C L A U S T R O  P O É T I C O

                   Revista de Promoción

                             e

                intercomunicación literaria

 

                 MAYO-AGOSTO, 1.997, N1 7


Redacción:

Francisco Javier Cano Expósito

Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

Miguel Maestre Muñoz

Rafael Lizcano

Colaboran en este número:

Manuel Morales Borrero.

Felipe Molina Verdejo.

Vicente Oya Rodríguez.

Manuel María Morales Cuesta.

Miguel Calvo Morillo.

Francisco Javier Cano Expósito.

Ramón Molina Navarrete.

Rafael Lizcano.

Juan Carlos García-Ojeda Lombardo.

Domingo F. Faílde.

Guillermo Sena Medina.

Miguel Maestre Muñoz.

Pedro Luis Casanova.

Antonio Negrillo Fuentes.

Diego Sánchez del Real.

Rafael Valdivia Castro.

Josefa Serrano Buitrago.

Ana María Macías López.

José Luis González Brotóns.

Manuel Ángel Pérez del Moral.

Mariano Cárdenas Palacios.

Juan Manuel Molina Damiani.

Dibujos:

Antonio Higueras.

Francisco Javier Ochando Melgarejo.

Rosa Sabariego.

Maquetación e Impresión:

Imprenta Electrónica "A Demanda"

(953) 28-12-06. Jaén.

Edita:

Parroquia de la Merced.

C/, Merced Alta, 13. Jaén.

Depósito Legal:

J-120-1.995.

ISSN 1135-2639


                     PALABRAS PREVIAS

 

          Cuando tuve la honra de prologar el magnífico libro de sonetos Las piedras angulares, publicado en 1.989 por Felipe Molina, le recordaba los versos iniciales de la Oda XIV del libro segundo de Horacio, dedicada a Póstumo con una lamentación por la imparable y devastadora carrera del tiempo que se lleva por delante todas las ilusiones humanas.

 

              (Ay Póstumo, mi Póstumo, los años

              se deslizan veloces, e inquietante

              nos llega la vejez con sus arrugas

              y su anuncio de muerte inevitable,

              sin que ni la virtud ni las plegarias

              a detenerla basten!

 

          Hoy, después de ocho años, me cabe la pena de glosar la estrofa sexta de este canto horaciano para decir de Felipe

 

              que todo lo dejó, campos y casa,

              y amorosa mujer, y en el paisaje

              que cantaba en sus versos no le queda

              sino un ciprés oscuro y vigilante.   

 

          Ha desaparecido el hombre, pero su poesía y sus palabras seguirán hablando por él y no dejarán de sonar dentro de nosotros, aunque ya no podamos oír la cálida entonación con que él las pronunciaba. Y resultaban de tal fuerza porque Felipe Molina gestaba la poesía dos veces: cuando la escribía y cuando la recitaba. Eran como dos partos de una sola criatura que adquiría su mayor dimensión con el segundo intento. Si crear un poema significa perpetuarse en la memoria de las gentes, escucharlo de boca de Felipe era como sentir que con el tiempo se fuese prologando en los oídos la voz de aquél que por su virtud hizo a su poesía merecedora de una cadencia y un ritmo perdurables.

 

          Aquí llegan sus últimos poemas, Salvados del Leteo, en los que el autor ha sabido volcar con fórmulas maravillosas todo su mundo de religiosidad, de esperanzas humanas y de melancolías. El primero de ellos se abre con estos dos versos que me sugieren la idea de una despedida terrena y en los que parece que siente próxima la llegada del visitante definitivo; porque, lo mismo que ha sucedido en su mortal acabamiento, el fin al que tendió una buena parte de su poesía fue al encuentro del uno con el otro:

 

              Jesús, vengo a decirte que mañana,

              antes de amanecer, saldré a buscarte.

 

          Desde los albores de su vida consciente la expresión religiosa estaba ya enraizada en su espíritu, y desde ahí se trasladó después a sus poemas. La religión fue desde entonces la luz que le condujo por las insondables cavernas del sentido. Y aunque el contenido de su poesía es eminentemente religioso, en ella han jugado también con fuerza los efectos humanos, porque entendió muy bien que dichos elementos eran necesarios para sazonar aquello que toda obra de arte puede ofrecer de divino. El misterio espiritual, expresado poéticamente con exclusión de todo detalle terreno, nos orienta hacia regiones prohibidas.

 

          Mejor que nadie, Felipe supo asumir su condición de desterrado, de simple peregrino en este mundo, y sus poemas nos enseñan el talante que mostró ante la vida; asumiendo por un lado su participación en el dolor universal humano, que siempre vio desde una óptica cristiana:

 

              La cruz, Señor, que recoger me ordenas

              ha mucho tiempo ya que está conmigo,

 

          y aceptando también la parte que pudo tocarle de felicidad en este mundo. El autor nos explicará en diversos poemas la razón de esa alegría recóndita, de esa especie de consolación que le llegó desde una fuente lejana.

 

          Desde una fuente lejana cuyas aguas quedaron transparentemente retenidas en la Epístola moral a Fabio que tantas enseñanzas nos ha dado a todos y en la que Felipe bebió una buena parte de su sabiduría. (Cuantas veces lo hemos recordado los dos, y cómo nos emocionaban aquellos versos en los que se nos invita a romper todas las prisiones de la ostentación y de las esperanzas cortesanas, a huir de esa invasión terrible e importuna de las deslumbrantes y a la vez hirientes coronas de la gloria, y a cobijarnos, "antes que el tiempo muera en nuestros brazos", en el materno seno de la ciudad acogedora, humilde y confiada, y en un contorno rural que nos devolverán la alegría de las cosas sencillas mientras va transcurriendo apaciblemente la existencia! Todo esto podrá suceder en un paisaje intimo y familiar

 

              adonde, por lo menos, cuando oprima

              nuestro cuerpo la tierra, dirá alguno

              (blanda le sea!, al derramarla encima.

 

          El título que Felipe Molina le ha dado a este manojo de poemas es significativo: salvados del olvido; porque en la mitología el Leteo era el río del Olvido y allí bebían los trashumantes para perder le memoria y los recuerdos de su vida terrena. Y quedarán a salvo del olvido porque hay en su poesía ciertos encantos imperceptibles y ocultos atractivos que alcanzan el corazón antes que a la memoria. Sentimos confusamente que algo le queda por decir, porque en sus poemas no hay vivas pinturas, aunque lo parezca; pero hay ciertas cosas inefables, como los misterios. Felipe Molina nos sumerge en esa experiencia poética según la cual somos capaces de absorber de una sola mirada el poema entero. A veces la lectura de dos o tres versos nos conduce al conocimiento de la idea total. Ignoramos lo que va seguir, pero el encantamiento se ha operado, nos ha sumergido en un estado de gracia poética:

 

              Imagen tutelar de mis primeros

              perfumados castillos interiores...

 

          Se ha producido ya la evocación; no hemos leído nada más que un jirón del poema, pero su contenido entero ha entrado ya en nosotros, porque la emoción poética que puede producirnos la lectura aislada de ciertos fragmentos es súbita, dominadora. Tal ocurre cuando seguimos leyendo en Felipe:

 

              Bien puede descansar el caballero

              en la inmóvil orilla de su dama.

 

          Aquí hay que detenerse, porque los sentidos han quedado suspensos, porque la misma temática de estos dos versos iniciales nos está convidando a la quietud y a la reflexión y al ensimismamiento recostados en la ribera del amor )o de la muerte? La intención del poeta es así doble, como un reflejo sobre el agua; es la teoría de los espejos poéticos que llevan al deslumbramiento. A veces ese estado de beatitud lírica se consigue con la simple lectura de las palabras iniciales de un verso: "(Si bastara el soñar..."! )No acaba de manifestarse toda la poesía, no se encierra acaso toda una idea inmensa en esta breve frase evocadora? Y a este ritmo del pensamiento hemos de sumar después el ritmo palpable y la cadencia externa con que nuestro poeta supo revestir no sólo la idea esencial sino también la arquitectura formal de sus composiciones, porque si no hay fábrica no hay poema.

 

          La poesía de Felipe, como la de otros que todavía no han ahogado su alma, está humedecida aquí y allá por el fresco rocío de la mística. (Con qué fuerza deseó que su expresión lírica siguiera esa onda vital que, en medio de tormentos, fue dejando san Juan de la Cruz en sus canciones! Porque entendió que el esquema sanjuanista excluía todo lo que el dolor tiene de máscara trágica para reducirlo a un luminoso fuego de amor que hiere con ternura.

 

              Si llegara mi voz donde has subido,

              azor de Fontiveros, tan alzado...

 

          Para que queden también salvadas del olvido, transcrito aquí, como final, tres liras desconocidas que parecen inspiradas en el más puro Renacimiento, y que Felipe me dejó escritas con su propia letra, como dedicatoria inolvidable, en la hoja de guarda del ejemplar de su libro Las piedras angulares con que me obsequió:

 

              Manuel, si considero

              a cuánto el don de tu amistad me obliga,

              me turbo y desespero

              de hallar cómo te diga

              lo que anticipa ya mirada amiga.

 

              Bien puede una mirada,

              si de limpio sentir se eleva pura,   

              suplir, más alumbrada,

              a la palabra oscura

              que luego se confunde y desfigura.

 

              (Mejor que piedras fueran

              los cien ojos del Argos mis sonetos

              y en cien miradas dieran

              noticia a los discretos

              de cómo están a tu decir sujetos!

 

          Salvados del Leteo, salvados del Olvido estarán para siempre los poemas de Felipe Molina; éstos y aquellos que su pluma y su voz fueron dejando hechos letra y palabra y armonía

en su larga andadura por la tierra. Y él mismo, como creador de todos ellos, vivirá largamente en la memoria. La muerte ha sido para él nacer de la semilla de sus propios versos, nacer como una hierva, pero hacia dentro, hacia la otra vida; supone, al fin, mirarse en un cristal divino que le devolverá la verdadera imagen de su alma.

 

          Al retirarme, no de su recuerdo, sino de la última presencia del amigo entrañable y del poeta -levantada ya su frente, cara a cara con Dios- le dirijo una salutación final, robándole sus propios versos que brindo en su memoria para decir a todos:

 

              Confieso que me aparto conmovido     

              de la más prodigiosa sepultura

              donde yace )o se yergue? su figura.

 

          Sit tibi terra leuis.

 

                    Manuel Morales Borrero


                    SALVADOS DEL LETEO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                   FELIPE MOLINA VERDEJO


   RIMAS DE AMOR A NUESTRO PADRE JESÚS DE LOS DESCALZOS

 

          Jesús vengo a decirte que mañana,

          antes de amanecer, saldré a buscarte,

          cuando te lleven a mis ríos de asfalto

          los rumbos de tu nave.

 

          Tú estarás, Capitán sobre su puente

          - malva y bronce los tintes de tu imagen -

          con los hombros curvados por el peso

          de ese abatido mástil.

 

          Te ceñirá la frente una corona

          de doradas agujas que derramen,

          anticipos de un mar que se desborda,

          unas gotas de sangre.

 

          Por el bordado nido de la manga

          - puerta divina de colgada llave -

          asomará la gracia transparente

          de tu mano inefable.

 

          Y será una paloma malherida

          que, anhelando dejarnos su mensaje,

          incapaz de volar, sobre la verga

          de ese mástil se pare.

          avanzarás a golpe de remeros

          por los meandros de nuestras viejas calles,

          entre riberas de ojos que, por verte,

          de su órbita se escapen.

 

          Y no serán ni cajas ni tambores

          los que el ritmo de tu hogar señalen,

          que un desbocado galopar de pechos

          hará vibrar el aire.

 

          (Qué tormenta de voces contenidas

          estallará en las bocas cuando pases,

          como dardos ardientes y saetas

          que en tu barca se claven!

 

          Yo sé que, al escucharlas, Nazareno,

          la fingida madera de tu carne

          será un temblor de enamorado llanto

          que a todos nos alcance.

 

          He venido, Jesús, para decirte

          por éso, que mañana voy a buscarme

          un lugar para verte, donde puedas,

          al pasar Tú, mirarme.


ROMANCE DEL PENITENTE QUE DICE POR QUÉ QUIERE SER COSTALERO

             

              Para hallarle a mis quebrantos

              y a mis flaquezas remedio,

              teniendo por muy sabido,

              según la fe que profeso,

 

              que a curar males del alma

              allí sólo ejerce médico,

              entré la otra tarde, hermanos,

               a la soledad del templo.    

 

              ((La enfermería solitaria,

              y fuera tántos enfermos!)

 

              Clavado en la Cruz, inmóvil,

              doctor de padecimientos,

              el sanador de mi herida

              estaba de heridas lleno.

 

              Era su imagen un grito

              desgarrador de silencios

              que me inundaba los ojos

              con ensangrentados ecos.

 

              (Ay, medicina de amor,

               que sólo curas sufriendo

              dolor de llagas ajenas

              en las llagas de tu cuerpo!

