MAGIA, SUPERSTICIÓN Y RELIGIÓN EN EL AGRO JIENNENSE. LAS PLAGAS DE LANGOSTA (En Magia y Religión en la Historia. U.N.E.D. Centro Asociado Andrés de Vandelvira. Jaén, 1997, pp. 101-122).

Juan Antonio López Cordero

1. Introducción.

 

            Aún hoy día perviven en las poblaciones de la provincia determinados actos festivos, e incluso elementos físicos, que formaron parte en el pasado de las creencias vitales de sus gentes, producto de un modo de vida eminentemente agrario. Hoy día, en muchas poblaciones, forman parte importante de su acervo cultural. Son reminiscencias de un pasado mágico todavía por estudiar en la provincia, que está presente en la actualidad -aunque con otro sentido-, movilizando a miles de personas en procesiones y en romerías, encandilando a los lugareños, atrayendo a los foráneos; proyectando, en fin, un turismo potencial.

            El motivo de este trabajo es desvelar los aspectos mágicos en relación con las plagas de langosta, pues magia y langosta, son dos conceptos que han estado íntimamente unidos a la religión en la historia. La magia, según Caro Baroja, es "una ilusión que consiste en pretender dominar a la naturaleza (y en ocasiones también a las fuerzas sobrenaturales), mediante determinados actos en los que se usa de un supuesto poder coercitivo propio del hombre y que supone existe en mayor o menor cantidad, según los individuos"[1]. Es un acto que se acompaña de gestos o ceremonias rituales en los que las figuras sobrenaturales están presentes. Básicamente, tres son los elementos que componen la magia: ciertas palabras habladas o cantadas, acciones ceremoniales y un ministro oficiante de la ceremonia[2].

            La religión toma de la magia aquellos aspectos sobrenaturales considerados como manifestaciones del poder absoluto de Dios (los milagros), realizados por él directamente o por sus intercesores: los santos; en contraposición a aquella otra magia cuyos prodigios tienen como causa el demonio y la ciencia diabólica[3].

            Religión y magia, han estado tan íntimamente unidos que la magia se puede considerar parte integrante de la religión, de tanta importancia como la plegaria[4]. El otro concepto al que hacemos referencia, la langosta, viene a ser en su contexto el sujeto histórico sobre el que actúa la magia. La langosta tradicionalmente ha sido una plaga que ha afectado de forma periódica la economía agraria de los países de la cuenca mediterránea. Al ser la agricultura la base económica de subsistencia de la sociedad, cualquier hecho que afecte a las cosechas, bien a través de alteraciones climáticas o, como es nuestro caso, plagas, afecta de forma especial al hombre, que etnológicamente plasma a la langosta en sus ritos y creencias; langosta que, como es obvio, en el contexto histórico es considerada como ser maligno.

 

2. Plagas de langosta y religión antes del cristianismo.

            Las plagas de langosta son un fenómeno antropógeno, producto de los cambios que desde el Neolítico introdujo la agricultura en el medio. Las primeras referencias históricas a las plagas de langosta son iconográficas. En las tumbas egipcias de Saqqarah, sobre el 2.500 a.n.e., aparece su figura relacionada con diversas plantas, como la vid, el sicomoro y el trigo; también en la antigua Asiria. Numerosas referencias literarias aparecen en la Biblia, en su mayoría como castigo divino[5].

            Tito Livio hace también referencia a algunas plagas que azotaron zonas del Imperio Romano en los siglos III y II a.n.e. La invocación sobrenatural también está patente, denominándosele "peste de los dioses" o "inspirada segadora". Anteriormente a los romanos, los etruscos consultaban los oráculos en las ocasiones en que se presentaba la plaga. Los habitantes de Lemnos daban culto a los grajos como destructores de la langosta. Y los romanos tenían a Júpiter como protector ante la plaga, al cual pedían que enviara a las aves Seleúcidas para combatirlas -aves devoradoras de langostas-. Indudablemente, entorno a este hecho hubo de haber toda una serie de ceremonias en las que la magia y la religión estaban íntimamente unidas.

 

3. La magia contra la langosta y el cristianismo.

            En nuestra era, el cristianismo recoge el relevo mágico. No podemos olvidar que el concepto de naturaleza que tiene la sociedad tradicional es mágico y religioso. Es un mundo sacralizado, en el que las creencias en poderes taumatúrgicos están muy presentes. Ya San Jerónimo nos habla de la plaga y la intervención divina, movida por ruegos y oraciones, que destruyen la langosta que azotaba la tierra judía. Con el cristianismo está presente en el rito mágico del conjuro el agua bendita como elemento destructor de la langosta. Así aparece en las biografías de "San Afraates", Teodoro de Arquimandrita, y en los escritos de Gregorio de Tours y Pablo, diácono.[6] 

            La utilización del agua como instrumento de purificación no es original del cristianismo. Éste la recoge en su significación mística de otras religiones. El agua es símbolo de la totalidad de las virtualidades y desempeñan la función de regeneración total: por el ritual mágico cura, por el ritual iniciático supone un volver a nacer, convirtiéndose así en símbolo de la vida[7]. Fue parte integrante de los misterios eleusinos, también en los de Dionisios e Isis[8]. En el cristianismo, este acto de purificación tiene especial significación en el bautismo, al servir de borrador del pecado original; pero también lo tiene en otras acciones como los conjuros y exorcismos de diferentes tipos, entre ellos los de la langosta, recogiendo así una tradición secular precristiana, pues las prácticas chamanistas del conjuro y exorcismos contra espíritus malignos son métodos curanderos basados en la magia.

            En la provincia de Jaén, como en el resto de España, la bendición de los campos con el agua pasada por la cabeza (reliquia) de San Gregorio Ostiense era todo un símbolo de purificación de los campos plagados. Además, el agua, los santos y la langosta están presentes en otras formas mágicas en la provincia, como en el pueblo de Bélmez de la Moraleda. En él, durante el día de San Marcos -santo íntimamente relacionado con la plaga en la provincia-, tenía lugar la procesión llamada del "Perrillo de San Marcos", porque a los pies de la imagen se encontraba este "perrillo", que Manuel Amezcua identifica -sin duda, acertadamente- con la posibilidad de que se tratase de un toro desproporcionado. En esta procesión también se bendecían los campos con el agua. Pero la singularidad está en el hecho de llevar la procesión al Nacimiento y tirar el perrillo al agua, tras lo cual todos los perros de los concurrentes eran bañados[9]. La purificación por el agua adquiere así un sentido mágico amplio, afectando por un lado al campo y por otro a los animales, actuando como intercesor el poder de San Marcos. Pero también puede tener esta inmersión otra interpretación en relación con la langosta en cuanto rito propiciatorio de lluvia, al producir este meteoro dificultades al desarrollo y propagación de la langosta.

