Reboza el candil

llamas intercadentes

bajo la ensoñación de un ocaso

persistente.

Candil en mano

Deambulo, como lo hiciera

otrora

Diógenes de Sinope, buscando

un ser sensato.

Entonces,

oculto el candil bajo mi túnica

para alumbrar las entrañas

de mis enigmas.

Y busco

hacia dentro y no hacia fuera.

Me redimo

en el silencio de mi espera,

y aguardo

para encontrarme

en el interior de mi

silente Esfera.

Noctámbulo de misterios,

la llama del candil

produce sombras,

y detrás de cada sombra

una añoranza

aguarda

desentrañar

respuestas inconclusas.

¿Es la llama la causa?

o son

las sombras erizadas

la razón

de mis desvelos.

Sigo a diario

candil en mano

recabando y preguntando

preguntando y recabando….

                   *Juan Manuel de Faramiñán Gilbert