LA PIEDRA SECA, PARTE INTEGRAL DE LA CULTURA TRADICIONAL DE SIERRA MÁGINA.

Juan Antonio López Cordero y Antonio Manuel López Fernández

(Arquitectura Rural en Piedra Seca. II Congreso Nacional. Pegalajar, 25, 26 y 27 de junio de 2004. Asociación para el Desarrollo Rural de Sierra Mágina. Cambil, 2005, p. 85-109)

 

 

1. Introducción

 

            Sierra Mágina presenta una geología diversa. Las tierras de montaña forman parte de las cordilleras Subbéticas o Prebéticas. Son sierras formadas por rocas carbonatadas, consistentes y ricas en bases, con calizas, dolomías y margas en su mayor parte. Son materiales de origen sedimentario, las rocas más antiguas datan del Triásico, y la mayoría son del Jurásico y Cretácico. Estos materiales se depositaron en medios marinos a diferentes profundidades. Destacan entre ellos las calizas nodulosas rojas con abundantes ammonites del Jurásico medio y superior. Existen algunas intercalaciones de rocas subvolcánicas al sur de Cambil y materiales cenozoicos dispersos en distintos puntos. La piedra caliza, la más abundante en la comarca, siempre ha estado muy presente en una amplia gama de construcciones tradicionales de piedra seca, como eras, chozos, albarradas, mojones, vallas, y demás construcciones de gran valor etnológico e histórico.

Estas construcciones tienen un antiquísimo origen, al menos del Neolítico, y se han seguido construyendo hasta nuestros días, como una arquitectura tradicional que constituye una de las expresiones culturales más significativa de Sierra Mágina, producto de la actividad de sus gentes, especialmente agroganadera, y de las condiciones climáticas y geográficas de la misma. Este tipo de construcciones están en peligro de desaparición por haber perdido la funcionalidad que tuvieron en el pasado, por lo que muchas están derruidas o bien se van arruinando y derrumbando al estar abandonadas.

 

2. Construcciones de piedra seca en Sierra Mágina.

 

Entre las construcciones de piedra seca más frecuentes en Sierra Mágina están las eras de trilla, que se extienden por toda la comarca, recuerdo de un pasado de economía principalmente cerealística. La mayor parte de ellas se encontraban concentradas en los ejidos, junto a las poblaciones. En la actualidad han desaparecido casi todos ellos al caer en desuso y ser absorbidos por la ampliación de los núcleos urbanos. Otras eras, muchas de las cuales aún se conservan, se encuentran diseminadas por la geografía rural de la comarca, entre olivos o en plena sierra; algunas rodeadas de terrenos antaño roturados y luego abandonados por su bajo rendimiento, como es el caso de los Entredichos (Pegalajar) o Mata Begid (Cambil).

Las eras son de diferente tamaño y construcción. La horizontalidad del terreno donde se ubican se realizaba a través de hormas de piedra[1], rellenando de tierra hasta alcanzar la superficie necesaria para empedrarla. La solería es de cantos rodados, aproximadamente como el puño, sin argamasa de unión; colocados uno junto a otro eran hincados en el suelo con pisones de madera. Los huecos del empedrado eran rellenados de tierra, alcanzando el suelo una gran fortaleza para poder soportar el paso continuo de las bestias y la trilla.

El trazado del empedrado de las eras requería gran pericia. Primeramente se trazaban unas guías, cuyo nivel servía para empedar el resto de la era. Según la situación de las guías, las eras presentan figuras geométricas diversas que le dan singularidad a cada una de ellas.

 

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Era del Castillejo (Mata Begid)

 

            Otras figuras omnipresentes en la sierra maginense son las cercas de piedra, llamadas también cercados o linderos, que separan los campos de cultivo del monte. Son construcciones de piedra en seco, recogida del entorno, cuyo fin era evitar el paso de ganado a las parcelas agrícolas. Por sus características están plenamente integradas en el paisaje. Se distribuyen por toda la geografía de Sierra Mágina.

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Cercado (Fuente de la Teja. Pegalajar)

Los muros de contención que también reciben el nombre de paratas, albarradas[2] u hormas, presentan una gran diversidad por su forma y tamaño. Su fin es el aterrazamiento del suelo de cultivo, salvando así la dificultad de la orografía del terreno y la pérdida de suelo, aprovechando mayor superficie para la agricultura. Son frecuentes tanto en los cultivos de secano como también en los de regadío. Pero es especialmente en estos últimos donde alcanza su mayor desarrollo y se complementan perfectamente con una red de kilómetros de acequias para repartir el agua a cada bancal. El paisaje de estas zonas es de singular belleza al alcanzar una perfecta armonía el elemento arquitectónico humano con el natural. La piedra utilizada depende del entorno que le rodea. Es frecuente en algunas zonas de la comarca, como es el caso de la huerta de Pegalajar, utilizar la tosca para la realización de estos muros de contención, porosa, fácil de trabajar y menos pesada. Los aparejos del muro suelen ser de soga para las piedras labradas, utilizando algunas toscas a tizón para mejor trabar el muro.