            En otros muchos lugares también se da una estrecha relación ritual de las imágenes religiosas con el agua. Así, en Francia se usaba la costumbre de meter en el agua la imagen de un santo como medio de procurar la lluvia. En  varias aldeas de Navarra se acostumbraba a ofrecer las rogativas para la lluvia a San Pedro y, como medio de convencerlo, llevaban la imagen del santo en procesión hasta el río, donde por tres veces le invitaban a ello, y en caso de obstinación lo tiraban al agua, pese a la oposición de los clérigos[10].

            Los libros de conjuros contra la langosta editados también tienen el agua presente en dicho acto. Se recomienda llevar un caldero con agua y un brasero con brasas. En el acto del conjuro se sumergían un puñado de ellas en el agua, mientras se decían las palabras Et sumergat in profundum maris, intentando buscar un efecto de magia por simpatía. Otras veces se buscaba el mismo efecto echando un puñado de langostas en la lumbre, pisándolas o esparciéndolas por el aire, siempre en un momento determinado y acompañando el acto con determinadas palabras[11].

            Tradicionalmente, el conjuro ha formado también parte del ritual mágico-religioso, o sea, la imprecación hecha con palabras e invocaciones, fundamental para llevarse a cabo los prodigios, exorcizándose así al espíritu maligno de la langosta; porque ésta, en su acción devastadora, es identificada con el mismo diablo. Así, en el pueblo de Cambil, durante el día de San Marcos y tras el ayuno pertinente que recogía el voto contra la plaga, existía la costumbre de realizar el ritual de "retirar al diablo", consistente en rezar los siguientes versos en un descampado:

 

                        "Glorioso señor San Marcos

                        tan querido del Señor

                        por los santos evangelios

                        alcanzar mi salvación".

 

            Tras ello, tiraban todos una piedra lo más lejos que podían con el fin de ahuyentar al diablo[12].

            El lugar donde se realizaba el conjuro es en todos los lugares un descampado, normalmente a las afueras del núcleo urbano, con el fin de acercar la imagen del santo intercesor a los campos infectados por la maligna langosta. De ahí que en algunos lugares sea una era del ejido, como en Pegalajar (Era de San Gregorio), o Albanchez (Era de San Marcos), lugares que hoy día han desaparecido al ser absorbidos por el crecimiento del casco urbano. En Pegalajar, la Era de San Gregorio se mantuvo como tal dentro del casco de la población hasta hace escasas décadas. En aquel lugar finalizaba la procesión anual del Santo y se realizaba un misa[13].

            En el caso de la ciudad de Jaén, los conjuros tenían lugar en el paraje del Calvario, tras haberse celebrado anteriormente dos misas en parroquias de la población, según se recoge en documentos referentes a la plaga de 1757; los que dan cuenta del acto mágico-religioso en el que el pueblo, en procesión de rogativa, con la participación del Obispo Fray Benito Marín, se dirigía al sitio del Calvario, donde se celebraba una misa que concluía con los conjuros.

            El lugar de ubicación del conjuro solía ser aquél donde más cómodamente pudiera divisarse el término. A él solía llevarse una cruz grande, que se clavaba en la tierra cuando lo mandaba el ritual, y allí debía quedar para siempre, divisando los campos[14]. Quizás sea éste el primitivo origen de muchas cruces que hoy día han llegado hasta nosotros, como la cruz del Castillo de Jaén, lugar en el que se divisa la mayor parte del término; la cruz de piedra de calle de su nombre en Pegalajar, lugar que hasta el siglo XVI estaba situado a las afueras de la población; o la cruz del Pulgón de Mancha Real, situada fuera de la población, en la carretera de Torres. En este último caso la relación es evidente, gracias a la toponimia. Además existen noticias acerca  de los conjuros que desde allí se realizaban contra las plagas del campo, como la langosta o el pulgón.

            La unificación del rito del conjuro debió hacerse con el fin de eliminar todos aquellos elementos mágicos condenados por la Iglesia y que, sin duda, formaban parte de los exorcismos tradicionales. Ya en 1563, el obispo cordobés Rojas y Sandoval ordenó realizar y estampar un libro de ritual eclesiástico en el que se recogía un conjuro contra la langosta[15]. Otro libro conocido, escrito por Gaspar Navarro en 1631 en Huesca, se titulaba "Tribunal de Superstición ladina. Explorador del saber, astucia y poder del Demonio; en que se condena lo que suele correr por bueno en Hechizos, Agüeros, Ensalmos, vanos saludadores, Maleficios, Conjuros, Arte notoria, Cavalística, y Paulina, y semejantes acciones vulgares"; en él destaca la Disputa XXXII "Donde se trata, como excomulgar la langosta, ratones, pulgón, ó otras sabadijas, es superstición". Ya en el siglo XVIII aparece el libro de Fray Luis de la Concepción, editado en Madrid en 1721, que lleva de título "Práctica de conjurar. En que se contienen exorcismos, y conjuros contra los malos espíritus... para qualquier modo y manera de echizos, y contra langostas...".

            En Jaén, como recoge Ángel Aponte Marín, también existía una publicación titulada "Breve instrucción para decir la tres missas y el conjuro contra la langosta y otras plagas de ratones", anterior a la fecha de 1708, que posiblemente se reeditase en fecha posterior. También debió ser utilizado en la provincia el "Libro de los conjuros contra tempestades, langostas, pulgón, cuquillo, y otros animales nocivos, que dañan, y infestan los frutos de la tierra", escrito por el clérigo murciano Mateo Guerrero y Morcillo e impreso en Madrid en 1662, más tarde reeditado en Jaén por la imprenta de Tomás Copado en 1708 a causa de la presencia de plaga de langosta[16]. En él se recogen "todos los exorcismos y conjuros... contra el poder del infierno... el qual con tempestades y calamidades de oruga, langosta, cuquillo y otras, siempre procura nuestro daño".