 

              "Señor - le dije - si hubiera

              algún hueco en ese leño

              en donde más que los clavos

              te tiene el amor sujeto,

               en él me cobijaría

              para aliviar tu tormento.

         

              Si la salud de las almas

              alcanza, Dios, tanto precio

              que en rubíes de tus venas

              se paga el medicamento,

 

              consiénteme que yo ponga

              el ochavo de mi cuerpo,

              que aunque es moneda de barro,

              logra en la fe mucho rédito."

 

              No sé si fueron palabras,

              brillos, estremecimientos,

              miradas, inspiraciones,

              brisas, susurros o ensueños.

 

              Yo sólo sé que era suya

              la voz que escuché aquí dentro,

              donde el corazón amasa

              razones y sentimientos.

 

              "La moneda que me ofreces,

              en alta estima la tengo,

              que si fue su ceca el polvo,

              será su alcancía el Cielo.

 

              Ropa que el Amo se viste,

              ya no es ropaje de siervos,

              y mira cuánto es humana

              la librea de mi cuerpo.

 

              En buenhora llegas, hijo,

              con tu costalico lleno

              de penas, que, siendo tuyas,

              son alivio de mis duelos.

 

              En buenhora, pues te digo

              que me da mayor contento

              servicios de los humildes

              que alardes de los soberbios.

 

              Y pues que estoy tan varado

              en la soledad del templo,

              para volver a las calles,

              dame tus pies costalero.

    

              Para que en ríos de asfalto

              bogue mi barca de nuevo

              con redes muy pescadoras,

              dame tus remos, remero.

 

              Para que vuelvan a andar

              tullidos del desaliento

              mirando mi Cruz alzada,

              dame tus brazos, andero.

    

              La renuncia de tus ojos,

              dámela para los ciegos;

              la obediencia de tus pasos,

              para atajar desenfrenos;

              lo velado de tu ofrenda,

              para acallar fariseos.

 

               Y ara alentar las almas,

              la fatiga de tu cuerpo.

 

              Cuando al final nos regresen

              a la soledad del templo,

              se quedarán en el aire,

              como símbolos eternos,

              la sangre de mi costado

              y tu sudor, costalero."

 

              Noticias tenéis, hermanos,

              por lo que contado dejo,

              del milagro que convierte

              esta arcilla de mi cuerpo,

              quebrado de mil flaquezas,

              en forzado cireneo.

 


                  SI LA PRUEBA DE AMOR...

 

              Si la prueba de amor más relevante

              es criatura en igual configurada

              con rendida sustancia de la amada

              y con materia misma del amante,

 

              y un Amador de esencia tan distante

              como el todo difiere de la nada,

              e reviste de ropa desgarrada

              para hacerse a la amada semejante;

 

              y sufre como suya lacería

              que ella arrastra penada en el camino,

              y a costa de su sangre la libera,

             

              prueba será de amor en demasía,

              que sólo puede dar pecho divino,

              porque en otro distinto no cupiera.                                    


                   "El que quiera venir en pos de mí,

               niéguese a sí mismo,

                y tome su cruz, y sígame"

                   (San Mateo XVII.24)

 

              La cruz, Señor, que recoger me ordenas,

              ha mucho tiempo ya que está conmigo,

              en esta carne débil que fatigo

              con pesares de atávicas cadenas.

 

              En ella arrastro leños de condenas,

              la torpe servidumbre a que me obligo,

              consintiendo por dueño al enemigo

              que izó su pabellón en mis arenas.

 

              Y yo quiero seguirte por la vía

              que han abierto tus pasos angustiados.

              Y quiero levantarme si cayere.

 

              Y en tu Gólgota alzar esta cruz mía,

              y que me crucifiquen los pecados,

              porque, de ellos muriendo, me libere.


              ANTE UNA IMAGEN DE LA PURÍSIMA

 

              Imagen celestial, visión de gloria,

              culmen de la pureza y la hermosura,

              que has llenado de luz la oscura Historia,

              y nuestra vida hostil de tu ternura...

 

              Imagen tutelar de mis primeros

              perfumados castillos interiores,

              cuando todo era un sueño de corderos

              que balaban detrás de los pastores.

 

              Imagen de mis místicos arrobos

              que escuchaba mi súplicas vehementes,

              cuando el sueño empezaba a ser de lobos

              que vagaban detrás de las serpientes.

 

              Imagen de mis horas maduradas,

              al fuego de sufridos desengaños,

              cuando fueron pavesas aventadas

              los sueños ilusorios de otros años.

 

              De extáticos luceros un sistema

              del que eres centro y sol resplandeciente,

              (oh, Reina de la Luz!, como diadema

              prodigiosa, se ordenan en tu frente.

 

              Tus pupilas de luz atravesadas,

              palomas son que vuelan a los Cielos.

              Tus maternales manos enlazadas,

              vértices de esperanzas y consuelos.

 

              El manto azul de estrellas tachonado,

              es un girón de cielo que tú estrenas,

              regalo del divino Enamorado

              que apacienta su amor entre azucenas.

 

              Nauta de tan excelsas singladuras,

              media luna de plata es barca breve

              que a tocar de tus pies las plantas puras,

              obligada y humilde, no se atreve.

 

              Sobre nimbos lucientes, sobre nubes

              que en tu místico trono se levantan,

              un cortejo de extáticos querubes

              gozosos miran y arrobados cantan.

 

              (Bajo tanto portento de belleza,

              rigor de la precisa alegoría,

              de la enemiga sierpe la cabeza

              quebrantada a tus pies, triunfal María!

                    


     MIRANDO EL CUADRO DE SAN JUAN DE LA CRUZ, QUE HAY EN EL   CONVENTO DE LAS MADRES DESCALZAS, EN JAÉN

 

                             I

 

              No sé que turba más mi pensamiento

              cuando miro, Fray Juan, vuestra pintura:

              si aquella alzada voz que os transfigura,

              o ese negror que os ata al aposento;

 

              si aquel vuestro mirar de arrobamiento

              por el que os vuela el alma, o la atadura

              de esa mano que dais a la escritura

              de vuestro enamorado testamento.

             

              Huésped del cielo ya se os representa;

              pero, a la vez, os miro tan cercano,

              que bendigo al pincel que así os pintura.

 

              De vuestra imagen, Juan, tanto me alienta

              el humano quehacer de vuestra mano,

              como el gozo triunfal de vuestra cara.

 

                            II

 

              Si llegara mi voz donde has subido,

              oh, azor de Fontiveros, tan alzado,

              supieras de mi pecho lastimado

              de un no sé qué con tu valor traído.

 

              Cautivo en la pihuela, alicaído,

              nunca podré llegar donde has llegado,

              por más que entre azucenas olvidado

              me ensueñe en soledad de amor herido.

 

              (Si bastara el soñar!... Tu cetrería

              tan encendido corazón requiere

              que a noche oscura vuelva claro día.

 

              Tu Cántico es la chilla que nos hiere:

              tu ballesta una Cruz... (Y tu poesía,

              un continuo morir que nunca muere!

 

                            III

 

              Un continuo morir, un ir dejando

              en surcos de tus liras acordadas

              el incendio de vivas llamaradas

              que está todas las muertes anhelando.

 

              n forzado vivir y andar buscando

              en prados y espesuras y majadas

              al que dejó mil gracias derramadas

              y, escondido, te tiene tan penando.

 

              Tu poesía, fray Juan, es como vuelo

              de solitario halcón muy peregrino,

              que lo remonta con el ala herida.

 

               Y escalando las cuestas del Carmelo, 

              tánto se acerca al ápice divino,

              que los ojos no llegan donde anida.                                    


                   ORACIÓN A UN ARCÁNGEL

 

            "Pidiendo ayuda al ángel

            guardián del santuario.

            Porque allí donde está ELLA,

            siempre hay un arcángel."

 

          Arcángel traspasado de luces en la aurora,

          alígero del aura que tienes privilegio

          de estremecer las cuerdas del gran arpa sonora,

          y derramar la gracia sublime de un arpegio.

 

          Tú, músico celeste, que al despertar el día,

          cuando las nuevas flores sacuden el rocío

          levantas de la tierra la augusta sinfonía

          que canta entre las rocas el tímpano del río.

 

          Tú, que acompasas todos los místicos rumores

          que tiemblan suspendidos de aristas y de ramas,

          cuando la sierra entera se llena de cantores,

          y cada cresta tiene su pínfano de llamas,

 

          oye mi voz que apenas a levantar se atreve,

          en medio de ese himno polífono y gigante

          - como una negra mancha sobre campo de nieve -

          la torpe melodía, la nota discordante.

 

          (Oh, alado centinela de impávida figura,

          que ves entre las sombras pasar la cabalgata

          de antiguos caballeros con fúlgida armadura,

          cuando la luna vierte sus torrentes de plata.

 

          Cuando cruzan los valles mil sombras fugitivas

          que libran de su abrazo las piedras seculares,

          y todas las estrellas son lámparas votivas

          que brillan sobre todos los rústicos altares.

 

          Tú, que de los cantuesos en la noche embriagada

          de aromas infinitos haces un incensario,

          recoge de mis versos la humilde flor ajada,

          y ponla en los umbrales de nuestro Santuario.

 

          Yo, juglar sin ventura, me declaro rendido

          de amor como rendida quedó naturaleza

          montaraz al celeste prodigio sucedido

          que hizo a un cabezo trono de virginal Cabeza.

                         


              SIGÜENZA, ORACIÓN DE LA MEMORIA

 

              El alma enamorada se arrodilla

              al borde rumoroso del Henares,

              para escuchar, Sigüenza, entre tus lares,

              la oración sempiterna de Castilla.

 

              Torres soberbias que la edad no humilla;

              salmodias juntas a épicos cantares;

              tajos que fueron, a la vez, altares,

              presto el hisopo y pronta la cuchilla.

 

              Aquella edad heroica en que ceñiste

              o mitra o yelmo a tus doradas sienes,

              se me vuelva oración en la memoria.

 

              Mis ojos lloran hoy lo que perdiste,

              pero enjugan su llanto en lo que tienes,

              Sigüenza, relicario de tu gloria.

                                   


               EL DONCEL QUE LEE A MANRIQUE

 

              Confieso que me aparto conmovido

              de la más prodigiosa sepultura

              donde yace - )o se yergue? - la figura

              de un doncel muy temprano entristecido.

             

              Sereno,ausente, ya desentendido

              del marcial aparato y vestidura,

              monjes le son los ojos en clausura

              del libro que lo tiene tan prendido.

 

              El alma le arrebata y le enternece

              la voz que sube herida a su mirada,

              un murmullo de coplas levantando.

 

              Y cuanto más lo miro más parece

              un río si figura derramada

              que está muchas riberas contemplando.

                                     


                 EN LA CAPILLA DE LOS ARCE

 

              Bien puede descansar el caballero

              en la inmóvil orilla de su dama,

              y rédito cobrar puede a la fama

              que en lid ganó de noble y de guerrero.

 

              A gloria más subida lo requiero

              si el fruto que arrancaron de su rama,

              a un pavés muy lucido lo encarama,

              de su propio dolor sepulturero.

 

              Hacer que sirva de memoria eterna,

              igual que versos, esta piedra dura,

              quitarle fue sus triunfos a la muerte.

 

              Aquí descansa la piedad más tierna:

              duerme un hijo en labrada sepultura,

              y un padre espera, al lado, a que despierte.

                                     


                  LLANTO POR SEGUIDILLAS

 

              En la entraña caliente

                   de besana,

              palpita semilla

                   de una esperanza.

 

                   (Mal hayan manos

              que la espiga granada

                   han malogrado!

 

              Por la mar navegaba

                   barquito nuevo,

              y las ondas querían

                   llevarlo a puerto.

 

                   (Ay, noramala,

              que han hundido mi barco

                   junto a la playa!

 

              Una chispa buscaba

                   prender pabilo,

              que alumbrara la senda

                   con brillos vivos.

 

                   (Y un soplo torpe

              la ha devuelto a la nada

                   de negra noche!   

                                 


     LLANTO CON PRETEXTO DE UN NIÑO QUE SE HA PERDIDO

 

          Un niño se ha perdido.

          En el gran almacén donde todo se compra,

          y todo se vende,

          el niño se ha perdido.

          (Allí se pierden hoy niños que antaño

          se perdían en los bosques de los cuentos).

          Esa frágil cadena

          de la mano y la falda

          desoldó su eslabón,

          ha cedido al envite

          de un feroz oleaje.

          El niño se ha quedado con la mano extendida,

          y da vueltas sin rumbo,

          igual que una gabarra

          que trae la sirga rota,

          empapado de llanto

          el mascarón de proa.

          Una voz muy aséptica,

          una prosodia lejos del riesgo de emociones,

          compone la noticia, la derrama

          en insaciables bocas situadas

          estratégicamente en las esquinas:

          "Atención, atención: se ha perdido

          un niño de estas señas.