 

 

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Albarradas (Borbotón. Monte de Bercho)

 

La Huerta de Pegalajar es sin duda el lugar de Sierra Mágina que presenta mayor concentración de hormas. Sin duda, la construcción de toda una amplia red de bancales a lo largo de la ladera, incluso en zonas abruptas, aprovechando al máximo el terreno, supuso una gran obra de ingeniería en la que es aprovechado cualquier palmo de tierra basándose en hormas de tosca, una piedra caliza extraída de la misma huerta y otras zonas vecinas, como la cantera de las Eras de la Ventilla, siendo labrada a modo de sillar con una herramienta denominada escoda. El fin de las hormas era allanar el terreno para evitar la erosión y permitir el riego a manta que proporcionaban las aguas de la Fuente de la Reja. Algunos bancales de la zona más alta de la Huerta, construidos sobre la misma roca, se rellenaron de tierra proveniente probablemente de las periódicas limpiezas que se hacían del cercano estanque que embalsaba las aguas de la Fuente de la Reja, estanque que también acumulaba la fuerte erosión de la Serrezuela desnuda de vegetación. Las frecuentes labores en las que influía la proximidad al núcleo urbano, el agua y el abundante abono animal que recibía, le daban a la huerta una fertilidad de la que carecía el resto del terreno agrícola del término. Era un lugar ya cultivado en la Edad Antigua, pues en ella han aparecido restos de cerámica y piedras de molino romanos, junto con otros restos árabes que confirman su utilización medieval; y ya en época bajo medieval las crónicas cristianas citan la huerta de Pegalajar como zona de cultivo, relacionada con las aguas de la Fuente Vieja o de la Reja.[3]

 

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Bancales. Huerta de Pegalajar

 

Con la denominación de chozos, caracoles, monos o cuevas se designan en las poblaciones de la comarca de Sierra Mágina a las construcciones que forman un pequeño habitáculo de falsa bóveda, con muros y cobertura de piedra caliza sin labrar y sin ningún tipo de argamasa. Los hay de diferentes altura y planta, desde el que escasamente cabe un cuerpo a gachas para entrar, hasta los que presentan una puerta de entrada, que suelen ser más excepcionales. Se encuentran dispersos por el entorno rural de la sierra. Estos refugios recuerdan un pasado ganadero, aunque más tarde hayan sido utilizados y construidos también por canteros como habitáculo de los peones en el lugar de trabajo (canteras de piedra de Jimena o del Mercadillo[4] en Pegalajar), y por agricultores cuando los cultivos se extendieron por la sierra. Son en Sierra Mágina muy abundantes. Los materiales utilizados se encuentran alrededor de la obra y por la sencillez de su construcción, sin argamasas de unión, están plenamente integrados en el paisaje.

 

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Chozo (Arbuniel)

 

El término chozas es usado en Sierra Mágina para definir una variedad de chozo que mantiene la planta circular, las paredes de piedra, pero está rematado por una cubierta vegetal cónica. Su función es eminentemente pastoril, aunque en algunas ocasiones era utilizado por agricultores, incluso por los neveros. La abundancia de ellos en Sierra Mágina ha quedado en la toponimia, como en la Cañada de las Chozas, ubicada en la Loma del Ventisquero (Albanchez de Mágina).

La cubierta vegetal se hacía con un soporte de ramas resistentes de árboles como la encina, entrelazadas unas con otras, a continuación se cubría con una capa de hiniesta, a la que seguía una segunda capa, ésta de lastón, y terminaba en el vértice con un cerramiento de esparto cosido, con lo que se conseguía una perfecta impermeabilidad. Su utilización era temporal y la cubierta vegetal podía durar varios años pese a la inclemencia del tiempo.

 

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Choza (Cabritas. Huelma)[5]

 

También, en muchos de los terrenos de cultivo de Sierra Mágina se pueden observar apilamientos de piedra, formando hilera o bien de tipo circular o poligonal, a veces con horma en su perímetro a modo de contenedor, que en Sierra Mágina recibe el nombre de majano[6] y en algunos lugares de Cataluña se les denomina cloper. Son consecuencia de la limpieza del terreno pedregoso para las labores agrícolas. Este apilamiento se realizaba periódicamente, pues a medida que se araba el campo iban saliendo más piedras. Muchas de estas reutilizadas para aterrazar las zonas en pendiente, marcar las lindes o vallado de las parcelas, construir chozos, casas y corrales para el ganado.