            Las tempestades y plagas, como la langosta, se consideraban promovidas por los espíritus malignos: "Luzbel, Behemot, Apolion, Satanás y Belcebú", a los que había que exorcizar, y contra los que el autor del libro dice en el prólogo:

 

..."hiero con la piedra, degüello y acoceo, no parando hasta echarlos de los términos, consumirlos y sumergirlos en lo profundo del infierno con estos exorcismos"[17].

 

            Palabras que describen explícitamente el objetivo del conjuro y la militancia combatiente del clero contra la plaga.

            El conjuro estaba reglamentado por las Sagradas Ceremonias y Novísimos Decretos de la Sagrada Congregación de Ritos. Solía constar de Oratio, Secreta, Postcommunio, Exorcisimus, y una oración final Contra nosia animalia, haciendo seis cruces durante ella.

            En la pastoral de 30 de marzo de 1757, el obispo Fray Benito Martín, que había actuado de exorcista, dejaba bien claras las causas que habían traído tan terrible plaga: la "justa indignación" de Dios[18]. Frente a lo cual se ponen en marcha los conjuros y rogativas, tomando como intercesor a San Gregorio Ostiense, pidiendo "el beneficio del Agua y extinción enteramente de la Plaga de la Langosta y cierre su voca". El Obispo daba también facultad a los vicarios de las ciudades y villas de su partido para que estableciesen "días de rogativa y Penitencia, Confesión y Comunión", junto con la concesión de cuarenta días de indulgencias, así como la ejecución de los conjuros contra la langosta y la bendición de los campos con el agua de San Gregorio Ostiense[19]. En otras ocasiones, el conjuro incluía la colocación permanente de una cruz en un árbol alto, probablemente con el fin de ahuyentar al espíritu maligno de la langosta[20].

            Vuelve a aparecer aquí, en esta pastoral, además del agua de San Gregorio como elemento purificador, el agua de la lluvia con el mismo fin. Este último aspecto no exento de lógica, puesto que la langosta se ve favorecida por las épocas de sequía. También en otros lugares los ritos mágicos contra la langosta usan del agua, tal como especifica el Libro de los Secretos de la Agricultura, de Fray Miguel Agustín, que aconseja como remedio el rociar las langostas con agua salada, en la que hayan hervido altramuces amargos, o pepinos silvestres, o bien enterrarlas en hoyos que serían rociados con agua de pescado salado, además de recomendar otros remedios purificadores como el fuego contra algunas de ellas, o colgarlas sacrificadas en los árboles más altos; frente a lo cual el resto terminaría por huir o morir[21].

            La realización de los conjuros estaba a cargo de la Iglesia, que tenía individuos especializados en estas labores, con la intención de centralizarlos en sus manos, evitando así desviaciones de la ortodoxia por parte de taumaturgos, saludadores y otros individuos que le restasen prestigio. En Jaén el uso de exorcistas era normal en todas las plagas entre los siglos XVI y XVIII. Entre ellos podemos destacar al licenciado Ascanio Talento, clérigo de Mula, cuyo prestigio hizo que el Cabildo jiennense lo mandara llamar en 1620; el padre Doncel, que hizo conjuros en 1598; el licenciado Vela, clérigo de San Ildefonso, que actuó también en 1598; el clérigo de Guadix en 1597;...[22]. Oficio éste de conjurador que no estaba exento de problemas con la Inquisición, tal como ocurrió al clérigo Juan Martínez de Torres, que en 1549 fue desterrado de Cuenca por la Inquisición[23]. Pero normalmente no solían tener problemas si no transgredían la ortodoxia religiosa. Muchos de ellos hacían coincidir sus conjuros con alguna de las mudas de la langosta, haciendo creer que había muerto el insecto.

   

4. Intercesores taumatúrgicos frente a la plaga.

            Las figuras de los santos han sido cruciales contra la langosta, como contra tantas otras calamidades que afligen al ser humano en la historia. Los santos son muy populares en el mundo cristiano, a los que se cubría de leyenda y de los que se sabe su vida y acciones, por lo que están muy cercanos al hombre sencillo, que los dota de poderes taumatúrgicos[24]. Tampoco son algo nuevo, puesto que vienen a sustituir cultos folclóricos e idolátricos de la sociedad pagana[25] y son puntos de referencia en relación a las tareas agrícolas, las cuales han sido centro histórico en la vida del hombre. Así San Miguel es el principio del año agrícola, San Martín corresponde a la matanza, San Marcos es el comienzo del año para los pastores,... Además ejercen una función protectora; es el caso de San Antón con los animales en muchos puntos de nuestra provincia, San Blas en la prevención de los males de garganta a través de sus rosquillas, o Santa Lucía en la prevención de la vista. Y, sobre todo, destaca la función de abogados de las más diversas calamidades, en su mayor parte de tipo epidémico o climatológico. Así vemos, que como defensores ante la peste aparecen San Roque, San Nicasio, San Sebastián[26]; y, en general, todas las advocaciones locales concurren a las rogativas pertinentes ante cualquier desastre. En nuestro caso la calamidad es la langosta y sobre ella vamos a centrar el papel taumatúrgico de los santos.

            En España, desde la Baja Edad Media, surgen diversas figuras como elementos intercesores ante la langosta, que estarán presentes en los diversos conjuros contra la plaga, como son San Agustín, San Marcos, Las Ánimas Benditas, San Gregorio Nacianceno, la Virgen María,... y, sobre todo, San Gregorio Ostiense. Este último se impondrá en la Edad Moderna como el gran intercesor ante la langosta, oruga, pulgón y demás plagas del campo.

   

4.1. San Agustín.

            San Agustín presidió acciones contra la plaga durante varios siglos, como en el año 1686, cuando su estandarte encabezó la campaña contra la langosta que organizó el Arcediano de Madrid, en la que los medios materiales -gran concurso de gentes- se combinaban con los espirituales -"seis frayles agustinos calçados en sus mulas y otros muchos Religiosos queiban a conjurar"-, no faltando más de veinte aguadores con sus asnos cargados de agua[27], para asperjar los campos.