          Y sigue un inventario apresurado

          de una somera prosopografía

          que no deja lugar a la ternura,

          porque una lista espera

          con ofertas de bolsos y pañuelos.

          Y al niño, )quién le para

          su niño corazón desbrujulado

          de ave que golpea

          la jaula de su pecho?

          )Qué garganta se acorda al grito herido

          que ha taladrado la tiniebla espesa

          desde un pozo remoto y en la boca

          del niño es como un eco?

          Como un eco de fritos que desgarran

          infinitas gargantas de infinitos

          hombres perdidos, hombres y mujeres

          sin brújula en sus naves,

          a la deriva, siempre a la deriva,

          procurando ocultar bajo cubierta

          sus alijos de espantos y de dudas.

          (Oh, sí! Ese niño somos

          todos alguna vez, o muchas veces.

          Caminamos por una larga calle

          de encendidas vitrinas oferentes

          de credos y doctrinas,

          de códigos y símbolos,

          vaticinios, promesas y programas,

          de edenes al alcance de la mano,

          de tabúes, de infiernos insalvables...

          Caminamos por una calle llena

          de carteles, carteles y carteles,

          que dicen imperiosos:

          "por aquí, por aquí;

          éste es el buen camino que no engaña"

          Y señalan opuestas direcciones!

          Nos empujan, nos llevan, empujamos.

          (Por aquí, por aquí!

          )Será cierta la ruta?

          Y el guardia nos contesta: )quién lo sabe?

          Hay que llegar al fin para saberlo.

          - )Pues dónde está la luz? - La luz, perdidos,

          la dejasteis bajo los celemines.

          Lo vuestro es caminar, ciegos, cegados,

          conductores de ciegos.

          Y sentimos, de golpe,

          el espanto ancestral de las tinieblas.

          Y al levantar los ojos descubrimos

          un cielo de apagadas constelaciones mudas.

          Un cansancio infinito,

          alma abajo se nos derrama y hace

          insufrible la marcha.

          (Y hay que seguir buscando la cadena

          que nos amarre a un puerto más seguro!

                            


                  EXHORTACIÓN A PAJAREROS

 

          Abrid todas las jaulas;

          no más trinos cautivos,

          no más vuelos varados

          en alambreras doradas de egoísmos.

 

          Abrid todas las jaulas,

          carceleros del pío,

          y dejad que las plumas

          pinten los aires con rizados rizos.

 

          Los pájaros son libres,

          igual que los espíritus;

          y todos los espacios,

          rutas para sus hambres de infinitos.

 

          Irán a húmedos verdes

          desde los blancos tibios,

          en un soñar de rectas

          y en un frustrado despertar de círculos.

 

          Que los pájaros sueñan

          - como nosotros mismos -

          azules lejanías,

          en la obligada brevedad del giro.

 

          Pero traerán prendidas

          lecciones de caminos,

          y trémulos de cantos,

          perpetuas variaciones de los himnos.

 

          Traerán los desengaños

          de los áridos riscos,

          y ecos de melopeyas

          del sempiterno coro de graznidos.

 

          Quizá será más nuestra

          el aria de sus picos,

          sacada, nota a nota,

          de la espesa arboleda de los siglos.

 

          ......

 

          Domésticos jilgueros,

          cantores por oficio:

          volad a ramas nuevas,

          donde el viejo trinar suene distinto.

 

          Bebed el agua clara

          de veneros altivos;

          pero guardad memoria

          del infante frescor de los principios.

          Pues tornaréis un día,

          más canoros del rito,

          más hinchados de plumas,

          y tal vez, (ay!, más solos y vacíos,

 

          cuando el ala, cansada

          de vuelos peregrinos,

          añore los alpistes

          irredentos del antiguo nido.

                       


                       OLIVO-PUEBLO

 

          Olivo, padre olivo

          de la estirpe pagana de los dioses,

          varón atormentado

          que hundes tus raíces

          como manos crispadas

          en la tierra que enfeudas y arruinas.

          )Sabes que eres hermano

          de los viejos labriegos silenciosos,

          como tú silenciosos?

          Jornaleros con ojos de aceituna

          y la tez verdinegra.

          Los sufridos hermanos de los soles ardientes,

          de las albas heladas

          en los eneros paridores de tus frutos.

          )Sabes tú que eres pueblo,

          que tu unidad se pierde en muchedumbre

          de olivar infinito?

          Infinito olivar que multiplica

          tu imagen y la extiende

          como el pueblo fecundo

          repite al hombre,

          lo funde, lo confunde.

          Tú eres pueblo y vives de rodillas

          en un Getsemaní de plata sucia,

          con un destino negro

          de ser redentor apaleado.

          Una vez y otra vez como a los hombres

          de este inmenso olivar llamado pueblo,

          te arrancan a varazos,

          a dentelladas de manos como bocas

          tu fruto amargo,

          el fruto de tus cópulas secretas

          con la luna tendida entre los montes,

          cuando pasa el silencio entre tus fijas,

          y los braceros yacen con sus hembras

          en los cortijos negros,

          para darle a la tierra otra cosecha

          de braceros callados.

          Los valles, los alcores

          se han llenado de vuestra descendencia,

          olivos jornaleros de una gleba infinita,

          horda gris y mesnada

          de los viejos caciques

          que con vosotros cercan y sitian

          - (con vosotros, pacíficos olivos! -

          la cripta ciudadana,

          donde vuelan los bronces codiciosos

          del dorado sudor de vuestros frutos,

          ese sudor que sabe

          a llanto y amargura de los siglos.

          Vosotros sois testigos

          de mucho amanecer esperanzado,

          cuando agotan sus alas

          en el último vuelo las lechuzas

          siempre sedientas de vuestro espeso oro.

          (Olivos jornaleros de una gleba infinita!

          Quizá un nuevo viento

          sacuda vuestras ramas como brazos,

          y os traiga la conciencia

          de vuestro poderío de muchedumbre.


                   FELIPE MOLINA VERDEJO

 

          Hijo de padres giennenses, aunque nacido en Madrid, en 1.924, vino a Jaén a los diez años de edad, quedándose ya para siempre.

 

          Estudió bachillerato y Magisterio.

 

          En 1.942 inició Humanidades y Filosofía en el Seminario de Jaén, estudios que amplió después en el de Vitoria, estudiando luego Filosofía y Letras. Trabajó durante muchos años en la enseñanza privada, y tuvo una intensa actividad como colaborador de periódicos y revistas desde su juventud.

 

          En diario "Jaén", diario "Ideal", "Paisaje", y "Senda de los Huertos", figuran muchos de sus trabajos de bastantes años.

 

          Simultaneó sus inquietudes poéticas con su actividad docente en la academia "Jaén", por la que pasaron varias generaciones de estudiantes. Fue alma de la revista "Advinge" (1.952-1,956), que unificó a los poetas de su tiempos en Jaén, dejándonos de aquella etapa los libros: "Del ser y del sentir" (1.954), y "Poemas" (1.956).

 

 

          Entre sus últimas producciones destacan "Las piedras angulares" (1.989), que contiene una selección de sus mejores sonetos y el libro "Èpico Jaén - Lírico Jaén" (1.996).

 

          Poeta de sentido religioso profundo, clásico, y con una gran amor a los temas de Jaén, falleció en su ciudad amada, el 20 de septiembre de 2.997.

 

                                  Vicente Oya Rodríguez


                   FELIPE MOLINA VERDEJO

 

          El nombre de Felipe Molina Verdejo, don Felipe, llegó a mis oídos por primera vez cuando yo apenas tenía uso de razón. Recuerdo que su nombre, don Felipe, sonaba con frecuencia entre las paredes de mi casa debido, sobre todo, a que mi hermano asistía a la conocida academia que él dirigía. Don Felipe era un profesor amable, carismático, lleno de simpatía, del que mis padres solían hablar con cariño. Pero, además, y esto era lo que más me interesó, era poeta.

 

          Pasaron muchos años hasta que lo conocí personalmente. Cuando comencé a moverme por el mundillo literario y cultural giennense fui topándome, cada vez más, con la figura impresionante del poeta, con su pelo blanco, su poblado bigote, con su aspecto de poeta y, sobre todo, con sus palabras. Yo lo miraba y lo escuchaba con respeto. Hicimos amistad y yo, al nombrarlo, lo llama don Felipe, con ese tratamiento de respeto y de admiración con que designamos a don Antonio Machado o a don Pedro Salinas. Pero él me decía que no, que lo llamara Felipe, a secas, o mejor aún, "Felipillo", porque "yo no soy gran cosa", me decía.

 

          Hace unos pocos meses lo invité a darle una charla y un recital poético a mis alumnos de literatura. Acudió encantado, pero se fatigaba. Salí a recibirlo a la puerta del colegio y subimos las escaleras despacio, agarrado él a mi brazo. Caminamos hacia la clase charlando, con tranquilidad y, de vez en vez, se paraba. No perdía el sentido del humor. "No me he muerto todavía -me dijo-, porque no tengo tiempo".

 

          Mis alumnos lo escucharon con atención, con entusiasmo. No sabían que todavía quedaban poetas de verdad. Sus propios versos, y los de Quevedo, y los de Lope, volaron por el aula, con la cadencia rítmica que sólo él sabía imprimirles, y el tono de su voz, sus gestos, su manera especial de sentir la poesía, quedaron para siempre grabados en la memoria de aquellos ensimismados chavales.

 

          El mismo día que murió, mi buen amigo y excelente poeta Francisco Javier Cano Expósito, me había llamado para pedir mi participación en el homenaje que "Claustro Poético" va a dedicar a don Felipe. Hablamos de él, ajenos completamente al desenlace que estaba a punto de producirse. Y ahora, justo cuando estoy escribiendo estas palabras, llama a mi puerta Francisco Javier. Viene a hablarme de otro asunto, de otra hermosa causa en la que andan enfrascados los escritores de Jaén. Y yo no puedo dejar de pensar que la antorcha cedida por don Felipe ha caído en buenas manos.

 

              Manuel María Morales Cuesta


                          PARTIR

 

                             A Felipe siempre vivo en el

                             corazón de mi memoria.

 

              Alejarse es olvidar el tiempo,

              batir las alas de las venas

              junto al jilguero

              de la aurora.

 

              Construir un silo

              en el mar de la esperanza,

              para que aniden

              las gabiotas de las horas,

              cuando la tarde se arrodilla

              en el reclinatorio de los montes

              y el velo de a brisa

              resbala por mi frente.

 

              Partir es arrancar los almanaques

              de la pared de la costumbre

              y dejar libre el gorrión

              que anida en nuestra frente.

 

                                  Miguel Calvo Morillo

                                  Otoño 1.997


                       EL DISCÍPULO

 

              Le decía mis versos; le decía

               la herida abierta de mi voz. Yo andaba

              aprendiendo con él que me escuchaba

              siempre con gesto amable, y sonreía.

 

              Hoy en mis labios crece todavía

              la altura de su nombre; crece y cava

              un hoyo de silencio donde estaba

              primaverando un árbol de Poesía.

 

              Un árbol que el otoño ha derribado.

              Un corazón en hielo derramado

              por el ardiente cauce de sus venas.

 

              (Y este ser sin sentir; y es temprana

              tristeza de mi voz que, esta mañana,

              sabe otra vez a muerte, y sabe apenas!

 

                   Francisco Javier Cano Expósito


                       FELIPE AMIGO

 

              El color de la noche se ha hecho llanto.

              La campana del mundo tañe a olvido.

              A triste soledad saben las horas,

              a tarde de domingo.

 

              Ya no cabe más pena en el vasija

              temblorosa del verso que ahora escrito.

              Se me está derramando la tristeza

              como lluvia de siglos.

 

              Todo por ti, que andabas regalando

              esperanza, justicia, paz, racimos

              de poemas, silencios de ternura.

              Amor, Felipe amigo.

 

              Todo por ti, que ausente en tu presencia

              nos llenas de la luz de estar contigo,

              y estás aquí de nuevo para siempre,

              entre nosotros mismos.

 

              Como está el alma adentro de la carne,

              como en la espiga está el trigo limpio,

              amasado en los huesos, hasta el fondo,

              llenando el mar vacío.

 

              Jamás, Felipe, nunca olvidaremos

              tu voz como de fuego en el camino,

              ni tus versos con alas, ni tu abrazo,

              ni tu risa de niño.

 

              Descansa en paz, dormido entre la muerte,

              despierto por la orilla de estar vivo,

              que sólo muere el muerto que olvidó

              que morir es principio.

 

              Descansa en paz, Felipe, entre las rosas.

              Descansa en paz, amigo.

 

                                  Ramón Molina Navarrete


                     A MOLINA VERDEJO

                     Soneto acróstico

 

              Amigo y compañero inolvidable,

              Muy querido Felipe en El Olivo,

              Olivo de Oro por tu gesta amable,

              Lozano corazón y verbo altivo.

 

              Inspirado cantor de lo inefable,

              Narrador colorista e intuitivo,

              Amador de la vida perdurable

              Vislumbrada en tu verso pensativo.