 

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Majano y puesto de cazadores (Pegalajar)

 

Los pozos de nieve de Sierra Mágina también utilizaban la técnica de piedra en seco. Estas condiciones orográficas, con las alturas mayores de la provincia, como son los picos Almadén (2.032 metros), Mágina (2.167) y Sierra Mágina (2.014), permitieron el aprovechamiento de la nieve como recurso con fines terapéuticos y gastronómicos, junto con el desarrollo de un importante comercio basado en su exportación durante los meses de verano a ciudades como Baeza, Úbeda, Andujar Córdoba,... y, en general, todo el alto valle del Guadalquivir, que tiene un importante desarrollo entre el siglo XVI y finales del XIX. El uso de la nieve en Sierra Mágina perduró hasta la década de 1960, y ha dejado sus huellas en los pozos de nieve que se distribuyen por las cumbres del macizo de Mágina, y en otros aspectos, como son en la toponimia local los “caminos de neveros” y en la gastronomía los sorbetes de “aguacebá”.

Los pozos de nieve son el resultado del desarrollo de este tipo de cultura. Estos pozos solían ser circulares, variables en diámetro y fondo, entre los 4 y 17 metros de diámetro. Los materiales son por lo general de piedra carbonatada, propia de la zona, y el tratamiento de la construcción es mampostería, en su modalidad de piedra en seco. La gran mayoría de ellos construidos entre los 1.700 y 2.150 metros de altura, lugares en los que también se aprovechaba para el acopio de la nieve dolinas, simas y ventisqueros, como la famosa Sima de Mágina, situada en la Loma del Ventisquero.

 

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Pared de piedra seca del pozo de nieve del Centenillo (Albanchez)

 

 

Por lo general, el almacenamiento de la nieve se realizaba de forma muy semejante a las distintas regiones, como se había realizado durante siglos. En los meses de invierno, tras las nevadas, salían cuadrillas de neveros hacia los pozos. Era un trabajo arduo que duraba varios días, por lo que solía existir cerca del lugar un refugio para trabajadores y caballerías, como eran las derruidas casas de neveros y chozas de Mágina. Cuando el pozo estaba lleno, lo cubrían con ramas de aulaga, o de bálago, que actuaban como aislantes, y se aterraba, lo que hacia de aislante frente a las lluvias de primavera y permitía que la nieve se conservara hasta el verano. Ya en la época de calor, abrían los pozos de la nieve y extraían el hielo. El transporte a las poblaciones se hacía por dificultosos senderos, de noche para evitar el calor, con recuas de burros y mulos. La nieve iba introducida en aislantes seras, acondicionadas con tamo y paja. En ocasiones el traslado se hacía en cestos, sobre las espaldas del hombre.

            En piedra seca se realizaban las minas, con el fin de concentrar la captación de aguas de las fuentes. Son estrechas y pequeñas galerías con una solera y dos paredes y bóveda de piedra en seco que conducían el agua al caño exterior y la depositaba en la alberca. Otro tipo de minas de piedra seca se realizaban para dar paso a las acequias salvando los desniveles del terreno de los bancales. Las minas son bastante frecuentes en las zonas de riego y su profundidad es variable.

 

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Mina de la Fuente Noguera (Huerta de Pegalajar)

Mina de acequia (Fuente Uñana. Huerta de Pegalajar)

 

 

A las minas se asocian otros elementos de piedra seca, como son las albercas, impermeabilizadas en el interior con mortero, las hormas que protegen el entorno de la alberca y las canalizaciones de piedra de caces y acequias, además de pilas y piletas (piedras de diferente tamaño vaciadas para contener el agua). Aún hoy día son utilizadas este tipo de construcciones en diferentes lugares de huerta de Sierra Mágina.

 

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Fuente Los Mochos (Huerta de Pegalajar)

 

 

 

3. La Serrezuela de Pegalajar, un ejemplo de arquitectura de piedra seca en Sierra Mágina.

 

La Serrezuela de Pegalajar ha formado parte históricamente de los bienes comunales del municipio que, como otros montes de propios, era utilizado desde "tiempos inmemoriales" como terrenos de aprovechamiento común, "para el desahogo del ganado de labor y uso propio de los vecinos y el sostenimiento de algún atajo de cabras". La Serrezuela es conocida también por la denominación de Baldíos del Haza Colorada, cuya extensión aproximada es de 433 hectáreas.

La primera referencia escrita a ella –año 1470– la encontramos en la Crónica del Condestable Miguel Lucas de Iranzo, que denomina la Serrezuela con el nombre de La Pedregosa, en cuya cima había una atalaya[7]. Esta denominación alude al carácter árido de la misma, que también es recogido en otra cita de la misma crónica, al referirse a ella como “sierra agra”[8].