            La abogacía de San Agustín frente a la langosta no se limita a la Península. La primera noticia que se tiene en España es del año 1268 cuando se fecha su intervención frente a la plaga en la comarca de Toledo, langosta que la tradición reconoce haber arrojado San Agustín al río Tajo con su báculo, lo que se tradujo en un voto al santo, por el que anualmente la ciudad acudía al convento erigido en su honor y celebraba en él los pertinentes cultos solemnes. En la popularidad de este hecho se inspiró siglos después Doménico Teotokópulos, El Greco, para realizar un lienzo en el que aparece San Agustín arrojando la langosta al Tajo. A comienzos del siglo XVIII, esta tradición fue también recogida por Miguel Jacinto Meléndez en un cuadro en el que aparece San Agustín conjurando una plaga de langosta, ubicado actualmente en el Museo del Prado. Su fama en este aspecto se extendió por toda la Península. Aparecen votos en distintos lugares, como Fuentelaencina, Guadix en 1574 y Córdoba incluso en el siglo XVIII, época tardía si consideramos que en este siglo la figura de San Gregorio se impone en toda la Península como el gran intercesor frente a la plaga[28]; también en Fernán Caballero, Valenzuela y Almagro entre otros lugares. No faltando el culto en Jaén, pues en 1633, en medio de una plaga de langosta, se celebraron tres misas en su honor, coincidiendo con los "tres días de pascua del Espíritu Santo"[29].

 

4.2. San Marcos.

            El santo por antonomasia intercesor ante la langosta en la provincia fue San Marcos hasta el siglo XVII, siglo en el que la figura de San Gregorio termina imponiéndose en estos menesteres. Ya hemos comentado que el día de San Marcos es referencia al comienzo del año pastoril, también se le considera en algunos pueblos el patrón de la lluvia, quizás por ser su fiesta a finales de abril, época en que las lluvias suelen ser más abundantes y beneficiosas para las siembras[30]. Sin embargo, su principal papel en la provincia estuvo en relación con las plagas de langosta, relación que tiene un origen medieval.

            En la provincia de Jaén, el culto a San Marcos está muy extendido por su geografía. Pueblos como Torrequebradilla, Huesa, Hinojares y Canena mantienen su culto. En este último se conserva el voto primitivo relacionado con la plaga de langosta[31], que fue renovado, en el que el sermón, la procesión descalza, la limosna y el ayuno están presentes, como lo estarán en otros lugares de la provincia. En otros pueblos existe constancia de su culto, aunque su vinculación con la langosta terminó por olvidarse. Es el caso de Mengíbar, donde cada 25 de abril tenían lugar las Rogativas de San Marcos en su ermita, la del "Señor de las lluvias", lugar desde el que se bendecían los campos, se rezaba el rosario y se cantaban las letánias de los santos[32].

            Martín de Ximena Jurado nos habla por primera vez del culto a San Marcos en relación con la langosta en la provincia. Fue en abril de 1449, a causa de la plaga de aquel año, cuando el corregidor de la Ciudad, Pedro Coello, prometió hacer procesión anual el día de San Marcos Evangelista, tomándolo como intercesor y abogado. La ceremonia consistía en una misa solemne y sermón y la ofrenda de un toro al santo, cuyo importe era repartido entre los pobres. Según la tradición, el poder taumatúrgico de la intercesión obró el milagro y la promesa y voto a San Marcos se extendió por todos los lugares de la comarca[33].

            Aunque la figura del toro parece no tener relación con el santo -pues en su caso sería el león-, sí la tiene en el mundo mágico y lúdico del hombre medieval, lográndose así la amalgama necesaria de elementos religiosos y paganos para que el conjuro oficial pueda tener efecto, pues la relación del día San Marcos con el toro puede entroncarse en la Antigüedad Clásica y ha pervivido a través de las influencias árabes y cristianas en puntos de Extremadura, Castilla y Andalucía. El día de este Santo, 25 de abril, era cuando los romanos celebraban las "Robigalia"; recuerdan esta fiesta los actos que se realizaban en diversos pueblos en los que el toro era considerado sagrado todo el día, dándole el nombre del santo, era adornado con flores, luces y roscos de pan en los cuernos y drogado, con el fin de amansarlo y conducirlo en procesión mientras lo acariciaban y festejaban las mujeres. El padre Feijóo ridiculizó esta práctica, ya condenada como gentilicia por Clemente VIII (1592-1605)[34].

            Está unión entre San Marcos y el toro ha pervivido hasta hoy día en algunos lugares de la provincia, tradición no exenta de polémica, al haber sido calificada oficialmente como "salvajismo", como son los toros "ensogaos" de Beas de Segura, que tradicionalmente tienen lugar en las fiestas de San Marcos de esta población los días 24 y 25 de abril[35].

            El culto a San Marcos estaba muy extendido por toda la diócesis de Jaén. Ximena Jurado recoge a mediados del siglo XVII varias ermitas dedicadas a este santo, repartidas por toda su geografía. Éstas eran las de Alcaudete, Linares, Bailén, Marmolejo, Baeza (Iglesia), Jimena, Torreblascopedro, Vilches, Bedmar, Torreperogil, Sabiote, Jódar y Porcuna[36]. No obstante, su culto estaba mucho más extendido, construyéndose en este siglo nuevas ermitas dedicadas a San Marcos.

            Si tomamos como ejemplo la comarca de Sierra Mágina, vemos que la mayoría pueblos manifiestan o han manifestado en el pasado el culto a San Marcos (Albanchez, Pegalajar, Mancha Real, Jimena, Cambil, Campillo de Arenas, Bélmez de la Moraleda, Huelma, Garcíez, Carchelejo, Larva, Torres)[37].

            En alguno de ellos, como Pegalajar, el culto desapareció con el tiempo. Sin embargo ha quedado plasmado en la documentación histórica, como es el voto a San Gregorio Nacianceno  de 1670 conservado en el Archivo Parroquial y al que más adelante haremos mención. Según este voto se hacía la promesa "de hacer procesión que va a dicha ermita del Señor San Marcos[38], el día nueve de Mayo de cada un año, con la obligación, de los que a dicha procesión asistieren, hayan de ir descalzos a la ida y a la vuelta. Y asimismo, de no comer carne en dicho día sin obligación de ayunar"[39]. Este documento es una muestra de la transición que se venía produciendo desde finales del siglo XVI del cambio de abogacía frente a la langosta en la provincia, pasando de San Marcos a San Gregorio, aunque en este caso sea el Nacianceno en vez del Ostiense.

