Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 1.Verano-2005 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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ISTOLACIO, INDORTES, ORISSÓN. Leyendas de España*
Tales son los nombres de los tres primeros caudillos que se alzaron en
armas contra la dominación extranjera, capitaneando a los tartesios[1] y célticos[2],
a los lusitanos[3] y beliones[4].
Fue el primer gesto de independencia, del cual arranca la serie de resistencias
y luchas sostenidas por espacio de más de veinte siglos en España, contra toda
invasión de gentes extrañas[5].
En el año 238 a.C. iniciaron los cartagineses
la conquista de España, donde hasta entonces se habían limitado a fundar
colonias en el litoral. Rápidas y activas fueron las operaciones del general Amílcar,
que le valieron la ocupación del litoral para sostener el comercio marítimo,
de que era tan cuidadosa Cartago. Desde el Ebro prosiguió con su gente hacia
los Pirineos, y en la región de los laletanos[6]
echó los cimientos de Barcelona, que denominó Barcino, nombre patronímico de
su linaje. Su proyecto era la total conquista de España, que hubiera realizado
de no haber tropezado con la oposición de los tartesios y los célticos del
Cuneo, que se levantaron en armas, prestos a la defensa de su independencia
amenazada, capitaneados por Istolacio, varón principal entre ellos. Derrotados
por Amílcar, fueron devastados sus campos y condenando Istolacio al suplicio de
cruz. Después invadió las tierras de los lusitanos y de los vettones[7],
donde encontró también cincuenta mil combatientes que le esperaban, mandados
por Indortes.
No fue menos feliz Amílcar en esta segunda
campaña que en la primera. Más fogosos aquellos españoles que hábiles y
diestros para resistir a tropas disciplinadas, fueron igualmente arrollados.
Asustó ya, no obstante, a Amílcar la energía feroz de aquellos bárbaros.
Indortes, que había podido huir, cayó luego en poder de los cartagineses, que
le hicieron sufrir muerte de cruz como a Istolacio. Primeras y desgraciadas
tentativas de independencia.
Triunfante Amílcar, revolvió otra vez sobre
la costa oriental, donde había hecho construir una fortaleza que llamó Acra-Leuka,
donde hoy está Peñíscola. Allí tenía sus arsenales y almacenes, sus
elefantes y municiones. Pronto iba a encontrar Amílcar resistencia más
vigorosa que la que había hallado hasta
Bloqueaba el cartaginés la ciudad de Hélice o
Vélice, la antigua Bellia, que se cree con fundamento fuese Belchite. Llamaron
los beliones en su socorro a otros celtíberos. Uno de sus caudillos o régulos,
llamado Orissón, fingió amigo y auxiliar de Amílcar, y pasó a su campo con
un cuerpo de tropas, con la intención de volverse contra él en ocasión y
momento oportunos. Notable y extraña fue la estratagema de que los españoles
entonces se valieron. Delante de sus filas colocaron gran número de carros
tirados por novillos, a cuyas astas ataron haces embreados de paja o leña, que
encendieron al comenzar la refriega. Acuciados por el fuego, los novillos
embisten furiosos las filas enemigas, causando horrible espanto a los elefantes
y caballos y desordenándolo todo. Cargan los confederados sobre los
cartagineses, y aprovechando Orissón la oportunidad del momento, únese a los
celtíberos y hace en las fijas enemigas horrible matanza y estrago. El mismo Amílcar
pereció, y los restos de su ejército se refugiaron en Acra-Leuka.
El ardid de que se valió Orissón para
derrotar a los cartaginenses debía constituir una diversión pública entre los
celtíberos, y de ella se cree son reminiscencia: el toro júbilo, que se corre
en algunos pueblos de la provincia de Soria; el toro de la pólvora, usando en
la Mancha; el zetcenzusko, en las Vascongadas, y otros varios toros de fuego,
que forman parte de muchas fiestas españolas.
Sucesor de Amílcar fue Asdrúbal, su yerno.
Deseoso de vengar la muerte de su suegro y de castigar la traición de Orissón,
entró por las tierras de Hélice, llevándolo todo a sangre y fuego. Es tradición
que Orissón cayó en su poder y que Asdrúbal logró satisfacer su venganza: la
Historia no vuelve a hablar de aquel caudillo cuyo nombre, junto con los de
Istolacio e Indortes, abre el glorioso registro de los mártires de la
independencia española.
*Miguel Moreno Jara
[5] Estrabón
nos habla de las tribus que constituían las grandes agrupaciones de los
celtas y los iberos. En el Norte de la península señala los galaicos,
actuales gallegos, que ocupaban la región de Galicia; los astures,
asturianos de hoy, que vivían en León y Asturias; los vascones y
los cántabros, en las provincias Vascongadas, y Santander, Navarra y
el Norte de Aragón; los indigetes y cerretanos, en Cataluña;
los contestanos y edetanos, en Levante; los turdetanos
y túrdulos, en Andalucía y Extremadura; los lusitanos, en
Portugal; los vaceos, en Castilla la Vieja; los vettones, por
bajo del Duero; los carpetanos y oretanos, en Toledo y la
Mancha. Envíanos tus poemas
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