 

              Embajador literario de los cielos,

              Ruega por tus poetas, gran profeta

              De este pueblo arrastrado por los suelos,

 

              En este día sin verte, postrimero,

              Jaenero mayor, mayor poeta,

              Olivista del alma, compañero.

 

                                  Rafael Lizcano Zarceño


                          CENIZAS

 

        A Felipe Molina Verdejo. Sobre todo, maestro.

 

              Las voces prudentes del alba

              asomaron su son candoroso

              a un éter inmaculado de cenizas

              que templadas caían en el verbo

              de una breve estrofa onírica.

 

              Presentí la pureza de lo eterno

              en cada borbotón de vida,

              en cada abrazo al sentimiento

              que expandía el perfume poético

              en las hojas pastoriles del firmamento.

 

              Oí su voz, graveada en la noche,

              como una sentencia de fundamento sincero,

              - eclepsia sabia de fragancia sensible -.

 

              Vi su corazón palpitando ebrio

              en aquel epílogo de un viejo verso

              declamado entre el vitor terreno

              y la esperanza de luz, al alba.

 

              Todo tan frágil, tan sencillo, tan cotidiano

              que dejé una brizna en su obra;

              la lágrima fraternal de sentirlo

              virtuoso, lírico y humano.

 

                   Juan Carlos García Lombardo


                   ADVIERTE AL POETA DON

                   FELIPE MOLINA VERDEJO

             ACERCA DE LAS FALACIAS DEL TIEMPO

                 Y LAS INCERTIDUMBRES QUE

                    ENCIERRA SU DEVENIR

 

              Nunca regresarán aquellos años

              que, envueltos en brocados de añoranza,

              dejaron, más que huella, su bonanza

              y un puñado de luz y desengaños.

 

              Falaz, en fin, el tiempo, de su danza

              nadie escapa y, esquivos cuanto huraños,

              apuran ya los últimos peldaños,

              contados los minutos de su andanza.

 

              Vivid en paz, aquellos que aún os quedan,

               ardidos sin remedio de antemano,

              antes de que advertir su paso puedan.

 

              Nadie responde al corazón humano

              y a un pozo de temor sus glorias ruedan,

              salvo que Dios le tome de su mano.

 

                                  Domingo F. Faílde


                     DEDICADO A FELIPE

 

              Cuando me encuentro en alas de otro viaje

              que llevará mi vida hasta la cumbre

              de una ciudad colgada de las nubes;

              cuando me aturde y llama la marea

              del ritmo trepidante que vivimos

              en un tiempo de inquietas tempestades;

              cuando el hilo central de mi existencia

              se rompe en mil pedazos

              llenándome de duda en el trabajo

              recibo la llamada

              que me convoca para tu homenaje,

              Felipe amigo, poeta compañero,

               fecundo manantial de hermosas rimas,

              cantor apasionado de Jaén,

              cincelador exacto del soneto,

              y mi silencio se tiñe de alegría

              para cantar contigo a la amistad,

              a la amistad que fluye del poema

              y nos abraza con el mismo sino,

              y con gozo te envío un fuerte abrazo

              desde mi claustro de la Plaza Nueva

              hasta el tuyo poético jaenero

              donde se acordan notas de tu lira,

              ensoñación profunda de bondades

              de tu gran corazón apasionado,

              y elevo con tus piedras angulares

              eterno monumento a la grandeza

              de sabernos poetas, aunque a veces,

              tú lo sabes, no estemos para versos.

 

                                  Guillermo Sena Medina


                 A D. FELIPE MOLINA, POETA

 

              Se alzan sublimes piedras angulares,

              por tus manos de artífice forjadas,

              clamando tus verdades tan amadas

              como las del mejor de los juglares.

 

              Tu vida es un plantío de olivares,

              un gran mar de montañas azuladas,

              un claustro de columnas ya doradas,

              un sendero en los cielos estelares.

 

              Buen amigo, en tu verso va ternura;

              me fascinan el fuego de tu llama,

              la excelsa calidad de tu cultura

 

              y ese corazón tuyo que derrama

              delirios de pasión y emoción pura.

              Permanece inmortal con buena fama.

 

                        Miguel Maestre Muñoz, cmf.


                      A FELIPE MOLINA

 

                        Con mi admiración y cariño.

 

              Maestro, que despiertas las palabras

              buscando, entre encajes de periplos,

              el aire que tus manos patriarcales

              derraman sobre el mar de tu experiencia.

 

              Maestro, que renaces en la orilla

              de esta polis que finge entre neones,

              que nos besa y nos entrega

              el último retoño que la vida

              nos deja retratar con la herramienta

              de los versos.

 

              Y qué importa...

              Si se hace nuevamente fresca y pura

              la flor que se deshoja en el Parnaso,

              en Tu Parnaso:

              la fuente que entre versos se desnuda

              sembrando la ciudad con tu memoria.

 

              Sepan vivir las calles con tu nombre,

              maestro, sepan vivir,

              con la misma magia con que miras

              la historia que atraviesa sus rincones.

 

                                  Pedro Luis Casanova


                A DON FELIPE MOLINA VERDEJO

 

              No pido versos para una elegía

              ni sílabas eternas de lamento,

              no quisiera cerrar este momento

              ni recordar la fecha de este día,

 

              ni tener ni sufrir melancolía,

              ya no quiero expresar ni lo que siento

              pues mi voz anda en triste pensamiento

              y huérfana ha quedado mi poesía.

 

              El otoño nació, mató al verano

              y con él se llevó tu pelo cano,

              hoy las letras ya duermen mansamente

              y derraman sonetos desde el cielo

              con poesía pura en pleno vuelo

              inundando de versos del presente.

 

           Jaén, otoño de mil novecientos noventa y siete.    

 

                                  Antonio Negrillo


                  EN TI ESTÁ LA HISTORIA

 

     Cuando un grupo de entusiasmados poetas y amigos te preparaban un homenaje, merecido en vida, - que son los más auténticos - ofreciéndote poemas y entrañables dedicatorias, te fuiste en el momento en que te escribía un primer verso:

 

            Fuiste la raíz de... (tantas cosas!

 

     Y la noticia me dejó paralizado e interrumpí el discurso de la lírica, porque ahora ya no me vale, no. Prefiero en estas circunstancias, más allá del apasionamiento feroz de un poema triste que brotaría a raudales, después de tanto tiempo de amistad y lucha por la cultura de nuestro pueblo, hablar de lo auténtico de tu trabajo que debe ya estar en las páginas de nuestra historia. Fueron muchos años, desde el principio muy tiernos, en los que nos entregamos para levantar a Jaén de su cultura anclada y en abrir de par en par las ventanas y que inundaran vientos nuevos a esa juventud ansiosa de inquietudes en beneficio de la ciudad y de la provincia en general.

     Vientos que llevábamos a cada tertulia, a cada revista, a cada acto en la Económica, a cada primavera que esperábamos en las laderas del castillo con los pies llenos de ampollas y tu te quedabas paralizado, arrastrándote, blanco marmóreo, por ese vértigo que llenaba tu cuerpo humanizante y tus pletóricos versos, anunciadores de esperanzas... Y tú eras el Presidente de ese Grupo Advinge. Y allí fue donde naciste para la Literatura de nuestro pueblo. Lo demás son anécdotas para revivirlas cariñosamente. Lo auténtico para los investigadores y estudiosos de nuestras cosas es recalcar que Advinge, el Grupo, que tú presidías con equilibrio, madurez, seriedad... durante todos los años de su existencia, fue tu raíz y la raíz de (tantas cosas...!

     Y eso es lo preciso que se tiene que recalcar por que a veces se pasa deprisa o se tiene en el olvido. Allí nacimos, allí sembramos la cosecha de nuestro tiempo, de allí partió el olivismo que ya es cantar y páginas imborrables entre los acontecimientos más importantes de este signo, sin pecar de inmodestia... porque es la verdad. Tú fuiste el que nos abrió con tu madurez y seriedad las puertas del Instituto de Estudios Giennenses, y don Luis González López, medio nos toleraba, por no aceptar en nuestra juventud a esos pontificados que se imponían intolerantes. Habría que vivir en aquella horas para comprender el sentido de esta exposición. Mas los investigadores tendrán ya materia para tu mejor estudio.

     Que todo ello no se considere el oportunismo de un funeral apasionado, propio de las ocasiones nostálgicas y parciales. Los que tienen que llorarte somos los tuyos; pero Jaén te debe mucho más. Es el momento de que despierten las conciencias y las responsabilidades para elevarte a la justa medida de tus merecimientos, porque ya eres páginas importantes en la Historia.

                                  Diego Sánchez del Real


                      LUZ Y PRESENCIA

 

                                      Al amigo Felipe,

                        al maestro poeta que se nos fue.

 

              Cómo duele la soledad vacía

              del triste hueco abierto por tu ausencia; 

              es marcha que nos deja la existencia

              flotando en la nostalgia dura y fría.

 

              Compañera nos queda tu poesía,

              aroma rezumante de tu esencia,

              es bella flor, es brisa y es presencia

              que, como luz, en el camino guía.

 

              Alígero cantor, fraguas belleza,

              efluvio perfumado de tu alma,

              que es playa sosegada, es la calma

 

              que canta al buen Jesús y a su grandeza.

              Mariposas de luz, fugaz revuelo,

              alas que te llevaron hasta el cielo.

 

                                  Rafael Valdivia Castro


                A DON FELIPE MOLINA VERDEJO

 

              Amigo respetado:

              De forma expresa quiero

              agradecer sentidamente a la vida

              el premio de haberte conocido.

 

              Hoy, que no me has dicho adiós,

              he abierto tu libro,

              que ha quedado en silencio

              como también tu pelo blanco

              que, cual rosal de otoño, prisionero

              de abundantes y minúsculas espinas,

              no dejará crecer más rosas blancas.

 

              Y así queda el lugar

              aquel de la tertulia

              que, combinada en la sonrisa

              y el buen gusto,

              se afanaba en compartir minutos

              del reloj que colgaba en la pared

              junto al justo sentido del humor

              y la amable seriedad

              más delicada.

 

              Tu palma abierta

 

              tomando mi mano

              besó con cortesía aquel saludo.

              Hoy ya las cosas están quietas.

              Sólo queda la mitad

              del buen amigo ausente

              y deseo estrenar melancolía

              al leerte un soneto.

              Porque sabe a soneto

              tu poesía y será él

              quien siempre seguirá

              hablándonos por ti.

 

              Por mi parte

              nada más que decir:

              (Gracias por no despedirte!,     

              no me ha gustado jamás decir adiós.

 

                        Jaén, 10 de octubre de 1997

 

                        Josefina Serrano Buitrago


         RECORDANDO AL POETA FELIPE MOLINA VERDEJO

 

          Ahora, que te has ido, allende los azules,

          al más allá, es hermoso rememorar

          tu trayectoria filosófico-poética,

          tu alma rebosante siempre de ideas

          enriquecidas en la universidad de

          la vida, en tu múltiple paternidad

          florecida en nuevos de esperanzas.

 

          He querido plasmar aquí, en el homenaje a tu

          figura venerable de vate profundo,

          transcendida ya por la Parca, una aureola

          de juventud y eternidad, en lo bello y en

          lo bueno.

 

          (En el IV Centenario de la Muerte de Santa Teresa de Jesús, allá por marzo de 1982, FELIPE MOLINA escribió a la Santa de ÁvIla, el bellísimo poema que voy a transcribir. Fue una gavilla de versos que obsequiamos a la Doctora de la Iglesia en aquella efeméride, un grupo de poetas del santo Reino). Sin duda, en el empíreo cielo, donde habrá cordiales amistades y "eterna primavera", Santa Teresa habrá celebrado contigo tus requiebros poéticos: "El Amor divino que anhelabas"A y la "infinita tristeza de la espera" tu tú cantabas. Todo se habrá trocado en posesión y en alegría celeste. Así te adivino...


DESPUÉS DE LEER LAS COPLAS DE AMOR DIVINO DE SANTA TERESA DE JESÚS (Felipe Molina Verdejo. Jaén, 26-3-82)

 

          "He leído, Teresa, tus coplas de amor vivo

          que dicen de la vida y dicen de la muerte.

          Y he sentido llenarse mi corazón esquivo

          del miedo irrefrenable de volver a leerte.

          Porque esas coplas tuyas están hechas de fuego

          y avivan en mi entraña una llama perdida.

          Son coplas que se cantan para el desasosiego

          de quien espera sólo la hora de su partida.

          Las hiciste paloma de arrebatado vuelo,

          las hiciste arrullos de tu alma prisionera

          que desde la altiva cumbre nevada del Carmelo

          anhelaba el aliento de eterna primavera.

          Pero yo tengo, Santa, mi corazón varado:

          Soy un barco sin velas, hundido por su carga.

          Y al escuchar tus versos ardientes, me ha embargado

          una pena infinita y una tristeza amarga"

 

                                  Ana-María Macías López


                         LIDIANDO

 

              Soneto taurino dedicado a un giennense

              que escribe sonetos taurinos.

