1.9. Terremotos y otros prodigios.
La existencia de terremotos y cometas ocasionaba un enorme miedo en las
gentes de antaño. Ya hemos visto como los desastres naturales se consideraban
como señales de futuras desgracias o de castigos como consecuencia de los
pecados cometidos por una comunidad inmersa en la locura y el pecado, tal y como
se veía a sí misma la sociedad española, concretamente en los años del
Barroco. Esta interpretación adquiría más fuerza cuando se manifestaban
hechos extraordinarios. Un invierno muy duro o unos años de sequía se podían
ver, hasta cierto punto, como hechos normales. Sin embargo el carácter
excepcional de un temblor de tierra o el enigmático paso de un cometa, tenían
efectos mucho más inquietantes, e incluso aterradores para las gentes de siglos
pasados.
Una de las más antiguas referencias a los terremotos la tenemos en el
historiador griego Tucídides, atribuidos, entre otras causas, a castigos
debidos a sacrilegios cometidos. [1]
Un terremoto que posiblemente se percibió en Jaén fue el citado por el
canciller Pedro López de Ayala en sus Crónicas,
referidas a 1356, dice nuestro autor:
"E este año fue el terremoto vigilia de Sant Bartolomé, e cayeron
las manzanas que estaban en la torre de Sancta María de Sevilla, etremió la
tierra en muchos logares del regno en aquel día, e fizo grand destroimiento en
el regno de Portogal e en el Algarbe, e derribó la capilla de Lisbona queavía
fecho el rey don Alfonso" [2].
Un temblor de tierra, del que no faltan noticias, se produjo el 9 de
octubre de 1680. En el libro de Bautismos de la parroquia de San Lorenzo, el
prior D. Antonio de Ulloa y Salto dejó constancia de los hechos, sucedidos a
las seis de la mañana del día de san Dionisio Aeropagita y que consistieron en
"un temblor de tierra de los maiores que se han visto, aviendo
sucendido antes una plubias horribles y treuneos espantosos los quales duraron
continuamente un mes y caieron piedras el dia diez y ocho de septiembre de este
año, como guebos gordos de gallina. Fue año esteril por no aber llobido desde
enero, no llobió asta principios de maio. Y el mes de diziembre de este año
después de cogida la cosecha de la futa volvieron a florezer los arboles
frutales y por henero de ochenta y uno avía manzanas y a fin de este año se
vio un tremendo cometa como lo zetifico aver visto y lo firmé... "[3]
El movimiento sísmico produjo diversos daños materiales en Jaén
"y lo que es de mayor dolor, que la Iglesia Cathedral nueva, en que
se avían gastado mucha cantidad de ducados, y aun no estaba acabada de
perficionar, se abrió de suerte, que con cualquier temporal están aguardando
se acabe de arruinar". [4]
Un aspecto interesante que se desprende de todos estos datos está en la
conexión de los distintos sucesos y fenómenos climatológicos, indicativos
todos ellos de una situación de anormalidad, susceptible de ser interpretada.
Evidentemente las causas de todos estos males estaban en los pecados cometidos
en tan depravado siglo. Este hecho se demuestra en la actitud tomada por los dos
cabildos, el municipal y el eclesiástico, al respecto, así se organizaron
diversos actos religiosos para
"dar gracias a Nuestro Señor por aber librado a esta dicha ciudad
del temblor tan grande de tierra que ubo en ella, y pedirle nos libre y defienda
de todo mal y peligro para que no continue la yra de su justicia, obrando con
misericordia". [5]
Dentro de estos actos se debe incluir la procesión general al Santuario
de la Virgen de la Capilla, como acción de gracias [6], así el Cabildo de la
Catedral
“para aplacar la ira de nuestro señor e implorar el auxilio de su
gloriosa madre”
decidió realizar la mencionada procesión general, con su letanía
correspondiente, descubrir al Santísimo, con una fiesta en su honor, y realizar
una procesión claustral con la Santa Verónica, otra procesión por el claustro
catedralicio para culminar todo con una misa “del patrocinio en su altar”.[7]
También organizaron actos religiosos en Torredonjimeno donde el
terremoto de 1680 "causó muncho temblor y miedo, sin embargo que no peligró
persona alguna". [8]
Varios temblores de tierra se produjeron en los días 27 de febrero y 10,
15 y 18 de marzo de 1712 y se realizaron rogativas al Santo Rostro para que
cesasen tales fenómenos.[9]
El 1 de noviembre de l755 se produjo el célebre terremoto de Lisboa del