La Serrezuela está situada al Noroeste del pueblo; en la memoria descriptiva de los Baldíos del Haza Colorada, en 1890, dice que linda al Norte con el término de Mancha Real, al Oeste con terrenos particulares y término de La Guardia, y al Este y Sur también con terrenos particulares. A finales del siglo XIX ya estaban roturadas 14,25 hectáreas, destinadas a siembra. Su orografía se consideraba muy pronunciada, aunque no era monte extremadamente accidentado ni de gran altura. En éste no existía fuente alguna de agua permanente, y estaba totalmente desprovisto de árboles y arbustos, "únicamente algunos tomillos y aliagas y plantas herbáceas en aquellos sitios en que hay tierra vegetal"[9]. También aparece en 1897 en la relación de Montes y demás terrenos de dominio público que no revisten carácter de interés general.[10]

 

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            Al estar situado el núcleo urbano en la falda de la Serrezuela, las aguas arrastraban hasta la población tierras y piedras durante las tormentas. Para controlar esta erosión, el monte de la Serrezuela fue incluido dentro de los planes de reforestación de los años cuarenta (110 hectáreas), cincuenta (114,4 hectáreas) y sesenta (64 hectáreas) del siglo XX[11]. Por entonces, muchas de las parcelas de cultivo habían sido abandonadas por la pérdida de suelo y escasa fertilidad, y éstas se plantaron de pino carrasco, cubriéndose de vegetación arbórea de la que hasta entonces carecía. En la actualidad está catalogada como “Paisaje Serrano de Interés Ambiental” en el Plan de Protección del Medio Físico de la provincia de Jaén.

 

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La Serrezuela desde el núcleo urbano de Pegalajar

           

La Serrezuela forma parte del entorno del núcleo urbano de Pegalajar, donde existe un rico patrimonio de arquitectura rural en piedra seca, fruto de una cultura muy influenciada por la orografía y la historia. El núcleo urbano se ubica en la falda de este monte, por lo que tanto la población como la parte más baja de la Serrezuela, que comprende las tierras de cultivo donde está ubicada la zona de Huerta, pueden ser consideradas como una extensión de la misma.

 

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Sendero Serrezuela (Pegalajar)

 

Los senderos de la Serrezuela tienen un significado especial, a través de ellos se puede acceder a todo un rico patrimonio cultural de piedra seca, del que los mismos senderos forman parte, además de otro rico patrimonio histórico (fortaleza de la Peña de los Buitres), medioambiental (vegetación boscosa y esteparia), faunístico y paisajístico (monte de Bercho, valle del Guadalbullón, Sierra Sur, alto valle del Guadalquivir,...); valores, a los que hay que añadir también el pujante valor turístico y recreativo que tiene la zona de parapente de las Siete Pilillas y su área recreativa.

Estos senderos, debido a su acusada pendiente, están nivelados en gran parte de su trayecto por hileras de piedra seca, cuya altura varía según el trayecto, desde la simple hilera de piedras a "rastrillos" de más de tres metros para poder salvar los barrancos y ramblas que drenan las aguas pluviales.

            Hay dos senderos principales en la Serrezuela. El más largo de ellos, de unos seis kilómetros de recorrido, circunda la misma. A éste se accede desde las cuevas del Romeral, a través del sendero de la Peña Gorda o del de la Cruz Alta. Otro acceso al mismo se encuentra en el puerto de las Siete Pilillas, donde el sendero se encuentra casi al nivel del mismo puerto. Un segundo sendero atraviesa la Serrezuela por su cumbre, en su extremo Suroeste, por encima de la Peña de los Buitres, partiendo y finalizando en el primer sendero; es de acusada pendiente excepto en la cumbre, donde existe un importante trecho llano. Ambos atraviesan en casi todo su recorrido zona boscosa de pinos carrascos, con algunos chaparros, romerales, tomillares, aulagares y espartales. La zona más árida, correspondiente a la ladera suroeste, es lugar de acusada pendiente y pedregoso, pero donde también existen algunos ejemplares arbóreos dispersos, como la encina y el almendro, que contribuyen a darle una impronta especial al paisaje, y también donde se inicia una zona de bancales formados con hormas de piedra caliza de especial belleza paisajística, que desde el camino suben escalonadamente hasta la pared rocosa de la Peña de los Buitres. En la parte más baja de ésta, fuera del circuito de los dos principales senderos y ya lindante con el olivar, hay una meseta con un paisaje singular de grandes peñascos intercalados en un bosque de pino carrasco en el que también se encuentran diversas albarradas. Este paraje recibe la denominación de los Peñonares. De ahí parte otro sendero semejante a los anteriores que llega al término de La Guardia.

 

3.1. Albarradas.

 

            Los senderos fueron utilizados en el pasado por pastores y agricultores, pues durante la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del XX parte de la Serrezuela fue roturada y sembrada de cereales pese a la pobreza de sus suelos. De este pasado agrícola han quedado multitud de albarradas que forman bancales o “poyos”, denominación que se da en la localidad a las terrazas de cultivo elaboradas con hormas de piedra caliza, material de la propia Serrezuela. La elaboración de las hormas requería una gran pericia, por lo que estas construcciones eran dirigidas por un maestro hormero, el cual sabía cómo ir colocando cada una de las piedras. Así la cara, o aquella parte de la piedra más plana y ancha debía de ir hacia fuera; periódicamente se colocaban algunas de ellas a tizón como en el caso de las toscas labradas a modo de sillar en la huerta; y a la vez que el muro iba creciendo en altura se debían ir rellenando y formando el bancal con la tierra, pero la parte más cercana a la horma se rellenaba con una capa paralela de grava o pequeñas piedras para permitir el drenaje del agua y evitar que la dilatación de la tierra empapada desmoronase el muro.

