1.4 Las sequías.

 

            Las características climatológicas de España y, en concreto de las tierras giennenses, hacían que las sequías fuesen muy temidas.

            En el siglo XVI hubo bruscos cambios, y se alternaron sequías y lluvias intensas, así la cosecha de 1540- 1541 se perdió en todas Castilla por la sequía y la de 1543- 1544 por el exceso de humedad[1]. En 1541 se realizaron procesiones en Jaén con el fin de pedir lluvias [2], igual ocurrió en 1542.[3] Otros años de sequía en la corona de Castilla fueron los de 1556, 1559, 1560, 1561 y 1566 [4], y hubo carestías de trigo en 1584, 1593, 1594, 1597 y 1598[5]. De Jaén sabemos además, a través de las rogativas dedicadas a la Virgen de la Capilla, que hubo sequía o simplemente se retrasaron las lluvias en 1548 y 1584 [6] En abril de 1594 se llevaron a cabo rogativas en Jaén, ante la falta de lluvias.[7]

            En el siglo XVII se produjeron sequías en los periodos 1604-1605, 1615-1617, 1628-1630, 1638, 1640-1641, 1646-1648 y 1650-1654 [8]. Otros años secos, que produjeron una gran preocupación en la sociedad de la época fueron 1661 [9], 1662 [10], 1664, [11] 1668, 1678, 1679, 1682, 1683 y 1694. [12]. Asimismo en ese siglo se celebraron rogativas a la Virgen de la Capilla en no menos de 28 años diferentes, cifra que descendió a 21 en el XVIII. [13] Además hubo rogativas realizadas ante el Santo Rostro por la misma razón en 1653, 1655, 1658, 1661, 1666, 1668, 1684 y 1737 [14].En Úbeda se realizaron rogativas por las sequías, o por la falta de lluvias en 1715, 1730,1748, 1750 , 1757 y 1794.[15]

            La consecuencia más directa de las sequías era la pérdida de las cosechas, el aumento del precio del trigo y la amenaza de hambre para la población. La necesidad de buscar el bien común y el temor a los desórdenes públicos originaban que el poder municipal tratase de adoptar medidas para paliar estas funestas consecuencias. Las referencias denotan cierta ansiedad:

            En 1635 el corregidor de Jaén habló al Cabildo Municipal de la falta de pan

 

                        "por ser tan contrarias las aguas de los meses, padecen los pobres y los que se valen de travaxo y jornales para perecer ellos y sus hijos si no se les socorre con pan amasado. " [16]

 

            En el mismo sentido es interesante la petición realizada por los panaderos de Jaén, al Cabildo Municipal, al afirmar que

            Abajo ningún camino pueden hallar trigo o comprar para bendello en pan amasado y que la causa desto es que todo cuanto se bende en esta ciudad es de prebendados y personas eclesiásticas, que lo tienen encamarado en las tercias desta ciudad y piden cada hanega a muy subidos precios de suerte que el que oy tiene”.[17]

 

            Ya se ha mencionado como en los años sesenta del siglo XVII hubo algunos especialmente secos. En febrero de 1661, veinticuatro de Jaén D. Pedro de Biedma y Pizarro, se refería a las “pocas aguas” de ese año.[18] En 1662 los propietarios de ganado de cerda se referían a ese año como "esteril de bellota y no la avía en todo este Reino y comarca, si no hera la que se había reconocido en la dehesa de la Mata" [19] En 1664 se hacía mención en el Concejo giennense de "la falta de temporales y el aflicción en que se hallan sus vezinos... y el precio grande que han tomado los granos " [20] y de la necesidad de que Dios quisiera “ynbiar las lluvias que tanto necesitan los campos”.[21]

            En 1730 dicho Cabildo Municipàl, ante la sequía y el incremento del precio del pan fijó éste a cuatro cuartos el blanco y a tres cuartos el bazo, nombrando además diez panaderos de blanco en la Plaza de San Francisco y cuatro en el "Barrio alto". [22]

            En 1735 se hablaba de "lo estéril de frutos del dicho año de 34". [23]