 

          Banderas al sol. En órdago a la muerte

          frente a frente están ya mástil y ola

          envueltos en la ronca caracola

          que zumba cada vez más y más fuerte.

 

          En un quite de rezos se convierte

          una mujer que está trémula y sola,

          cuando un ciclón acosa a la amapola

          y a distancia de un tris está la muerte.

 

          Se parten sombra y sol en media luna

          y la tarde que avanza tiene un toque

          indeciso entre el drama y la fortuna.

 

          La ola busca el choque ciegamente,

          y otra vez, quieto, el mástil burla el choque;

          )qué podrá suceder la vez siguiente?

 

                   José Luis González Brotóns


                         LA VEREDA

 

                        Déjame, vereda,

                        con mi duelo pobre,

                        viendo noches blancas

                        con estrellas negras

                        que escriben mi nombre.

 

                        Déjame que busquen

                        mis ojos sin norte

                        lo que fue ventura,

                        lo que fuera dicha

                        lo que fuera goce.

 

                        Déjame que olvide

                        que he nacido y donde,

                        pues me duele tanto

                        que se abrace a mí

                        el recuerdo noble.

 

                        Déjame, sendero,

                        que ya no responde

                        ni siente tu polvo

                        mi paso enlutado,

                        calado de bronce.

 

                        Déjame que palpen

                        tus hiervas y rocen

                        mis manos claustradas

                        de llantos de fiebre,

                        la paz que a ti sobre.

 

                        Déjame, camino,

                        que al alma destrone

                        y entierre en tu piel

                        tanto amor creado,

                        rasgado de golpe.

 

                        Déjame en mi frío,

                        solo; no te importe,

                        pues ya no hay ternura

                        que a mi sangre anime

                        y a mi sien conforte.

 

                        Déjame que estreche

                        mis sandalias ocre

                        y lleve mi cruz

                        con cilicios anchos

                        y sudario pobre.

 

                        Déjame que vierta

                        mi copa y entone

                        mil canciones malva

                        que dicen nostalgias

                        y hablan de flores.

 

                        Déjame, perdido,

                        desnudo; soy hombre

                        y estoy esperando

                        que Dios, apiadado,

                        de azules me arrope.

    

                        Déjame, vereda,

                        que llore y que llore

                        sin más compañía

                        que tus soledades y

                        un ángel sin nombre.

 

                        Manuel Ángel Pérez del Moral


                  APUNTES BIBLIOGRÁFICOS

    

                          PARA EL ESTUDIO

 

                          DE LA POESÍA DE

 

                    FELIPE MOLINA VERDEJO

 

 

    

 

 

 

 

 

                             J. M. Molina Damiani


                   como niño que vuelve del campo,

                   y que no trae nada que contar,

                   sino piedras y mariposas, y alguna

                   lagartija...

 

                             José María Valverde

 

                   Eras la imagen, la lámina brillante

                   de ese libro de cuentos que llevamos

                   en el atril del corazón los niños.

 

                             Felipe Molina Verdejo

 

                   Sabiéndolo, he perdido lo poco

                   que tenía.

 

                             José García Nieto

 

          Hijo de jaeneros nacidos en Madrid (1924) pero avecindado en Jaén desde 1934, acaso sea Felipe Molina Verdejo el poeta más representativo de la literatura giennense de la segunda mitad de este siglo. Siempre que no me equivoque, el debut editorial de nuestro autor se remonta, no obstante, a la Navidad de 1939/40, cuando acabada nuestra Guerra Civil, con quince años recién cumplidos, publica un romance en el periódico Ideal, "Caminito de Belén" -más tarde reeditado-, y un cuento en el Patria, "Los Reyes Magos de ogaño y Periquín"[1]. Estudiante de Humanidades, Filosofía y Teología en los Seminarios de Jaén y Vitoria, durante la primera mitad de los cuarenta Molina Verdejo se alza como una firma habitual de las publicaciones locales más destacadas del momento, Diario Jaén (abril 1941/...), Lux Mundi (enero 1940/ junio/julio l949) y Paisaje (junio 1944/abril 1966). Del horizonte en que se inscribe la obra de nuestro autor estos años da noticia sobrada, por lo demás, Tota pulchra (A:1948a), posiblemente el primer libro de quien nos ocupa, inédito todavía, cuya esbelta dicción, respetuosa con los acendrados patrones de la preceptiva y acordada a las enardecidas inquietudes religiosas que la sostienen, se mueve dentro de las coordenadas cosmovisionarias del neoclasicismo formalista defendido por los poetas de la revista Garcilaso (Madrid, 1943/1946), la empresa que acaudilló el rumbo oficial de la poesía española a lo largo de la inmediata postguerra bajo la dirección de José García Nieto (1914), cuya tertulia del "Café Gijón" frecuentaría Molina Verdejo durante su paso fugaz por el Madrid de 1947, cuando, poco después de abandonar la carrera eclesiástica y dos años antes de casarse con María Molina del Moral, a punto estuvo de hacerse periodista.

          La década en que las inquietudes literarias de Molina Verdejo cristalizan de manera definitiva va ser, con todo, la de los años cincuenta. Instalado ya en Jaén, documentan la intensa actividad poética de nuestro autor a lo largo de este decenio las páginas del Boletín del Instituto de Estudios Giennenses (julio-diciembre 1953/...) y las de las revistas Úbeda (enero 1950/mayo 1968), Linares (enero 1951/diciembre 1958) y Advinge (octubre 1952/abril 1955), ésta última, como se sabe, empresa donde nuestro poeta publicó de modo regular -había sido uno de sus fundadores- y cuya colección habrán de ver con calma los estudiosos que quieran medir con rigor el alcance de la obra con que estamos dentro de la literatura giennense contemporánea. Editado con el sello de Advinge, compendia las variables estéticas por que transita la poesía de Felipe Molina Verdejo a lo largo de este período Del ser y del sentir (Poemas de la vida doliente) (A:1954b), un libro distante de los postulados del simbolismo y enemistado con la tradición de la vanguardia donde nuestro autor, para hacer frente formal a los agónicos problemas existenciales de su tiempo, reviste la clásica mirada romántica de su poética con un decadente rebrillar modernista, partiendo, por más señas, de la res adánica a la que siempre estará religado y de la verba aristocrática a la que nunca dejará de ser fiel[2].

          Llegados los sesenta -fuera de Jaén los jóvenes autores que se las verán a lo largo de la década siguiente con la vida hecha historia; esterilizados por las mezquindades de nuestra clase académica los escritores que no supieron sobreponerse a los excesos provinciales de la dictadura-, el llamativo parón editorial que acusa la poesía giennense a lo largo de esos años afecta también, en efecto, a Felipe Molina, durante esta etapa de enriquecimiento económico de la inmensa minoría y desarrollo social de la mayoría silenciada, absorbido por su profesión como enseñante de un centro privado y su trabajo como administrativo de una agencia de seguros, escritor sin tiempo para ponerse a escribir. Aunque la creación del "Grupo El Olivo" a comienzos de 1969 dinamizó los ambientes literarios del Jaén de los setenta, lo cierto es que Molina Verdejo nunca acabó de identificarse del todo a lo largo y ancho de la década de la muerte de Franco con el proyecto populista de agitación literaria alentado por Diego Sánchez del Real, no sé si debido a que se sintió editorialmente incómodo junto a la manifiesta incapacidad artística de algunos de sus compañeros de viaje, a que rara vez sintonizó con el versolibrismo informalista por que apostaba el sector más comprometido del grupo o a que prefirió asistir a los acontecimientos históricos de nuestra transición a la democracia desde un espacio menos contradictorio que el demarcado por la trepidante poética política olivista. Sea como fuere, lo cierto es que la poesía de Molina Verdejo acaba decantándose conforme avanzan los setenta, como ejemplificará en su momento La Semana Santa en el corazón de los giennenses, el culto pregón popular que anuncia de raíz nuestra Semana Mayor de 1981 (A: 1981c), como una renovada propuesta costumbrista cuya arraigada temática religiosa se aboveda por lo común bajo las clásicas matrices respiratorias canonizadas por la canción, el soneto y el romance.

          Con la publicación de Las piedras angulares (A: 1989g), recopilación antológica de cien sonetos pertenecientes a distintos momentos de su trayectoria poética, Felipe Molina acomete un balance temático de toda su obra, manifiestamente distante de cualquier experimentalismo barraco pero radicalmente ajustada a un constructo manierista. Retrato organicista del mundo cuyos principios éticos y estéticos remiten a nuestra literatura doctrinal del Siglo de Oro, si tuviera que quedarme con un ramillete del centenar de piezas de que consta este libro, elegiría, a buen seguro, aquéllas que dan fe del atemperado ensimismamiento emocionado y la estoica actitud cosmovisionaria con que nuestro autor encara retóricamente los conflictos existenciales que escinden su vida. No es obvio destacar que la aparición de Las piedras angulares señala el comienzo del período creativo más fructífero de Felipe Molina Verdejo, durante sus últimos diez años de vida, respetado por todas las familias poéticas giennenses, colaborador habitual de las cabeceras editoriales sostenidas por los "Amigos de san Antón", esto es: La senda de los huertos (Jaén, enero-febrero-marzo 1986/...), donde nuestro autor ha dejado hasta poco antes de su muerte tanto noticia detallada del discurrir provinciano de la cultura local cuando un considerable número de muestras del curso sucesivo de su obra poética, y la Crónica de la "Cena Jocosa", el anuario donde dicho grupo de amigos reúne desde 1984 -Molina Verdejo tuvo a su cargo redactar la entrega de 1988 (A:1989h)- los trabajos que se lee durante los postres de su cena de la víspera de santa Catalina. Por más que el último libro édito de nuestro autor, Épico Jaén, lírico Jaén. (Rapsodia en morado) (A.1995a), dé cabida a algún que otro poema de viejo cuño, el material que recopilan sus páginas no hace, en efecto, sino antologizar la labor poética anticipada por Molina Verdejo desde las páginas neocostumbrista a que acabo de referirme. No es extraño, así las cosas, que la decimonónica musicalidad tardorromántica de los romances, canciones y sonetos que reúne este poemario, recorrido a veces por folclóricos alientos populares afines a los de patrimonio regionalista del veintisiete juanramoniano, se alcen como la elegíaca celebración con que nuestro autor reconstruye de la mano de sus recuerdos infantiles los escenarios más singulares, las costumbres más características y las devociones más emblemáticas de un Jaén tan desmemoriado de su propia historia que más parece el Jaén pusilánime de este tiempo, el nostálgico Jaén sin presente de toda la vida.

          Anotado quede, por último, que el repertorio que ahora presento, inventario provisional de la producción esencial de Felipe Molina Verdejo, no persigue sino sentar las bases bibliográficas para el estudio critico que merece su obra poética, una de las más paradimáticas de las letras giennenses de la segunda mitad de este siglo pero evaluada hasta hoy de modo algo superficial. De aquí, sin duda, que el catálogo que sigue -pergeñado para atender la invitación que el coordinador de Claustro Poético, el poeta Francisco Javier Cano, antes de morir Felipe Molina, me hizo para sumarme a este homenaje; puesto a punto gracias a la generosa colaboración del profesor Enrique Molina Molina, quien de nuevo me ha abierto las puertas del gabinete de trabajo de su padre; pero procedente, en fin, del original inédito de mi tesina, donde ya me acerqué a la obra de nuestro autor (B: 1985)- disponga las entradas bibliográficas que reúne inventariándolas sin más en dos vastos epígrafes que completa un apéndice, a saber: a/ Obra de Felipe Molina Verdejo, donde cronológicamente catalogo la producción en verso y prosa de nuestro comprovinciano; b/ Reseñas, apuntes y comentarios sobre su obra, memoria de las entradas bibliográficas que se ocupan de nuestro poeta alfabéticamente ordenada a partir de los apellidos de su autores; y C/ Índice de abreviaturas y siglas, que da cuenta del significado de las claves que he puesto en juego a lo largo de este artículo para abreviar su extensión.


A/ OBRA DE FELIPE MOLINA VERDEJO

 

001   MOLINA VERDEJO, Felipe (1940A): "Soneto" en LM 9,   septiembre 1940, p. 3.

002  (1940b): "(Ay qué hermoso es! (Villancico)" en LM 12,     diciembre 1940, p. 3.

003   (1941): "Notas religiosas. Una oración a Santiago en Id 25-VII-1941, p. 2.

004   (1943a): "Aspirantes" en LM 43, julio 1943, p. 8.

005   (1943b): "Lo que el Amo te pide" en LM 45, septiembre   1943, p. 5.

006   (1943c): "!La muerte de Javier" en LM 48, diciembre     1943, p. 4.

007   (1944a): "Benedicta tu in mulieribus" en LM 53, mayo    1944, p. 9.

008   (1944b): "Santa Bernardita y el Escultor" en LM 60,     diciembre 1944, p. 8.

