Juan Antonio López Cordero
(en Crónica de la Cena Jocosa de 2005. Asociación de Amigos de San Antón. Jaén, 2006, p. 73-80)
Las leyendas, como hechos imaginarios que se consideran reales, tuvieron en la frontera medieval giennense un campo abonado para su desarrollo. Son leyendas de supervivencia, que tienen en común un entorno de violencia; bien de carácter físico, como son los continuos enfrentamientos bélicos; o bien de tipo de tipo psicológico, como es la angustia producida por las creencias en seres malignos que continuamente amenazan al individuo. Este entorno de tres siglos de frontera marcó de tal forma a la sociedad giennense que aún perduran numerosas leyendas que surgieron hace más setecientos años, algunas de las cuales citamos en este trabajo.
La religión tuvo un papel destacado como elemento justificativo de la conquista. Fueron numerosas las nuevas iglesias bajo la advocación de la Santa Cruz y Santa María. El avance cristiano hacia el Sur hace que el milagro tenga a la Virgen por protagonista en multitud de leyendas, como es el caso de la Virgen de la Cabeza, en Andújar[1], donde a un pastor se le aparece la Virgen, leyenda muy similar al vaquero de la Virgen de Guadalupe en Extremadura. Otras leyendas son la de Nuestra Señora del Rosel, relacionada con un ciego, hijo del alcaide moro del castillo de Rus que es curado de su ceguera por una señora que ordena al alcaide desenterrar la imagen de la Virgen de la Yedra; o la aparición en 1458 en Torredonjimeno de la imagen de Nuestra Señora de Consolación[2]. Otras vírgenes que surgen en relación con la frontera y traslado de imágenes por la invasión de los moros son Nuestra Señora de Tíscar y Nuestra Señora de la Fuensanta. La imagen de Nuestra Señora del Alcázar, en Baeza, es relacionada con la leyenda de su aparición tras la conquista de Baeza en 1227, al igual que Nuestra Señora del Rosario en la misma ciudad[3]. La Virgen gana batallas y a ella se le atribuyen victorias como la defensa del castillo de Chincoya en 1275, al colocarla los cristianos en las almenas ante los moros asaltantes[4].
Las figuras de los santos complementan a la Virgen en las leyendas de milagros fronterizos. En la toma de Jaén por Fernando III, se atribuye a Santa Catalina su intervención, animando al Rey a proseguir con el asedio. Tampoco falta el Apóstol Santiago que, como en la batalla de Clavijo y unido a otros guerreros vestidos de blanco, aparece en el enfrentamiento que libraron cristianos y moros en Quesada en 1469, interviniendo cuando los cristianos estaban en desventaja; en la leyenda no falta tampoco la presencia de la cruz resplandeciente que se divisa en el cielo durante la batalla, que fue llamada del Retamal[5]. También San Sebastián combate junto a los cristianos en un enfrentamiento del siglo XV contra los moros en Alcalá la Real[6].