que se ocupó Voltaire en una de sus más importantes obras. Se describió en
Torredonjimeno como
"El maior temblor de tierra que se ha visto (... ) duró cerca de un
quarto de ora, pero lo recio permaneció más de quatro o cinco credos" [10]
En Baeza se dice que duró unos siete minutos, “en que se mantuvieron
en continuo movimiento todos los edificios y casas de esta ciudad”.[11]
Sus efectos se percibieron en Jaén, y se realizaron dos procesiones
generales en honor de la Virgen de la Capilla por haber salvado "A la Santa
Iglesia" de sus efectos destructivos. [12]
También el 1 de noviembre se celebró una solemne función religiosa al Santo
Rostro para pedir protección ante el movimiento sísmico, acto religioso que
tendrá carácter perpetuo y que llegará hasta nuestros días.[13]
Otros terremotos, ya en el siglo XIX, tuvieron lugar entre diciembre y
enero de 1884-1885, y afectaron a las provincias de Málaga y Granada, sintiéndose
sus efectos en Alcalá la Real.[14]
Del siglo XX, aportaremos algunos datos extraídos de la prensa local, e
iniciaremos el recorrido por los tres que hubo
en 1951,y que provocaron un miedo generalizado en Jaén. Ese año, además,
contó con un invierno especialmente duro. El primer temblor de tierra se
produjo el 10 de marzo, a las 11,44 de la mañana, tuvo una duración de 17
segundos y provocó la parada de los relojes de las torres de la ciudad; veinte
minutos después hubo otro temblor de réplica. Se produjeron escenas de pánico
en el mercado de abastos, así como daños de diversa consideración en la
Catedral y San Ildefonso, los templos se llenaron de fieles.[15]
En mayo se volvió a producir otro movimiento sísmico, esta vez a las
16, 25 horas. Los daños no sólo se localizaron en la Catedral y San Ildefonso,
sino que también afectaron a una casa de la calle de San Benito, que se derrumbó
y, en Alcalá la Real, a una torre del Castillo de la Mota, en San Francisco y
la cúpula de la torre de San Antón. Se volvió a repetir a las dos de la
madrugada.[16]
El 23 de mayo los giennenses soportaron otro
terremoto, esta vez a las 5,30 de la mañana. La torre de San Ildefonso se
resistió especialmente, lo que obligó a que la procesión del Corpus alterase
su recorrido para evitar posibles
accidentes.[17]
Otros terremotos acaecieron años después. Así el ocurrido el 16 de
marzo de 1964, en dos tiempos. El que tuvo lugar en segundo lugar duró 20
segundos. Al no haber víctimas se llevó a cabo una acción de gracias a la
Virgen de la Capilla.[18]
El último de los terremotos que reseñamos aconteció a finales de febrero de
1969, tampoco tuvo mayores consecuencias, aunque provocó cierto pánico en la
ciudad. También se llevaron a cabo actos religiosos en agradecimiento a la
protección de la Virgen de la Capilla.[19]
Por último citaremos la presencia de fenómenos astronómicos, causantes
de una importante zozobra en las sociedades tradicionales. Por ejemplo, los
eclipses. El 21 de agosto de 1570 hubo un eclipse de sol. El sacristán de la
iglesia de San Pedro de Torredonjimeno, tomó nota del hecho, e indicó que se
inició a las once de la mañana, cuando
"començó el sol a eclipsarse, y estuvo muncha cantidad muy negro,
y parescieron estrellas, de que muncha gente estubo con temor."[20]
También los cometas indicaban malos presagios, como las muertes de los
monarcas, que debían de provocar mucho temor en el conjunto del Reino; así con
motivo de un viaje de Felipe III, pocos años antes de su muerte, se vieron dos
cometas “de color blanco oscuro, turbio y nebuloso, con una punta de color
encendido, y en su figura parecía palma”, y en ese mismo noviembre de 1618,
apareció otro con “forma de cuerno y en los fines de espiga, el color de la
cabeza era lúcido, algo encendido, y el de la cola color ceniciento, muerto y
raro” [21]
En vísperas de la muerte de Felipe IV, a finales de 1664 se contempló
en aquella triste España otro cometa, que recordó a los españoles de entonces
los malos presagios previos a los últimos meses del reinado de su padre, Felipe
III.[22] [5] Aponte Marín, A.
"Conjuros y rogativas contra las plagas de langosta en Jaén.
(1670-1672)" en La religiosidad
popular. II. La vida y muerte: la imaginación religiosa. Barcelona,
1989, pág. 555. [7]
Rodríguez de Gracia, “El tránsito...”, pág. 1.005. [8] Cañada Hornos, M0 J.
"Creencias, parroquia, comunidad: Delimitaciones para un análisis
social (Torredonjimeno, siglos XVI-XVIII), págs, 39-40. |