CAPÍTULO III EL MIEDO A LAS PLAGAS 1. Un universo campesino. El mundo que describimos en estas páginas es sobre todo campesino.
Desde el Rey hasta el último pobre de solemnidad viven de las cosechas y miran
trigales, olivares y viñedos como si de algo suyo se tratara. Ya lo hemos
visto: santoral, festividades y fechas importantes se rigen por el ciclo agrícola.
Todos esperaban con interés, y a veces con ansiedad la evolución del tiempo
atmosférico. La socorrida conversación sobre la situación meteorológica de
nuestra época descansa sobre cimientos muy viejos. La espera de las lluvias, la
helada tardía, el granizo y la sequía llenaban de zozobra las vidas de
aquellas gentes labradoras, también había el regocijo de los trigales en sazón,
del vino nuevo, de las parideras de las ovejas y del cruento júbilo de la
matanza. Había años buenos y otros malos, de aguas que se llevaban los puentes
y de sequías que parecían eternas. Pero, a veces con el intervalo de décadas,
aparecía un enemigo que muchos jamás habían visto, sólo conocido por la
experiencia de los más viejos, o de lo que algunos habían oído contar a sus
padres y abuelos: nos referimos a langosta. |