009   (1948a): Tota pulchra, Jaén, 1948, inédito,    mecanografiado, por atención del autor. Extenso poema     dividido en cuatro partes, a saber: "Contemplación y   Plegaria" -veinticinco serventesios y un soneto-, "La Culpa     y la Promesa" -un largo romance heroico parcelado en      cuatro secuencias que suman casi doscientos versos-,   "Expectación" -diez décimas con una redondilla de cierre- y "Éxtasis" -una canción alirada de más cien veros     aproximadamente.

010   (1948c): "Villancico" en LM 93, noviembre 1948, p. 3.

011   (1948c): "Caminito de Belén" en LM 94, diciembre 1948, p. 3.

012   (1951a): "Pregón de Feria" en Programa Feria y Fiestas de san Lucas 1951, Jaén, Palomino, 1951, p. 3.

013   (1951b): "La Cruz en el cerro" en Programa Feria y Fiestas de san Lucas 1951, Jaén, Palomino, 1951, p. 19.  014   (1952a): "Al Santo Rostro" en Pa 79, diciembre 1951 -   enero 1952, p. 271.

015   (1952b): "Pregón de Feria" en Programa Feria y Fiestas de san Lucas 1952, Jaén, viuda de Cobo, 1952, p. 2.

016   (1952c) "Jaén desde el cerro" en Programa Feria y   Fiestas de san Lucas 1952, Jaén, viuda de Cobo, 1952, p. 14.

017   (1952d): "A la Catedral de Jaén", en Ad 2, noviembre    1952, p. 1, s. p.

018   (1952e): "Tristeza" en Ad 3, diciembre 1952, p. 6.

019   (1953a): "La oración del poeta" en Ad 4, enero 1953, p. 2-3.

020   (1953b): "Meditación de la nieve" en Ad 5, febrero 1953,     p. 8-9.

021   (1953c): "Canción de primavera" en Ad 6, marzo 1953, p. 2.

022   (1953d): "Al pie de la Cruz" en Ad 7, abril 1953, p. 6.

023   (1953e): "Calbalguemos en paz" en Ad 9, junio 1953, p. 2.

 

024   (1953f): "Al pueblo de Jaén en el día de ofrenda de     coronas a la Stma. Virgen de la Capilla" en DJ 11-VI-1953,   "Extraordinario de la Feria y Fiestas de la Virgen de la    Capilla", p. 11.

025   (1953g): "Mi hijo" en Ad 10, julio 1953, p. 11.

026   1953h): "Mi corazón anda loco..." en Ad 11, agosto 1953,     p. 4.

027   (1953i): "El lucero,, el puente, el río... (Acuarela)" en Ad 12, septiembre 1953, p. 2.

028   (1953j): "Mañanita en el campo. (De regreso a la ciudad)"    en Ad 13, octubre 1953, p. 11.

029   (1953k): "Pregón de Feria" en Programa Feria y Fiestas san Lucas 1953, Jaén, Más, 1953, p. 3.

030   (1953l): "La Alameda" en ACJ 2, octubre 1953, "Extraordinario Feria y Fiestas de san Lucas 1953", p. 23-  24.

031   (1953m): "Fantasía de medianoche" en Lin 28, octubre    1953, p. 11.

032   (1953n): "La oración por la tarde" en Ad 14, noviembre 1953, p. 2.

033   (1954a): "Romance de las niñas tontas" en Pa 87,    noviembre 1953, enero 1954, p. 697.

034   (1954b): Del ser y del sentir. (Poemas de la vida   doliente), Jaén, Advinge, p. 39.

035   (1954c): "Oración por el agua. (Fragmento)" en Ad 16,   enero 1954, p. 8.

036   (1954d): "Estaba escribiendo al sol" en Lin 31, enero   1954, p. 9.

037   (1954e): "Chopin, Bécquer: dos románticos" en Ad 17,    febrero-marzo 1954, p. 6.

038   (1954f): "A un almendro en primavera" en DJ 21-III-1954,     p. 5.

039   (1954g): "Encuentro con la fantasía" en -Ad 18, abril-  mayo, p. 14.

040   (1954h): "...Et pax hominibus" en Ad 19, agosto-    septiembre 1954, p. 5.

041   (1954i): "Jaén desde el cerro" en DJ 18-X-1954,     "Extraordinario Feria de san Lucas 1954", p. 16.

042   (1954j): "Evocación poética de la Magdalena" en GMJ,    1954, p. 55.

043   (1954k): "Nocturno en la plaza de san Ildefonso" en Ad 20, octubre-noviembre 1954, p. 13.

044   (1954l): "Pregón de Feria" en Programa Feria y Fiestas de san Lucas 1954, Jaén, viuda de Cobo, p. 3.

045   (1955a): "Señor: entre tus manos..." en Ad 21,      diciembre 1954, enero 1955, p. 12.

046   (1955b): "Soliloquios ante Jesús, Preso" en Ad 22-23,   abril 1955, p. 30, s. p.

047   (1955c): "A modo de pregón" en Programa Feria y Fiestas de san Lucas 1955, Jaén, Rodríguez Puche, 1955, p. 1.

048   (1955d): "El Olivo, árbol de la paz" en Programa de Feria    y Fiestas de san Lucas 1955, Jaén, Palomino, 1955, p. 7.

 

049   (1956): "Pregón para la Feria de san Lucas 1956" en     Programa Oficial Feria y Fiestas de san Lucas 1956, Jaén,     San José, 1956, p. 1.

050   (1957): "A las piedras que pisó Nuestra Señora cuando   descendió a Jaén, en Manuel López Pérez (ed.): Once de Junio. (Miscelánea de Estudios Marianos), Jaén, Real   Cofradía de Nuestra Señora de la Capilla, 1984, p. 71.

051 (1958a): "Dominus Tecum" en Alberto López Poveda (ed.):   II Fiesta de la poesía, Linares, Revista Linares, 1958, p. 21-24.

052 (1958b): "La primavera hizo su milagro"; "A un almendro   en primavera" en Pa 103-104, noviembre-abril 1958, p.   1773.

053   (1958c): "La cruz, las nubes y las águilas", en Pa 103- 104, noviembre-abril 1958, p. 1776-1777.

054   (1959a): "La ciudad y el poeta". Jaén en la poesía de   Bernardo López García" en BIEG 20-abril-junio 1959, p. 9-     13.

055   (1959b): "Haz y envés del Jaén poético" en DJ 18-X-1959,      "Extraordinario de la Feria de san Lucas", p. 30.

056   (1959c): "La ciudad y el poeta" en Pa 107-108, noviembre-    marzo 1959, p. 1972-1975.

057   (1959d): "Ante la Virgen de la Capilla" en Felipe Molina     Verdejo et alii: Obsequios poéticos y pregón del año 1958    en las fiestas del Descenso de N. Señora la Virgen María a la ciudad de Jaén, Jaén, Cofradía de Nuestra Señora de    la Capilla, 1959, p. 31-32.

058 (1960): "Historia de un rayo de luz" en DJ 15-IV-1960, p.     10.

059   (1961a): "Pregoncillo de Feria" en Programa Comercial   Literario san Lucas 1961, Jaén, Unión Tipográfica, 1961, p. 2.

060   (1961b): "La tarde (Acuarela)" en DJ 18-X-1961,     "Extraordinario Feria y Fiestas de san Lucas 1961", p. 26.

061 (1962a): "La saeta" en DJ 15-IV-1962. "Extraordinario de la Semana Santa 1962", p. 44.

062   (1962b): "Oración para una tarde de octubre" en Programa     Oficial de la Feria de san Lucas 1962, Jaén, Ayuntamiento,   1962, p. 22.

063   (1964a): "Al pino del Yelmo" en Programa de las Fiestas en honor de la Stma. Virgen del Rosario, Segura de la Sierra, Ayuntamiento, 1964, p. 31, s. p.

064   (1964b): "Versos para la nueva ciudad" en Programa Oficial de la Feria de san Lucas 1964, Jaén, Ayuntamiento,    1964, p. 13.

065   (1966a): "Nocturno en Úbeda" en Ub 140, junio 1966, p. 5.

066   (1966b): "Un libro de historia con 8000 fascículos" en DJ 17-VII-1966, "Extraordinario 25 años", p. 11-12.

067   (1969A): "Gracias, Señor" en Diego Sánchez del Real     (ed.): Antología Breve, Jaén, "El Olivo", 1969, p. 6.

068   (1969b): "Del cuaderno de un forastero" en DJ 30-III-   1969, "Extraordinario de la Semana Santa", p. 23.

069   (1970): "Tu alma de rodillas" en Diego Sánchez del Real (ed.): Jaén y sus poetas, Jaén, El Olivo, 1970, p. 7.

070   (1972a): "A la Virgen de las Angustias" y "Soliloquio de     Jesús Preso" en DJ 26-III-1972, p. 14.

071   (1972b): "Nocturno en Úbeda" en DJ 28-IX-1972,      "Extraordinario Úbeda", p. 21.

072   (1973): "Ante el Cristo de la Expiración" en DJ 15-IV-  1973, "Extraordinario de la Semana Santa", p. 12.

073   (1974): (4 villancicos) en Juan Ruano León: "Poetas y   pintores giennenses en Navidad" en DJ 24-XII-1974, "Extraordinario de Navidad 1974", p. 14-16, s. t.

074   (1976a): "Romance de Viernes Santo o de ver salir a     Jesús" en DJ 11-IV-1976, "Extraordinario de la Semana   Santa", p. 41.

075   (1976B): "Esta ciudad que se renueve y crece" en DJ 17-X-    1976, "Extraordinario de la Feria de san Lucas", p. 11.

076   (1976c): "Jaén, otoño... (Vivencias y evocaciones)" en DJ 5-XII-1976, "Magazine" n. 69, p. 16.

077   (1977): "Entrevista" de (Vicente Oya Rodríguez) en DJ 22-    1-1977, p. 7.

078   (1978a): "Entrevista" (de Vicente Oya Rodríguez) en DJ 20-II-1978, p. 7.

079   (1978b): "Unas palabras de introducción" en María Paz   Unghetti: Catálogo de exposición, Jaén, Caja General de   Ahorros y Monte de Piedad de Granada, 1978, p. 1.

 

080   (1979a): "Entrevista" (de Vicente Oya Rodríguez) en DJ 1-11-1979, p. 7.

081   (1979b): (Presentación) en Antonio Velasco: Catálogo de exposición, Jaén, Casa de la Cultura, p. 1 y s.t.

082   (1979C): "Elegía por el niño abortado" en DJ 11-XI-1979,     p. 19.

083   (1979d): "Pregón de Navidad" en DJ 23-XII-1979,     "Extraordinario de Navidad, p. 3.

084   (1980a): "Santander de Francisco Santa Matilde" en DJ 20-    1-1980, p. 13.

085   (1980b): "Los espejos cóncavos", en DJ 2-III-1980, p. 3.

086   (1980c): "Entrevista" (de Vicente Oya Rodríguez) en DJ 21-III-1980, p. 7.

087   (1980d): "Los espejos cóncavos (II)" en DJ 13-IV-1980, p. 13.

088   (1980e): "Los espejos cóncavos" en DJ 27-IV-1980, p. 19.

089   (1980f): "Los espejos cóncavos: VI Perdidos-", en DJ 26- X-1980, p. 17.

090   (1980g): "Los espejos cóncavos: VI Perdidos" en DJ 26-X- 1980, p. 32.

091   (1981a): "A Antonio Velasco, por su cuadro de mujer     desnuda" en Antonio Velasco: Catálogo de exposición, Jaén, Cica, 1981, p. 1.

092   (1981b): "Entrevista" (de Vica (heterónimo de José Villar      Casanova) en DJ 19-III-1981, p. 3.

093   (1981c): "La Semana Santa en el corazón de los      giennenses" en BIEG 117, enero-marzo 1984, p. 3.

094   (1982a): Ven a pasear conmigo sobre el Arco Iris, Martos,      Ayuntamiento, 6 p.

095   (1982b): Sonetos y niños, Jaén, 1982, mecanografiado, por      atención del autor. Colección conformada por cuatro sonetos, todos ellos incorporados años después a Las piedras angulares, y dos poemas, uno editado   recientemente, "Niños con hambre", y otro, inédito a día de hoy, titulado "Llanto del niño que ya no es ángel", una   elegíaca canción medieval de veinticuatro versos.

096   (1982c): "Aviso de caminantes que lleguen a Baeza" en DB     verano 1982, p. 6.

097   (1982d): "Prologuillo" en José Sánchez del Moral:   Aventando pesares. Caminos de mi tierra, Jaén, e.a., 1982, p. 5-7.

098 (1982e): "Entrevista" (de V.(icente) O.(ya) R.(odríguez) en DJ 20-VII-1982, p. 3.

099   (1983a): Úbeda, palabra emocionada, Jaén, 1983,     mecanografiado, por atención del autor. Extenso poema que conforman dos silvas, inéditas a día de hoy; seis sonetos, incorporados en su momento a Las piedras angulares; y una   canción de cierre, a fecha de hoy también inédita.

