Chorreadero.

Se extiende desde la calle Patines, pendiente arriba y sin ofrecer una continuidad uniforme en la fachada, hasta la calle Maestra, ofreciendo sinuosidades producto de la topografía del terreno. Hasta hace poco, ha sido la única puerta de entrada para vehículos a los barrios altos del pueblo. La apertura de la calle Cruz Alta, al otro extremo de estos barrios, ha venido a abrir otra puerta de entrada, aunque la calle Chorreadero continúa siendo el paso primordial. A ella van a desembocar las estrechas calles Santa Ana y Callejuela, vía de paso hacia la calle Cruz, que forma parte de la arteria secundaria que atraviesa el pueblo.

Esta calle nació en la segunda mitad del siglo XIX, en principio no fue más que una ampliación de las cuevas del Romeral al paraje del Chorreadero, línea de cuevas que van surgiendo en la Serrezuela a medida que el casco urbano se extiende hacia el Este. Poco a poco, en su parte baja, se han levantado casas dando lugar a su nacimiento.

Con el nombre de Chorreadero también se designa todo un paraje que abarca desde dicha calle a toda la parte oriental de la Serrezuela, tierra tradicionalmente de viñas y siembra, aunque desde hace unas décadas el almendro está imponiendo su dominio. El origen de esta denominación viene dado por el agua que en los tiempos de lluvias se deslizaba durante semanas por la pared de piedra que se levanta monte arriba, en los inicios del barranco Villajos. Antes del establecimiento de la red de agua en los domicilios, allí solían ir las mujeres de este barrio a lavar la ropa. Naturalmente durante los años de cuantiosas lluvias, cuando el agua que nacía era abundante.

Junto a este manantial temporal, de aguas superficiales, existía otro más constante, aunque de poco caudal, que llamaban la Mina, llamado así por estar en una cueva, especie de mina hecha por el hombre en busca del agua, cuyo origen no se conoce. Los vecinos del Chorreadero se afanaban en conservar la Mina limpia, porque hasta allí subían con sus cántaros de agua para el consumo doméstico. Hoy en día, en cambio, la Mina está seca y semiderruida, perdida en el recuerdo de tiempos pasados, y no es de extrañar que dentro de poco no quede resto alguno de su emplazamiento.