En esta cultura, muy vinculada al mundo agrario y a la religión cristiana, la cruz, como símbolo mágico-religioso, vigila los campos a modo de talismán frente a las plagas y las sequías, que traían como consecuencia malas cosechas y hambre. Tal es la cruz del cerro del Castillo de Jaén[7], o las muchas cruces que salpicaban los caminos, con una significación semejante a la anterior, a la que se une la defensa del caminante ante mal, reflejado en el lobo, el moro, el bandido o el mismo diablo que anda por los caminos
En diversos rincones de las poblaciones y en las altas cumbres de los campos se levantaron cruces. En la ciudad del Jaén, la cruz del cerro del Castillo presidía la ciudad y su entorno. Era la seña de identidad cultural del territorio cristiano frente al nazarí. La cruz suele estar presente en los hechos de armas que acontecen de forma milagrosa. Es el caso de la rebeldía y consiguiente conquista definitiva de la ciudad de Baeza:
“Algunas historias refieren aquí el milagro de que hallándose el maestre de Calatrava en últimos términos, salió secretamente del castillo, valiéndose de la obscuridad de la noche sin ser sentido de los moros; pero a pocos pasos volviendo la cabeza vio una cruz roja sobre el castillo, que le avisaba que en él siempre había de triunfar, con cuya aparición cobró ánimo, volvió las riendas, y se refugió por segunda vez adonde ya le amparaba visiblemente el cielo, y le defendía la cruz”.[8]
La cruz también figura en leyendas medievales que han llegado hasta nuestros días en relación con hechos de frontera. Una de ellas es la leyenda de La Cruz de Requena[9], de Jódar. Era una cruz que actuaba como talismán en un lugar donde el Diablo se hizo presente. Se dice que estaba situada en un collado, llamado de Requena, al igual que tantos otros humilladeros que salpicaban los caminos del país; cronológicamente se fecha en el siglo XV. La cruz hoy no se conserva. Según la leyenda Requena era un renegado, que traicionaba tanto a moros como a cristianos. Una noche de tormenta, tras invocar al Diablo, se tropezó con un macho cabrío en el camino. Se lo echó a su espalda y comenzó a caminar. Al poco, el animal —que era el Diablo— le preguntó: "¡Requena!, ¿peso?". Y, al mirarlo, Requena murió de miedo, pagando así tantas traiciones.
Leyendas parecidas existen en el Alto Guadalquivir. En Villanueva cuentan que un agricultor encontró a un pequeño choto cerca de una fuente. Se lo echó a cuestas y, a medida que andaba, notaba que cada vez pesaba más. Cuando iba a volver la cabeza, una voz le dijo: "Tu abuelo no tendrá estos dientes como yo", al tiempo que vio un gran macho cabrío. Con gran espanto, lo tiró al suelo y salió corriendo.[10]
También en la Fuente de la Peña de Jaén existe otra variante de la anterior leyenda. Cuentan que una noche, un arriero que regresaba de Los Villares por el antiguo camino que pasaba por la fuente de la Peña escuchó llorar a un niño, que localizó entre los arbustos. Pensó que lo había olvidado alguna lavandera y lo introdujo en el serón de una de las mulas. A medida que subía la cuesta comprobó que la mula se fatigaba. Volvió la vista y no vio en el serón al niño, sino a un ser monstruoso con ojos de fuego y una gran dentadura que le preguntó: ¿Tienes dientes como yo?
Otras veces es la aparición de la figura milagrosa del pastor que indica el camino a las desorientadas tropas cristianas y luego desaparece misteriosamente, como relata Alonso de Palencia en los hechos de la conquista de Cambil:
“La doble fortaleza de Cambil se levanta a orillas de impetuoso torrente, cuyo profundo cauce y acantiladas márgenes no permiten vadearle en un largo trayecto, siendo forzoso atravesarle por el puente contiguo a la fortaleza, que tiene a un lado la de Cambil y al otro la vasta construcción de Alhabar. A favor de estas posiciones, los granadinos atacaban a menudo a los de Jaén, distantes 70 estadios del puente, y además de la presa de ganados, se llevaban muchos cautivos, dando cruel muerte a los cristianos cuando se apercibían de que les llegaba socorro... el Rey se decidió por llevar el ejército y todas las máquinas de batir allí donde esperaba poder aprovechar mucho a los suyos