            En 1761 se hacen rogativas pidiendo lluvias. [24] De igual manera ocurre en 1764. [25]

 

            Dentro del siglo XVIII, se produjo un duro periodo de sequía en las dos últimas décadas. En 1778 se hace mención en el Cabildo Municipal de Jaén de la continua subida del trigo. [26]

            En febrero de 1779 se afirma que a pesar de

 

                        "lo adelantado del tiempo y que por falta de lluvias no se ha hecho la simentera, teniendo noticia que en la corte y otros pueblos del reino se han hecho y están haciendo rogatibas públicas implorando a la divina misericordia nos socorra con el agua que tanta falta hace, así para dicha sementera como para el socorro de los ganados que continuamente se están muriendo en todas partes y todas especies" [27]

 

            En abril de ese año se insistía en "el infeliz estado de los campos" [28] y se hablaba de "el estado deplorable de los campos que amenaza una cosecha muy corta y esteril en el ruedo y casi ninguna en la campiña" [29], de la "grabe miseria de los campos” y "de la calamittosa estazión del año". [30] En abril de 1780 hubo una "general faltta de llubias" [31] que continuó en los años siguientes, al menos hasta 1784, cuando se produjeron lluvias y temporales, para continuar la falta de lluvias en 1787, ya que en mayo de ese año se realizaron rogativas. [32]

            Ya en el siglo XIX, citaremos la existencia de sequías,en los primeros años de éste, también en 1822 [33], 1824 [34] 1825 [35] y 1830 , año en que el Concejo de Jaén pide al Cabildo Eclesiástico la celebración de rogativas

 

                        "en razón de la estremada sequía que aflige nuestros corazones y pone en peligro la abundante cosecha que esperábamos". [36]

           

            También en 1859, cuando se pidió la intercesión de Nuestro Padre Jesús, y la llegada de las lluvias motivó el regalo por parte de la cofradía de Labradores, de un manojo de espigas de plata a la imagen.[37]

            En el siglo XX hubo escasez de lluvias en 1905.[38]Tuvieron especial importancia las sequías de los años cuarenta, que se produjeron en un periodo en el que el racionamiento de productos básicos, y el estraperlo, eran realidades cotidianas. En 1943 se realizaron rogativas a Nuestro Padre Jesús ya la Virgen de la Capilla, que se repetirían de nuevo, ante la falta de lluvias de 1949.[39]

 

            Las sequías eran también la causa del retraso, o de la imposibilidad, del pago de rentas y deudas. En 1638 los labradores de Cárchel trataban de llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento de Jaén, sobre el pago de ciertas rentas, debido a la esterilidad " de la simiente" por la falta de agua. [40] En 1779 se consideraba que por efectos de la sequía los labradores

 

                        "están tan arruinados que será imposible que puedan sembrar si les falta el socorro de los pósitos que verosimilmente no se les podrá dar porque el trigo existente en ellos lo nezesitan para el panadeo". [41]

 

            En 1782 el gobierno municipal de Jaén expresaba sus dificultades para pagar las rentas provinciales y Millones, y acordó informar al rey y al Consejo de Castilla de

 

                        "la calamidad de los tiempos, los señoríos y propietarios de las fincas no han cobrado rentas de ella estando unos adeudados y los de tierras no averse producido, el ramo industrial y comercio abolido en su mayor parte y los labradores, hortelanos y vegueros reducidos a la maior estrechez, por que les ha faltado tres años la cosecha de granos y en el presentte, que se regula mediada subsistencia con la misma o mayor miseria por la barattería de los granos que se experimenta y los grandes costos que an tenido en su recolección. " [42]

 

            Aunque puede existir cierta exageración, habitual cuando se trataba de reducir en alguna medida el pago de impuestos, estas palabras demuestran las graves consecuencias derivadas de los periodos de sequía y la angustia que provocaban las alteraciones climatológicas.

