Por la tarde, siempre por la tarde,
pasa el último autobús
y, a medida que se aleja,
una voz de suaves interiores,
me dice que el terciopelo del alma,
es una animal desbocado
que pretende huir en paralelo
y llegar a esa orilla del mar
donde hay caracolas que guardan ecos
de los imborrables recuerdos.
Es por la tarde, cuando la luz
del estío, torna en melancolías
y asumo ese mensaje casi vacío
que hace poco quedó encerrado
en una caja de cristal opaco,
lo recuerdo, lo musito, lo acuno
y se disipa entre el somero viento.
Por la tarde pasa ese autobús
que se lleva un poco de mí
en cada rostro de los viajeros,
en cada sonido del motor,
en cada luz que refulge,
y el crepúsculo va cayendo
y muy avanzada la tarde, en el
horizonte,
apenas ya se vislumbra
ese último autobús.
*Juan Carlos García-Ojeda Lombardo.
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