1.6. El frío y la nieve.

 

Las características del clima giennense no excluyen la posibilidad de inviernos fríos. A este hecho se une la consideración que afirma la existencia de un periodo de enfriamiento entre 1550 y 1850 aproximadamente [1], aunque hubo antes años muy fríos como 1487- 1498 [2] y los de 1535- 1536 cuando se heló el Tajo en Toledo[3]

             1587 fue un año de bajas temperaturas [4] En Jaén se comentaban los tardíos fríos de abril en el Cabildo Municipal:

                        "Este día la cibdad dixo por quanto a sobrevenido munchas nieves y yelos de tal manera que totalmente se a quemado toda la fruta que avía" [5]

            En la segunda mitad del siglo XVII hubo 12 años en los que se dieron temperaturas muy frías, en algunos casos con nevadas. Las bajas temperaturas ocuparon además los periodos equinocciales. [6]

            Así ocurrió en Jaén durante las primaveras de 1622 y 1624 respectivamente, y en el otoño de 1641. [7] Otro invierno frío debió fue el de 1658. En enero, y en palabras de Jerónimo de Barrionuevo

 

                        "Hace unos fríos tremendos, que no es posible el salir nadie de casa y hielos tan grandes, que han perecido muchos en el puerto de Guadarrama, arrieros y caminantes, y en particular dos frailes descalzos franciscos se quedaron helados y abarazados, hincadas las rodillas, mirando al cielo, donde espero que estàn. Y las calles tan vidriosas, que en Sigüenza no pueden haber hecho hielos mayores". [8]

 

            En febrero, según el mismo autor,

 

                        "En Málaga se ha helado mucha parte de la marina y casi en toda Andalucía los naranjos sin perdonar a Sevilla ni Córdoba, y en Granada nevado y llovido tanto que ocho días cesó el comercio, y en Sevilla cayó una nieve muy buena. En Málaga entró una mañana un hombre a caballo chocando con todo, y deteniéndolo le hallaron muerto helado. En Alcaraz se partió una tinaja de más de 300 arrobas de vino, hallándose helado, sin perderse gota al mudarse a otro vaso... Junto a Talavera llegó un pastor con tres pollinos y cuatro perros pidiendo a un convento limosna para llegar a Madrid, por habérsele muerto helados 500 carneros que traía... "[9]

 

            En referencia a un día de inicios de enero, dice el ya citado Barrionuevo:

 

                        "El tiempo es ceñudo y de suerte encapotado, que nadie sale de su rincón ni trata en más que pasarle al brasero con la mayor comodidad que puede, que las aguas son nieve, las calles un lago, con que el retiro es forzoso, esperando en Dios que mejore las horas... " [10]

 

            En 1716 se produjeron nevadas en Úbeda, dentro de un invierno muy frío.[11]

            A mediados de la década de 1780 se produjeron unos inviernos muy inclementes. En 1786 el marqués del Puente los calificaba como "tres inbiernos furiosos de aguas". [12] En 1700 se hablaba de "lo rigoroso del ybierno" [13] “En 1791 el Ayuntamiento pide a los vecinos que saquen faroles a las calles "para evitar desgracias en las noches de ybierno tan lóbregas". [14] Las fuentes citan la formación de “hielos” en la Úbeda de 1802, donde también hubo un gélido invierno en 1844, en 1875 se produjeron heladas en la Semana Santa y hubo fríos intensos en 1887, que provocaron que se helara el Guadalquivir .[15]

            Los años posteriores a la Guerra Civil española fueron testigos de inviernos muy fríos. En 1945 cayeron intensas nevadas en la provincia de Jaén, Santiago de la Espada y Pontones quedaron bloqueados por la nieve, y se llegaron a alcanzar -25 1C y hubo grandes problemas con el abastecimiento de dichas poblaciones.[16]

            1951 fue un año particularmente duro. En enero de ese año Jaén sufrió temperaturas inferiores a 01.[17] En febrero ,una vez más, Santiago y Pontones quedaron aislados, y debieron ser abastecidos por un contigente formado por 15 camiones.[18] Cuando ya avanzada la primavera se esperaba una mejora del tiempo, en el mes de mayo y de forma evidentemente insólita, nevó en Jaén.[19] En febrero de 1953 se produjeron nevadas una vez más en Jaén. El año siguiente se inicia con fríos intensos, se hielan las aguas del Guadalén, todo anuncia la llamada “nevada del siglo”, que se produce, según la prensa local, a inicios de febrero.[20] En 1956 se llega a - 10 1 C en Jaén.[21] En 1958 una fuerte nevada produce el derribo de doce viviendas en Bélmez de la Moraleda.[22]

 

 

            Es evidente, y se puede constatar en las citas anteriores, la atemorizada impresión  que predominaba en la época respecto al invierno y al mal tiempo en general. La llegada del invierno se concibe como una amenaza. Se hablaba de "recios temporales que se experimentan en ayres y aguas " [23], "recios ayres y fríos" [24] y otras expresiones que coinciden en presentar el invierno como una etapa de penalidades. Es sobradamente conocida la pintura de Goya en la que aparecen unos personajes precariamente cubiertos ante el rigor de la nevada.

