2.2. Siglo XVII.

 

            Frecuentemente, la palabra peste era sinónimo de enfermedad contagiosa. No todas las enfermedades denominadas como peste eran tales. Es el caso de la que tuvo lugar en el convento de Santa Catalina de Baeza en 1639. En una carta fechada el 1 de enero de aquel año, se dice que en dicho convento en un mes habían muerto quince monjas. La enfermedad es descrita de la siguiente forma:

 

               "... comiénzales la enfermedad por tabardillo, y luego se les encanzeran las narices y se mueren,... Piensan los Médicos que en unas tinajas de agua, de que beben an caído algunas savandijas; el Médico Poiatos dice que piensa no ha de quedar ninguna monja".

 

            En relación con esta enfermedad contagiosa, se levantó una visión mística, capaz de envolver con un sentido mágico-religioso un hecho real y trágico como era esta enfermedad, que debió alarmar a la población. La carta continúa diciendo:

 

               "... En la sala donde oían músicas (las monjas), quando se aparecieron las luces de los Santos, abrá seis o siete meses que se oyen cantar oficios y misas de Difuntos y oyen la campanilla del 'Santus', y tan cerca, que les parece que si alargan la mano se encontrarán personas vivas"([1]).

 

            Otra epidemia virulenta se desarrolló de 1683 a 1685, asolando a Andalucía y a las dos Castillas, parece ser que de tifus. En un informe de villa de Jódar se describe como "común enfermedad de tercianas y tabardillos", también fue uno de los brotes más importantes en el reino de Jaén. Afectó duramente durante la primavera de 1684 y, el año siguiente, se contagió Linares, que pasó por la peste y el tifus([2]).



([1]) "Pestes y contagios. La enfermedad y las apariciones en Santa Catalina y Baeza". En Don Lope de Sosa, 1918. Edición Facsímil. Riquelme y Vargas. Jaén, 1982, pág. 363. Envía a "Pestes y Contagios". En revista Archivos, Bibliotecas y Museos, tomo IV, 1874, pág. 137.

([2]) Kamen, Henry: La España..., pág. 90-91.

 

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