EL MONTE DEL CAÑO DEL AGUADERO A FINALES DEL SIGLO XIX

Juan A. López Cordero

 (Publicado en Albanchez de Úbeda. Feria y Fiestas del 3 al 6 de Mayo de 1997. Ayuntamiento de Albanchez. Jaén, 1997).

            En los pueblos de Sierra Mágina el agua es punto constante de referencia. La tradición agrícola de sus poblaciones y la fertilidad de la tierra han formado parte íntima de su cultura, dejando su huella en un paisaje agrario de montaña, en bancales construidos en las laderas de las sierras o junto a caudalosos arroyos, en vetustos molinos, en intrincadas acequias, en sabios reglamentos de riego, en centenarias huertas e, incluso, en sus creencias más arraigadas, como son los santuarios marianos que se levantan junto a algunas fuentes.

            En la toponimia tradicional, el agua juega también un papel central. Muchos parajes reciben el nombre de un arroyo, barranco o fuente. Este es el caso del monte Caño del Aguadero en Albanchez, que toma el nombre de ese manantial. En el pasado, por estar situada dicha fuente en la línea divisoria entre Albanchez y Bedmar, fue causa de disputas en su posesión entre ambos pueblos.

            En la memoria descriptiva de este monte, elaborada en 1890 por Julio Castroviejo, Ingeniero Jefe de Montes de la provincia, que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Jaén, se recogía como ausente del Catálogo de montes públicos del distrito, pero sí estaba incluida en el último plan de aprovechamientos como monte perteneciente a los propios del pueblo de Albanchez, con 700 has. de cabida aforada, sin límites determinados, y cuya especie arbórea dominante era la encina.

            Este monte estaba situado al Sur del pueblo, a unos 7 km. de distancia. Por esta época, el Ayuntamiento de Albanchez se negaba a la celebración de las subastas de productos forestales, pues alegaba que el monte no era de propios, sino que pertenecía a varios particulares, basado en una venta, cuyo expediente se anulación se encontraba tramitado. Al parecer, según los propios vecinos, hacía algunos años que se había enajenado una considerable extensión del monte por la Hacienda Pública, siendo la venta posteriormente anulada y devolviéndose los plazos satisfechos. Todo ello produjo extraños incidentes y cierta polémica en la población. Tanto es así que, cuando se pretendió tasarlo, el Ingeniero de Montes no pudo formar un concepto claro y preciso sobre el precio. También porque el Ayuntamiento se había negado a la celebración de las subastas para el aprovechamiento de sus frutos, probablemente porque los mismos miembros de la corporación municipal o sus familiares habían participado en la enajenación frustrada. Finalmente se valoró en 8.000 pts., sin llegar a apreciación alguna respecto a su renta.

            Los límites del monte Caño del Aguadero eran: por el Norte con monte bajo vendido por el Estado, por el Este con el término de Bedmar, por el Sur con monte bajo propiedad de Sebastián Ogáyar, y por el Oeste con el término de Cambil. Tras su apreciación, la superficie incluida en su perímetro sumaba 523,3 has., todas de propiedad pública. La altura media sobre el nivel del mar se estimaba en 750 metros, constituyendo "una de las más inmediatas estribaciones de la elevada Sierra de Polera ó de Mágina, desde cuya cúspide cubierta de nieve casi todo el año se domina el territorio que abarcan las provincias de Jaén, Córdoba, Granada y parte de Ciudad Real".

            En cuanto a su topografía se consideraba un monte muy accidentado, especialmente al Norte, Este y Sur, con elevados cerros y profundos barrancos; el mayor de ellos conocido como Barranco del Peral, cuyo cauce servía de límite al monte por el Norte. A este barranco fluían las aguas pluviales de la sierra, que también tenía dos fuentes: la Cueva y Fuenfría, situadas junto a este barranco.

            Respecto al clima, se consideraba frío y lluvioso, con predominio de los vientos del Oeste, que no producían daño alguno. Mientras que el terreno era descrito así:

 

  "La roca subyacente o subsuelo pertenece al 7º grupo geológico, ó sea al carbonífero de los terrenos sedimentarios, de la clase pétrea del órden carbonatado del género y especie calizo. La roca y cerros elevados están completamente desnudos, teniendo el subsuelo al descubierto. En las partes umbrías se advierte la capa vegetal pero en muy reducida extensiones, formando un suelo de poquísima espesura, compuesto de arcilla, cantos y otros fragmentos minerales con algunos despojos orgánicos del reino vegetal; sin que pueda considerarse el predio como apropiado para el cultivo agrario, ya por su suelo generalmente calizo, ya por su extraordinaria accidentación".

 

            Esta memoria del Caño del Aguadero puede considerarse como un reflejo de la defensa que de los montes públicos hicieron los Ingenieros de Montes de la provincia frente al interés privado, que en muchos casos llevó a la roturación y deforestación de estos terrenos poco aptos para la agricultura. Los intereses de las oligarquías municipales dejan en evidencia unas apetencias privadas en un proceso, como es el de la desamortización de los bienes de propios municipales, que viene de lejos, pues esta desamortización comienza con la ley de 1 de mayo de 1855 y continúa hasta bien entrado el siglo XX, siendo el origen de proceso degenerativo de gran parte de los montes Sierra Mágina.

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