5. Un breve comentario sobre el Hombre del Saco.

Este siniestro personaje está en relación con los tíos mantequeros o sacamantecas, que han aterrorizado a generaciones de niños, y también de adultos. La existencia de ladrones de niños constituye así, uno de los miedos más característicos de las sociedades tradicionales.

 

Se creía que muchos niños eran robados para utilizar su sangre, con fines terapeúticos, así cuenta Gutiérrez Solana, en su viaje por la España negra, como en las viejas ferias se exponía una figura de cera de Juana Weber; era ésta una secuestradora de niños, que vendía la sangre y la grasa de éstos como medicamento a curanderos y echadores de cartas.([1]) De la antigüedad de esta amenaza, dan fe las novelas medievales que citan personajes de similares características. Así el caballero Jaufré contaba, entre sus proezas, la de haber acabado con un leproso que mataba niños para intentar curarse bañándose en su sangre.([1])

Que la gente cría en la existencia de tales malhechores es evidente, si los hubo realmente no lo podemos afirmar, en cualquier caso en La Carolina, hacia los años veinte de nuestro siglo, se hablaba de la existencia de sacamantecas, que ofrecían sus servicios a los tísicos que convalecían en los baños de La Aliseda. Incluso hay personas que afirman haber tenido noticia directa de sus fechorías en aquellos años.




([1]) Gutiérrez Solana, Op. Cit., pág. 66.

([2]) Alvar, Op. Cit., pág. 241.

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