MARÍA DE LAS NIEVES DE BRAGANZA, SU PASO DE INCÓGNITO POR LA CERRADURA EN 1892.

(En Fiestas en Honor a Ntra Sra La Purísima Concepción. Del 5 al 8 de Septiembre de 2009, La Cerradura. Ayuntamiento. Pegalajar, 2009, p. 7-14. En colaboración con Enrique Escobedo Molinos).

 

      El territorio giennense ha sido siempre tierra de paso, donde se abre el camino que conduce desde la Meseta al valle del Guadalquivir a través de Despeñaperros, vía que se bifurca en dos direcciones: una, hacia la Baja Andalucía, siguiendo el curso de este río; y otra, atravesando el valle del Guadalquivir de Norte a Sur y penetrando en la Subbética por el curso del río Guadalbullón, pasando por “la Cerradura de las sierras” en dirección a Granada, Málaga o Almería. En las crónicas medievales hay continuas referencias a estos pasos en las incursiones cristianas en el territorio del reino musulmán de Granada. Las referencias escritas a incursiones militares son sustituidas en la Edad Moderna por las de viajeros, que describen lugares y gentes de esta tierra, como Francisco Bertaut[1] en el siglo XVII y, sobre todo, los viajeros románticos del XIX, que quedaron impresionados por la belleza del territorio: Prosper Mérimée,[2] Théophile Gautier,[3] Richard Ford,[4] Charles Davillier[5]...

      Hasta la segunda mitad siglo XIX el viajar conllevaba inseguridad. El endémico bandolerismo, favorecido por los grandes despoblados en los itinerarios, era la causa principal de ello; a lo que se unía el mal estado de los caminos. A mediados del siglo XIX, la seguridad en el campo vino especialmente del recién fundado cuerpo de la Guardia Civil, cuyas primeras compañías cubrieron la seguridad de los caminos, estableciendo cuarteles junto a los mismos lugares de tránsito. Las mejoras de las vías de comunicación y el desarrollo del ferrocarril contribuyeron a hacer más atractivo el viajar y que la mujer comenzará a ser protagonista de estos viajes, continuando la visión romántica que se inició en décadas anteriores. El viaje que realizó María de las Nieves de Braganza en 1892 y su paso por el río Guadalbullón retoma una visión postromántica, donde el paisaje y el individuo autóctono son los protagonistas de su agenda.

        María de las Nieves Braganza y Borbón[6] (Kleinheubach, Baviera, 5 de agosto de 1852- Viena, 15 de febrero de 1941) fue princesa de Portugal, Hija del rey Miguel I de Portugal y de la princesa Adelaida Sofía de Lowenstein-Rochefort, y sobrina de María Teresa de Braganza, mujer de Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII y pretendiente al trono español bajo el nombre de Carlos V. Se casó en el castillo de Heubach, el 26 de abril de 1871, con Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este (1849-1936), pretendiente carlista, hermano de Carlos VII y tío del Rey Don Jaime. Al suceder a éste, inesperadamente, en 1931, tomó el título de Alfonso Carlos I.

Tras la boda, el matrimonio se instaló en la isla de Malta. Pero por poco tiempo, pues en 1872 María de las Nieves se trasladó con su marido a Cataluña, donde éste se puso al mando de las tropas carlistas de la región oriental. Con él intervino en las batallas desarrolladas durante la III Guerra Carlista (1872-1876) en el sur de Aragón, Cuenca y Guadalajara. Era conocida en el ejército carlista como 'Doña Blanca'. Se encargaba de asuntos de intendencia y portadora de mensajes entre el alto mando carlista. Los carlistas perdieron la guerra y María de las Nieves y su marido fueron acusados de delitos comunes y reclamados internacionalmente, por lo que tuvieron que fijar su residencia en Graz (Austria).

María de las Nieves hizo varios viajes de incógnito por España, en 1889, 1890, 1892 y 1894.[7] Ello pese al peligro de ser descubierta y encarcelada por su participación activa en el movimiento carlista. Su curiosidad humanística le llevó también a iniciar continuos viajes por todo el mundo junto a su esposo.