y granjearse no poca honra. Dividióse el ejército en tres campamentos al sitiar las fortalezas. El mayor, el del Rey, se asentó del lado allá del torrente; los otros dos, a la orilla opuesta, amenazaban a Cambil. La tardanza de la artillería, retrasada por las dificultades de los caminos, hizo esperar a los soldados granadinos de las dos fortalezas que el plan de D. Fernando fracasaría... A todos estos cuidados dio milagrosa resolución la misericordia divina. Cuando más perplejos se hallaban los que conducían la artillería, se les presentó un hombre montado en un pollinejo a manera de pastor de ovejas, y se ofreció a enseñarles un camino a propósito para el paso de los carros. Cumplida inmediatamente su promesa, desapareció,... El estruendo de los disparos y la densa humareda de la pólvora impedían ver y oír a sitiados y a sitiadores, hasta que, una fuerte ráfaga de viento permitió a los nuestros divisar el sol, e hizo que los enemigos, al ver el destrozo de sus murallas, entraran en consejo y se resolvieran a la entrega de ambas fortalezas, lo que se verificó el día 23 de Septiembre, para alabanza de Dios y singular honor del rey D. Fernando.”[11]
El carácter de frontera marca también otras leyendas que surgen en esta época, como reafirmación de elemento cultural cristiano que identifica y da unidad a la población, como son las apariciones divinas: la aparición de la Virgen de la Capilla en San Ildefonso en junio de 1430, o el milagro del Peso del Señor de la Misericordia y la antigua villa de Xandulilla o Félix, fechada en el siglo XIV. La primera de estas leyendas arraigó tan fuertemente en la población que, desde aquella época, la imagen de la Virgen de la Capilla ha sido la más venerada de la ciudad hasta nuestros días junto a la de Nuestro Padre Jesús. Tomás de Arquellada la recoge en su Sumario como un acontecimiento:
“En el año de mil y cuatrocientos y treinta años, a trece días del mes de Junio, día del Señor San Bernabel, vino Nuestra Señora de noche en procesión a la Iglesia de Santo Elifonso desta Ciudad de Jaén, del cielo, y éste está tomado por testimonio ante un Notario, de testigos que lo vieron y se hallaron presentes en la misa y vieron la procesión”[12]
En la segunda leyenda, la imagen del Señor de la Misericordia tiene una significación semejante. Hoy es patrón de Jódar,[13] población que vivió la época de frontera con gran intensidad y en la que han pervivido otras leyendas del período, como La Fontana de Jódar o Amor de Oriente, leyenda de amor que tiene como marco el siglo XV[14]; y Estefanía Martínez, heroína cristiana del siglo XV, ya recogida en las Relaciones Topográficas de Felipe II:
“A los treinta y dos Capítulos dixeron que en tiempo que Granada era de los Moros se peleaba cada día a las puertas de la misma villa, y que estando un día media docena de niños jugando cerca de un guerto, vinieron moros que habían ido a correr la tierra y pasaron por las puertas della y una mujer que se llamaba Estefanía Martínez tomó los niños y los echó por sobre la parte de un guerto y ella saltó por la misma parte y llegó un moro a tiempo que le llevó las tocas de la cabeza...”[15]
Otras leyendas medievales giran en torno a la figura de la serpiente y la fauna fantástica, como la Tragantía, un terrible ser mitad serpiente, mitad humano, que surgió de una princesa mora encerrada y olvidada en una gruta, entre las guerras de moros y cristianos, que en Cazorla alcanza su mayor fama. Está relacionada también con la Noche de San Juan, tema que enlaza con otros de princesas encantadas, pues se volvió un ser devorador de niños que en la Noche de San Juan canta con dulcísima voz y engulle a los que la escuchan[16]. En otros lugares de La Loma de Úbeda recibe el nombre de Tía Tragantía[17].
Otros animales mitológicos forman parte de leyendas en la provincia en identificación con el miedo a determinado lugar. Así, una leyenda sobre el Castillejo de Cárchel ubica en él a una Yueca devoradora de los hombres que atravesaban el barranco del Castillejo por el camino de Cárchel a Carchelejo durante la noche; leyenda que también está relacionada con un elemento medieval, como es el castillo, tan propenso en éstas.