            Asimismo se interrumpían o dificultaban la labor y la actividad que dependía del agua como fuente energética, principalmente los molinos, como ocurrió en marzo de 1781. [43] Aquellas personas que contribuían a paliar los padecimientos provocados por las sequías se hacían merecederas de cierto reconocimiento público. Toral y Peñaranda describe el caso de D. Juan Manuel Flores de Lemus, acaudalado hombre de negocios que solicitó una hidalguía de privilegio, alegando el mérito de haber  prestado 150.000 reales para comprar trigo en el difícil año de 1750, así como haber financiado la adquisición de 1.000 fanegas de trigo, en un año de carestía como fue 1773.[44]

 

             En nuestro tiempo las sequías se atribuyen a causas naturales. Pero es evidente que, en la mentalidad tradicional, la causa de estos males se encontraba en los pecados cometidos por la comunidad. La penitencia y la rogativa han de cumplir su función expiatoria y reparadora. La costumbre de realizar rogativas es de evidente antigüedad. Hay ejemplos de la antigüedad. También del pasado islámico medieval. Un santón andaluz estando en Sevilla, conoció a través de Dios, la grave falta de agua existente en Alcazarquivir, y le fue ordenado ir hacia allí "y hazles la oración <<ad petendam pluviam>>". Obedeció y días más tarde se encontraba ante las puertas de Alcazarquivir, e hizo desde allí la oración "y Dios, en el mismo instante, les dio el agua", así lo recoge Asín Palacios [45] También los judíos españoles hacían rogativas con dicho fin; [46] no en vano el Talmud dice, en una de sus sentencias: “Dios tiene tres llaves: la de la lluvia, la del nacimiento y la de la resurrección de los muertos”[47]

            Entre los muchos ejemplos posibles, citaremos uno de 1638, en el que el veinticuatro D. Jorge de Contreras Torres describía la mala situación de Jaén

 

                        "respeto de que por nuestros pecados los campos están perdidos y se van perdiendo por falta de agua". [48]

 

            Las rogativas y penitencias eran obligadas en estos momentos de tensión. Dirigidas, en Jaén, sobre todo a Nuestro Padre Jesús y a la Virgen de la Capilla.

            En 1638 se pide a los conventos "de frailes y monxas desta ciudad hagan especial rogativa a Su Dibina Magestad" para paliar la sequía. [49] También se realizaron peticiones a la Virgen de la Capilla. [50]        

            En 1664 se decide la celebración de rogativas a la Virgen de la Capilla para que "ynbie los temporales en que necesita la tierra para alibio y consuelo de sus criaturas". [51]

 

            En 1703 se realizan rogativas ante Nuestro Padre Jesús por la falta de lluvias. [52] En 1730 se organiza una procesión en honor de Nuestro Padre Jesús para pedir lluvias. [53], y otra dedicada a la Virgen de la Capilla. [54] En mayo de ese año se organizan actos religiosos en honor de Nuestra Señora de la Antigua y san Eufrasio. [55]. También se sacó en procesión al Cristo de la Veracruz, hecho que no pudo consumarse por las precipitaciones que se produjeron. [56]

            En Úbeda, en el siglo XVIII, las rogativas iban destinadas a Nuestra Señora de  los Dolores, Nuestra Señora de la Yedra, el Cristo de la Caída, san Jacinto y san Vicente.[57]



     [1] Domínguez Ortiz, A. El Antiguo Régimen: Los Reyes CAtólicos y los Austrias Madrid, 1981, pág. 155.

     [2] Lara Martín-Portugués La Virgen de la Capilla. Cuatro siglos de devoción mariana a través de documentos históricos connservados en la ciudad de Jaén, Jaén 1994 pág. 167.

     [3]Jaén, P. De APapeles Viejos”, en Senda de los Huertos, núm. 21, pág. 105.

     [4] Ibíd.

     [5] Kamen, Felipe de España., págs. 91, 265, 318 y 327.

     [6] Lara Martín- Portugés, La Virgen de la Capilla... pág 168.

     [7]Jaén, P. De APapeles Viejos”, en Senda de los Huertos, núm. 34, pág. 105.

