EL TESTAMENTO DE FRANCISCO DE RUS PUERTA
Juan Antonio López Cordero
¡Ya era hora!, dijo alguien de los amigos de San Antón cuando en la cena jocosa del año pasado Manolo López Pérez propuso públicamente un homenaje
a nuestro querido prioste Pedro Casañas, el alma de una asociación que nació con vocación de servicio y que, después de muchos años, tanto ha dado a la cultura jiennense. Todos sabemos que la labor de Pedro es ardua y oscura, realizada a la sombra y totalmente desinteresada, algo que no es de
extrañar para quienes lo conocemos, porque si hay un par de adjetivos principales para definirlo, éstos son los de humilde y trabajador, lo que le honra aún más si cabe. Forma parte de esa clase de hombres que van dando por la vida todo lo que tienen, de esas buenas personas "machadianas"
de impresionante vida interior, antípodas de la pedantería.
Por otra parte, mi colaboración en el homenaje a Pedro Casañas pretende aportar nuevos datos para el conocimiento biográfico de un personaje cuyo trabajo
supuso en su época también un gran esfuerzo a la cultura jiennense y que, en gran parte, aún permanece en la sombra.
Sin duda, hay hombres a los que la historia ha tratado injustamente, como es el caso del maestro Francisco de Rus Puerta, un pionero de la historia provincial
en la primera mitad del siglo XVII, cuya persona y obra han sufrido en el pasado el plagio más descarado, y en el presente la incomprensión y la crítica más despiadada, calificándolo de falsario y encasillando toda su obra con los falsos cronicones[1].
Ya en la edición revisada de su obra Corografía antigua y moderna del reino y obispado de Jaén[2]
hicimos una defensa de este historiador giennense, obviando anacronismos históricos, situándolo en su época, en una cultura barroca con su aprecio por lo maravilloso, que influye tanto en Rus Puerta como en el resto de los historiadores coetáneos y es evidente en la primera parte de su Historia
eclesiástica del Reino y Obispado de Jaén, publicada en 1634, y en otras obras suyas (Defensorio de Begíjar y sus santos y Por los santos naturales del reino de Jaén). La crítica a este tipo de historia no vendrá hasta años después, en la que destacan Nicolás Antonio, el
Marqués de Mondéjar y Sanz de Aguirre.
Pero —salvando anacronismos— no toda la obra de Rus Puerta es despreciable y, menos aún, su labor de epigrafista, que le convierte en uno de los
precursores de la historiografía provincial jiennense, lo que podemos observar en su Corografía del reino y obispado de Jaén (manuscrito de 1646, publicado en 1898 y reeditado en 1998) y la Historia de los Obispos, segunda parte de la historia eclesiástica del reino y obispado de
Jaén, manuscrito inédito plagiado en gran parte tras su muerte.
De Francisco de Rus Puerta no sabemos mucho. Nació en Baeza a finales del siglo XVI, pero no hemos podido encontrar su partida de bautismo entre los libros
sacramentales que se conservan. Fue estudiante en la Universidad de Baeza y allí obtuvo el título de maestro y ejerció la docencia. Fue protegido por el obispo Baltasar Moscoso y Sandoval, que le nombro Examinador Sinodal en 1624. Nombrado prior del pueblo de Begíjar, más tarde lo fue de
Bailén y, como tal, también comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba en la localidad. En el Archivo Parroquial de la Encarnación de Bailén tampoco se conserva documentación de esta época, pero tenemos constancia que se hallaba en esta villa al menos desde 1621.
Por su testamento[3]
podemos conocer algunos datos más de su vida. Está fechado en Bailén, a 23 días del mes de marzo de 1649 ante el escribano Luis de Medina, al cual añade unas cláusulas dos días después ante testigos, cuando su grave enfermedad ya no le permite siquiera firmar. Muere ese mismo día, el 25 de
marzo.
El testamento contiene también una escritura otorgada al testador por el Cardenal y Obispo de Jaén Baltasar Moscoso de Sandoval, firmada por el Secretario
Licenciado Pedro Ruiz y fechada el 28 de agosto de 1621, la cual le concede licencia para otorgar testamento, atendiendo a las consideraciones habituales que se hacen: "considerando la brevedad de la vida humana y como no ay cosa mas çierta que la muerte ni mas ynçierta que la hora della".
En esta licencia le permite nombrar herederos, teniendo en cuenta a "las iglesias donde aveis sido benefiçiado cuios rreditos aveis llevado y goçado la qual dicha liçençia que para lo suso dicho os damos sea y se entienda rreservando como rreservamos poder en nos y nuestros suçesores
para el coxer y tomar una pieça o joya de vuestros bienes muebles y haçienda que mexor nos pareçiere".
La causa de la muerte de Francisco de Rus Puerta nos es desconocida. Sólo sabemos que ocurre con relativa rapidez —el día 23 hace testamento y muere el
26— y que este es un año —1649— en que la peste azota duramente la provincia de Jaén, enfermedad que provoca la muerte en escasos días a la mayoría de los afectados.
El testamento comienza con las palabras habituales de la época en este tipo de documentos: la encomendación a Dios y a la Virgen Santa María —hace
especial mención a los santos José, Francisco, Jerónimo y Marta a quien Rus Puerta tiene por abogados— y la tradicional expresión "estando enfermo de el cuerpo e sano de la voluntad y en mi buen juiçio seso y entendimiento natural tal qual dios nuestro señor fue servido deme dar
creiendo como firme y verdaderamente creo en el misterio de la santisima trinidad que es dios padre hijo y espiritu santo tres personas y un solo dios verdadero y en todo aquello que tiene y ace y confiesa la santa madre yglesia de rroma".
