Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 24. Primavera-11

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Trova de la mirada

Trova del merengue

Tus cinco sentidos

Como un hermano

De regaliz tus huesos

El signo radiante

La conciencia del tiempo

Haya paz en la tierra

Hora de partir

Me gusta el Sol por la mañana

No me rindo

Soy vagabunda


Colaboraciones

Análisis métrico. Poema de Luis Rosales

Reseña literaria de Quevado

Última batalla

Fragmentos - Malakázyntos


Noticias

  V Festival Internacional de Poesía 'Palabra en el Mundo 2001'

 XV Certamen Internacional Surcos de Poesía

 X Premio de Poesía León Felipe Tabara 2011


Colaboran en este número


Nos anteriores

 


 

 

Última batalla*


 

(A Miguel)

 

Cuantas veces fuiste a la batalla sin montura y sin espada, armado con solo tu coraza de papel, sabedor que sus afiladas lanzas atravesarían tu pecho en el primer envite. Cuantas veces curaste tus heridas, te levantaste de nuevo y con el arma de tus letras cruzaste los campos ensangrentados y altivamente miraste a los vampiros que incontables veces chuparon tu sangre. Lo sé porque yo iba contigo, como otros compañeros, quienes llevamos en el alma las cicatrices que nos hicieron en mil combates esos lobos insaciables de carne humana, que escalan con facilidad los oteros de esta sociedad. Nunca les tuviste miedo y en el campo de combate mantuviste las banderas del trabajo y la honradez con la nobleza que te caracterizaba.

 

"Crece en la sangre un desasosegado,

urgente pensamiento belicoso.

La exhausta flor perdida en su reposo

rompe su sueño en la raíz mojado.

Salta la tierra y de su entraña pierde

savia, veneno y alameda verde.

Palpita, cruje, azota, empuja, estalla.

La vida hiende vida en plena vida.

Y aunque la muerte gane la partida,

todo es un campo alegre de batalla.

 

Campo de Batalla. Rafael Alberti.

 

Greñas al viento, digno y sereno, moviéndote como guerrillero entre togas y estrados, abriste las puertas de un mundo perdido. Sólo faltaron unos pocos latidos más para clavar tu pica en su cumbre, en cuya base las olas golpean con el impulso inagotable que les diste, en machacón afán de derruir el último obstáculo y culminar la victoria.

 

 

No pudiste más, tu agotado corazón no pudo llevar el ritmo de tu pasión. Aunque nos has dejado, tu aliento vibra nuestros tímpanos, vuela por los campos y pregona por doquier un nuevo combate, una vez más  una última batalla, pues la muerte no es el final.

 

Pero entre sus espigas y sus flores,

cuando la muerte le entreabrió las puertas

el guerrero de blancos y resplandores

dianas oyó por las borradas huertas.

¡Mi caballo!, gritó: y en los alcores

resonaron angélicos alertas.

¡Mi caballo! Montó el corcel sombrío,

y tendió su galope sobre el frío.

 

La muerte. Sara de Ibáñez.

 

Tu impuesto silencio llama a rebato. De nuevo, los caballeros del honor, quijotes del pasado y del presente, unidos a tu lado. La palabra prolifera por doquier, afila sus grafías, baña las cuartillas pergeñadas de letras, escritas con gotas de  tu sangre; armada de razón hace temblar las montañas, porque la palabra, indómita y rebelde, es nuestro pendón.

 

                *Juan Antonio López Cordero.

 

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