Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 36. Primavera-2014 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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¿Cómo ocurren los milagros?*
¿CÓMO OCURREN LOS
MILAGROS? Háblale y pídele lo que tú más ansías. Mímala y ámala todos los días. Yo le digo con ternura: ¡Rosa!, ¡rosa de mi vida!, ¡rosa que germinas dentro de mi alma y mis heridas!; ¡escucha con atención mi ruego ansioso de verso preso y fresca prosa! ¡Rosa hermosa de vida!, ¡derrama con gracia sobre mí el perfume que con abundancia, exhalabas en los albores de la infancia, impregnando mis días de fragancia pura y divina!; ¡déjame que vuelva a sorber tu jugosa esencia púrpura y tu serena luz de viva exhuberancia!
¡Rosa que un día quedaste presa entre las duras hojas del libro de mi vida!, ¡libera la fuerza infinita de tu fulgurante e intensa belleza, y vuelve con pletórica ilusión a prender mi alma con tu llama enardecida!
Sí, así; fuerte y claro como la luz del día.
Y la rosa advierte enseguida mi devoción a la vida. Y como refrescada por un soplo divino de gracia llena ella, emboca su cáliz de estambres de oro y plata pura sobre mi cabeza, dejándola envuelta en un halo de bruma que pone mi mente sobre la Luna. Y entonces ando y veo, y aprehendo y blando tanto lo negro como lo blanco. Y si me caigo me levanto de un salto aprendiendo de mi daño. Y no busco ni en mí ni en nadie, culpa alguna. Y con un paño de seda pura, libero mi alma de ataduras oscuras como la sombras y la amargura. Y entonces ya no soy cojo, ni ciego, ni manco. Y observo y ando sin ataduras. Y cojo a mi antojo lo mejor, lo mejor de todo que eres tú:
mi alegría; ¡la flor de mi vida!
Así se forjan los auténticos milagros. No pidamos varitas mágicas para traer las cosas al instante, creémoslas por nosotros mismos y disfrutemos al crearlas de placer exultante.
¡Mírame mi amor!, hoy, sin ir más lejos, he hecho varios milagros, -sí-; uno, ha sido conseguir verte aquí a mi lado, después de tanto tiempo; otro, conseguir hacerte sonreír a pesar de tu gran pena. Y cuando lo he visto con mis propios ojos, he gritado entusiasmado: ¡Milagro, milagro!
*Juan Cobo Serrano - Jaén, 11 de abril de 2013
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