Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 19. Invierno-2010 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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Érase una vez* “Érase una vez” es una expresión que nos habla de un pasado impreciso, posiblemente remoto, que toman los cuentos para ubicar en la “coordenada tiempo” los hechos que se relatan. Si a ello se le une “un país lejano” como “coordenada espacio”, el relato entra de lleno en el mundo de la fantasía, de los sueños, de lo irreal; en el mundo en que la mente se libera, se relaja, se deja llevar por los caminos menos transitados del cerebro. El cuento, por un momento, se hace real. La mente, desinhibida del orden establecido, conoce el placer de la libertad; sin embargo, en este viaje a lo imposible siempre hay una mirada atrás que conecta el mundo de la realidad con el de la fantasía, dándole viso de realidad. El poeta sabe captarlo como nadie y expresarlo de la forma más explícita en su poesía: “Érase una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos. Y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas estas cosas había una vez. Cuando yo soñaba un mundo al revés.” José Agustín Goytisolo. La poesía se hace cuento, y el cuento realidad. Como tal a veces nos despierta bruscamente, se escapa al orden establecido y se vuelve transgresora. La poesía es libertad, es sueño, es utopía y es realidad. Por ser así, es cuento entre los cuentos y libera a éstos de ataduras mentales y sociales. Ella ha visto: “Que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre… ha inventado todos los cuentos.” Sé todos los cuentos. León Felipe.
Y tras el cuento está el poeta, ser complejo como la misma vida, retoño del viejo árbol que mil veces talaron y otras tantas brotó; incomprendido en su mundo. Esparce al viento la palabra hecha sentimiento, profunda, estremecedora, migrante, nacida para cabalgar por los caminos a galope tendido, desbocada, airosa, indestructible, que como perfecto boomerang retorna a su pluma: “... Cuentos dulces, cuentos bravos, de damas y caballeros, de cantores y guerreros, de señores y de esclavos; de bosques escandinavos y alcázares de cristal; cuentos de dicha inmortal, divinos cuentos de amores que reviste de colores la fantasía oriental. ...” La cabeza del Rawí. Rubén Darío. La poesía, hecha cuento, embarca al poeta en su nave, que surca segura la galerna de ese mar de la ilusión, sabedor de que tras ella aparecerá tierra firme, donde esperan los seres queridos, aquellos que nunca supieron bien porqué embarcó, qué rumbo llevaba ni qué buscaba; sin embargo, continuamente le tienen en su pensamiento. Y mientras le esperan, cuentan un cuento: “Érase una vez… Un alguien con zapatos niños, aunque llevasen ellos, polvo de tantos caminos.
Érase un extraño ser, este hombre niño, o niño viejo, que no es igual, pero es lo mismo.
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Érase un ser quizá, de otro planeta. Érase una vez… un loco, filósofo, poeta.” Érase una vez. Fabricio Ojeda. *Juan Antonio López Cordero. Envíanos tus poemas
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