Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 56. Primavera-2019 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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El Arco* Cuando paseo por el campo, a veces, intento atrapar la poesía del paisaje. Y creo ver cosas que los ojos no ven. Son como sueños que emanan del entorno, que sólo ven los que lo saben, porque el paisaje no es silencio, está vivo y trasmite sus vivencias. Así, creo ver, el Arco erguido, en su esplendor, majestuoso, la puerta al Betis, que da acceso a la más fértil región del imperio. Desde el Mediterráneo la vía Augusta se adentraba entre las sierras en busca del río. Lo encontraba en su origen junto a la Cerradura de las sierras, esquivaba la última angostura, en Peñarrubia, bordeándola por el Norte, donde el paisaje se abre lentamente hacia la antigua Mentesa, en busca de la gran campiña. El romano levantó allí el Arco, en el inicio del Betis por la vía Augusta. La puerta a la fertilidad, a la belleza, a un paisaje hoy cubierto de olivos.
“Viejos olivos sedientos Los olivos. Antonio Machado.
Miro la roca del Arco dos mil años callada. Los hombres le dieron nombre y vida al entorno, que el tiempo se afana en olvidar en su frenético devenir. Por donde pasaron grandes ejércitos, llevados de glorias que ya no se encuentran, efímeras historias de altivos romanos, que antaño pasaron en luengo cortejo debajo del Arco.
“¡Ya viene el cortejo! …” Marcha triunfal. Rubén Darío.
Glorias olvidadas, atrapadas en unos párrafos que el poeta sembró e hizo poesía. La imagen de un Arco que curtidos brazos levantaron y otros también curtidos desmontaron. Unos atendieron a la gloria de una transitada vía, otros a prácticas y coetáneas razones. Pero es difícil borrar lo que fue grande y hermoso, escasos y semienterrados restos surgen en el paisaje, donde la toponimia, dos mil años después, aún recoge su recuerdo, junto al paraje de Los Arcos y del Calauzo (de cala=piedra y uzo=puerta). El Arco, la Puerta de Piedra, cual si aún siguiese allí en esbeltez y belleza, alumbrando a la vieja patria.
“De hierro, no de oro, fue la aurora. La forjaron un puerto y un desierto, unos cuantos señores y el abierto ámbito elemental de ayer y ahora. Vino después la guerra con el godo. Siempre el valor y siempre la victoria. El brasil y el tirano. Aquella historia desenfrenada. El todo por el todo. Cifras rojas de los aniversarios, pompas del mármol, arduos monumentos, pompas de la palabra, parlamentos, centenarios y sesquicentenarios, son la ceniza apenas, la soflama de los vestigios de esa antigua llama.” Elegía de la patria. José Luis Borges.
Y el viejo camino se hizo autovía. Allí, a su vera, lloran los restos del Arco su olvido, mientras los viajeros pasan a velocidad endiablada, ignorantes, ciegos, inconscientes que ruedan sobre milenios de historia, bajo un puente que jamás podrá emular el Arco Triunfal de la vieja Bética.
*Juan Antonio López Cordero.
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