A veces es el bosque, la ubicación de la fauna fantástica, como en La Encina Leona, leyenda de Alcalá la Real. Son tres fieras enormes, entre serpientes y humanas, que salen de una encina por la noche tras darle tres golpes al tronco. A las fieras se les ofrece un borrego al que devoran, mientras del interior de la encina surge un gran tesoro. En este caso el miedo se cobra una víctima en la figura de una niña que acompaña a la vieja en busca del tesoro[18].
Como animal fantástico, el dragón es el más difundido en las leyendas. Se define como una especie de gran reptil, con cuatro patas, dos alas y una o más cabezas horribles, que expulsa fuego por las narices o por la boca y es terriblemente devorador. Está muy difundido en la cultura cristiana, como en la Apocalipsis[19] y antiguas leyendas.[20] Pero, sin duda, la figura más popular del cristianismo con relación al dragón es San Jorge, matador del dragón y rescatador de la princesa[21], que constituye uno de los ejes fundamentales que ha generado multitud de leyendas.
En Jaén, la leyenda del Largarto de la Magdalena, es muy conocida[22]. La más antigua referencia escrita conocida es de Bartolomé Ximénez Patón en su Historia de la Antigua y Continuada Nobleza de la Ciudad de Jaén, editada en 1628, que nos habla de un pastor que pone como cebo un cordero lleno de "yesca" a la "sierpe" que habita en la cueva del nacimiento de agua de La Magdalena, acabando de una explosión con ella. Otras versiones posteriores atribuyen la acción a un guerrero vestido con traje de espejos o a un preso que obtiene el perdón a cambio de matar al monstruo.[23] Y como leyenda, el dragón formaba parte de la vida de ocio del Jaén del siglo XV. La narración de una de estas fiestas dice así:
“... una infantería de pajes pequeños vinieron vestidos de jubones de fino brocado... Los quales tomaron por invençión que era una gente de inota e luenga tierras, la qual venía destroçada e vençida de gente enemiga; e que no solamente les avía destroído sus personas e bienes, mas los tenplos de la fe suya,... E que viniendo çerca de aquella çibdad, en el paso de una desabitada selva, una muy fiera y fea serpienta los avía tragado, e que pidían subsidio para dende salir..., asomó la cabeça de la dicha serpienta, muy grande, fecha de madera pintada, e por su artificio lanço por la boca uno a uno los dichos niños, echando grandes llamas de fuego. Y, asímismo, los pajes, como traían las faldas e mangas e capirotes llenas de agua ardiente, salieron ardiendo que pareçía que verdaderamente se quemavan en llamas.”[24]
Algunos reyes de Castilla tienen también un lugar predilecto en las leyendas medievales. Así Fernando IV “el Emplazado” -sobrenombre que recibió tras su muerte en 1312- murió al mes de haber mandado ajusticiar a los hermanos Carvajales, despeñados desde las alturas de la Peña de Martos. Antes de morir habían emplazado al rey en el otro mundo no después de treinta días. Cuenta las crónicas que el rey enfermó en Alcaudete, desde donde fue trasladado a Jaén, donde murió.[25] Y a Enrique IV se le relaciona con su huida de Alcaudete disfrazado de mendigo para escapar de una las conspiraciones nobiliarias de la época[26].
Estas leyendas y muchas más forman parte del patrimonio cultural intangible de Jaén, con evidentes raíces medievales. Un patrimonio olvidado, cuando no denostado, por las administraciones de turno, que a pesar de ello se resiste a morir. En algunos casos está renaciendo, como es la leyenda de la Tragantía en Cazorla, con actividades en torno a ella que se realizan todos los años la noche de San Juan, lo que constituye un ejemplo de las utilidades que puede tener la puesta en valor de este tipo de patrimonio.
[1]Terrones, Vida de San Eufrasio, not. 7. Sobre este apartado en general ver también RODRÍGUEZ MOLINA, José, "Marco sociohistórico de la religiosidad giennense", en MARTÍNEZ DE MAZAS, José, Memorial al Yllmo. y mui enerable estado eclesiástco de el obispado de Jaén sobre el indebido culto que se da a muchos santos no canonizados, o que no le pertenecen por otro título que el de los falsos chronicones, Jaén: Diputación Provincial, p. 7-138.
