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D.L. J-309-2005 ISSN 1699-6151 |
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Laberintos*
El camino que transitaba hasta llegar al árbol de la vida,
era sinuoso y con elevadas pendientes para el alma,
como si el decurso existencialista de la mente
se perdiera en un juego de indescifrables laberintos
que presionaran la candidez innata de la arribada.
Todos se daban cuenta de los tesoros perdidos
en el declivio de esas inexpugnables montañas
y del dolor de piernas de querer saltar desbocados
para abrazar las estrellas que orientan las sendas
de una felicidad que se escapa entre las arrugas
de un corazón fatigado que ignora su destino.
La voz se oía entre las cárcavas y los valles
y, a ratos, producía algo parecido al miedo,
tal vez, por sentirte perdido en la inmensidad
y no haber olido todas las flores del sendero,
tal vez, por asumir que estás solo y vencido.
*Juan Carlos García-Ojeda Lombardo.
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