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El poder del azul*
No es cuestión de que le
robes el color al mar, al cielo o a una témpera;
no es, además, obligatorio que los envuelvas con los colores de una sábana,
una bandera o una servilleta; tampoco es necesario que te los pintes con
lápices, acuarelas, titanlux o rotuladores.
Ese color, el de tus ojos, es eso: color de ojos. El azul.
Tal vez habría que avisar a los pintores para que todos los edificios
fueran así, de ese color, las portadas de los libros, las flores, los
semáforos, la señalas de stop, las de dirección prohibida, las banderas
comunistas o los billetes de un dólar.
Un color universal, que por más que uno mira, no se desgasta con el paso
del tiempo, porque permanece invariable... en tus ojos.
*Fernando R. Ortega Vallejo.
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