[2]XIMENA JURADO, Martín de, Catálogo de los obispos de las Iglesias Catedrales de la diócesis de Jaén y Baeza y Anales Eclesiásticos della, Jaén, 1654, Granada, 1991, p. 382, 383 y 417.
[3]RODRÍGUEZ MOLINA, José, "Marco sociohistórico de la religiosidad giennense", en MARTÍNEZ DE MAZAS, José, Memorial al Yllmo. y mui enerable estado eclesiástco de el obispado de Jaén sobre el indebido culto que se da a muchos santos no canonizados, o que no le pertenecen por otro título que el de los falsos chronicones, Jaén: Diputación Provincial, p. 7-138.
[4]ALFONSO X EL SABIO. Cantigas de Santa María. Cantiga 185. El Milagro de Chincoya.
[5]BILCHES, Santos y santuarios de Jaén y Baeza, fols. 131 y 157-158; RODRÍGUEZ MOLINA, José. "Marco sociohistórico..., p. 124-125.
[6]RODRÍGUEZ MOLINA, José. "Marco socioeconómico..., p. 125.
[7] Relación de los hechos del muy magnífico e más virtuoso señor, el señor don Miguel Lucas, muy digno condestable de Castilla, CUEVAS MATA, Juan; ARCO MOYA, Juan del; ARCO MOYA, José del (editores literarios), Jaén, Ayuntamiento, 2001, p. 215, 272 y 375.
[8]BURRIEL, Andrés Marcos (1719-1761). Memorias para la vida del santo rey Don Fernando III, Imprenta de la viuda de don Joaquín Ibarra, 1800, Cap. XXIV.
[9]Sobre esta leyenda, ver: CAZABÁN LAGUNA, Alfredo, “La Cruz de Requena (Jódar)”. Don Lope de Sosa, 1921, Jaén, Riquelme y Vargas (Ed. Fac. 1982), p. 359-360; MESA FERNÁNDEZ, Narciso, "La Cruz de Requena", Revista Galduria, nº 18, Jódar, Parroquia de la Asunción, (marzo-1973); ALCALÁ MORENO, Ildefonso, "La literatura popular como referente de la Sierra Mágina del Marqués de Santillana: las leyendas de Frontera en Jódar", Actas del I Congreso Sierra Mágina-Marqués de Santillana, Jaén, Centro Asociado de la UNED de Jaén, 2000, p. 145-160.
[10]LÓPEZ FERNÁNDEZ, Manuel. "El Guadalquivir: un río de leyendas", El Toro de Caña: Revista de Cultura Tradiconal de la provincia de Jaén, nº 2, Jaén, Diputación Provincial, 1997, p. 541.
[11]PALENCIA, Alonso de (1423-1492), Guerra de Granada, Tip. de la Revista de Archivos, 1909. Edición facsímil, Granada, Universidad, 1998.
[12] ARQUELLADA, Juan de, Sumario de prohezas y casos de guerra aconteçidos en Iaen y reynos de España, y de Ytalia, y Flandes, y grandeza de ellos desde el año 1353 hasta el año 1590, Estudio y edición de Enrique Toral y Peñaranda, Jaén, Diputación Provincial, 1999, p. 149.
[13] BLANCO Y BLANCO, Luis,“Tradiciones populares: la villa de Félix o Jandulilla y el Cristo de las Misericordias”, Don Lope de Sosa, núm. 10, 31-octubre-1913, Jaén, p. 296-298.
[14] GUILLÉN Y GUILLÉN, Pablo, “De una leyenda de amor del siglo XV. La Fontana de Xódar”, Don Lope de Sosa, núm. 28, p. 116-118.