Seguidamente siguen las mandas testamentarias. La primera de ellas se refiere al lugar de enterramiento, que había de ser "en la iglesia maior desta
villa a la entrada de la puerta maior y en ella se ponga una lauda grande en que diga aqueyo yaçe el yndigno sacerdote el maestro frrancisco de rrus puerta prior desta santa yglesia rrueguen a dios por el", junto con el protocolo del entierro, en el que debían estar los frailes de San
Francisco del convento de Linares, y las distintas cantidades en metálico y especie que habían de recibir los sacerdotes participantes en el entierro por las misas y sermón.
Además de las dos mil misas rezadas que habían de darse por su ánima, Rus Puerta no olvida a las ánimas del purgatorio, a sus padres y hermana y otros
familiares suyos, para los que encarga otras misas, que habían de darse en la Iglesia Mayor de Bailén, conventos de San Francisco de Linares, Santísima Trinidad de Úbeda, San Agustín de Jaén, y los siguientes de Baeza: de la Victoria, Carmelitas Descalzos, San Francisco, Santo Domingo,
Trinitarios Descalzos, La Merced y Santísima Trinidad de Calzados. También en la Iglesia Colegial de Baeza y en el Convento de la Merced de Jaén. Todas estas instituciones probablemente estuvieron relacionadas con su vida.
Respecto a sus bienes, su distribución fue diversa. Aquellos relacionados con los oficios divinos, como eran unos candelabros y salvilla de plata, los donó a
la Iglesia Mayor de Bailén. Ordenó además distintas limosnas a las ermitas de Bailén, a la Iglesia Mayor de Jaén, a la Cofradía del Santísimo Sacramento, a la Iglesia de Begíjar, de donde fue prior, y también a la Iglesia de Nuestra Señora de Zocueca de Bailén, a la que donó un cuadro de
San Pedro en las prisiones y otro de un Cristo en el lagar, para ser colocados en los altares colaterales de esta iglesia, cuyas obras se realizaron bajo su priorato, como así queda aún constancia en una lápida conmemorativa que hace de dintel en la puerta de la sacristía.
El resto de sus bienes los distribuyó entre la familia de su ama viuda Catalina de Ortega, la hija de ésta María de Ortega y su marido Luis de Molina
—albacea del testamento—, y los hijos de estos últimos: María, Pedro y Francisca. Pedro recibió una casa con bodega y tinajas de aceite en la calle Eras del Pilar, Francisca un olivar de ochenta olivas en la Cobatilla, María otro olivar de ochenta olivas en el lugar del Llano el Obrero. De
estos bienes serían usufructuarios los padres.
Catalina de Ortega, el ama, recibió unas casas en herencia, ropa y mobiliario, que a su muerte debían pasar a su hija. Luis de Molina, una mula negra con
silla y aparejos, que Rus Puerta debió utilizar en sus desplazamientos.
También poseía una esclava negra, Magdalena, algo habitual en la época, también entre los sacerdotes, a la cual le da la libertad, junto con su ropa y
doscientos reales para que "se vaia donde quisiere".
Otro apartado en su testamento lo componen las limosnas para los santos lugares, y otras instituciones religiosas, entre las que destaca la Cofradía y Casa de
Nuestra Señora de Zocueca, que recibiría el producto de vender a censo unas fincas urbanas en Bailén y otros censos, hasta una cantidad de ochocientos ducados, "para que desde mi muerte en adelante de la rrenta dellos perpetuamente para siempre jamas la dicha cofradia e maiordomo que es y
fuere de la dicha casa sean obligados a haçer deçir en la yglesia de nuestra señora de çocueca una misa rreçada todos los dias de domingos y fiestas de cada un año por mi anima".
En la Iglesia de Bailén, de la que era prior, mandó fundar dos capellanías "para bien de los naturales desta villa para que tengan con que ascender
a el horden sacerdotal", una en honor de San José y la otra de San Francisco, santos que tenía por abogados. Estas capellanías serían datadas con diversos censos que tenía sobre otros tantos bienes.
Algunos familiares de Francisco de Rus también están presentes en su testamento. Así, su primo Andrés, vecino de Baeza, recibiría los ingresos de diversos
censos. Mariana de la Puerta, viuda de Lucas de Vilches, treinta ducados. El maestro Alonso de la Puerta, presbítero de Sabiote, diversos bienes muebles.
A este testamento, Francisco de Rus Puerta añadió unas cláusulas dos días después, el mismo día de su muerte, las que dictó ante testigos y que no pudo
firmar por estar en agonía. En éstas especifica que Luis de Molina, su albacea y uno de sus herederos, había cobrado los débitos que con él tenía y algunos otros pormenores. Además, una de las mandas hace referencia a la "segunda parte del libro primero" que ya tenía
acabado, el cual ofrece al Cabildo de la Ciudad de Jaén y su Deán para que lo imprimiesen si así era su deseo y utilizasen los beneficios en las obras de la Santa Iglesia de Jaén, un libro que le había costado mucho trabajo realizar. Posteriormente este manuscrito fue plagiado en gran parte por
Martín de Ximena Jurado en su obra Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén..., y aún hoy día permanece inédito.
[1]Ver Cazabán Laguna, Alfredo. "La historia de Rus Puerta". Don Lope de Sosa, año 1913. Ed. Facsímil. Riquelme y Vargas. Jaén, 1982, p. 179.
[2] Ver estudio preliminar del libro: Rus Puerta, Francisco de. Corografía Antigua y Moderna del Reino y Obispado de Jaén. UNED Jaén / Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén. Jaén, 1998 (1ª ed. 1898, ms. 1646).
[3]Archivo Histórico Provincial de Jaén, L. 5958.