9. La Iglesia y los eclesiásticos.

La Iglesia no se mantenía al margen del tiempo que le había tocado vivir. Líneas atrás veíamos el caso de un clérigo, en Baños de la Encina, que poseía un notable número de armas. Asimismo los tribunales eclesiásticos intervenían en muchos asuntos criminales, en los que la violencia era el motivo central.

Citaremos algunos casos de clérigos violentos:

En 1622 fue procesado el licenciado Alonso de Arcedón por entrar en la casa de Luis de Baldivia y herirlo [1]

En 1626 el clérigo de Baños Miguel Pérez Galindo fue encarcelado, con la acusación de haber matado a un francés [2].

En 1627 el licenciado Alonso García tuvo una pendencia con un alguacil, además de estar acusado de incontinencia[3]

En 1661 un clérigo de menores y vecino de Linares, D. Rodrigo de Quesada, disparó una perdigonada con un arcabuz contra Alonso Bautista y quedó durante un tiempo "ympedido y ciego del un oxo y del otro algo ympedido... y que no le rompieron la niña", por lo que perdonó a su agresor. [4]

En 1672 el clérigo de menores Miguel de Mírez hirió de un

arcabuzazo a un oficial herrero. [5]

En 1681 el clérigo de epístola Gregorio del Marmol Galindo acabó con la vida de un vecino

"de dos alcabuzazos en esta villa en la calle que llaman del Potro, como a la ora de las una del dia poco más o menos"[6].

 

La Iglesia, reformada a raíz del concilio de Trento, trataba de erradicar estos hábitos. Dentro del estamento eclesiático, persiguió la tenencia de armas de fuego;respecto al resto de la sociedad, condenó el duelo, negando el entierro en sagrado a aquellos duelistas que muriesen como consecuencia de tales lances, lo que no evitó la supresión de esta costumbre.

Muchos de los motines fueron encabezados o estimulados por clérigos y por mujeres, como afirma Jean Delumeau. Así ocurríra en Mancha Real a finales del siglo XVI e inicios del siglo XVII, donde el prior Vergara inspiró, según el gobierno municipal de Jaén, una resistencia organizada y enérgica contra el alojamiento de soldados y contra la obligación de celebrar alardes de caballeros de cuantía ante las autoridades de la ciudad de Jaén. Los alcaldes ordinarios de Mancha Real al parecer bajo la influencia del clérigo, llegaron a apresar durante un dilatado periodo de tiempo al corregidor de Jaén, licenciado Villafranca Ortiz. [7] Muchos disturbios protagonizados por religiosos se debían a diferencias y disputas de tipo jurisdiccional. En 1649 el alguacil mayor de Jaén tuvo noticia de que los frailes de los conventos de la ciudad estaban aprestados y armados para evitar la condena a muerte de un reo que, según el estamento eclesiástico gozaba de inmunidad. Unos 300 religiosos bien pertrechados impidieron el ahorcamiento pues "enbistieron todos, los unos con espadas, otros con pistolas y otros con dagas y cortaron las sogas con que se abia de ahorcar", hasta facilitar con éxito la fuga del condenado. [8]

En otras ocasiones, probablemente las más, la Iglesia actuaba de mediadora y pacificadora. En los grandes alborotos se celebraba una procesión con la Custodia, que era expuesta ante un pueblo profundamente católico, que con la reverencia debida se calmaba, aunque sólo fuese de manera momentanea. Los templos eran respetados, y en ellos se refugiaban los perseguidos por la ira popular en los violentos arrebatos que se producían de tarde en tarde. En ocasiones la fuerza de estos estallidos no respetaba ni los espacios sagrados. Así en uno de los motínes que se produjeron contra los alojamientos de soldados en Mancha Real, el capitán D. Juan de Tarsis y su gente se refugiaron, ante el empuje de los vecinos, en la Iglesia de la localidad "adonde por la dicha villa y vezinos les tiraron muchos escopetasos y mataron algunos soldados y lo que más se siente es que con los escopetasos que tiravan davan en las ymágenes de la dicha yglesia..." [9]



[1] El acusado estaba amancebado y los hechos ocurrieron en Martos: ver Aponte Marín, A. "Reforma de costumbres, violencia y pecados públicos en Jaén en la época de Olivares" en Códice. Núm. 10, págs. 41-45.

[2] Ibidem

[3] Ibidem

[4] A. H. P. J. Leg. 1706. Fol. 147. 1661.

[5] A. H. P. J. Leg. 1686. Fol. 152. 1672.

[6] A. H. P. J. Leg. 6179. Fol. 260. 1681.

[7] A. M. J. Act. 1602. Cab. 3-10 y 5-12.

[8] Coronas Tejada, L. "Motines y alborotos en Jaén en el siglo XVII" en Historia, arte y actualidad de Andalucía. Córdoba 1988, pág. 205.

[9] A. M. J. Act. 1601. cab- 5-12.

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