Cueva de los Majuelos (http://www.restaurantecuevalosmajuelos.es)

Aunque no está dentro del casco urbano, por su proximidad a él, su importancia histórica, y el ser hoy en día el lugar turístico más importante del pueblo y uno de los más notables de la provincia, no podemos prescindir de él a la hora de elaborar nuestro callejero histórico de Pegalajar. Más aún cuando hace más de cuatro milenios en ella habitaron los primeros pobladores conocidos del lugar.

Esta cueva está ubicada en un pequeño cerro junto a la carretera local Jaén-Mancha Real, muy cerca del casco urbano, junto a una zona de chalés a las afueras del pueblo. Tradicionalmente ha sido conocida con el nombre de los Majuelos, seguramente por estar los alrededores en tiempos pasados plantados de vid, pues la zona que ocupa ha sido vinícola desde hace doscientos años. En realidad son dos cuevas las ubicadas en este cerro: La principal y mayor, conocida desde antiguo como de los Majuelos, y otra descubierta en 1970 por Antonio Ruiz Ortega, que la bautizó como cuevas de Aro por constar de varias salas y responder a las iniciales de su nombre.

Antonio Ruiz, empresario local de hostelería, compró este cerro en 1969, junto con la cueva y una casita colindante al otro lado de la carretera -zona conocida como Huerto Francés- por 102.500 pts. La Cueva de los Majuelos es una cueva natural abierta en la roca caliza. Forma una enorme bóveda bajo la que se encuentra un gran espacio de unos 1.000 metros cuadrados con una pequeña abertura en el centro a modo de chimenea. En la mente de Antonio Ruiz ya figuraba el sueño de convertir la destartalada cueva, que hasta entonces sólo había servido de aprisco, en un gran salón en el que pudieran tener lugar convenciones, bodas, bautizos, etc., así como un bar-restaurante que ofreciera a los clientes algo diferente. Pero ello no era tan fácil. Necesitaba acondicionar todo un cerro yermo de acentuada pendiente, y adecuar el interior a la función expresa. Todo ello respetando al máximo el entorno natural de la cueva y sus alrededores. Con paciencia, a lo largo de veinte años, realizó cuantiosas inversiones. Se realizaron costosos estudios geológicos para confirmar su evidente fortaleza. Poco a poco se levantaron enormes hormas de piedra, se explanó la zona de aparcamientos, se plantaron numerosos árboles, se acondicionó el suelo de la cueva, la zona de cocina, la salida de urgencias, la iluminación interior, el escenario, la cascada exterior,... Y se consiguieron todos los permisos necesarios para su inauguración, que tuvo lugar en el verano de 1987, surgiendo en este entorno natural un lugar de recreo histórico-artístico de inexcusable visita.

Las Cuevas de Aro forman un complemento añadido a la Cueva de los Majuelos por su gran belleza. En unos 200 metros cuadrados, las diversas salas de estalagmitas y estalactitas impresionan por su figura y colorido. Allí la naturaleza, a lo largo de los milenios, ha creado un mundo extraño para ser admirado por la pupila humana, siendo las más bellas en su género de la provincia. Su descubrimiento no fue casual. Desde un principio, Antonio Ruiz observó cada piedra del cerro, buscando una abertura que comunicase con otras cuevas; pues según sus observaciones, la parte oriental del cerro, donde se encuentra la Cueva de los Majuelos, era semejante a la occidental, por lo que existía la posibilidad de la presencia de otras cuevas. Así, en 1970, descubrió una pequeña abertura tapada de piedras por la que apenas cabía un cuerpo, la cual servía de madriguera de conejos.

A partir de entonces, durante años, a fuerza de barrena, cincel y mazo, se fueron comunicando las distintas salas, las cuales lo hacían por pequeñas aberturas por las que no cabía un hombre, hasta que quedaron aptas para ser observadas por el público. Aquel tiempo fue para Antonio Ruiz de una excitación grande. La bella visión de algunas de las salas emocionaba tanto a él como a los trabajadores, estimulando su imaginación. Así a la primera sala la denominó de "los Fantasmas", por las extrañas figuras que formaba la combinación de estalactitas y estalagmitas. Desgraciadamente parte de esta rica sala hubo de ser destruida para dar una entrada a estas cuevas, debido a la dificultosa que era su abertura original, situada en la parte superior. Cada nueva comunicación con otras salas conllevaba nuevas ilusiones y, a veces, grandes sustos, como cuando se hundió el suelo al pisar una zona de polvo calizo. Pero, en general, todo fue una maravillosa experiencia entre el duro y paciente trabajo para ofrecer al público una maravillosa visión sin parangón.

Allí, en el III milenio a.n.e, en el período eneolítico, tenían su refugio unos hombres con una economía pastoril. Han aparecido hachas de piedra, cuchillos de sílex, raederas del mismo material, puntas de flecha de bronce y sílex -algunas son verdaderas obras de arte-, material de hueso labrado -un colmillo de jabalí-, restos de cerámica,... y también restos humanos. Formaban parte aquellos primeros pegalajeños de una sociedad de pastores que habitaba en las sierras meridionales de la provincia, con una economía basada fundamentalmente en la ganadería de ovicápridos, en la que la cabra era la base de la domesticación, fácilmente adaptable al aprovechamiento de los pastos de la sierra. Esta sociedad pastoril desarrolló también una agricultura de subsistencia complementaria, además de la caza que debía ser abundante y tiene una clara expresión en el colmillo de jabalí labrado que apareció en estas cuevas.

Estas sociedades eran nómadas, con un hábitat basado en pequeños campamentos estacionales según el trasiego del ganado, constituidos por pequeños grupos humanos, posiblemente familias con territorios delimitados por el movimiento pastoril en el interior de las sierras. Estos campamentos estaban situados en el interior y entrada de cuevas y abrigos, manteniendo una tradición troglodita del IV milenio, recibiendo pues el nombre de Cultura de las Cuevas, de las que son herederas las de los Majuelos y Aro, las cuales estuvieron habitadas hasta rondar II milenio a.n.e.

Desde entonces hasta hoy, nadie había podido observar tan impresionante cueva que, junto a la de los Majuelos, vienen a darle a Pegalajar una especificidad, la cual, si bien ya tenía desde años atrás con la Charca, hoy con estas cuevas se refuerza aún más.

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