            La tipología de los muros es muy variada, va desde la mampostería seca a base de pequeñas piedras colocadas con gran precisión y maestría para conseguir la fortaleza necesaria, hasta las hormas formadas con grandes rocas que recuerdan formaciones ciclópeas. Gran parte de estos bancales hoy están poblados de pinos, debido a la reforestación realizada entre los años cuarenta y sesenta del siglo XX. Las parcelas de cultivo estaban abandonadas en su mayor parte; sólo quedaron algunas en explotación, por lo que no fueron reforestadas. Eran los terrenos más aptos dentro de la pobreza generalizada del suelo, que hoy día están abandonados o plantados de almendros.

 

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Albarradas (La Serrezuela. Pegalajar)

           

Las albarradas en la Serrezuela también forman parte de las cuevas-vivienda, que se extienden por la parte superior del núcleo urbano, constituyen los barrios de las cuevas del Romeral, Chorreadero y de la Fuente. Son cuevas horadadas por el hombre en las margas y arcilla del monte para lo que tuvieron que abrir una calle de varios metros antes de la puerta de entrada a fin de dar la altura necesaria. Esta calle está protegida por hormas del mismo tipo constructivo que las anteriores.

 

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Albarradas en cuevas-vivienda (La Serrezuela. Pegalajar)

 

3.2. Linderos.

 

Previamente a la roturación del terreno de propios municipales en la Serrezuela, que se inició de forma ilegal en el siglo XIX con el consentimiento tácito del Ayuntamiento, se realizó la parcelación del mismo distribuyéndose por suertes entre los vecinos, proceso habitual a otras zonas de monte del término. La parcelación conllevaba el establecimiento de linderos, y para realizarlos tenían el material a mano, la gran cantidad de piedra existente en los mismos. Los linderos se realizaron con apilamiento de piedras en muchos casos, y en otros con hileras de piedras en contacto unas con otras, logrando así un paisaje de piedras con un doble sentido, el de la verticalidad de los linderos y el de la horizontalidad de las albarradas.

 

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Lindero (La Serrezuela. Pegalajar)

 

 

3.3. Rastrillos.

 

            En Pegalajar llaman “rastrillos” a las hormas construidas para la contención de avenidas de agua en las numerosas ramblas y barrancos a fin de evitar que profundicen en su cauce y arrastren piedras y tierra. Esta acepción, que como tal no figura en el diccionario de la Real Academia, recoge en su denominación el recuerdo de las antiguas fortalezas muradas, que disponían de rastrillos en sus puertas de entrada. Las terrazas que forman muchos de estos rastrillos sirven de paso a los senderos. En otros, la sedimentación de la tierra que forma la terraza, a menudo de varios metros de profundidad en un terreno de escaso suelo, permite la plantación arbórea de pinos, cuyas raíces contribuyen también a la consolidación del terreno.

 

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Rastrillos (La Serrezuela. Pegalajar)

 

3.4. Cercas.

 

            Las cercas de piedra seca cerraban las fincas agrícolas para evitar el acceso del ganado, protegiendo así los cultivos. La ganadería extensiva estaba en el pasado muy difundida por Sierra Mágina, una actividad tradicional que tenía como base alimenticia para el ganado las grandes dehesas de monte existentes antes de las roturaciones. El desarrollo de la actividad agraria desde el siglo XVI, y especialmente en el siglo XIX y primeras décadas del XX llevó a la desaparición de muchas dehesas, a la reducción de la superficie de otras y a la ocupación de las vías pecuarias, con la consiguiente disminución de la cabaña ganadera formada principalmente de ganado ovino y caprino, el más abundante en la Sierra y del que aún quedan algunos restos de especies autóctonas, como la oveja ojinegra o montesina y la cabra blanca.

 

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Cercado del Chorreadero. (La Serrezuela. Pegalajar)

 

            Algunas de las fincas agrícolas lindantes a las zonas de pastos conservan cercas de altura y anchura variable, en torno a un metro de alto por medio de ancho. La construcción de las cercas es semejante a la de los muros de contención de los bancales, con la salvedad de que se realiza por las dos caras, dejando en medio un espacio de relleno de pequeñas piedras. Se forma la cerca a la vez que se limpia de piedras el campo de cultivo, por lo que todo el material empleado es recogido del entorno.