 

 

El viaje por España de 1892 lo inicia María de las Nieves de Braganza junto a su marido el día 7 de marzo en Portbou (Gerona). Se dirige hacia el sur al día siguiente, utilizando el ferrocarril en gran parte de su trayecto. Pasan por Tarragona, Benicasim (Castellón), Valencia; atraviesan Despeñaperros y llegan a Jaén, ciudad que visitan. Desde allí marcha a Granada, Málaga, Sevilla, Huelva y entra en Portugal por la aduana portuaria de Villarreal de San Antonio, donde visita otras ciudades de este país.[8] 

La agenda del viaje se inicia en Barcelona y la finaliza a la entrada de la ciudad de Granada. En ella escribe anotaciones sobre la marcha, casi telegráficas, sin cronología manifiesta. Son notas con algunos dibujos muy esquemáticos.

En el paso de María de las Nieves de Braganza por el valle del Guadalbullón, el día 12 de marzo de 1892, dice textualmente la agenda:[9]

 

“Jaén, apoyada en la sierra arisca y austera, con sus pintorescas y yertas cumbres. A las 7 1/4 salimos con nuestra góndola. Se baja por bastante rato. Después de Jaén, alturas en parte, bien cultivados muchos olivares[10]. Al pasar el río, pedacito chiquito de vega. Río de Jaén y de La Guardia, con mucho arbolado, muchos granados, grandes olivares a la derecha. Detrás una vista de lo más pintoresca sobre los montes de tan hermosas formas. Una altura que se adelanta sobre ella el castillo de Jaén. A los pies de ese monte la ciudad.

 

Antigua carretera de Jaén a Granada, a la altura del Puente Padilla.

 

Una hilera del camino de árboles a cada lado del camino. Encontramos muchos machos, los macheros con encima del pantalón otro solo por la parte de delante. Aquí la gente lleva aún el sombrero del país, alas bastante anchas, el medio un poco puntiagudo.

A la derecha, siempre olivares y otro arbolado. A la izquierda, inculto, luego a la izquierda también olivar y trigo en medio. Muchos otros árboles en medio. Hay bastante árbol en hoja, arbustos con grandes hojas.

La gente es pobre por todo este país. Les pagan 6 reales, y los días que no hay trabajo, que la tierra está mojada, se quedan sin nada.[11]

Precioso camino, todo entre apiñado arbolado, olivos y frutales de toda clase.[12] Luego, en medio, muchos granados. Aquí está repartida la propiedad y así la gente no es tan pobre. Las alturas también cubiertas de olivares. Y las cumbres, altas; a la izquierda se destacan ariscas.[13] Vemos en el río La Guardias los vestigios de la inundación, un inmenso pedazo de terreno se llevó. La carretera estaba cubierta, aunque a lo general está en más bajo en estos puntos; es decir, a mucha profundidad del camino. Los saúcos ya tienen la hoja grande, grande; las moreras, etc. etc., lo mismo.

Paramos un momento en una venta, el camino sube y baja. A la derecha, pero más bien de frente, altas montañas separadas.[14] Se adelanta un pico como pan de azúcar.[15] Siempre olivares abajo y en gran parte en las faldas. La diligencia tiene cinco relevos, uno cada tres leguas. Nosotros tendremos sólo uno.

Pasamos debajo, vemos detrás el castillo del pueblo de La Guardia. Tenemos las altas montañas a la derecha. Estamos más encerrados que antes, paso pintoresco. Abajo, los olivares. Todo alrededor, las austeras montañas, delante, parece nos cierran el paso. Pasamos otro trecho en donde hay una quebrada muy grande, hecha por el río; come, come por debajo con la crecida del agua y va sacudiendo el terreno arriba, y esto que el río está a gran profundidad.[16]

Una higuera con hojas verdes. Unos árboles que parecen terribles, pero algo distintos, con el tronco blanco, como la betula. Están todos en hoja, aunque sea como chiquitas.

Pasamos el Guardia y tenemos el río a la izquierda.[17] Allí viene luego un pedazo en donde el río se llevó un pedazo de una pequeña pared del camino. El camino sigue apegado en las alturas a la derecha. Llegamos a un punto en donde hay unos cuantos pinos en la falda cerca del camino y unos alcornoques.

Un traje, camisa colorada, pantalón de cuadros encima del otro, por delante y subiendo arriba, formando como una faja dura, derecha, hasta mitad del pecho, como un escudo en forma de faja. Un chaleco encima de la camisa.

 

Venta del Chaval (La Cerradura)

 

El primer relevo, un bosquecito de pinos en la falda,[18] tocando el otro relevo para la vuelta. Muchos granados, todo el camino también; también higueras. El camino muy encerrado, sólo el río deja un poco de desahogo a la izquierda del otro lado y no siempre. Llegamos a un punto poco después de los puntos de relevo, donde peñas formando nariz, o como una mano con el dedo extendido de pintorescas formas, dominan el camino.[19]

Todo el camino hay ventas o casas o casas de peón caminero. Un chico con el segundo pantalón de piel de oveja. Llegamos a un estrecho, a derecha izquierda peñas de caprichos[as] formas dominan el camino.[20] Una de ellas tiene encima como un turbante o corona imperial.