            Otros pueblos de Sierra Mágina recogen la tradición de San Marcos en relación del voto hecho ante la plaga de langosta, con mucha similitud entre unos y otros. Incluso fechan el origen del voto, 1449, el mismo año en que lo realizó la ciudad de Baeza. Así, el pueblo de Albanchez relata el voto hecho aquel año en términos muy similares al anterior:

 

            "El boto que ay en la dicha villa de Alvanchez partiqular hes quel día de san Marcos de cada un año todos los vezinos del dicho lugar y forasteros que en él hoviere, van todos descalços en proçesion hasta la dicha hermita de san Marcos, y ayunan todos, chicos e grandes, hasta medio día que se acaba de deçir la misa sin enzender fuegos, ni dan de comer a los ganados ni teta a los niños, en qual voto hiçieron por la langosta, y después que se haze nunca jamas se ha visto hazer daño alguno la dicha langosta en el término de la dicha villa, y una vez que vino no hizo más que sentarse e yrse luego sin hazer daño alguno."[40].

 

            El limítrofe pueblo de Bedmar tenía otro voto semejante en relación con San Marcos y la langosta, también realizado en 1449, que además presentaba algunas  coincidencias con los anteriores en el aspecto del ayuno. Consistía en:

 

   "Comer de una vez aquél día, incluso los pasajeros que atravesaban la villa, los cuales si ya han comido los de Bedmar, no se les dará de comer. Además, en este día no se podía andar a caballo, ni encender lumbres, ni dar de comer a las bestias, ni de mamar a las criaturas de pecho hasta después de la Misa Mayor. No se podía comer ni leche ni huevos."[41].

 

            Otra coincidencia con el resto de los votos, como la de la procesión descalza, junto con el ayuno, aparece en el voto de San Marcos del pueblo de Jimena, que recogen las relaciones topográficas de Felipe II:

 

   "... dixeron que el término desta villa ay dos hermitas una de San Marcos y otra de San Sebastián, con las quales tienen los vecinos desta villa mucha devoción, y se va a la de San Marcos en su día e bísperas en proçesyón a la missa que allí se dize, toda la jente descalça, e ayunan todo el pueblo, niños e mujeres, syn comer hasta que hayan dicho missa, y ençierran los ganados para que no coman...

                            ... dixeron que en esta villa ay voto e procesyón del dicho día contenido en el capítulo antes deste, el qual se hizo por los daños que solía hacer la langosta. E que a la otra hermita de San Sebastián se va en proçesyón por la pestilencia".

 

            En Cambil también existen referencias al voto a San Marcos, que debió hacerse a principios del siglo XVI, tras su conquista, según el cual ese día se ayunaba y no se encendía la lumbre. Así como en Campillo de Arenas, por voto que hizo Pedro Coello, conquistador del castillo[42].

            En otros pueblos, aunque no se conserva el voto a San Marcos, aún perduran las ermitas dedicadas al Santo o se celebra su fiesta cada 25 de abril, fecha en que la langosta biológicamente está en camino de su pleno desarrollo. Tales son los pueblos de Mancha Real, Huelma, Garcíez, Bélmez de la Moraleda, Larva, Carchelejo y Torres.

   

4.3. San Gregorio Nacianceno.

              San Gregorio Nacianceno es otro intercesor que ha ejercido la labor taumatúrgica contra la langosta en las tierras de Jaén. Este santo fue  padre de la Iglesia de Oriente, uno de los tres capadocios.  Nació el año 330 en Arianzo, villa próxima de Nacianzo, al  Sudeste de Capadocia (Asia Menor) y murió en el 390 en  Nacianzo. Fue educado en Cesarea de Capadocia, Cesarea de  Palestina, Alejandría y Atenas, ciudad ésta donde fue  condiscípulo de San Basilio. Al terminar sus estudios vivió  como ermitaño en Ponto, más tarde abandonaría la vida  ascética y en el 361 fue ordenado sacerdote. Once años más  tarde fue  obispo de Sásima. En el año 381 llegó a asumir el  nombramiento de Patriarca, favorecido por el emperador  Teodosio I. Tras una amarga controversia abandonó su cargo y  volvió a su hogar, cercano a Nacianzo, donde se dedicó a la  contemplación y la escritura. Fue autor de muchos poemas,  cartas y más de 45 oraciones, constituyendo una importante  defensa del punto de vista atanasiano sobre la Trinidad, en  contra del arrianismo. Finalmente fue declarado Doctor de la  iglesia por San Pío V en 1568. Tradicionalmente su fiesta se  celebraba el 9 de mayo, el mismo día que la del Ostiense. Hoy  su fiesta se celebra el 2 de enero.

            El hecho de que se celebrase su fiesta el nueve de  mayo, día del Ostiense, y la vinculación que este último  tiene con la langosta, inducen a pensar que la relación del  Nacianceno con la langosta fue una confusión de la época. En  los siglos posteriores este error se subsana en algunos  lugares, como la ciudad de Jaén, donde las rogativas pasan a  dedicarse a San Gregorio Ostiense. No así en algunas poblaciones, como Pegalajar y Espeluy, donde  el Nacianceno continuará haciendo de gran intercesor frente a  la langosta.

            En otros pueblos existen referencias a este santo en el pasado, como en Jódar, donde la fiesta que se le realizaba en 1659, posiblemente en relación con la langosta[43]; o en Vilches, donde a mediados del siglo XVII tenía dedicada una ermita[44], y aún hoy día continúa celebrándose su fiesta el 9 de mayo.

            El voto que el pueblo de Pegalajar hace a San Gregorio Nacianceno es muy significativo al respecto:

 

    "En la villa de Pegalajar en veinte y siete días del mes de Abril de mil seiscientos y setenta años, (...) de tiempo inmemorial a esta parte se celebra en su santo día a los nueve del mes de Mayo de cada un año (saliendo en procesión de dicha Iglesia así hombres como mujeres, a la ermita del Señor San Marcos volviendo a ella) y misa solemne, habiendo tenido principio ésta devoción por haberse hallado en tiempos pasados esta villa y sus vecinos afligidos con la plaga de langosta y haber traído el agua de el glorioso Santo y usado con ella las ceremonias de que se vale nuestra madre la Iglesia en semejantes ocasiones, y en la presente en que todo este Obispado se halla con la misma aflicción y plaga, queriendo proseguir con su devoción, hacen voto a Dios nuestro Señor en honra y gloria suya y de su Santo y glorioso padre y doctor de la Iglesia, San Gregorio Nacianceno de celebrarse dicha fiesta, asistiendo a ella todos los vecinos en dicha Iglesia. Y asímismo, de hacer la procesión que va a dicha ermita del Señor San Marcos, el día nueve de Mayo de cada un año, con la obligación, de los que a dicha procesión asistieren, hayan de ir descalzos a la ida y vuelta. Y asímismo, de no comer carne en dicho día sin obligación de ayunar"[45].

