Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 74. Otono-2023 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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Un camino olvidado*
Lentamente, el tiempo va desfigurando el camino real, la antigua vía por donde personas y ganados transitaban entre el norte y el sur llevando sus bagajes y pensamientos hacia otros lugares. Los hortelanos levantaron a uno y otro lado del camino vallas de piedra seca para que los ganados, a su paso, no dañaran sus frutos. De trecho en trecho, se ubicaban ventas, donde descasaban los viajeros, y abrevaderos donde tomaban agua y descansaban los rebaños. Por el camino real deambulaban también los sueños y la poesía, a la par que viajeros y ganados.
Soñé que tú me llevabas por una blanca vereda, en medio del campo verde, hacia el azul de las sierras, hacia los montes azules, una mañana serena. Sentí tu mano en la mía, tu mano de compañera, tu voz de niña en mi oído como una campana nueva, como una campana virgen de un alba de primavera. ¡Eran tu voz y tu mano, en sueños, tan verdaderas!... Vive, esperanza, ¡quién sabe lo que se traga la tierra!
Poema "Soñé que tu me llevabas". Antonio Machado.
Camino Real.
Y había una venta en el camino, hoy borrada por nuevas construcciones. En torno a ella surgió un nuevo ejido, que se le llamó Eras de la Ventilla. Casi sin darnos cuenta, dejaron de transitar rebaños y viajeros. Las construcciones alcanzaron al viejo camino, éste se transformó y sigue transformándose en un movimiento pausado que parece no tener fin. Sin embargo, aún perviven restos del pasado: piedras centenarias vallando sus orillas, tramos semiborrados donde el monte recupera lo que fue suyo y el antiguo abrevadero en el que el agua sigue fluyendo como hace milenios.
“No se callaba la fuente, no se callaba…
Reía, saltaba, charlaba… Y nadie sabía lo que decía,
Clara, alegre, polifónica, columnilla salomónica perforaba el silencio del Poniente y, gárrula, se empinaba para ver el sol muriente.
No se callaba la fuente, no se callaba…
Como vena de la noche, su barrena, plata fría, encogía y estiraba… Subía, bajaba, charlaba… Y nadie sabía lo que decía.
Cuando la aurora volvía…”
"Dice la Fuente". Manuel Machado Ruiz.
Al llegar al puerto, el camino se allana. Cerca había un lapis pedicinorum, piedra con cuatro orificios cuadrangulares donde se encajaban vigas de madera, utilizada como prensa de aceite o vino, que fue usada como losa sepulcral y, durante siglos, protegió la tumba de alguien que fue querido y recordado durante poco tiempo. Más abajo, descendiendo, se ubica el casquijal que albergó a los emboscados que mataron al corregidor Antonio de las Infantas. Pero hoy todo ha cambiado, vinieron los espoliadores y se llevaron el lapis pedicinorum que durante dos milenios permaneció junto al camino, semioculto, porque un agricultor hizo de él un majano. El casquijal fue plantado de olivos. Los viajeros y rebaños dejaron de transitar. Milagrosamente aún queda la fuente y el abrevadero, protegida por una ley que hace al camino real inembargable, intransferible e imprescriptible. Pero la ley no se suele respetar, ni por los que tienen el deber de hacerlo, porque la vida es como un palimpsesto que continuamente se reescribe.
“Todo aquí es palimpsesto, pasión del palimpsesto: a la deriva, borrar lo poco hecho, empezar de la nada, afirmar la deriva, mirarse entre la nada acrecentada, velar lo venenoso, matar lo saludable, escribir delirantes historias para náufragos. Cuidado: no se pierde sin castigo el pasado, no se pisa en el aire.”
Cultura del Palimpsesto. Ida Vitale.
*Juan Antonio López Cordero.
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