Santa María.

Es calle de corto recorrido, situada entre las plazas del Pueblo y Campillejo. Destacan la ermita de la Virgen de las Nieves, que tiene la puerta de entrada principal por ella, y la portada señorial de una gran casa que se encuentra frente a la ermita. La profundidad de algunas de estas casas llega a la misma calle Villajos, las cuales comenzaron a construirse en el siglo XVI, época en que el núcleo urbano comienza a sobrepasar el barranco Villajos, surgiendo junto a la ermita de ta María, posiblemente la actual de la Virgen de las Nieves, que ya existía a comienzos del siglo XVI; aunque la presencia del cementerio junto a la ermita no le hacía un lugar de habitación deseable. Pero la presión urbana, siguiendo la conducción de agua de la Fuente de la Reja a la Laguna, terminó por rodear el cementerio primero y convertirlo en plaza después; adoptando la calle el nombre primitivo de advocación de la ermita: Santa María. Nombre que ha tenido siempre, excepto en el período de 1931-1939, cuando fue denominada Nicolás Salmerón, en memoria del segundo presidente de la I República, político y jurisconsulto (1838-1908), catedrático de las universidades de Oviedo y Madrid, que por sus ideas avanzadas sufrió prisiones y destierros. Diputado en 1871, durante la I República, fue más tarde ministro de Gracia y sustituyó en la presidencia a Pi y Margall, cargo que ejerció dos meses, pues dimitió por no firmar unas sentencias de muerte. Estuvo emigrado en Francia hasta 1884 y fue después jefe de Unión Republicana y del movimiento de Solidaridad Catalana.

A finales del siglo XIX pasa a convertirse en un lugar céntrico por la proximidad a la antigua plaza de Santa María, hoy llamada del Pueblo. Al comienzo de la calle, junto a la ermita, se construyó el Teatro Morales por esta época, cuyo propietario, Juan Morales Cueva, ofrecía sesiones de revista y cinematógrafo. Más adelante, compaginó su función de teatro con la de cine, hasta que a mediados de la década de los setenta fue cerrado. También esta calle, aprovechando su situación céntrica, albergaba en los días de feria las casetas de turrón y quincalla, lo que completaba las demás atracciones ubicadas en las plazas del Campillejo y la Constitución, y Jardín y Fuente de la Reja.