente de limpieza de la Balsa, 1828.

(10) Ibídem. L. 56. Estadística general, 1º trimestre 1821.

(11) Nieves  Carrascosa,  J.  E. La desamortización eclesiástica en la comarca  de  jaén  (1836‑1845).  Memoria de Licenciatura. Granada, 1983, f. 41.

(12) Ibídem  fs. 99 y 218‑224. Y Archivo Histórico Municipal de Pegalajar. L. 1.  Expediente  limpieza Balsa, 29‑marzo‑1854.

(13) Archivo de la Diputación Provincial de Jaén. L. 2296/51. Relación que forma la administración  de bienes nacionales de la provincia de Jaén de los censos redimidos y fincas enajenadas en cada uno de los establecimientos de Beneficencia de los pueblos de la provincia.

(14) A.H.M.P. L. 1. Expedientes... 1828, 1865, 1883, 1903 y 1930.

(15) Ibídem, 1865.

(16) Ibídem, 1‑diciembre‑1883.

(17) Ibídem.

(18) Ibídem. Y Libro de actas 28‑noviembre‑1856.

(19) A.H.M.P. L. 1. Autos sobre la limpia de la Balsa de la Fuente Vieja, 1808.

(20) Madoz,  Pascual.  Diccionario  Geográfico‑estadístico‑histórico de España  y  sus  posesiones  en ultramar. Madrid, 1847. Tomo XII, p. 753.

(21) A.H.M.P. L. 44. Estadística industrial, 1862.

(22) A.H.M.P. L. 1. Expediente de Limpieza de la Balsa, 15‑enero‑1808.

(23) A.H.M.P. Lib. de actas 15‑enero‑1808 y 24‑marzo‑1845.

(24) A.H.M.P. Libro de actas, 11‑octubre‑1896 y 26‑septiembre‑1897.

     Hay  que  resaltar que, a pesar de los grandes períodos históricos de sequía que afectaron  a  la zona,  nunca  llegó a desecarse el manantial. Un hecho tal hubiese supuesto una catástrofe  económica  y social  en  la  población  y hubiese quedado reflejado en los libros de actas  y  otros  documentos  del municipio.

(25) A.H.M.P. Expediente de limpieza de la Balsa, 15‑enero‑1808.

(26) A.H.M.P. Disposiciones de la comisión encargada de formalizar el proyecto de limpiar la Balsa, 1‑mayo‑1865.

(27) A.H.M.P. L. 1. Proyecto de un molino harinero, 1859.

(28) A.H.M.P. L. 1. Expedientes para la limpieza y amurallado de la Balsa, 1903.

(29) Ibídem. Lib. de actas, 26‑agosto‑1931, f. 47.

(30) Ibídem, 10‑julio‑1935, f. 31.

(31) Ibídem, 15‑agosto‑1935, f. 37.

(32) Ibídem, 30‑noviembre‑1944, fs. 160‑161 y 2‑diciembre‑1944, fs. 163‑164.

(33) El "golpe" en Pegalajar es aquella cantidad de agua que maneja un regador.

(34) El  comisionado o comisionados eran nombrados por el Ayuntamiento y habían de tener en cuenta  el señalamiento anterior para el riego.

(35) A.H.M.P. L. 1. Expediente gubernativo formado para el señalamiento ó arreglo de los riegos de las heredades que lo toman de la Balsa de la Fuente de la Reja.

(36) A.H.M.P. Lib. actas 6‑enero‑1923, f. 66.

(37) A.H.M.P.  Legajo  1.  Reglamento formado por el Ayuntamiento y  mayores  contribuyentes  para  el aprovechamiento y distribución de las aguas de la Fuente de la Reja.

(38) Espinalt. Atlante Español, 1775. Edic. de Francisco Olivares Barragán. Jaén, 1979.

(39) Morillas  Calatrava, Lorenzo. Pueblos y tierras de España. Grandezas históricas y actuales de  la provincia de Jaén. Jaén, 1953, pp. 9 y 10.

(40) A.H.M.P. Lib. act. 28‑febrero‑1862 y 14‑enero‑1894.

(41) A.H.M.P. Lib. act. 28‑octubre‑1869 y 19‑abril‑1895.

(42) A.H.M.P. Lib. act. 26‑enero‑1895 y 2‑febrero‑1895.

(43) A.H.M.P. Lib. act. 26‑septiembre‑1897.

(44) A.H.M.P. L. 1. Autos sobre la limpia de la Balsa de la Fuente Vieja, 1808.

(45) Madoz,  Pascual.  Diccionario  Geográfico‑estadístico‑histórico de España  y  sus  posesiones  en ultramar. Madrid, 1847. Tomo XII, p. 753.

(46) Ibídem. L. 1. Expedientes de limpieza de la Balsa de diferentes años.

(47) Ibídem. L. 35. Libro de actas de la Junta de Sanidad, 28‑agosto‑1854.

(48) Ibídem. Libros de actas, 14‑julio‑1929, f. 38; 2‑mayo‑1932; y 20‑diciembre‑1937.

(49) Ibídem. Libros de actas, 31‑diciembre‑1945, f. 30; y 15‑abril‑1946, f. 38.

(50) A.H.M.P. L. 109. Junta Municipal del Censo, 1900.

(51) A.H.M.P. Lib. act. 14‑enero‑1894.

(52) A.H.M.P. L. 1. Disposiciones de la Junta Sindical de Repartimiento de Aguas.

(53) A.H.M.P. Lib. act. 2‑diciembre‑1944; 13‑mayo‑1953; y 29‑junio‑1962, f. 16.

(54) A.H.M.P. Lib. act. 19‑noviembre‑1952, fs. 17 y 18; 7‑julio‑1953; y 7‑junio‑1954.

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