Aquí hay un puente que el río se llevó en esta crecida.[21] Luego, después en la falda, a la izquierda, pinos raquíticos, el terreno inculto en su mayoría. Ahora, unos pocos olivares en alguna falda, otro pedazo de olivar al lado del río entre o sobre el trigo. Alguna que otra vez un trechito de trigo en las laderas. De vez en cuando a un recodo del camino aparece con otro arbolado un pequeño olivar al lado del río, luego desaparece de nuevo. Una vez olivos que extienden subiendo la una de las cumbres. De repente dos peñas que van siguiendo derechas como dos torres[22]. Allí, debajo, hay una casa de peones camineros.

Del 359[23] al ...

Allá el río ha labrado un recodo atrás, en el terreno.

Una miaja más, corta el camino y otra vez así lo corta, sin remedio. Llegamos a un recodo donde hay un bosque de chopos entrecortado por un pedacito que parece un jardín. Es un vivero del gobierno,[24] árboles muy verdes. Un cedro deodora,[25] mucha planta, pero éstas destrozadas por la inundación. Luego, a la derecha, una pared derecha como cortada de mano de hombre.[26] Es una peña formidable que domina el camino. Allí se deja La Guardia y seguimos al lado del río del Campillo y río de Cambí [Cambil].

Llegamos a una casa cuartel de la Guardia Civil[27]. De vez en cuando algún cultivo de trigo. Las alturas que nos acompañan son algo más bajas que antes. Luego se ven de frente unos montes altos con olivos que van tirándose hasta arriba. Crecen otra vez las alturas que nos acompañan. Un hombre a caballo con una zamarra de piel de oveja.

El camino sigue siempre entre las alturas y a lado del río en un estrecho valle. Las alturas generalmente peladas, excepto aquí allá algunos olivos, que van subiendo por las laderas. Algún pino. En una abertura se ven,[28] a la izquierda, una altura en parte poblada. A la derecha se ve también una, un poquito poblada. La gran parte de estos montes se poblarían magníficamente. Alto de retama a la derecha. Un paso con muchas peñas. Allí se llega a una casita y pasa el camino debajo de un peñón. El río había comido el camino y, entonces, se hizo éste debajo del peñón, a la derecha. Antes de esto, una falda algo poblada con pinos. Pasamos entre dos paredes de peña. Allí hay la ermita de Santa Lucía. Un paso formidable. La ermita se halla a la entrada del túnel. El túnel está hecho en la peña porque el río comió el terreno que está allí muy estrecho. Un inmenso peñón. El río pegando al antiguo trozo de camino. El otro peñón enfrente y en éste el túnel.[29]

A las 11 1/4 se ve el primer pedazo de viña. Más tarde se ve bastante viña[30] antes de llegar al pueblo de [Campillo de Arenas]. Allí se ve también bastante cultivo. El pueblo se llama Campillo de la Reina [Campillo de Arenas]. Allí se abre un poquito más el terreno, es un poquito más desahogado. Pasamos por el pueblo, olivares cubren las alturas, mucha alubia. Poco después del Campillo viene una gran cuesta. El zagalito que tiene 11 años baja y va corriendo animando los caballos, que pega a veces con el puño.[31] A Pandero y a Castañero, que son los dos de delante. Se les va recordando continuamente hacer su deber. Esto desde la salida. No pueden olvidar su nombre por lo mucho que se les está recordando.

Antes del relevo llegamos al punto más alto, donde se dividen también las aguas.

... [pasa a la provincia de Granada]

Olvidé de apuntar que había corrido la voz que pasaría Peral[32] (el del submarino) con un coche de Jaén a Granada; y los hombres en la venta[33], sobre todo el uno dijo luego no puede ser más que aquél, indicando a él. Se lo preguntaron también si lo era.”

  

Las descripciones que realiza María de las Nieves de Braganza en su agenda a su paso por valle del Guadalbullón, son de notable importancia para el conocimiento del territorio que atraviesa. Es una agenda eminentemente etnográfica y geográfica, con abundantes descripciones del paisaje, vegetación, orografía, cultivos, vestiduras, costumbres... Es su agenda, María de las Nieves manifiesta ser poseedora de amplia cultura y capacidad observadora.

