1.4. La peste de 1523.

            Ya antes de esta fecha, nos encontramos que algunas poblaciones de la provincia establecen medidas preventivas frente al contagio. En la población de Arjona, según acuerdo de 17-marzo de 1519, se cierran todas las puertas de la ciudad excepto las de Córdoba y Jaén, en las que se establecen guardas para su vigilancia, así como penas de 100 azotes a los infractores que se colasen, y una sanción de 600 mrv. a aquellos vecinos que los acogiesen([1]).

            En 1523, la ciudad de Jaén y otros pueblos de la provincia sufrieron una epidemia de peste de funestas consecuencias. La primera noticia sobre la pestilencia en la ciudad es del 19 de enero. Como era normal en las epidemias, el temor empujaba a aquellos que podían a huir de la ciudad apestada, buscando refugio en el mundo rural o en otras ciudades no infectadas. El deber social se olvidaba ante el temor a contagiarse. Así nos encontramos que el mismo ayuntamiento dio permiso a todos sus componentes para huir de la población. También los escribanos habían huido, y los vecinos se quejaban de no poderse escriturar los testamentos de los numerosos moribundos([2]).

            Las ciudades de Baeza y Úbeda también sufrían la peste, la comunicación con ellas quedó interrumpida drásticamente, amenazando el 23 de marzo el cabildo giennense con cien azotes a aquellas personas que procedentes de ellas entrasen en esta ciudad y sus arrabales. Y, por el contrario, se pedía al señor de Jabalquinto que no interrumpiese las comunicaciones a través de la barca del Guadalquivir, por considerarse la ciudad de Jaén sana de epidemia.

            En el mes de junio, la situación sanitaria se agravó. El día 12 se hicieron rogativas públicas a Santa Ana y el Ayuntamiento decidió que se lidiasen tres toros para alegrar a la gente([3]). Parece ser que el toro como elemento mágico y lúdico era utilizado contra la peste, como también lo era frente a las plagas de langosta en relación con la figura de San Marcos.

            A mediados del mes de agosto la ciudad se hallaba libre de la epidemia mientras se desarrollaba en sus alrededores, por lo que se continuó prohibiendo la entrada a los foráneos, tapiándose las puertas y los portillos de los adarves y colocando fuerte vigilancia en las demás. En el mes de noviembre, la rigidez de las medidas empleadas quedan expresadas en el siguiente texto:

 

               "Este día los dichos señores dixeron que por quanto son ynformados que mueren de pestilencia en Granada y en Guadix y en Loxa y en Arjona, y es razón que esta çibdad se guarde, pues, loado Dios, está libre de la enfermedad que ha tenido, por tanto, dixeron que mandaban e mandaron que se dé mandamiento a Pedro de Vargas Físico para que todas las personas que viere en esta çibdad de los dichos lugares los eche luego fuera desta çibdad, e sy alguno le fuere rebelde e no quisiere salir, que lo lleve a la cárçel, e que para ello le den todo favor los alguaziles desta çibdad quando se lo pydiere, por quanto asy conviene a la salud desta çibdad e vesinos della"([4]).

 

            En el período 1557-1559, otras poblaciones de la provincia sufrían la peste. En Arjona también se establecieron guardas en las puertas para protegerse de la entrada de apestados, no admitiéndose a nadie sin pasaporte de sanidad bajo pena de 100 azotes y 10 días de cárcel. A los pobres que llegasen a sus puertas se acordó darles una libra de pan y obligarles a marcharse. El temor al contagio hizo también que en abril de 1559 el cabildo municipal prohibiese a los vecinos marchar a la romería de la Virgen de la Cabeza por el concurso tan numeroso de gente de todas las provincias que solía tener lugar; incluso se prohibió el alarde que se acostumbraba hacer en San Sebastián para dicha congregación, bajo pena de "no ser recibido en la Villa por dos años y mil maravedís"([5]).

            Posteriores epidemias de peste en la segunda mitad del siglo XVI no afectaron tanto a la población, pero sí estimularon las medidas tradicionales de prevención, tanto materiales como espirituales, con acciones de gracias y rogativas públicas. Ejemplo de ello es el voto a San Roque que hizo la el cabildo municipal y el estado eclesiástico en la Iglesia de Santa María la Mayor de Lopera en 1582, por haber liberado a la villa de la peste pese a sospechar que se encontraban enfermos algunos vecinos de ella. El voto consistía en celebrar la festividad anual de San Roque con las solemnidades habituales de las fiestas eclesiásticas y la construcción de una ermita en honor al Santo([6]).

 



([1]) Martínez Campos, Basilio: "Arjona.... pág. 2079-2082.

([2]) Porras Arboledas, Pedro A. "La peste... pág. 94. Envía a A.M.J. Lib. act. de 1523, fol. 79 r. y 76 r.

([3]) Porras Arboledas, Pedro A. "La peste..., pág. 94-95. Envía al A.M.J. Lib. act. 1523, fs. 77 v., 79 r., 86 v., 114 r., 115 v. y 116 r.

([4]) Porras Arboledas, Pedro A. "La peste..., pág. 95-96. Envía al A.M.J. Lib. act. 1523 fs. 141 v., 179 v., 188 v., 209 v. y 213 r.

([5]) Martínez Campos, B.: "Arjona... Remite a actas del cabildo 4-agosto-1557 y 24-abril-1559.

([6]) Pantoja Vallejo, José Luis. "San Roque, Patrón de Lopera". En Diario Jaén, 10-agosto-1997, pág. 44-45.

 

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