100   (1983b): "Cuando miro tu tronco torvo y fiero" en Juan Manuel Molina Damiani (ed.): 44x18. (Un vistazo por la      poesía giennense de postguerra), Jaén, Diputación     Provincial, 1983, pl. IV.

 

101   1983c): "He leído Teresa tus Coplas de amor vivo" en    Guillermo Sena Medina (ed.): A santa Teresa de Jesús. Ecos     del Centenario. La Carolina, Cabria, 1983, p. 23.

102   (1983e): "En el homenaje a Antonio Velasco" en DJ 3-VI- 1983, p. 7.

103   (1983e): "En el homenaje a Antonio Velasco" en DJ 3-VI- 1983, p. 7.

104   (1983f): "Cartas a los vecinos" en DJ 14-X-1983,    "Extraordinario de la Feria y Fiestas de san Lucas", p.    3.

105   (1983g): Entrevista (de J.M.M.D.), Jaén, 16-XII-1983,   inédita, mecanografiada, 2 f.

106   (1984): "Llanto por unas ruinas. (Las del convento de san      Francisco de Baeza)", en DB verano 1984, p. 7.

107   (1985a): "El Palacio de las Cadenas. La Sacra Capilla del      Salvador" en Ibi 18, junio 1985, p. 21.

108   (1985b): "Homenaje a Cambil, lugar idóneo para un   Parnaso, quinientos años después de la conquista que lo hizo, en verdad, el gran conquistador de voluntades" en    Vicente Oya Rodríguez (ed.): 1485-1985 V Centenario de la   Conquista de Cambil, Cambil, Ayuntamiento, 1985, p. 11-16.

109   (1985c): "Pregoncillo para las fiestas de mi barrio" en Juan Carrillo Rozas (ed.): Programa de Fiestas de la      Avenida de Andalucía, Jaén, Asociación de Vecinos Europa,   1985, p. 5.

110   (1985d): "Epopeya de un hombre vulgar"; "Retrato de     mujer" en José Chamorro Lozano (ed.): Crónica de la "Cena      Jocosa" de 1984, Jaén Amigos de san Antón, 1985, p. 18-20, s.p.

111   (1986a): "Castillo de santa Catalina"; "Alameda de Capuchinos"; "La Catedral de Jaén" en SH 1, enero-febrero-  marzo 1986, p. 88-90.

112   1986b): "La calle del Pozo" en SH 2, abril-mayo-junio   1986, p. 96.

113   (1986c): "Pregón para las fiestas de Nuestra Señora de la Capilla" en Manuel López Pérez (ed.): Once de Junio.     (Miscelánea de Estudios Marianos), Jaén, Real Cofradía de     Nuestra Señora de la Capilla, 1986, p. 37-49.

114   (1987a): "Cante!" en SH 5, enero-febrero-marzo 1987, p. 98.

115   (1987b): "Aquel tren descarrilado" en SH 7, julio-agosto-     septiembre 1987, p. 109-110.

116   (1987c): "Añoranza y canto del antiguo ochío, hoy, como tantas cosas, desvirtuado"; "Elogio del buen gusto y del    sencillo yantar en el canto de pan y aceite" en José Luis   Buendía López (ed.): Crónica de la "Cena Jocosa" de 1986, Jaén, Amigos de san Antón, 1987, p. 25-26, s.p.

117   (1987d): "El ciprés del convento" en SH 8, octubre- noviembre-diciembre 1987, p. 107-108.

118   (1987e): "Crónica cultural" en SH 8, octubre-noviembre- diciembre 1987, p. 97-100.

119   (1988a):"Rimas de amor a Nuestro Padre Jesús de los     Descalzos en Juan Cuevas (ed.): Semana Santa 1988, Jaén,     Ayuntamiento, p. cc.

120   (1988b): "Crónica cultural" en SH 9, enero-febrero-

     marzo 1988, p. 101-106.

121   (1988c): "Silencio y humildad" en AG 1988, p. 18.

122   (1988d): "Aquella luz, María..." en DJ 11-VI-1988, "Fiestas de Primavera. Virgen de la Capilla", p. 28.

123   (1988e): "Crónica cultural. Segundo trimestre de 1988" en SH 10, abril-mayo-junio 1988, p. 93-98.

124   (1988f): Crónica cultural. Verano 1988", en SH 11, julio-    agosto-septiembre 1988, p. 93-103.

125   (1988g): "Una velada en el casino" en Luis Coronas Tejada    (ed.): Crónica de la "Cena Jocosa" de 1987, Jaén, Amigos    de san Antón, 1988, p. 50-52, s.p.

126   (1988h): "Evocación de mi amigo muerto" en SH 12,   octubre-noviembre-diciembre 1988, p. 111-112.

127   (1988i): "Crónica cultural. Cuarto trimestre de 1988" en     SH 12, 97-103.

128   (1989a): "Crónica cultural. Primer trimestre de 1989" en     SH 13, enero-febrero-marzo 1989, p. 97-101.

129   (1989a): "Arrodillado ante el Cristo de la Expiración" en AG 1989, p. 9.

130   (1989b): "Luis Espinar" en Luis Espinar Barranco:   Catálogo de Exposición. Acuarelas, 1964-1982, Jaén,    Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos/Cajasur, 1989, p. 1.

 

131   (1989c): "Crónica cultural. Notas para una crónica cultural del segundo trimestre de 1989" en SH 14, abril-     mayo-junio 1989, p. 99-102.

132   (1989d): III Pregón para la Romería del Cristo de   Charcales. (Mayo 1989)" en Programa de Fiestas del Cristo   de Charcales 1990, Jaén, Asociación de Vecinos La Gloria, 1990, p. 31-35.

133   (1989e): "Crónica cultural" en SH 15, julio-agosto- septiembre 1989, p. 107-108.

134   (1989f): "Igual que una amante" en SH 15, julio-agosto- septiembre 1989, p. 115.

135   (1989g): Las piedras angulares. (Sonetos), Jaén, e.a., 128 p.

136   (1989h): (Ed.) Crónica de la "Cena Jocosa" de 1988, Jaén,    Amigos de san Antón, 1989, 71 p.

137   (1989): "Sonatina en el parque" en Felipe Molina Verdejo     (ed.): Crónica de la "Cena Jocosa" de 1988, Jaén, Amigos    de san Antón, 1989, p. 47-48.

138   (1989j): "Crónica cultural. (Cuarto trimestre de 1989)" en SH 16, octubre-noviembre-diciembre 1989, p. 109-112.

139   (1990a): "Crónica cultural. (Primer trimestre de 1990)" en SH 17, enero-febrero-marzo 1990, p. 101-105.

140   (1990b): "Crónica cultural. Jaén en América; América en Jaén; hoy" en SH 18, abril-mayo-junio 1990, p. 151-155.

141   (1990c): Crónica cultural" en SH 19, julio-agosto-  septiembre 1990, p. 129-130.

 

142   (1990d): "Donde sucintamente se dice de suceso memorable     y, veladamente, se pondera" en Pedro Jiménez Cavallé (ed):   Crónica de la "Cena Jocosa" de 1989, Jaén, Amigos de san Antón, 1990, p. 7.

143   (1990e): "Crónica cultural. Cuarto trimestre de 1990" en     SH 20, octubre-noviembre-diciembre 1990, p. 111-116.

144   (1991a): "Crónica cultural. Primer trimestre de 1991" en     SH 21, enero-febrero-marzo 1991, p. 115-123.

145   (1991b): "Viendo salir, de la Magdalena, al Cristo de la      Clemencia" en SR 1, marzo 1991, p. 62.

146   (1991e): "Ante la imagen del Jesús de la Caída que sale de la Magdalena" en AG 1991, p. 23.

147   (1991d): "Crónica cultural" en SH 22, abril-mayo-junio 1991, p. 109-119.

148   (1991e): Recuerdo de una dama boba" en Ángel Viedma     Guzmán (ed.): Crónica de la "Cena Jocosa" de 1990, Jaén,    Amigos de san Antón, 1991, p. 45-47.

149   (1991f): "Crónica cultural. Cuarto trimestre de 1991" en     SH 24, octubre-noviembre-diciembre 1991, p. 113-121.

150   (1992a): "Reseña cultural. Primer trimestre de 1992.      Consideraciones y notas sobre actos culturales" en SH 25,     enero-febrero-marzo 1992, p. 132.

151   (1992b): "Al Cristo mutilado de Beas" en LVV 0, marzo   1992, p. 41.

152   (1992c): "Donde un costalero dice los motivos que le    llevaron a serlo" en AG 1992, p. 10.

153   (1992d): "Reseña cultural" en SH 26, abril-mayo-junio   1992, p. 123-129.

154   (1992e): "Reseña cultural. Anotaciones para la reseña de     actos culturales del tercer trimestre de 1992" en SH 27,   julio-agosto-septiembre 1992, p. 125-131.

155   (1992f): "Fanfarrias para una conmemoración -1992" en DJ     8-X-1992, "Culturas", p. 37.

156   (1992g): "El coloquio de las estatuas" en Antonio   Martínez Lombardo (ed.): Crónica de la "Cena Jocosa" de 1991, Jaén, Amigos de san Antón, 1992, p. 52-55.

157   M.(OLINA)V.(ERDEJO), F.(elipe) (1992i): "Anotaciones    para un rincón poético denominado "Aljófar" en LVV II-III,   diciembre 1992, p. 67.

158   MOLINA VERDEJO, Felipe (1992j): "Reseña cultural.   Anotaciones para una crónica. Cuarto trimestre de 1992"     en SH 28, octubre-noviembre-diciembre 1992, p. 119-128.

159   (1993a): "Reseña cultural. 1993 Apuntes para una crónica      cultural del primer trimestre" en SH 29, enero-febrero-   marzo 1993, p. 119-123.

160   (1993b): "Cuando mis ojos miraron a María Santísima de la Estrella" en Ebi 12, marzo 1993, p. 34.

161   (1993c): "Reseña cultural. Segundo trimestre 1993" en SH     30, abril-mayo-junio 1993, p. 109-115.

162   (1993d): "Reseña cultural. Apuntes de los actos     culturales en el tercer trimestre" en SH 31, julio-agosto-  septiembre 1993, p. 117-122.

 

163   (1993e): "Catedral luminosa, la Catedral de Jaén" en Juan      Higueras Maldonado (ed): Crónica de la "Cena Jocosa" de   1992, Jaén, Amigos de san Antón, 1993, p. 47-49.

164   (1993f): "Reseña cultural. Anotaciones para la crónica cultural del cuarto trimestre 1993" en SH 32, octubre-  noviembre-diciembre 1993, p. 117-124.

165   (1994a): "Reseña cultural. Crónica correspondiente al   primer trimestre de 1994" en SH 33, enero-febrero-marzo     1994, p. 133-140.

166   (1994b): "A modo de saetas" en Ebi 13, febrero 1994, p. 58.

167   (1994c): "A los penitentes que llevan el paso de la     Dolorosa" en AG 1994, p. 8.

168   M.(OLINA) V.(ERDEJO), F.(elipe) (1994): "Manuel Garrido Chamorro" en LVV IV, abril 1994, p. 72.

169   MOLINA VERDEJO, Felipe (1994e): "Reseña cultural.   Anotaciones para la crónica cultural del segundo trimestre de 1994" en SH 34, abril-mayo-junio 1994, p. 115-125.

170   (1994f): "Recado urgente a los ángeles que sirven a     Nuestra Señora" en RD 6, 20 época, junio 1994, p. 8-9.

171   (1994g): "Poeta de la A la Z" (entrevista de José Sánchez    del Moral) en DJ 14-VIII-1994, "Dominical", p. VIII-IX.

172   (1994h): "Coplillas" en José María Pardo Crespo (ed.): Crónica de la "Cena Jocosa" de 1993, Jaén, Amigos de san   Antón, 1994, p. 48-49.

173   (1994i): Al Cristo de Getsemaní" en SH 25-36, julio-    agosto-septiembre y octubre-noviembre-diciembre 1994, p.    211.

174   (1995a): Épico Jaén, lírico Jaén. (Rapsodia en morado), Jaén, Ayuntamiento, 114 p.

175   (1995b): "Reseña cultural. Anotaciones para una crónica cultural del último trimestre de un año, el de 1994, y el    primero de otro, el de 1995", en SH 37, enero-febrero-   marzo 1995, p. 117-129.

176   (1995c): "Creer, esperar, amar" en CP O, enero-abril    1995, p. 81-83.

177   (1995d): "Ante la imagen de Jesús Preso, que se venera en la parroquia de san Pedro, en Torredonjimeno, y que es obra de Palma Burgos" en En 7, 1995, p. 34.

178   (1995e): "Reseña cultural. Anotaciones para una crónica cultural del segundo trimestre de 1995, SH 38, abril-mayo-   junio 1995, p. 127-138.