De camino a Granada, que realiza en un carruaje de viajeros (góndola), escribe sobre el paisaje que va observando en su recorrido, las poblaciones que ve a lo lejos, torres y castillos, las altas montañas que circundan el camino, tipos del lugar, cultivos, vegetación... Especialmente se detiene en la descripción del paso del valle del río Guadalbullón, que llama de La Guardia y había sufrido recientes inundaciones por las abundantes lluvias del mes de febrero, por la singularidad de la zona, al igual que hizo en Despeñaperros, y realiza algunos dibujos muy esquemáticos. En la descripción incluye la anécdota del encuentro en una venta, probablemente en Campillo de Arenas, con Isaac Peral “(el del submarino)”, que realizaba el mismo viaje en un coche.

María de las Nieves es heredera de una tradición postromántica que generalmente tuvieron los viajeros del siglo XIX y que plasmaron en la narración de sus viajes. El de ser mujer, la convierte en un hecho poco frecuente entre los escritores viajeros de la época. Sin duda, María de las Nieves era una mujer de mundo, políglota, viajera por Europa desde su adolescencia, con un carácter inquieto y aventurero que ya demostró en las dificultades y penalidades que sufrió durante la tercera guerra carlista. Este carácter le empujó a realizar largos y arriesgados viajes junto con su marido, casi siempre de incógnito por estar reclamada por la justicia española. Fue una mujer valiente, culta y humanista, que plasmó en sus diarios los más diversos aspectos y anécdotas de los lugares que visitó. Sus diarios no fueron escritos para ser leídos por el público, sino por ella misma, como un recuerdo personal de su activa e intensa vida. Con sus anotaciones, nos ha dejado una singular visión del valle del Guadalbullón y sus gentes en el mes de marzo de 1892.


[1] Nacido en 1621, era hijo de un gentilhombre de la cámara del rey Luis XIII de Francia y de una señora emparentada con una familia noble española. Acompañó al mariscal de Gramont cuando estuvo en Madrid para gestionar el matrimonio de María Teresa de Austria con Luis XIV. Fruto de esta estancia en España (1659-1660) es su Relation d´un voyage d´Espagne. Où est exactement décrit l´Estat de la Cour de ce Royaume, & de son gouvernement (Paris, Claude Barbin, 1664).

[2] Lettres sur l´Espagne (Paris, H. Fournier, 1833.

[3] Voyage en Espagne, Paris, Victor Magen, 1843.

[4] Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa. Reino de Granada. Madrid, Turner, 1980.

[5] L´Espagne (1879): Viaje por España. Edic. de Arturo del Hoyo, Madrid, Castilla, 1949.

[6] Sobre María de las Nieves de Braganza:

ALCALÁ, César: "Memòries de Maria de les Neus Bragança", en El Carlisme i la dona: V Seminari d´Història del Carlisme (Solsona, 13 y 14 de mayo de 1998), Barcelona: Fundación Francesc Ribalta, 1999.

BORBÓN Y AUSTRIA-ESTE, Alfonso de: Mis memorias sobre la ocupación y toma de Roma por las tropas italianas, el 20 de septiembre de 1870, Madrid: Herrera, 1934. 153-169.
CUBERO, Joaquín: "Margaritas en la clandestinidad: La asociación «Ángeles de la caridad»", en El Carlisme i la dona: V Seminari d´Història del Carlisme (Solsona, 13 y 14 de mayo de 1998), Barcelona: Fundación Francesc Ribalta, 1999.

PEÑAS, Juan Carlos: El Carlismo, la República y la Guerra Civil (1936-1939), Madrid: Actas Editorial, 1996. 440-442.

ROMERO MARÍN, Juan José: "Braganza y Borbón, María de las Nieves de", en MARTÍNEZ, Cándida-PASTOR, Reyna-PASCUA, Mª José de la-TAVERA, Susanna [directoras]: Mujeres en la Historia de España, Madrid: Planeta, 2000.

SANJUÁN GIL, José María.  Los Requetés Riojanos en la guerra de España. Madrid, 1988.

[7] Archivo Histórico Nacional (A.H.N.). Archivo Carlista. Correspondencia de María de las Nieves de Braganza. 103,EXP6, 1871-1919, imágenes 289 y siguientes.

[8] Este viaje de 1892, que realizaron por la Península, tuvo de duración 23 días, con un costo de 5.000 francos, unas 5.700 pesetas de la época. Por entonces, el salario de un jornalero era 1,50 pts. (A.H.N. Archivo Carlista. Correspondencia de María de las Nieves de Braganza. 103, EXP6, 1871-1919, imagen 317 de la reproducción virtual).

