Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 67. Invierno-2022 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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Un poema*
Dicen que para todo hay un poema, uno entre muchos que hacemos nuestro. Dicen que están ahí, en nuestro entorno, agazapados en un rincón, colgados de los árboles o flotando entre el viento. Es verdad, porque yo lo siento, como siento la hoja de otoño que cae del árbol cansado, la gota de agua que resbala por el cristal de la ventana, los ojos tristes de un perro perdido que en mí se clavan, el volcán de vida que muestra el bosque en primavera, el tacto de las manos de aquella mujer que me dio la vida...
"...La poesía es como el viento, o como el fuego, o como el mar. Hace vibrar árboles, ropas, abrasa espigas, hojas secas, acuna en su oleaje los objetos que duermen en la playa..." José Hierro.
Cuando la pluma plasma el sentimiento, el poema queda atrapado en las palabras, se hace tuyo, se hace mío, se hace nuestro. Entre tantos, siempre hay uno especial.
"Busco un poema sin tiempo, sin amores y sin muerte, sin noches ni amaneceres, sin infancia y sin gaviotas; en el que no haya lugar para los sueños, y el sol se burle de las palabras. Busco un poema desnudo, sin murmullos ni testigos, un poema, sólo uno, como un ángel de la guarda que me salve de la vida." Ana María Navales.
Quisiera atraparlo y llevarlo por bandera, izado en alto mástil que ondee por las calles, escrito en libros de hora en las bibliotecas y trotando brioso por los más lejanos caminos. Quisiera atraparlo con lazo de seda, más nos embiste sin contemplación, ferozmente, llevándonos hacia no sé donde, y nos deja a manos de un destino incontrolable, que no permite volver atrás.
Jean-Baptiste-Camille Corot
"Ví un árbol a la orilla del camino, y me senté a llorar mi desventura. Así fue, caminante que me contemplas con mirada absorta y curioso semblante. Yo estoy cansado, sigue tú adelante; mi pena es muy vulgar y no te importa. Amé, sufrí, gocé, sentí el divino soplo de la ilusión y la locura; tuve la antorcha, la apagó el destino, y me senté a llorar mi desventura a la sombra de un árbol del camino." Así fue. Luis Gonzaga Urbin.
Aprendí que atraparlo es una quimera, no se puede amarrar la libertad. Sin embargo, nos quedan los sueños. Y sueño que cualquier día, en cualquier lugar, se sentará a mi vera, contemplaré una lágrima rodar junto a esa obsesión que vence el desánimo, mientras busca el silencio de la palabra en el poema.
"Palabra, ¿qué tu más quieres? ¿qué más? vengo a buscar tu silencio, el que a fuerza de esperar se endurece... Se hace estatua... Para hablar. Ya ves, palabra, ya ves, herida, tú, sin edad... ¿Qué hará contigo el soldado? ¿qué harán los grillos? ¿qué hará en la punta de la espada la eternidad?" Palabra. Manuel del Cabral.
*Juan Antonio López Cordero.
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