179   (1995f): "A Nuestra Señora de los Remedios. Pidiéndole que los haga para esta pertinaz sequía" en Pedro Buendía     Mendoza y Antonio García Fernández (ed.). Fiestas 1995,    Ibros, Hermandad de la Virgen de los Remedios, 1995, p. 14.

180   (1995g). "De nuevo ante tu reja" en RD 7, 20 época, junio     1995, p. 9-10.

181   (1995h): "La vida... No arranquéis... Coplas y romances"     en CP 1, mayo-agosto 1995, p. 59-63.

182   1995i): "Al Deán Martínez de Mazas, después de leer su Retrato al natural de la ciudad de Jaén" en Ignacio   Ahumada Lara (ed.): Crónica de la "Cena Jocosa" de 1994,    Jaén, Amigos de san Antón, 1995, p. 57-59.

183   (1995j): "Reseña cultural. Anotaciones de las actividades    habidas en el cuarto trimestre de 1995" en SH 39-40,    julio-agosto-septiembre y octubre-noviembre-diciembre 1995, p. 195-203.

184   (1995k): "Cómo en este redil pastor extraño. Los    pastores" en CP 2, septiembre-diciembre 1995, p. 69-72.

185   (1996a): "Apuntes y consideraciones sobre actos de hoy, para conocimiento y estimación de curiosos de mañana" en SH 41, enero-febrero-marzo 1996, p. 107-116.

186   (1996b): "La saeta" en CP 3, enero-abril 1996, p. 71.

187   (1996c): Presentación del libro Inventario medido, de   Francisco Javier Cano Expósito, texto inédito, mecanografiado, 8 f., por atención del autor, leído el 20- IV-1996 en el Aula de Cultura de la Diputación Provincial    de Jaén.

188   (1996d): Anotaciones para una posible Crónica Cultural. (Segundo trimestre de 1996)" en SH 42, abril-mayo-junio 1996, p. 103-109.

189   M.(OLINA) V.(ERDEJO), F.(elipe) (1996e): "Atento estoy, por gusto y por oficio..." en LVV V, julio 1996, p. 56.

190   MOLINA VERDEJO, Felipe (1996f): "Galopín de bronce oscuro... Don Nadie diz que parece..." en CP 4, mayo-    agosto 1996, p. 69-72.

 

191   (1996g): "Temprano levaron anclas" en Juan Eslava Galán (ed.): Crónica de la "Cena Jocosa" de 1995, Jaén, Amigos    de san Antón, 1996, p. 73-75.

192   (1996h): "A veces..." en CP 5, septiembre-diciembre 1996,    p. 69-71.

193   (1996i): "Uno de los poetas más representativos del Jaén     de nuestro tiempo. Felipe Molina Verdejo" (entrevista de     Vicente Oya Rodríguez) en SH 43-44, julio-agosto- septiembre y octubre-noviembre-diciembre 1996, p. 7-18.

194   (1996j): "Anotaciones para una crónica de los actos     culturales habidos desde septiembre a diciembre de 1996"   en SH 43-44, julio-agosto-septiembre y octubre-noviembre-   diciembre 1996, p. 165-173.

195   (1996k): "Versos de ayer, y quizá de mañana" en SH 43-44.    julio-agosto-septiembre y octubre-noviembre-diciembre      1996, p. 179-190.

196   (1996l): "Ante el Cristo de la Expiración. Mirando el   rostro de la Dolorosa" en PG 6, diciembre 1996, p. 87.

197   (1996m): "A Rafael Alfaro" en Rafael Lizcano (ed.):     Antología. Homenaje de bienvenida a Jaén a Rafael Alfaro, Jaén, Institución Literaria Federico Mayor Zaragoza/El Olivo, 1996, p. 75.

198   (1997a): "Exhortación a los que van a ser anderos de las      imágenes de la Virgen" en PG 7, marzo, 1997, p. 109.

199   (1997b): "Mi brindis" en CP 6, enero-abril 1997, p. 109.

200   (1997c): "El homenaje a Jesucristo no puede ser otro que     la certidumbre de su divinidad" en Rafael Lizcano (ed.):     Exaltación a Jesús. Antología poética, Jaén,   Cajasur/Obispado de Jaén/Institución Literaria Federico Mayor Zaragoza/El Olivo, 1997, p. 99.

201   (1997d): Salvados del Leteo, Jaén, 1997, inédito,   mecanografiado, por atención de Francisco Javier Cano Expósito. Colección de dieciseis poemas acordada a distintos formatos métricos -sonetos, romances y      canciones- cuya preocupación temática dominante es la     religiosa.

202   (1997e): Del amor y otras razones. (En renglones como   venas), Jaén, 1997, mecanografiado, por atención de sus      viuda e hijos. Libro de poemas integrado por treinta y     tres sonetos y tres canciones de voltaje preferentemente      existencial.

203   (1997f): "El objetivo es la belleza" (entrevista de     Marisa Martínez) en DJ 27-VIII-1977, p. 29.

 

B/ RESEÑAS, APUNTES Y COMENTARIOS SOBRE LA OBRA DE FELIPE        MOLINA VERDEJO

 

204   AHUMADA LARA; Ignacio (1995): "A propósito de Épico Jaén,    lírico Jaén. Rapsodia en morado. Sobre la poesía de Felipe Molina en DJ 30-III-1995, "Cultura", p. 34.

205   BUENDÍA LÓPEZ, José Luis (1987): "Panorama de la poesía jiennense de postguerra" en SH 8, octubre-noviembre-    diciembre 1987, p. 79-86; más tarde, incorporado a    "Literatura jiennense del siglo XX", en José Fernández     García (ed.): Jaén, Granada, Ediciones Anel, 1989, t. IV,      p. 1313-1356.

206   CALVO MORILLO, Miguel (1996): "Felipe Molina Verdejo" en     SH 43-44, julio-agosto-septiembre y octubre-noviembre-     diciembre 1996, p. 181.

207   (1997): "Felipe Molina, in memorian" en DJ 28-IX-1997, p. 27.

208   CANO EXPÓSITO, Francisco Javier (1997): "Hasta siempre, maestro" en DJ 24-IX-1997, "Paisajes", p. 35.

209   GONZÁLEZ LÓPEZ, Luis (1954): "Del ser y del sentir.     (Poemas de la vida doliente)" en Pa 89, mayo-julio 1954,   p. 850.

210   LÓPEZ PÉREZ, Manuel (1997): "Molina Verdejo" en Id 26-IX-    1997, p. 24.

211   LORITE GARCÍA, Fernando (1981): "Verbo y verso en grande     del poeta Felipe Molina Verdejo pregonaron con emoción la     Semana Santa de Jaén" en DJ 11-IV-1981, p. 16-17.

212   MARTELL LÓPEZ, Manuel (1997): "Un adiós inesperado" en DJ 23-IX-1997, p. 37.

213   MARTÍNEZ, Pedro Enrique (1997): (Sobre Felipe Molina    Verdejo) en DJ 15-X-1997, "Paisajes", p. 43 s.t.

214   MOLINA ÁLVAREZ, Carlos (1954): "Libros: Del ser y del   sentir" en Lin 40, octubre 1954, p. 15.

215   MOLINA DAMIANI, Juan Manuel (1983): (Ed.) 44X18. (Un    vistazo por la poesía giennense de postguerra), Jaén, Diputación Provincial, 18 p.

216   (1985): Bibliografía y fuentes para el estudio de un    episodio de la poesía de postguerra en Jaén: el grupo "El   Olivo" en la panorama poético de los últimos quince años    (1969-1984), Memoria de Licenciatura, Universidad de      Granada, 1985, dirigida por Concepción Argente del   Castillo Ocaña, inédita, 431 f.

217   (1987): "Apuntes bibliográficos para el estudio de la   poesía giennense de postguerra (1939-1987)" en BIEG 132,    octubre-diciembre 1987, p. 75.106.

218   (1991): Aljaba y Advinge (1951-1955) en la España poética    del medio siglo. Índice y consideraciones para el estudio     de dos revistas giennenses de poesía, Jaén, Ayuntamiento, 214 p.

219   MORALES BORRERO, Manuel (1989): "Prólogo" en Felipe     Molina Verdejo: Las piedras angulares, Jaén, e.a., 1989,    p. 5-8.

220   MORALES CUESTA, Manuel M. (1997): "Felipe Molina Verdejo"    en DJ 6-X-1997, p. 50.

221   O.(LIVARES) B.(ARRAGÁN), F.(rancisco) (1986): "Quién es quién. Felipe Molina Verdejo " en Francisco Olivares   Barragán (ed.): Crónica de la "Cena Jocosa" 1985, Jaén,      Amigos de san Antón, 1986, p. 61, s.p.

222   OYA RODRÍGUEZ, Vicente (1989): "Cien sonetos" en Id 6-XI-    1989, p. 5.

 

223   (1997): "Felipe Molina Verdejo" en Id 24-IX-1997, p. 8.

224   SÁNCHEZ DEL MORAL, José (1988): "Cien sonetos" en DJ 24- V-1988, p. 2.

225   SÁNCHEZ DEL REAL, Diego (1954): "A modo de introducción"     en Felipe Molina Verdejo: Del ser y del sentir. (Poemas      de la vida doliente), Jaén, Revista Advinge, 1954, p. 7-8.

226   (1969): (Ed): Antología Breve, Jaén "El Olivo", 8 p.

227   (1970): (Ed.) Jaén y sus poetas, Jaén, "El Olivo", 35 p.

228   TORRE ORTEGA; Juan de Dios (1969): "Hoy como ayer" en   Diego Sánchez del Real (ed.): Antología Breve, Jaén "EL    Olivo", 1969, p. sol.

229   UTRERA, Pablo (1997): "Andaluces de Jaén" en DJ 28-II-  1997, p. 42.

230   VALLADARES REGUERO, Aurelio (1989): (Ed.) Guía literaria     de la provincia de Jaén, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 393 p.

231   VICA (heterónimo de José Villar Casanova) (1997): "Hoy loran los olivos" en DJ 25-IX-1997, p. 12.

 

C/ ÍNDICE DE ABREVIATURAS Y SIGLAS

 

ACJ:  Anales de la Ciudad de Jaén, Jaén.

Ad:   Advinge, Jaén.

AG:   Alto Guadalquivir, Jaén.

BIEG: Boletín del Instiutto de Estudios Giennenses, Jaén.

cc:   "contracubierta".

 

CP:   Claustro Poético, Jaén.

DB: Desde Baeza. Cuaderno Literario e Histórico de la         Asociación Cultural Baezana, Baeza.

DJ:   Diario Jaén, Jaén.

e.a(a).: edición de autor(es).

Ebi:  Estrella, Boletín Informativo de la Hermandad de Nuestro     Padre Jesús de la Piedad y María Santísima de la Estrella,      Jaén.

(Ed.) (ed.): edición a cargo de.

En:   Encuentro. Boletín de la Cofradía de Jesús Preso y Nuestra Señora del Rosario, Torredonjimeno.

et alii: (y otros).

f.: (folio(s).

GMJ:  Gaceta Municipal de Jaén, Jaén.

Ibi:  Ibiut, Úbeda.

Id: Ideal, Granada.

Lin:  Linares, Linares.

LM: Lux Mundi, Jaén.

LVV:  La Voz de la Villa, Beas de Segura.

n.:   número(s).

p.:   página(s).

Pa:   Paisaje, Jaén.

PG:   Pasión y Gloria. Revista de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de la Ciudad de Jaén, Jaén.

pl.:  planas.

RD:   Retablo del Descenso. Cuaderno Informativo de la Real   Cofradía de Nuestra Señora de la Capilla, Jaén.

s.p.: sin paginar.

s.t.: sin título.

SH.:  Senda de los Huertos, Jaén.

sol.: solapa.

SR:   Santo Rostro. Boletín de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Jaén, Jaén.

t.:   tomo(s).

Ub:   Úbeda, Úbeda.

                   Jaén, 23 de octubre de 1997


Colaboran:

          La General

          Caja de Granada

 

Imprenta Electrónica A Demanda


  

 



    [1]Las fotocopias que me facilitara Molina Verdejo de estas dos muestras éditas de sus inicios como escritor no dejan ver las fechas en que fueron publicadas.

    [2]Siempre que he tenido que dar apresurada cuenta bibliográfica de la obra de Felipe Molina Verdejo (B: 1983, 1985, 1987 y 1991), he hecho referencia a un libro suyo titulado Poemas (Barcelona, Rumbo, 1955), volumen del que alguna vez, si no recuerdo mal, me habló nuestro autor. Que esta nota previa y el repertorio que sigue lo pasen por alto no se debe, e efecto, sino a que hasta la fecha no he logrado hacerme con este poemario, que podría haber visto la luz al abrigo de Rumbos, una revista madrileña operativa entre mediados de los cuarenta y principios de los sesenta, descrita por la profesora Fanny Rubio en Las revistas poéticas españolas (Madrid, Turner, 1976, p. 141-142), cuya colección no he podido ver todavía.