[9] A.H.N. Archivo Carlista. 20, L.213. Viaje por España de María de las Nieves de Braganza.

[10] Es la primera vez que María de las Nieves hace referencia a los olivares. Antes de llegar a Jaén, en la extensa campiña apenas había plantaciones de olivos, pues estaba dedicada a tierra de cereal. A la salida de Jaén hacia Granada le sorprende el paisaje, tanto por su orografía, como por su vegetación. Destaca el olivar, que ocupa las terrazas altas del río de la Guardia o Guadalbullón, el cual le acompaña en gran parte de su trayecto hasta la provincia de Granada. En la segunda mitad del siglo XIX, este cultivo está experimentando un continuo crecimiento en la zona.

[11] El trabajo del jornalero tradicionalmente ha sido precario. La climatología era trascendental para su subsistencia, bien por las sequías que suponía perdida de jornales,  o bien por los abundantes períodos de lluvia, que no permitía el trabajo en el campo y, por lo tanto, la falta de ingresos. Es un mundo donde aún las crisis de subsistencias son periódicas y, a veces, crueles, llegando a situaciones de hambre.

[12] Describe el paisaje tradicional de la vega del río Guadalbullón. Sus abundantes frutales fueron sustituidos por plantaciones de olivar ya en el siglo XX.

[13] Serrezuela de Pegalajar.

[14] Sierra de Grajales.

[15] Pico el  Moroche.

[16] Se refiere a la curva existente al final de la recta de Atocha, junto a la casería de Peñarrubia.

[17] Indica el paso del Guadalbullón por el antiguo Puente de Padilla, que destruyó la gran riada de 1950.

[18] El primer relevo lo realiza en la Venta del Chaval.

[19] Lugar conocido en la actualidad como “Las Orejas del Cerdo”.

[20] Es el paso de la Cerradura a la altura de la “Venta del Gallo”.

[21] Se refiere a un primer puente sobre el Guadalbullón que comunicaba la carretera de Granada con las poblaciones de Cambil y Huelma. Posteriormente se construyó un nuevo puente.

            El año 1892 es de fuertes precipitaciones, cayeron 826 litros. El Guadalquivir a su paso por Mengíbar alcanzó en marzo una de sus mayores alturas (7,50 m.). (Revista de Obras Públicas, 12-junio-1902, pág. 221).

[22] Formación natural del barranco de la Parilla (Cárcheles).

[23] Kilómetro 359 de la carretera nacional 323.

[24] Antiguo vivero de Obras Públicas.

[25] El Cedro Deodora todavía se conserva en el vivero, es un árbol magnifico que se tuvo muy en cuenta a la hora de realizar el trazado de la actual autovía.

[26] Lugar situado entre el vivero y la venta La Ramona frente a la Junta de los Ríos.

[27] Probablemente ubicada en la venta de la Ramona.

[28] El Frontil y entrada a Cazalla.

[29] Se refiere al túnel, fue abierto en 1840, tiempos de Isabel II. Junto al mismo se halla la ermita de Santa Lucía y, al lado, la antigua hornacina excavada en la roca que albergaba la imagen. El lugar es muy singular, aunque la construcción de la autovía ha cambiado mucho su imagen. Es citado en los libros de viajeros al menos desde el siglo XVII.

[30] Todavía en este año de 1892, la vid tenía gran presencia en esta zona. A partir de este año la plaga filoxera penetra en la provincia y el paisaje de viña empezará a cambiar, unido a la creciente extensión de las nuevas plantaciones del olivar.

[31] El trabajo infantil era habitual en esta época, donde la gran mayoría de los niños no asistía a la escuela y el grado analfabetismo superaba el ochenta por ciento.

[32] Se trata de Isaac Peral y Caballero (Cartagena, 1 de junio de 1851 - Berlín, 22 de mayo de 1895) fue un científico, marino y militar español, teniente de navío de la Real Armada e inventor del primer submarino torpedero. El submarino fue botado el 8 de septiembre de 1888. El 5 de noviembre de 1891 se licenció del servicio y fue operado de cáncer en Madrid. Se dedicó a la vida civil y fundó varias empresas en relación con el aprovechamiento de la energía eléctrica.

[33] Posiblemente sea una venta situada en el Campillo de Arenas, población que atravesaba el camino de Granada, lugar de descanso frecuente.

 

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