 

3.5. Chozos.

 

            Siguiendo el sendero que circunvala la Serrezuela, en su zona noroeste, existe un chozo que está plenamente integrado en el mismo, pues la travesía del camino pasa por la parte superior del chozo; por esta circunstancia es muy difícil de ver, pues el chozo forma parte de la horma del sendero. El material de construcción es la piedra caliza del entorno. Su planta es ovalada de 1,90 metros en su diámetro más estrecho por 2,10 en el más largo. Está cubierto por falsa cúpula de 1,55 metros en su cenit. El suelo es de tierra y el único hueco al exterior de que dispone es una pequeña puerta con arco también de piedra seca de 1,10 metros de altura por 0,83 metros de anchura, orientada al noroeste. La cúpula de piedra se completa en el exterior por una capa de tierra que forma parte del sendero, con el fin de impermeabilizarlo. Este chozo se encuentra en perfecto estado y presenta gran robustez. Debió ser utilizado en el pasado como refugio temporal por los pastores de la Serrezuela.

            Otro chozo, similar en las características constructivas al anterior aunque un poco mayor en volumen, se encuentra situado en zona de cultivo de vid, en la vertiente noreste de la Serrezuela, paraje conocido como el Chorreadero. Es un típico chozo de viña, exento, excepto en su parte posterior que está adosado a una albarrada. En el pasado tuvo una función de albergue temporal de agricultores, especialmente en la época que había de vigilar el fruto.

 

 

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Chozos (La Serrezuela. Pegalajar)

 

 

3.6. Era.

 

            En el lugar conocido como La Iruela, rozando el núcleo urbano, donde se inician las cuevas del Chorreadero y terminan las del Romeral, aún queda una de las eras donde se trillaba el trigo recogido de las parcelas de la Serrezuela. Es un lugar bien ventilado a fin de poder aventar la mies trillada. Para realizar la eras explanaban el terreno y, una vez conseguida la horizontalidad requerida, se empedraba con cantos rodados semejantes a los empleados en empedrar los portales de algunas casas y cuevas-vivienda en el pasado. El dibujo varía según el trazado de las guías de las eras, pero en esta zona se solían trazar las guías partiendo del punto central de la era hacia el exterior.

 

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Era de trilla transformada en corral (La Iruela. La Serrezuela)

 

 

3.7. Otras construcciones de piedra seca.

 

            La piedra seca permite gran variedad de construcciones. Los mojones de piedra son una de las manifestaciones más antiguas que ha utilizado el nombre como hito o señal con múltiples funciones. Su función más específica es como señal permanente para fijar la delimitación de los términos. Por la Serrezuela pasa la línea divisoria entre los términos de Pegalajar con los de Mancha Real y La Guardia. Los mojones básicamente consisten en colocar piedras de mediano tamaño por apilamiento, en forma cónica para que pueda ser visto desde la distancia. Aunque los había de cal y canto, lo habitual era de piedra en seco. El amojonamiento tenía su ritual, que componían la elaboración del mojón, la fijación por escrito de la construcción y del entorno donde se ubica y el acto de posesión. Así, en la delimitación de la villa de Pegalajar en 1559, el Juez llegó al mojón conocido con del Acebuche, donde también confluían Cambil y Pegalajar, "el qual está bajando por la cordillera abajo desde la dicha torre de la estrella abajo a dar al río", sobre una peña, "junto al río, en lo que llaman la Cerradura"]. El Juez lo dio en posesión a Pedro de Viedma, en nombre de la villa de Pegalajar; el cual, siguiendo el ritual de la época echó varias piedras y se subió en él en señal de posesión.[12]

 

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Puesto de Cazadores (La Serrezuela. Pegalajar)

 

 

Otras construcciones son los puestos de cazadores, de diferente tamaño según su función. Pueden ser de base circular, poligonal o carecer de alguno de los lados, pues su fin es ocultar la ubicación del cazador con una construcción de piedra seca del entorno. Esta construcción no suele estar cubierta y el muro tiene un orificio por el que sacar el cañón de la escopeta y divisar la pieza a cazar. Estos puestos se suelen construir para la “caza del cuco” o caza de la perdiz con reclamo.

 

4. Los senderos de la Serrezuela de Pegalajar y la necesidad de ser declarados de interés turístico nacional de Andalucía.

 

El Decreto 20/2002, de 29 de enero, publicado en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía 2 de febrero 2002, núm. 14/2002, regula la prestación de servicios en el Medio Rural y el Turismo Activo y establece en su capítulo II medidas relativas al uso de los senderos y a la labor de fomento administrativo. Así manifiesta:

 

“Artículo 32. Senderos y caminos rurales.

1. A los efectos de este Decreto, se consideran senderos y caminos rurales aquellos itinerarios que se localizan en su parte principal en el medio rural, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 3 del presente Decreto y siguen sendas, caminos, vías pecuarias, pistas forestales o calzadas de titularidad pública.

2. De acuerdo con el artículo 2.a) de la Ley 12/1999, de 15 de diciembre, de Turismo, los senderos y caminos rurales se consideran recursos turísticos como medio para facilitar el desarrollo de actividades deportivas, recreativas o culturales, así como de cualesquiera otras actividades de turismo activo.

 3. El uso de los senderos y caminos que, en su consideración de recurso turístico, discurran por un espacio natural protegido, terreno forestal o vía pecuaria y que, de acuerdo con la normativa vigente tenga la consideración de uso complementario, se adecuará, además, a lo establecido en la normativa que resulte de aplicación.