 

            Puede que el culto a San Gregorio Nacianceno en  relación con la langosta tenga unas raíces más profundas, y no ser tal la confusión con el Ostiense. De hecho, con  motivo de la plaga que invadió las Galias en el 885 el Papa  Esteban buscó la intercesión de San Gregorio y la bendición  del agua rociada sobre sembrados y viñas. Indudablemente  este San Gregorio no podía ser el Ostiense, que vivió en el  siglo XI. Bien podría tratarse del Nacianceno, por lo que  existía el precedente para extenderse por otros lugares, como  la comarca de Jaén, y confundirse con el Ostiense.

 

4.4. San Gregorio Ostiense.

            San Gregorio Ostiense era  monje benedictino y abad  del monasterio de los Santos Cosme y Damián; el año 1034 fue  nombrado cardenal y obispo de Ostia Tiberina por Benedicto  IX, que le envió unos años después, en 1039, a Navarra y La  Rioja para conjurar la terrible plaga de langosta que azotaba  estos parajes. En este viaje conoció a Santo Domingo de la  Calzada, el cual se hizo acompañante y discípulo suyo. San Gregorio predicó la penitencia en Calahorra, Logroño y otros  lugares, haciendo rogativas públicas y ayunos. Poco a poco,  la figura de intercesor ante la langosta de San Gregorio  Ostiense se fue imponiendo en el mundo medieval, desplazando  a otros santos como San Agustín o San Marcos. Murió el 9 de  mayo de 1054, día en que se celebra su fiesta.

            Durante el siglo XVIII, San Gregorio Ostiense conquista definitivamente en la provincia la preminencia en la abogacía frente a la plaga. Mucho tuvo que ver en esto la gran plaga de mediados de este siglo y el viaje oficial que realizaron sus reliquias por toda la España infectada de langosta. Por Real Cédula de 14 de octubre de 1756, el rey Fernando VI ordenó que la Cabeza de San Gregorio Ostiense, cuyas reliquias se  veneran en la basílica de su nombre, término de la villa de Sorlada del valle de Berrueza, perteneciente a la Diócesis de Pamplona, que eran consideradas como talismán contra "la langosta, oruga, pulgón y demás plagas que afectan a los campos", fuesen conducidas por las provincias afectadas, que eran Teruel, Diócesis de Valencia, Segorbe, Orihuela, Murcia, Guadix, Granada, Jaén, Málaga, Córdoba, Sevilla, Extremadura y La Mancha. El viaje se hacía en coche, siendo custodiada la reliquia por varios cofrades navarros. Los comisionados llevaban instrucciones impresas del ritual de la bendición de los campos para repartir por los lugares de paso, dejando también el agua ya bendecida, para que los párrocos de los lugares damnificados pudiesen hacer las ceremonias y rogativas[46].

            En diferentes poblaciones de la provincia tenía o tiene lugar el culto a San Gregorio de Ostia. Son los casos de Torreperogil -donde es el segundo patrón después de la Virgen de la Misericordia-, en Sabiote, o en Pozo Alcón. En este último pueblo se realiza aún una romería en el campo tras oficiar una misa junto a una cruz clavada, reminiscencia de exorcismos pasados contra la langosta. También mantiene la ceremonia un antiguo rito en el que los romeros besan una piedra que, según se dice, cayó desde una nube con la figura del santo grabada en una cara[47]. Este rito está en relación con la antropología musulmana, para la que los meteoritos son ejemplo de la multivalencia del simbolismo de las piedras, siendo considerados sagrados por caer del cielo. A ello se le une la tradición primitiva de adoración a las piedras "como centros de energía destinados a su propia defensa", desempeñando una función mágica[48].

            En Jaén capital, como en otros lugares, su culto se celebra desde el siglo XVIII, sustituyendo el anterior del Nacianceno. A partir de entonces, la figura de San Gregorio Ostiense preside todas las rogativas y conjuros contra la langosta, como en la antes referida plaga de 1756, que dio lugar al viaje de la cabeza de San Gregorio Ostiense por las provincias afectadas. La ciudad hizo acopio de suficiente agua de San Gregorio para el futuro, haciendo voto de celebrar una memoria anual cada 9 de mayo[49], que en general fue respetada en la mayor parte del siglo XIX.

  

4.5. Otros intercesores.

             Los santos locales han ejercido en cada lugar el papel crucial en las rogativas públicas frente a cualquier mal (sequía, plaga, epidemia, guerra...), incluida la plaga de langosta. Por ejemplo, la Virgen de las Mercedes, Patrona de Alcalá la Real, ha sido centro de las rogativas públicas ante la langosta, donándose a su imagen tres cigarrones o langostas de oro por su intercesión ante la plaga de 1840. También en el borde del marco de la imagen en lienzo de la Virgen de las Mercedes, expuesta en una hornacina de la calle los Caños de Alcalá, se encontraba a modo de exvoto "un insecto, como langosta", construido en bronce; muestra de su labor histórica de intercesión contra la plaga[50].

            Entre los intercesores locales, como bien recoge Ángel Aponte, también estaban Santa Catalina de Alejandría, de amplia devoción en la capital, a la que se hicieron misas en la plaga de 1633, la Virgen de la Capilla y Nuestro Padre Jesús, figuras taumatúrgicas por antonomasia en la ciudad de Jaén. Las procesiones de rogativa eran un acto popular en el que el rito ceremonial con participación de las autoridades civiles y eclesiásticas era tan importante como el ayuno y la penitencia. Es el caso de las celebradas con motivo de la plaga de 1708 con la participación de la imagen de Nuestro Padre Jesús, todo un acto de expiación y purificación; o la de 1633 con la Virgen de la Capilla. En este último año, otras tantas se le hicieron a San Isidro, santo labrador, que había sido canonizado hacía poco tiempo[51].