[15] Relaciones Topográficas de Felipe II, 1578 (Jódar). Biblioteca de El Escorial; y ALCALÁ MORENO, Ildefonso, "La literatura popular como referente de la Sierra Mágina del Marqués de Santillana: las leyendas de Frontera en Jódar", Actas del I Congreso Sierra Mágina-Marqués de Santillana, Jaén, Centro Asociado de la UNED de Jaén, 2000, p. 145-160, p. 145-160.
[16]ESLAVA GALÁN, Juan, Leyendas de los castillos de Jaén, Jaén, Caja rural Provincial, 1981, p. 19-23. Esta leyenda tiene connotaciones la La Encantada del Puerto, de Santisteban, basada en un relato semejante: la Noche de San Juan, la invasión cristiana de la villa, la huida de los moros, y la permanencia de una mora encerrada con un tesoro en una misteriosa cueva por error ante la precipitación en la huida de su padre y hermana que mueren devorados por los perros. La joven queda encantada y sale todos los años la Noche de San Juan buscando a su padre y hermana, mientras se oyen gritos, clarines, trompetas y ladridos de jauría (San Juan Moreno, Mariano. Leyendas históricas. Madrid, 1916, p. 21-29).
[17]PÉREZ ORTEGA, Manuel Urbano, Campanas y Cohetes –calendario jaenés de fiestas populares–. Instituto de Estudios Giennenses, Jaén, 1996, p. 968.
[18]MURCIA ROSALES, Domingo; Martín Rosales, Francisco, Alcalá la Real: cancionero, relatos y leyendas, Alcalá la Real, Ayuntamiento, 1993, p. 70-73.
[19]En el cristianismo, la Apocalipsis de San Juan identifica al Diablo con el dragón, "la antigua serpiente", que un ángel prendió, "lo encadenó por mil años, lo arrojó al abismo, que cerró y selló después, para que no pudiese seducir más a las naciones, hasta que no se cumpliesen los mil años, después de los cuales debe ser soltado por poco tiempo". Apocalipsis, 20, 1-3.
[20]Existen en la cultura cristiana otras diversas figuras popularmente unidas al dragón, identificado como espíritu del mal. Varias de estas leyendas recoge Santiago de la Vorágine en el siglo XIII (VORÁGINE, Santiago de la, La leyenda dorada, Madrid, Alianza Forma, 1982, p. 84, 419-420 y 277).
[21]VORÁGINE, Santiago de la, La leyenda..., p. 248-250.
[22]ESLAVA GALÁN, Juan, La leyenda del lagarto de la Malena y los mitos del dragón, Córdoba, Caja de Ahorros de Córdoba, 1980. En este libro recoge diversos paralelismos con el lagarto de Jaén existentes en algunas otras leyendas, relacionando el mito con cultos de la más remota antigüedad.
[23] Esta leyenda parece tener una procedencia medieval y debió ser muy popular, como parece demostrar el hecho de la presencia del dragón en el escudo de la Santa Iglesia Catedral de Jaén que representa un dragón sobre la ciudad de Jaén y a los pies de la Virgen sentada en un trono. Posteriormente se ha intentado identificar el dragón con el trazado urbano de la ciudad visto desde el cerro del Castillo. No obstante, la leyenda contiene elementos básicos de otras, como son la gruta, el héroe y la bestia.
[24] Relación de los hechos..., p. 45.
[25] VALLADARES REGUERO, Aurelio, “La muerte de los hermanos Carvajales y Fernando IV: fortuna literaria de un tema de ambientación jiennense”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, núm.167, Jaén, julio-septiembre 1995, p. 199-245; MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino. Antología de poetas líricos castellanos, t. VII, Santander, Aldus, S.A. de Artes Gráficas/C.S.I.C., 1944, p. 28-29; ...
[26] RIVAS MORALES, Antonio, “Alcaudete, leyendas históricas”. El Toro de Caña, núm. 10, Jaén, Diputación Provincial, 2003, p. 127-132.