1.5.2. La peste de 1647-1651. Esta epidemia procedía de Oriente Medio, entró por Andalucía y llegó hasta Cataluña y Aragón. Cuando la peste afectó
a Málaga y Sevilla en 1649, las primeras medidas que tomó el cabildo de Jaén fueron hacer tres fiestas religiosas, pidiendo protección divina, a los tres clásicos abogados de la peste San Roque, San Nicasio y San Sebastián; además de medidas materiales frente a la epidemia, entre las que
destacan la vigilancia en las puertas de la ciudad y la reparación de las murallas para evitar entradas no autorizadas. También fueron contratados médicos eminentes como los doctores Viana y Carnicer. La ciudad se abasteció de trigo y carnes para aguantar un aislamiento de meses en caso de
contagio. El 26 de julio de 1649 la peste llegó a Torredonjimeno, tomándose severas medidas en la ciudad Jaén, como el cierre de
las puertas de Martos y el Ángel, para un mayor control de las personas que entraban en la ciudad. El miedo volvió a incrementarse en el mes de febrero de 1650, ante la noticia del fuerte contagio que sufría Córdoba. De nuevo volvió a intensificarse la vigilancia en las puertas y también las
medidas religiosas. Finalmente, Jaén se libró de esta epidemia. En diciembre de 1650 se celebraron fiestas en acción de gracias y procesión
a San Nicasio, la Virgen de Belén, San Roque, y a la Virgen de la Capilla([1]). Otras ciudades importantes de la provincia, como Úbeda,
se vieron también libres de esta epidemia, en gran parte debido a las fuertes medidas de prevención con fuertes cordones sanitarios, como recogen los cuadernos de autos o de diputación de la peste([2]). El temor a la peste volvió en 1659, aunque tampoco llegó a invadir la ciudad de Jaén. De febrero a julio se
establecieron medidas de vigilancia y control, cerrando las puertas de la ciudad y colocando guardias en las de Barrera, Alcantarilla y Aceituno([3]).
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