Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 61. Verano-2020 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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Cómo despedir a un ser querido*
Desde siempre la Humanidad ha dado el adiós a quien se ha ido. Como quien se aleja en el tren de la vida saludando a quien se queda en el andén, así quien se va, quien nos ha dejado, merece nuestro adiós. Bien con una plática, bien con unas lágrimas, bien con los recuerdos que compartimos con él, el asunto es despedirlo a nuestra manera. Si lo hacemos en grupo nos sentiremos apoyados, seguiremos juntos, que es lo mismo que compartir nuestro amor con él. Y así, unidos a lo divino que llevamos dentro, la fuerza que nos une, ese poder que crea seres, que genera semillas y nos permite compartirlo todo, comunicarnos, sonreír, convivir y amar... y podremos entender el alcance de las emociones, y la conmoción que en el Ser producen nuestras lágrimas... Y así, como en un rito ancestral, se convertirá nuestro llanto en incienso; la mejor oración que puede llegarle en ese mar infinito de la vida, en ese inconsciente desconocido que palpita en todos los seres, en los que se quedan y en los que están en otra parte. Porque lo que hay no puede dejar de ser. Y “lo que no está aquí, está en otro lugar”, decían los antiguos romanos. Y así mismo, en las despedidas sobran las opiniones, las críticas, las quejas; todo se somete al imperio del corazón, que es la ley suprema, la verdad. Puesto que las ideas, meras representaciones de las cosas, nacen sin vida, peregrinan por nuestra mente complicándolo todo y son huérfanas sin una emoción que las haga realidad, ensalcemos la simplicidad de una despedida sincera. La vida es sencilla cuando prescindimos de lo complejo, de lo innecesario, de los deseos que lo enredan y complican todo. Para muchos, esta primavera nace en la tristeza. ¡Ánimo! Les deseo que no den ni una oportunidad al rencor; aceptando que las circunstancias son circunstancias a través de las cuales subimos a un tren que dirige el destino supremo, y que gracias a él todos hemos podido vivir un tiempo juntos, disfrutar de esta vida y saber con esperanza que nada viene de la nada y nada termina en nada. Con mis mejores deseos a quienes más lo necesitan, Jesús Gonzalo.
*Jesús Gonzalo.
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