            Otras intercesoras eran las Ánimas Benditas del Purgatorio, a cuyo beneficio aplicaban en 1757 "lo satisfactorio de la Visita de Iglesia y demás obras buenas que hicieren" el día del conjuro contra la langosta en Jaén[52]. En muchas parroquias de la provincia existían cofradías de las Ánimas, que mantenía un culto muy arraigado, cuyo fin principal era el fomento de sufragios para los fieles difuntos[53]. Las Ánimas tenían fama de corresponder a los ruegos, como lo expresa la siguiente estrofa, recogida en la tradición oral de Sierra Mágina:

 

            "Cuando pases por el llano,

            no le niegues buen cristiano,

            alivio tan soberano

            del rezo de una oración,

            que muy agradecidas son".[54]

   

5. Conclusiones.

            La religión y la magia han estado tan íntimamente unidos que la magia se puede considerar parte integrante de la religión, y como tal ha sido tradicionalmente empleada frente a las plagas de langosta por una sociedad que tiene un concepto mágico y religioso de la naturaleza, puesto que los métodos materiales de lucha contra este insecto no era muy efectivos.

            En el rito mágico del conjuro está presente el agua bendita como elemento destructor de la langosta, con un sentido purificador que existía antes del cristianismo en otras religiones. El rito del agua aparece en la provincia en su sentido ortodoxo -siendo esparcida por el campo-, o bien por inmersión de figuras simbólicas -caso del perrillo de San Marcos en Bélmez de la Moraleda-. La identificación de la langosta con el diablo es también evidente en los exorcismos que se realizaban y en actos que han perdurado hasta hoy día con las celebraciones de las fiestas en honor de los santos relacionados con esta plaga. Actos éstos que tienen elementos comunes, como la ubicación del lugar del conjuro en un descampado, normalmente en un ejido, a las afueras de la población y a la vista del campo; la procesión del santo con la gente descalza; los ayunos; el símbolo de la cruz;...

            El exorcista solía ser un clérigo que había de ceñirse al ritual ortodoxo de la Iglesia. El intercesor era normalmente un santo, como en el resto de las calamidades, al que se le atribuyen poderes taumatúrgicos contra la langosta. En Jaén destacan San Marcos, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio Ostiense. Otros intercesores fueron San Agustín, las Ánimas Benditas, la Virgen María, San Isidro y, en general, las imágenes de devoción local, según el municipios.

            En definitiva, las plagas de langosta por su importancia en la economía agraria de la población crearon en el pasado toda una cultura mágico-religiosa, que ha sobrevivido en parte de sus manifestaciones en la provincia a través del culto festivo a las imágenes relacionadas con esta secular plaga, pese a haber desaparecido las causas que las motivaron. Hoy día, en algunas manifestaciones festivas, se muestran reminiscencias de aquella sociedad tradicional en la que la frontera entre el mundo mágico y religioso no estaba claramente definida, y cuya lectura sólo es inteligible si se hace con el conocimiento de sus profundas raíces que dieron lugar a estos actos.



[1]Caro Baroja, J. Algunos mitos españoles. Ediciones del Centro. Madrid, 1974, p. 191.

[2]Malinowski, B. Magia, ciencia y religión. Traducción de A. Pérez Ramos. Ariel. Barcelona, 1974, p. 101

[3]Cardini, Franco. Magia, brujería y superstición en el Occidente Medieval. Traducción de Antonio-Prometeo Moya. Ediciones Península. Barcelona, 1982, p. 43.

[4]Bouisson, Maurice. La magia. Sus grandes ritos y su historia. Traducción de Jesús Ruiz. Luis de Caralt, editor. Barcelona, 1962, p. 205.

[5]Vázquez Lesmes, Rafael; y Santiago Álvarez, Cándido. Las plagas de langosta en Córdoba. Cajasur. Córdoba, 1993, pp. 56-59.

[6]Salido y Estrada, Agustín. La langosta. Compendio de todo cuanto más notable se ha escrito sobre la plaga, naturaleza, vida e instintos de este insecto. Madrid, 1885, pp. 24-28; y López Cordero, Juan Antonio; y Aponte Marín, Ángel. Un terror sobre Jaén: las plagas de langosta (siglos XV-XX). Ayuntamiento de Jaén. Jaén, 1993.

 

[7]Eliade, Mircea: Tratado de Historia de las Religiones. Morfología y Dinámica de lo Sagrado. París, 1949. Ediciones Cristiandad. Madrid, 1982, pp. 200-201.

[8]Tókarev, Serguei. Historia de la Religión. Biblioteca del Estudiante. Editorial Progreso. Moscú, 1990, p. 176.

[9]Amezcua, Manuel. "Encuesta de fiestas populares en Sierra Mágina". Sumuntán, nº 2, p. 124.

[10]Frazer, J. G. La Rama Dorada. Nueva York, 1922. Fondo de Cultura Europea. Madrid, 1986, p. 106.

[11]Rodríguez Molina, José. "Los insecticidas en la etapa precientífica". Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 153, pp. 711.

[12]Amezcua, Manuel. "Encuesta de fiestas populares en Sierra Mágina". Sumuntán, nº 2, pp. 124-125.

[13]Aunque hoy día no existe la era, la procesión continúa haciendo el mismo itinerario cada 9 de mayo y, en medio de la calle, frente al edificio que ha sustituido a la antigua era, se levanta un altar conmemorativo.

[14]Rodríguez Molina, José. "Los insecticidas en la etapa precientífica". Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 153, pp. 711.

[15]- Vázquez Lesmes, Rafael; y Santiago Álvarez, Cándido. Las plagas de langosta en Córdoba. Cajasur. Córdoba, 1993, p. 67 y 130. En vía a Manual de Córdoba. Sevilla, 1563, folios 115 y 116.

[16] Este libro ha sido comentado y transcrito por José Rodríguez Molina en el Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 153, pp. 685-743.

[17]Rodríguez Molina, José. "Los insecticidas en la etapa precientífica". Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 153, pp.706-710.

[18]La función del pecado ocupa un lugar central en esta sociedad sacralizada, en la que se da a las acciones rectas y honestas buenas consecuencias, mientras que por el contrario las malas acciones traen consecuencias funestas.