Artículo 33. Promoción pública de los senderos y caminos rurales.

 Las Consejerías de Turismo y Deporte y de Medio Ambiente definirán y promocionarán como un recurso turístico la Red Andaluza de Itinerarios que, debidamente señalizados y acondicionados, atraviesen el territorio andaluz y de forma preferente sus espacios naturales protegidos, terrenos forestales y vías pecuarias.

Artículo 34. Declaración de interés turístico nacional de Andalucía de senderos y caminos rurales.

 De conformidad con el artículo 20 de la Ley 12/1999, de 15 de diciembre, del Turismo, la Consejería de Turismo y Deporte podrá declarar de interés turístico nacional de Andalucía a aquellas rutas o caminos que supongan una manifestación de tradición popular y tengan una especial importancia como atractivo turístico. Asimismo, las personas titulares de senderos y caminos rurales podrán solicitar esta declaración.”

 

Los senderos de la Serrezuela de Pegalajar, como patrimonio cultural, no sólo tienen el valor que representan para nuestra comunidad, sino además un valor de uso. Es evidente la posibilidad y la necesidad de utilizar los senderos de la Serrezuela, patrimonio cultural y vector de éste, como factor de desarrollo, lo que implica una gestión integral de este monte en su conjunto enfocada hacia el desarrollo social y económico de la zona, en vista a un sector de turismo de interior y cultural en proceso de crecimiento. Por ello este trabajo no quiere limitarse a unas simples líneas de investigación, sino contribuir con su estudio al desarrollo sostenible sobre la base del patrimonio, cuyo primer paso es éste. La gestión integral del patrimonio implica un trabajo multidisciplinar que incorpore también la conservación y la difusión, en la que se debe contemplar como un patrimonio vivo como se manifiesta a través de los senderos de la Serrezuela de Pegalajar, que sin duda son candidatos por su alto valor cultural, histórico, paisajístico y medioambiental a ser declarados de interés turístico nacional de Andalucía. A ello hay que añadir su concentración geográfica, la propiedad municipal de los mismos y su proximidad al núcleo urbano de Pegalajar, que forma parte de la misma Serrezuela y tiene una continuidad con la Huerta, declarada en 2001 lugar de interés etnológico[13], con la que forma una unidad con las construcciones de piedra en seco, e incluye otros elementos culturales como la fortaleza medieval de la Peña de los Buitres, las cuevas-vivienda del Romeral y el Chorreadero y demás elementos histórico-culturales del núcleo urbano.

 

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Huerta de Pegalajar

Fortaleza Peña de los buitres

 

 

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Panorámicas desde La Serrezuela. Sierra Mágina y Campiña Giennense

 

 

5. Bibliografía específica comarcal.

 

- ESCOBEDO MOLINOS, Enrique. “Dólmenes, tholoi, cuevas de piedra, monos y caracoles”. Sumuntán: Anuario de Estudios sobre Sierra Mágina, núm 18. CISMA. Carcheljo, 2003, pp. 129-141. (http://www.cismamagina.es/pdf/18-09.pdf)

- ESCOBEDO MOLINOS, Enrique. “Cuevas de piedra, caracoles y monos”. Mágina +. Número 2. Asociación para el Desarrollo Rural de Sierra Mágina. Cambil. Noviembre 2001, p. 20.

- ESCOBEDO MOLINOS, Enrique. “Las cuevas de piedra en la zona sur de la comarca de Magina”. Actas del VII Congreso de Cronistas de la provincia de Jaén. Jaén, 2003, pp. 447-458.

- ESCOBEDO MOLINOS, Enrique. “Construcciones en piedra seca en la comarca de Magina”. Actas del I  Congreso Nacional de arquitectura rural en piedra seca. Núm. 38. Zahora, 2003, pp. 501-508.

- ESCOBEDO MOLINOS, Enrique. “Los Chozos de piedra”. Jaén, pueblos y ciudades. Jaén, 1997-2000, p. 2095.

 - FERNÁNDEZ, Ana; IBÁÑEZ TORRERO, Manuel. “La catalogación de la Huerta de Pegalajar como lugar de interés etnológico y su inclusión en el catálogo general del patrimonio histórico andaluz”. Sumuntán. Revista de Estudios de Sierra Mágina. Número 13. CISMA. Carchelejo, 2000, pp. 69-82.

- GALIANO TORRES, Ramón. “Arquitectura Rural en Pegalajar: la importancia y belleza de lo sencillo”. Jácena. Revista del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Jaén. Jaén, octubre-diciembre-1997, pp. 8-16.

- GALIANO TORRES, Ramón. “Arquitectura Rural en Pegalajar: edificaciones integradas en el entorno”. Feria y Fiestas en honor de la Virgen de las Nieves. Pegalajar, del 4 al 9 de agosto de 1998. Ayuntamiento. Pegalajar, 1998.