            Las nevadas se producían sobre todo en las sierras cercanas a la Ciudad. La nieve de Mágina y la Pandera era aprovechada para el consumo de la población y su explotación era arrendada por el Concejo a particulares. Los años de sequía y, por lo tanto, con ausencia de nevadas originaba la carestía o la inexistencia de este producto considerado casi de primera necesidad.

            Es notorio que los rigores invernales se padecían con mayor intensidad en las sociedades preindustriales. Los inmuebles estaban en muchas ocasiones distribuidos alrededor de un patio, a través del que se introducirían frías corrientes de aire, conducidas por corredores y logias hasta las habitaciones, caldeadas con braseros, como los que aparecen con harta frecuencia en los inventarios de los más diversos medios sociales. Así en la dote de D0 Francisca de Vera, en 1654, se menciona "Un brasero de cobre" valorado en 300 reales, [25] Había también calentadores para camas y para las manos.

            Los cierres de puertas y ventanas debían de ser poco eficaces. Los vidrios de estas últimas eran caros y de difícil reposición. A veces se cubrían con lienzos encerados, como los utilizados en la Iglesia parroquial de Vilches a inicios del siglo XVIII. La ausencia de agua corriente, o su ubicación en los patios convertía la higiene en un penoso y gélido hábito. Las ordenes del Concejo para la reparación o acondicionamiento de edificios de su incumbencia, tienen en no pocas ocasiones las inclemencias del tiempo como trasfondo, así en 1707 se encarga a un carpintero un cancel de madera para la iglesia de San Ildefonso de Jaén, como el de la Catedral

 

"para el adorno, onestidad y resistencia de los temporales". [26]

 

            Era lógica, por tanto, la gran demanda de carbón vegetal, que hacía de su abastecimiento un verdadero problema ecológico, sobre todo con la privatización de importantes masas forestales, lo que condujo a la desforestación y a la erosión masiva, frente a la explotación tradicional, que dejaba las raíces y los tocones intactos, con el posterior rebrote de las distintas especies [27]. Los gobiernos municipales trataron de reglamentar y de restringir el carboneo para evitar la destrucción o la merma de los bosques. [28]

            Un ejemplo más sobre la visión de los inviernos en siglos pasados: en tiempos de Felipe V un personaje de la época, Curiel, fue desterrado de la Corte, como consecuencia de complicadas intrigas. El lugar elegido fue Segura de la Sierra

 

                        "donde estará el invierno enterrado en nieve y por lo delicado que es en pocos días morirá con los fríos y hielos en su destierro"[29]

 

            Los viajes eran especialmente peligrosos en tiempos de heladas y nieves. Era frecuente que determinadas ermitas y templos situados en zonas de difícil trasiego tañesen las campanas para evitar que los viajeros se perdiesen en la noche, también se colocaban estacas para que los caminantes no perdiesen los senderos y veredas en el tiempo de las nieves. [30]



     [1] Según Lamb. Citado por Coronas Tejada en Op. Cit. pág. 449.

     [2] Gilman. Op  Cit., pág. 276.

     [3] Domínguez Ortiz, El Antiguo Régimen... pág. 155.

     [4] Kamen. Felipe de España, pág. 284.

     [5] A. M. J. Act. 1587. Cab. 2-4.

     [6] Ibidem., págs. 449-451.

     [7] Ibidem., pág. 450.

     [8] Barrionuevo .Op. Cit.,  T. II, pág. 155.

     [9] Ibidem., págs. 164-165.

     [10] Ibidem., pág. 44.

     [11]Torres Navarrete, Op. Cit., V, págs. 229-230.

     [12] A. M. J. Act. 1786. Cab. 24-5.

     [13] A. M. J. Act. 1700. Cab. 17-12.

     [14] A. M. J. Act. 1791. Cab. 24-12.

     [15]Torres Navarrete, Op. Cit. VI, págs. 153, 215 y 230.

     [16]Chamorro Lozano, Op. Cit., pág. 74.

     [17]Morales Gómez - Caminero, pág. 88.

     [18]Ibídem., pág. 88.

     [19]Ibidem., pág. 89.

     [20]Ibidem., pág. 94.

     [21]Ibidem., pág. 98.

     [22]Ibidem.

     [23] A. M. J. Act. 1708. Cab. 13-2.

     [24] A. M. J. Act. 1635. Cab. 9-2.

     [25] A. H. P. J. Micro, 646. Fol. 154.  1654. Era esposa del veinticuatro D. Fernando Cerón y Girón.

     [26] A. H. P. J. leg. 1871. Fol. 390. 1707.

     [27] Ringrose, D. R.  España, 1700-1900:el mito del fracaso. Madrid, 1996, págs. 364 y 365.

     [28] Amezcua Martínez. M. "Actividades y oficios tradicionales: El carboneo" en Senda de los Huertos. Núm. 21, págs. 59 a 64.

     [29] Martín Gaite, C. Macanaz, otro paciente de la Inquisición. Barcelona, 1982, pág. 283.

     [30] Las peregrinaciones... T. II págs. 12, 283 y 462.

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