4.3. La Imora

             El paraje de La Imora está situado fuera de la ciudad, junto a la carretera que lleva a Martos y Córdoba, flanqueado por el cerro de Los Lírios y el de la Virgen Blanca. El Lugar presenta amplias vistas de la campiña giennense y el terreno que comprende una loma tradicionalmente regada por varios manantiales, por lo que era apto para explotación agrícola y ganadera. Ya la Crónica del Condestable Lucas de Iranzo, en la segunda mitad del siglo XV, nos habla de este paraje conocido entonces como Daymora. También las crónicas musulmanas citan el lugar de la fuente Mora, donde existían jardines y fértiles huertas.

            En La Imora, durante la Edad Moderna, la mayoría de las propiedades pertenecían a eclesiásticos y estaban arrendadas, hasta su desamortización en el siglo XIX. Disponía la fuente de un gran abrevadero que utilizaban los ganados de paso y los viajeros del transitado camino. El deán Mazas nos dice del lugar:

 

“... otro pago de huertas, aunque pequeño, por el lado opuesto de la ciudad, camino de Martos, que llaman de la Virgen Blanca o de Las Casas y Fuentezuela y se riega con las dos fuentes de La Imora y la dicha de Las Casas”.

 

            En este paraje se ubicó la nueva fábrica de cerveza de “El Alcázar”, cuya autorización municipal fue concedida en 1958. Esta fábrica tenía en la ciudad una larga tradición. A finales del siglo XIX se instalaron en Jaén Tomás Cobo Baraona y su familia para regentar la fabrica de luz que la casa Siemens había instalado en el puente Nuevo y puente de la Sierra. Los miembros de esta familia, cuyo hijo político era José Puga, proyectaron la construcción de una fábrica de cerveza en locales situados en la calle Álamos y plaza Cervantes, autorizada en 1921, cuya marca de cerveza se denominaba "El Lagarto". En febrero de 1928 se constituyó una nueva sociedad a partir de ésta, denominada Sociedad Anónima "El Alcázar". El aumento de consumo motivó la ampliación de la fábrica, y en 1960 se empezó a construir una gran fábrica de cerveza y malta, que se inauguró en 1962. Posteriormente se realizaron en ella una serie de ampliaciones, como el nuevo edificio de silos o la maltería, inaugurados en 1969. Es el origen de la fábrica con la que hoy cuenta la ciudad.

            El núcleo de La Imora se fue convirtiendo en una zona de servicios: gasolinera, hostelería,... y también en sus proximidades, en torno a la década de 1980, se construyó el colegio privado Guadalimar.

            Entre el antiguo núcleo urbano y La Imora existía un paraje conocido como Cementerio Viejo, nombre que llevaba un antiguo camino en la zona y una casería. Las labores de explanación de los edificios próximos de la urbanización Azahar y barrio de las Fuentezuelas han mostrado la presencia de abundantes restos humanos, que según la excavación de urgencia corresponden a necrópolis de moderno origen, carente de interés arqueológico. Posiblemente estos restos estén en relación con la antigua ermita de San Lázaro, casa-hospital de enfermos contagiosos. Los fallecidos debían enterrarse en las proximidades, y probablemente también en algunas otras epidemias de forma ocasional.

            Lindante a La Imora, a finales de los años sesenta del siglo XX, surgieron en el paraje de la Cañada de Valverde las primeras construcciones tipo chalé de la que sería urbanización Valdeastillas. Más de sesenta parcelas fueron vendidas con este fin, aprovechando el agua de dos sondeos realizados en el lugar y el atractivo que tenía una zona de campo, bien comunicada y próxima a Jaén.

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