- LÓPEZ CORDERO, Juan Antonio. “Los baldíos del Haza Colorada, Morrón y Hoyo de la Sierra entre los siglos XIX y XX”. Diario Jaén, 2-agosto-1997, p. 26.

(http://personal.telefonica.terra.es/web/sierra-magina/articulos/los_baldios_del_haza_colorada.htm)

- LÓPEZ CORDERO, Juan Antonio. “La Fuente de la Reja, histórica seña de identidad de Pegalajar”. Sumuntán. Revista de Estudios de Sierra Mágina. Número 4. CISMA. Carchelejo, 1994, pp. 141-161. (http://personal.telefonica.terra.es/web/sierra-magina/articulos/la_fuente_de_la_reja.htm)

- LÓPEZ CORDERO, Juan Antonio. La venta de lugares del término de Jaén en el siglo XVI: el caso de Pegalajar. Centro Asociado UNED de Jaén. Jaén, 1997. (http://personal.telefonica.terra.es/web/sierra-magina/ventapegalajar/leer-venta.htm)

- LÓPEZ CORDERO, J.A.; Liétor Morales, J.; Y ROJAS LÓPEZ, J. Pegalajar: nueva aproximación histórica. Ayuntamiento. Pegalajar, 1993.

(http://personal.telefonica.terra.es/web/sierra-magina/nuevaaproximacionhistorica/nueva_aproximacion_historica.htm)

- LÓPEZ CORDERO, J.A. y GONZÁLEZ CANO, Jorge. Conocer Mágina. Curso de Educación a Distancia. Unidades Didácticas. Asociación para el Desarrollo Rural de Sierra Mágina. Cambil, 2001. (http://www.magina.org/congresos3.htm)

- LÓPEZ CORDERO, J.A. y GONZÁLEZ CANO, Jorge. “La nieve, histórico comercio de Sierra Mágina”. En Sumuntán. Revista de Estudios de Sierra Mágina. Número 17. CISMA. Carchelejo, 2002, pp. 195-212. (http://www.cismamagina.es/pdf/17-12.pdf)

- SÁNCHEZ MARTÍNEZ, José Domingo. La política forestal en la provincia de Jaén. Diputación Provincial. Jaén, 1998.

 

 



[1] El Diccionario de la Lengua Española recoge la acepción de “pared de piedra seca” en la palabra horma.

[2] Parata o albarrada es definida en el Diccionario de Lengua Española como “pared de piedra seca”.

[3] Relación de los hechos del muy magnífico e más virtuoso señor, el señor don Miguel Lucas, muy digno Condestable de Castilla. Edición y estudio de Juan Cuevas Mata, Juan del Arco Moya y José del Arco Moya. Universidad de Jaén – Ayuntamiento. Jaén, 2001, pp. 372.

[4] Los chozos de la cantera del Mercadillo fueron destruidos hace algunos años en las labores de extracción de piedra, debido a la falta de protección  y al haber perdido el uso para el que fueron construidos. Esta cantera fue utilizada al menos desde época medieval, con cuya piedra se realizaron las más diversas construcciones, incluso monumentos como la Catedral de Jaén.

[5] Choza elaborada con técnica tradicional maginense por un grupo de campo trabajo juvenil dirigido por Esteban Justicia y el asesoramiento de antiguos pastores.

[6] El Diccionario de la Lengua Española define majano como “montón de cantos sueltos que se forma en las tierras de labor o en las encrucijadas y división de términos”.

[7] El recuerdo de la atalaya de la Pedregosa ha quedado en la toponimia en la denominación de la zona como “las Torrezuelas”.

[8] Relación de los hechos del muy magnífico e más virtuoso señor, el señor don Miguel Lucas, muy digno Condestable de Castilla. Edición y estudio de Juan Cuevas Mata, Juan del Arco Moya y José del Arco Moya. Universidad de Jaén – Ayuntamiento. Jaén, 2001, pp. 372.

[9] Archivo Histórico Provincial de Jaén. Documentación forestal. Catalogo de montes, 12 (asignatura provisional). Memoria descriptiva del monte público denominado Baldíos de Haza Colorada y sito en el término municipal de Pegalajar. Jaén, 6-marzo-1890.

[10] Real Decreto de 27 de febrero de 1897.

[11] Sánchez Martínez, José Domingo. La política forestal en la provincia de Jaén. Diputación Provincial. Jaén, 1998, p. 280. Envía a Archivo del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza. Servicio de Repoblaciones Forestales. Relación de propuestas extinguidas de los montes repoblados.

[12] López Cordero, Juan Antonio. La venta de lugares del término de Jaén en el siglo XVI: el caso de Pegalajar. Centro Asociado UNED. Jaén, 1997, p. 64.

[13] Orden de 4 de septiembre de 2001, de la Consejera de Cultura, por la que se resuelve inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, con carácter específico, como lugar de interés etnológico, el bien denominado Huerta de Pegalajar, en Pegalajar (Jaén)