Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 38. Otoño-2014 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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Niña*
No duermes, algo en ti te desvela. Tus ojos abiertos en la oscuridad parecen verlo todo. Tus manos buscan asirse a algo que solo tú ves, mientras las piernas se agitan en el vacío. Tu boca balbucea palabras desconocidas –no podemos entenderte-, hasta que entras en llanto desesperado, y unos brazos acunan tu dolor con el consuelo que sólo sabe dar una madre.
“Si te duermes, niña, te traeré un lucero, lo prenderé de tu pelo y toda tú serás un tesoro". Nana
Morteza Katouzian
Cálmate pequeña, que vendrá Morfeo a traerte el sueño más hermoso del mundo, acudirá Eolo a mecer tu cuna con soplos de ternura, y Poseidón te traerá el rumor relajante de su caracola. Te lo digo y callo mi miedo, el temor a que esos dioses se enamoren de ti, que te rapten y te lleven a lejanos olimpos, que te adentren en ese mundo de deidades y noblezas, tan triste y ajeno a los mortales.
"Yo no quiero que a mi niña la vayan a hacer princesa. Con zapatitos de oro ¿cómo juega en las praderas? Y cuando llegue la noche a mi lado no se acuesta... Yo no quiero que a mi niña la vayan a hacer princesa". Miedo. Gabriela Mistral.
Duérmete niña, seré guardián de tus silencios, protector frente a súcubos, íncubos y demás demonios de los sueños. Seré el escudo tu dicha, muro ante los huracanes amenazantes, que se desvanecen con tu sonrisa cuando despiertas. Siento que cada segundo eres más fuerte, creces con el alba cada mañana a la par que mi fortaleza se debilita. Habrá un momento en que ya no podré contener el empuje de las olas, y un día el tsumani estallará ante tus ojos con toda su fuerza y deberás estar preparada para no ser engullida y poder cabalgar en las crestas de la marejada. Por ahora, descansa, navega entre tus primeros sueños. Mientras tanto, no temas, hoy velo tu silencio.
No dices nada, niña. Y nace del silencio la vida en una ola de música amarilla; su dorada marea nos alza a plenitudes, nos vuelve a ser nosotros, extraviados. ¡Niña que me levanta y resucita! ¡Ola sin fin, sin límites, eterna! Niña. Octavio Paz.
*Juan A. López Cordero. Envíanos tus poemas
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