[19]"Los conjuros y rogativas contra la langosta. Pastoral del Obispo de Jaén Don Fray Benito Marín". Don Lope de Sosa, 1918. Edición Facsímil. Riquelme y Vargas. Jaén, 1982, pp. 55-56.

[20]López Cordero, J.A.; y Aponte Marín, Á. Un terror..., p. 105.

[21]Vázquez Lesmes, R.; y Santiago Álvarez, C. Las plagas..., p. 141. Envía a Agustín, Fray Miguel. Libro de los Secretos de la Agricultura, casa de campo y pastoril, p. 1617. Edición Facsímil. Tarragona, 1980.

[22]López Cordero, Juan Antonio; y Aponte Marín, Ángel. Un terror sobre Jaén: las plagas de langosta (siglos XV-XX). Ayuntamiento de Jaén. Jaén, 1993, pp. 103-105.

[23]Vázquez Lesmes, R.; y Santiago Álvarez, C. Las plagas..., p. 136.

[24]Huizinga, J. El otoño de la Edad Media. Traducción de José Gaos, 8ª edición. Revista de Occidente. Madrid, 1967, pp. 259-260.

[25]Cardini, F. Magia..., pp. 109-110.

[26]López Cordero, J. A.; y Aponte Marín Á. Un terror..., pp. 83-84.

[27]Vázquez Lesmes, R. y... Las plagas..., pp. 50, 61 y 118-119.

[28] Ibídem, p. 132. Y Salido Estrada, Antonio. La langosta. Compendio de todo cuanto más notable se ha escrito sobre la plaga, naturaleza, vida e instintos de este insecto y de los remedios que se han empleado y ordenado hasta el día para combatirlo, con todas las antiguas y modernas disposiciones dictadas en la materia para que pueda servir de libro de consulta, a todas las corporaciones y autoridades administrativas del país. Madrid, 1875, pp. 39-40.

[29]López Cordero, J.A. y Aponte Marín, A. Un terror..., p. 106.

[30]Sierra Mágina. Documento de apoyo al profesorado en la integración de programas de cultura andaluza. Jaén, 1987, pp. 351-352.

[31]Godoy Reyes, Miguel. "Datos y reseñas histórica sobre la gloriosa tradición popular". Diario Jaén, 23-abril-1994, p. 28.

[32]Barahona Vallecillo, Sebastián: La Parroquia de San Pedro Apostol de Mengíbar. Templo y Comunidad. Historia, Tradición y Fe. Caja de Jaén, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Mengíbar. Jaén, 1995, pp. 239-240.

[33]Ximena Jurado, Martín de. Catálogo de los obispos y de las iglesias Catedrales de Jaén y anales eclesiásticos de este Obispado. Edición Facsímil de un libro publicado en 1654. Jaén, 1991, p. 402.

[34]Caro Baroja, Julio. Los pueblos de España. Istmo. Madrid, 1981, pp. 258-259.

[35]Diario Ideal de Jaén, 9-febrero-1993, p. 3.

[36]Ximena Jurado, Martín de. Catálogo de los obispos y de las iglesias Catedrales de Jaén y anales eclesiásticos de este Obispado. Edición Facsímil de un libro publicado en 1654. Jaén, 1991, pp. 158-204.

[37]Amezcua, Manuel. "Encuesta de fiestas populares en Sierra Mágina". Sumuntán, nº 2, pp. 78-98.

[38]Esta ermita ya no existía en Pegalajar a mediados del siglo XVIII.

[39]López Cordero, Juan Antonio. "Pegalajar y San Gregorio". Sumuntán, nº 2, 1992, p. 80.

[40]Amezcua, Manuel. "Encuesta de fiestas populares en Sierra Mágina". Sumuntán, nº 2, p. 123.

            Albanchez tuvo una cofradía y una ermita dedicada a San Marcos que desapareció.

[41]Troyano Viedma, José Manuel. Bedmar. Córdoba, 1987, p. 17.

            En 1540, la Ermita de San Marcos de Bedmar ya había desaparecido (Ibídem, p. 10).

[42]Amezcua, Manuel. "Encuesta de fiestas populares en Sierra Mágina". Sumuntán, nº 2, p. 126.

[43]Alcalá Moreno, Ildefonso. "Las fiestas del concejo de Jódar durante los siglos XVI-XVIII". En VI Jornadas de Estudios de Sierra Mágina. 550 Aniversario de la Toma de Huelma. Ayuntamiento de Huelma - Cronistas e Investigadores de Sierra Mágina. Granada, 1992, p. 352.

[44]Ximena Jurado, Martín de: Catálogo..., p. 184

[45]Archivo Parroquial de Pegalajar. Voto del pueblo de Pegalajar a San Gregorio Nacianceno.

[46]"La Langosta en Jaén, en 1756". Don Lope de Sosa, 1922. Edición Facsímil. Riquelme y Vargas. Jaén, 1982, pp. 139-140; y "Los conjuros y rogativas contra la langosta. Pastoral del Obispo de Jaén Don Fray Benito Marín". Don Lope de Sosa, 1918. Edición Facsímil. Riquelme y Vargas. Jaén, 1982, pp. 55-56.

[47]Comarcas de Andalucía. Tomo II. Diario Ideal. Granada, 1992, p. 504.

[48]Eliade, Mircea: Tratado..., pp. 227 y 237-238.

[49]López Cordero, J. A.; y Aponte Marín, Á. Un terror..., p. 118.

[50]Montañés Chiquero, Antonio. "Apuntes históricos acerca de Nuestra Señora de las Mercedes, Patrona de Alcalá la Real". Don Lope de Sosa, 1925, pp. 231-233.

[51]López Cordero, J. A.; y Aponte Marín, Á. Un terror..., p. 106-107.

[52]"Los conjuros y rogativas contra la langosta. Pastoral del Obispo de Jaén Don Fray Benito Marín". Don Lope de Sosa, 1918. Edición Facsímil. Riquelme y Vargas. Jaén, 1982, p. 56.

[53]López Pérez, Manuel. "Ánimas Benditas". Cartas a don Rafael. Ayuntamiento de Jaén. Jaén, 1992, pp. 347-352.

[54]Equipo de Profesores de Sierra Mágina. Literatura de tradición oral de Sierra Mágina. Delegación Provincial de Educación. Jaén, 1991, p. 82.

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