Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 62. Otoño-2020 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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Unidos al verso, el pulso se hace vida*
(Despojémonos del espíritu del mundo, tomemos el espíritu de Dios)
I.- NO HAY CAÍDA QUE NO PUEDE LEVANTARSE Somos el poema vivo, la luz en el verso, el sentimiento más níveo de un corazón, injertado en la palabra para hacerse vida, prendido al sigilo de los labios del aire, que es como se irradia el vivir del alma.
Con el amanecer emprendemos el andar, cada momento es un renacer de nuevo, un resurgir al deseo de caminar juntos, un revivir de mil emociones y asombros, pues tras el levantarse está el ser poesía.
Sin el soplo del entusiasmo todo se muere, nada permanece en camino, ni los sueños nos resucitan la esperanza de ser faro, para iluminar los senderos de la existencia, que es lo que realmente nos crea y recrea.
II.- LA CRUZ NOS ENSEÑA A PERDER EL MIEDO Por muy extensos que sean los dolores, y por muy intenso que sea el sufrimiento, hay que dejarse consolar por la esperanza, sobrevivir más allá del abismo del dolor, resistiendo a permanecer en los latidos.
El final de un sueño puede hacernos sentir muertos, pero al ser retoños de la pasión, el rebrote de la vida nos impide fenecer, todo es renuevo en este suceder del instante, sólo hay que revelarse y concebirse poeta.
Lo místico toma cuerpo, nos echa a volar, toma sobre sí nuestras miserias humanas, en ese cruel padecer está el compadecerse, tragar saliva y verter lágrimas en los ojos, para poder ver la cruz como signo de amor.
III.- PRACTICAR EL CORAZÓN, SERVIR AL PRÓJIMO Necesitamos abrirnos más y no replegarnos, notarnos en la mirada del otro y observarnos, considerarnos parte para cambiar el mundo, porque si uno da la vida alguien la acoge, y acogidos en comunidad, recogemos ternura.
Lo transcendente es cambiar nuestro interior, ante tanto afán posesivo y el desvelo por el yo, cautivo de la falsa alegría por lo efímero, sumido en la estéril enfermedad de la tristeza, por no activar el coraje de mirarse mar adentro.
Nos hace falta emprender un nuevo camino, reprendernos hacia otros pasos más en donación, que es lo que verdaderamente nos llena y nos llega a aproximarnos a ese prójimo que nos requiere próximos al amor y al amar.
*Víctor CORCOBA HERRERO, 7 de marzo de 2020.
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