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D.L. J-309-2005 ISSN 1699-6151 |
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DE REDACCIÓN
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Ella estaba rendida*
Ella estaba rendida, con las alas plegadas.
Ya no había sonido en su voz de aquellos días
Cuando en la brisa vibraban arpegios, armonías,
Las espigas se erguían en sus danzas doradas.
Ella estaba rendida, en un silencio absoluto.
La estrella de sus amores habíase perdido
La barca de ilusiones no halló faro encendido,
Llenó su alma de pena, de nostalgia y de luto.
Mas, cuando ya creía que la vida se esfumaba
Por aquellos corredores silentes, sombríos,
Apareció el ser amado, traía nuevo bríos,
Con su voz elocuente, jurando que la amaba.
Ella, llena de anhelos, extendió sus dos alas.
Contempló los trigales danzando con el viento.
Su estrella ahora brillaba brindándole su aliento
Borrando los recuerdos de aquellas horas malas.
* Marina de la Cueva
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