3.1. La epidemia de cólera de 1834.

 

            La primera epidemia de cólera que azotó la península fue de enero de 1833 a enero de 1835, hasta entonces había sido prácticamente desconocida, acometiendo a 450.000 personas de las que fallecieron más de 100.000.

            En septiembre de 1833, la Junta Municipal de Sanidad de Jaén, tras hacerse eco de las noticias alarmantes que llegaban a la ciudad y en cumplimiento de lo prevenido por el Capitán General del distrito, editó en un bando su articulado con las medidas preventivas a adoptar frente al cólera, enfermedad desconocida hasta entonces, dándole gran publicidad. Los localidades de Ayamonte, Huelva y Sevilla estaban declaradas sospechosas de contagio; se temía a las viajeros y mercancías provenientes de la zona, por lo que -como era habitual en estos casos- se adoptaron medidas de vigilancia -exigencia de pasaporte, casa de cuarentena, cierre y control de puertas de la ciudad,...-, así como también de higiene en la ciudad -retirada de los cerdos, limpieza de calles y locales, albercas de cocer lino,...-; todo ello con las consiguientes penas y la "más estrecha responsabilidad"([1]).

            El cólera morbo no tardo en presentarse en Jaén en 1834, sumándose en un período de crisis de subsistencias y falta de trabajo para los jornaleros, de tal forma que, en el 22 de abril, el Cabildo Municipal tuvo que constituir una Junta de Socorros, consiguiendo dar trabajo por unos días a 500 jornaleros en estado de indigencia([2]). A los pocos días, el 8 de mayo, se dieron los primeros casos. Como solía ser habitual, en un primer momento, ante la presencia del cólera se negó la existencia de la enfermedad por las graves consecuencias que este hecho conllevaba, al quedar aislada la población y poder escasear los productos de primera necesidad; de ahí que aún a principios de junio el Corregidor, Vicente Girón, negase la evidencia y editase un bando cuyo encabezamiento decía:

 

               "El muy noble Ayuntamiento de esta Capital constituido en Junta Municipal de Sanidad, deseando precaverla de las enfermedades sospechosas de contagio que han aparecido en Andújar y otros pueblos, atemperándose á los principios sanitarios ha considerado conveniente reproducir la observancia de las prevenciones comprendidas en Bando de 8 de setiembre último, y que se contiene en los artículos siguientes".

 

            En esta fecha se consideraban "sospechosos de contagio" los pueblos de Andújar, Villanueva de la Reina, Gor, Cardela y Montejícar -las primeras pertenecían a la provincia-([3]). Sin duda serían muchos más los invadidos, que, como Jaén, también negarían el hecho de la invasión epidémica.

            El 24 de junio llegó a su cenit, produciéndose una disminución de los casos a fines de julio, y el 26 de agosto se cantó el Te Deum por haber desaparecido enteramente de la ciudad([4]).

            Durante el siglo XIX, la ciudad de Jaén que se había librado hasta entonces de las epidemias que llegaron a la Península, como la fiebre amarilla de principios de siglo, sufrió por primera vez esa visión trágica que hacía recordar a las antiguas pestes que en siglos pasados azotaron la población y de las que parecía se había librado definitivamente. Las escenas de pánico surgieron en cuanto se supo que el cólera había entrado en la región. Rápidamente, la Iglesia movilizó su clero para hallar la solución a través del remedio tradicional, considerado de mayor eficacia, como eran las rogativas públicas a las imágenes de mayor devoción. Medidas que se combinaron con otras que tradicionalmente se emplearon contra la peste; tales como, las medidas sobre los viajeros, estableciéndose controles en las entradas a la ciudad por las puertas correspondientes, o la habilitación de un "lazareto" en el Castillo de Santa Catalina que, al no ser suficiente, se amplió con la habilitación de otro en el viejo cuartel de la Fontanilla. No obstante, el incremento de la epidemia en la ciudad aumentó el pánico durante el mes de junio, tanto que la gente buscaba alivio en el perdón divino, y el mismo cabildo municipal hizo un voto a la imagen religiosa de mayor advocación en la ciudad, Nuestro Padre Jesús, ofreciéndole un acto religioso cuando la epidemia remitiese. El número de muertos por cólera en la capital fue superior a 300 individuos en los escasos meses de 1834 que duró la epidemia([5]), siendo sólo uno de los graves sucesos que acaecieron en la década de 1830 -otros fueron guerra, revolución, hambre, desamortización...-, los cuales produjeron en su conjunto la mayor mortalidad del siglo, dando lugar a un crecimiento demográfico negativo y la consiguiente aflicción en la población.



([1]) A.M.J. Leg. 90. Edicto de prevención contra el cólera morbo de la Junta Municipal de Sanidad de Jaén, 8 de setiembre de 1833.

([2]) A.M.J. Leg. 90. Borrador de la Junta de Socorros, nombrada en Junta de Cabildo el día 22-abril-1834.

([3]) A.M.J. Leg. 90. Edicto del Corregidor de Jaén con medidas preventivas frente al cólera, 10-junio-1834.

([4]) González de Sámano, M. Memoria histórica del cólera morbo asiático. Madrid, 1858, pág. 267. Y Madoz, P. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid, 1842-1847. T. IX, pág. 565.

([5]) Carreras Velasco, Antonio: "Las tres grandes epidemias de cólera en Jaén (1834, 1855 y 1885". En Actas del I Congreso Jaén. Siglos XVIII-XIX. Febrero, 1989. Vol. I. Escuela Universitaria del Profesorado de E.G.B. de Jaén. Granada, 1990, pág. 202-203.

 

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