Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 33. Verano-2013 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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"Vida Callada" de Ricardo Molina*
Con motivo de que la Asociación Literaria “Wallada” de Córdoba me pidiese que le hablase de las características del verso libre en Juan Ramón Jiménez, según la obra de Isabel Paraíso El verso libre hispánico: orígenes y corrientes, me he animado a presentar, para el boletín virtual de Claustro Poético, una estimación métrica de las características que definen a cada una de las silvas libres que aparecen en el libro antológico Lírica española de hoy, cuya edición literaria es de José Luis Cano. Cuando Isabel Paraíso habla del verso libre de Juan Ramón Jiménez, lo menciona como la consagración de la silva libre impar. El segundo poema que es una silva libre en la obra Lírica española de hoy es el titulado “Vida callada” de Ricardo Molina. Con respecto al endecasílabo, de once sílabas, mencionamos que es un verso simple de once sílabas con acento en la décima, y otros acentos en las sílabas anteriores (obligatoriamente, uno, al menos). Los grandes tipos diferenciados normalmente son los que acentúan en sexta sílaba (endecasílabo a maiori, o a maiore, llamado también heroico, común, propio, real, entre otras denominaciones); el que acentúa en cuarta y octava sílabas (endecasílabo a minori, o a minore, también llamado sáfico); el que acentúa en cuarta y séptima sílabas (dactílico o anapéstico); el que acentúa en primera, cuarta y séptima sílabas (endecasílabo de gaita gallega). Con respecto al heptasílabo, de siete sílabas, lleva acento en la sexta; la colocación de los acentos en las sílabas anteriores determina tipos rítmicos diferentes. El anapéstico (acento en tercera y sexta) y el yámbico (acento en las sílabas pares: segunda, cuarta y sexta) son los principales. Con acento en primera, cuarta y sexta el ritmo es mixto. Al referirnos al pentasílabo de cinco sílabas su ritmo oscila entre el dactílico (acentos en primera y cuarta sílabas) y el yámbico (acento en cuarta solamente, o con alguno más en la segunda). El verso /Claro almezo/ bien puede considerarse como pentasílabo dactílico o como tetrasílabo con ritmo acentual trocaico si además de acentuar la tercera sílaba, acentúa la primera también, por lo que el verso /Claro almezo/ puede ser también, teniendo sinalefa, un tetrasílabo trocaico que forme un endecasílabo con el verso anterior en distinta disposición lineal: /frustrada de hermosura./ /Claro almezo/.
VIDA CALLADA De la vida callada de las plantas (endecasílabo heroico. aprendo olvido. Al cielo (heptasílabo yámbico. alza el almezo sus ramas gimientes (endecasílabo dactílico. de ruiseñores. (pentasílabo yámbico. Me detengo un instante. La memoria (endecasílabo heroico. se adormece a su sombra. De mi vida (endecasílabo heroico. pasada nada quiero, vana imagen (endecasílabo heroico y sáfico. que huye como el agua. (heptasílabo yámbico.
En la tarde otras tardes profundizan (endecasílabo heroico. esta hora. El sosiego que me invade (endecasílabo heroico. no altera mi tristeza. (heptasílabo yámbico. Acaso la eterniza. ¿Todo muere? (endecasílabo heroico. ¿Morirá mi dolor? Toda mi vida (endecasílabo heroico. se me aparece ahora como un ansia (endecasílabo heroico y sáfico. frustrada de hermosura. (heptasílabo yámbico. Claro almezo, (tetrasílabo trocaico o pentasílabo dactílico. eleva entre tus ramas plañideras (endecasílabo heroico. mi corazón callado hasta la luna. (endecasílabo heroico.
Otros poemas a través de los cuales pienso dar una estimación métrica de la silva libre son los siguientes: Dionisio Ridruejo, “Asalto” (Poesías al margen, 1954-59); Ricardo Molina, “Vida callada” (Elegía de Medina Azahara, 1957); Leopoldo de Luis, “Hueles de una manera diferente” (Con los cinco sentidos, 1970); Carlos Edmundo de Ory, “Los amantes” (Poesía 1945- 1969); Alfonso Canales, “Pacto” (Aminadab, 1965); Concha Lagos, “La morada” (Tema fundamental, 1961); Ángel González, “El derrotado” (Sin esperanza, con convencimiento, 1961); Eladio Cabañero, “ Ese hombre del puente” (Recordatorio, 1962); Ángel Crespo, “En secreto” (Suma y sigue, 1962); José Ángel Valente, “La víspera”, (La memoria y los signos, 1966); Jaime Gil de Biedma, “Himno a la juventud”, (Poemas póstumos, 1969); María Elvira Lacaci, “A la poesía” (Al este de la ciudad, 1963); Claudio Rodríguez, “Ciudad de meseta” (Alianza y condena, 1965); Fernando Quiñones, “Bodegón con peces” (En vida, 1964); Mariano Roldán, “Los parias” (Ley del canto, 1970); Francisco Brines, “Métodos de conocimiento” (Aún no, 1971); Aquilino Duque, “Una visita a León Felipe” (De palabra en palabra, 1968); Carlos Sahagún, “Epitafio sin amor” (Estar contigo, 1973); Justo Jorge Padrón, “La ola ardiente te arrastra” (Mar en la noche, 1973); y Guillermo Carnero, “Erótica del marabú” (El sueño de Escipión, 1971). Baste esta larga numeración para mostrar, por una parte, la vitalidad de la silva libre juanramoniana en la poesía española contemporánea, y por otra el hecho de que, si bien Juan Ramón no fue un innovador de la métrica española, sí fue un certero y sutil renovador que ha dejado en ella , por la excelencia de su poesía, su huella de maestro.
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