Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 18. Otoño-2009 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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Tempus fugit* Dice la mitología griega que Chronos es el dios de las Edades y del Zodiaco. Es la personificación del tiempo, que surgió de sí mismo como un ser serpentino con tres cabezas, de hombre, toro y león. De él nació el universo y el eterno paso del tiempo, expresado por el poeta romano Virgilio en su obra Geórgicas (III, 284) como «Sed fugit interea fugit irreparabile tempus». “Pero entre tanto huye, huye irreparable el tiempo”, frase latina que aparece a menudo inscrita resumida en la carátula de los grandes relojes de péndulo con las palabras Tempus fugit, “El tiempo se escapa” o “El tiempo vuela” Como todo lo etéreo, el tiempo ha tenido en el poeta un impacto especial. Ve en el tiempo un ir y venir en un ciclo infernal, del que la vida nos hace tomar parte, mientras observa el tiempo en el centro, para bien o para mal, pero copérnicamente insoportable.
”Dentro de ti tu edad creciendo, dentro de mí mi edad andando. El tiempo es decidido, no suena su campana, se acrecienta, camina, por dentro de nosotros, aparece como un agua profunda en la mirada” Oda al tiempo. Pablo Neruda.
En un instante, años y años de vida, esfuerzos, sueños, esperanzas, sudor y lágrimas... son barridos de la memoria, absorbidos por ese “agujero negro” que nos obsesionamos en medir y contar.
“Reloj, ¿por qué avanzas? Detente por favor. No son lentas tus finas agujas, y es rápido tu click clock. No quiero que mis fuerzas desvanezcan, no quiero que mis cabellos emblanquezcan, ni tampoco que mis luchas perezcan, en un descanso forzoso, en donde halla de estar.” El tiempo. Javier R. Cinacchi.
Esta obsesión por el control del tiempo no siempre ha sido igual. En el pasado, el reloj no tenía sentido, los hombres no sabían su edad, las estaciones del año parecían más acusadas que ahora, el Sol marcaba las horas del día que también anunciaban las campanas con sus ocho llamadas: maitines, laudes, víspera, prima, tercia, sexta, nona y completas. Era una vida difícil, donde el dolor estaba muy presente, vida de mortalidad catastrófica, de impotencia ante enfermedades y hambrunas, de penitencia.
“El dolor envejece más que el tiempo, este dolor dolor que no se acaba, y que te duele todo todo todo sin dolerte en el cuerpo nada nada. A tantos días de dolor se muere uno, ni la vida se va, ni el corazón se para, es el dolor acumulado el que, cuando no lo soportas, él te aplasta.” El Dolor envejece más que el Tiempo. Gloria Fuertes.
Hoy, atrapados en el reloj, en el “tic-tac” de esa bomba que llamamos tiempo, bebemos su néctar a tragos, intentando poseerlo, atraparlo como si de materia se tratase, sin que Marcel Proust o Albert Einstein aporten consuelo a la frustración congénita del ser humano.
”Preciso tiempo necesito ese tiempo que otros dejan abandonado porque les sobra o ya no saben qué hacer con él tiempo en blanco en rojo en verde hasta en castaño oscuro no me importa el color cándido tiempo que yo no puedo abrir y cerrar como una puerta.” Tiempo sin tiempo. Mario Benedetti.
Siempre queda la esperanza de mirar atrás. Todo es pasado. Hasta que un día el tiempo quede atrapado en las líneas escritas por un escribano, que quizás las trace sin pensar que en ellas atrapa al tiempo, sin tener consciencia que en el futuro alguien las rescatará del olvido, cuando ya no tengamos tiempo.
“Habrá un tiempo En que no tengas tiempo.
Un instante final Juntando todos los instantes.
Ese día será todo al no ser nada
Serás nada siéndolo todo.” Habrá un tiempo. Rolando Lazarte.
*Juan Antonio López Cordero.
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