II PARTE. Hábitos y vigencias sociales: un entorno violento

 

No hay duda que un ejército amigo mal diciplinado es tan dañoso en una provincia como el del enemigo.

(Francisco de Moncada, Expedición de los catalanes y aragoneses contra turcos y griegos).

 

!Pobres héroes anónimos! Cerca de dos meses llevan ya sin moverse de las trincheras y blocaos, porque no hay fuerza que los releve; batiéndose todas las noches y sufriendo constantemente las inclemencias del tiempo, las torrenciales lluvias o los tropicales rayos del sol.

(Juan y José Toral, El sitio de Manila 1898. Memorias de un voluntario).

 

Cap. IV. El entorno del Miedo: Una sociedad violenta

 

El estudio de los hábitos de violencia no es un pretexto para abordar un asunto morboso o sencillamente ligero dentro del mundo de la investigación histórica, sino que va más allá de la simple descripción pintoresca o anecdótica del crimen escabroso, digno de aparecer en esos pliegos de cordel que eran vendidos por los ciegos en las plazas, todavía recordados por los más mayores.

El estudio de la delincuencia, de la que los hechos violentos forman parte, tiene un sentido más profundo. Es una línea de investigación, de trabajo, que permite conocer mejor la sociedad de la época, las instituciones, el mundo jurídico y los conflictos y vigencias sociales que subyacen en los hechos concretos extraídos, normalmente, de fuentes documentales procedentes de archivos. Son también, en no pocas ocasiones, una apropiada manifestación del miedo que mueve al agresor y del que siente la víctima.

Este hecho no impide que algunos casos sean interesantes en sí mismos, y que el investigador y el lector puedan disfrutar verdaderamente de la narración, del español de la época, de la peculiar prosa de los escribanos y de la situaciones descritas, no exentas en muchas ocasiones de auténtico humor negro, del que D. Francisco de Quevedo, contemporáneo de muchos ejemplos que citaré, hizo tanta gala y que convive con la crueldad y la violencia más extrema.

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