     [8] Coronas Tejada. L. Jaén, Siglo XVII. Jaén, 1994, págs. 449 a 459. Sobre la sequía de 1617 en Úbeda ver Torres Navarrete, Op. Cit., V, pág. 231.

     [9] A. M. J. Act. 1661. Cab. 24-2. y 25-2. Sobre la sequía de 1661 en Úbeda, ver Torres Navarrete, Op. Cit., pág. 231.

     [10] A. M. J. Act. 1662. Cab. 6-10,

     [11] A. M. J. Act. 1664. Cab. 25-4. y 26-4.

     [12] Coronas. Op. Cit.

     [13] Lara Martín-Portugués. I. La Virgen de la Capilla... págs. 167-199.

     [14] López Pérez, M. El Santo Rostro de Jaén Córdoba, 1995. Págs. 117 y 118.

     [15]Torres Navarrete, Op. Cit., IV, págs. 141, 160 y 162.

     [16] A. M. J. Act. 1635. cab. 5-2.

     [17]A. M. J. Act. 1629, Cab. 22-1.

     [18]A.M.J. Act. 1661, Cab. 24 - 2.

     [19] A. M. J. Act. 1662. Cab. 6-10.

     [20] A. M. J. Act. 1664. Cab. 24-4.

     [21]A.M.J. Act. 1664, Cab. 26-4.

     [22] A. M. J. Act. 1730. Cab. 2-3.

     [23] A. M. J. Act. 1735. Cab. 29-7.

     [24] A. M. J. Act. 1761. Cab. 13-3 y 16-5.

     [25] A. M. J. Act. 1764. Cab. 8-5.

     [26] A. M. J. Act. 1778. Cab. 26-3.

     [27] A. M. J. Act. 1779. Cab. 14-2.

     [28] A. M. J. Act. 1778. Cab. 24-4.

     [29] A. M. J. Act. 1779. Cab. 24-4.

     [30] A. M. J. Act. 1779. Cab. 29-4.

     [31] A. M. J. Act. 1780. Cab. 22-4.

     [32] A. M. J. Act. 1785. Cab. 23-5.

[33] Lara Martín- Portugés, Jaén...págs. 307- 310.

     [34] Se celebraron rogativas ante el Santo Rostro. En López Pérez, El Santo Rostro... pág. 118.

     [35] A. M. J. Act. 1825. Cab. 26-1, 28-1, 9-5.

     [36] A. M. J. Leg. 253.

     [37]Lorite García, Op. Cit., pág. 225.

     [38]Torres Navarrete, Op. Cit., V., pág. 215.

     [39]Chamorro Lozano, J. ALos años 40", en Diario Jaén, suplemento especial del 50 aniversario, págs. 71 y 83.

[40] A. M. J. Act. 1635. Cab. 5-9.

     [41] A. M. J. Act. 1779. cab. 24-4.

     [42] A. M. J. Act. 1782. Cab. 16-9.

     [43] A. M. J. Act. 1781. Cab. 15-3.

     [44] Toral y Peñaranda, E. De la pequeña historia de Jaén, Jaén, 1998,págs 314 y 315.

     [45] Asín Palacios, M.  Vida de santones andaluces. Madrid, 1981, págs. 56 y 57.

     [46] Gilman, S. Op. Cit., pág. 247.

     [47]Eliade, M. El mito del eterno retorno, Madrid, 1982, pág. 64.

     [48] A. M. J. Act. 1638. Cab. 27-4.

     [49] A. M. J. Act. 1638. Cab. 12-4.

     [50] A. M. J. Act. 1638. Cab. 17-4.

     [51] A. M. J. Act. 1664. Cab. 25-4.

     [52] A. M. J. Act. 1703. Cab. 24-4.

     [53] A. M. J. Act. 1730. Cab. 26-4.

     [54] A. M. J. Act. 1730. Cab. 6-4. 16-4 y 174.

     [55] A. M. J. Act. 1730. Cab. 12-5.

     [56] A. M. J. Act. 1730. Cab. 4 y 5-5.

     [57]Torres Navarrete, Op. Cit. V, págs.141, 160 y 162.

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