Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 73. Verano-2023 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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La Ascensión de Cristo*
(Uno debe descender a sus miserias para poder ascender a las cumbres místicas del alma)
I.- EL ESPÍRITU MUEVE LOS CORAZONES
Es el espíritu celeste quien nos restituye y guía, el que nos orienta en la arteria de lo verdadero, desconcertando la fuerza humana que nos mata, y concertando otro valor y otra bravura interna, que nos enciende y asciende al verbo que soy.
Uno es, en efecto, la virtud de cederse sin más, y la palpitación de concederse la paz porque si, de acogerse a la palabra y de negarse a no ser, pues todo germina de nuestros mares interiores, de ese oleaje vivido y de la placidez brindada.
Retornar al corazón es revestirse de esperanza y vestirse del gran sueño de meditar y coexistir, porque quien profundiza en sí mismo se halla, que es como sentirse junto a ese orfeón orante, dispuesto a corregirse y predispuesto a quererse.
II.- EL GOCE TRINITARIO EN LA SUBIDA
La mística trinitaria por si misma nos trasciende, nos ramifica por ese espacio cósmico singular, donde se irradia la glorificación del crucificado y se manifiesta, que tras la sombra de la muerte, vuelve la certeza del verso a revivirnos de gozo.
No hay mayor deleite que tornarse contemplativo, que vislumbrar a las tres personas eternas en una, sobre la noble escena de la Ascensión del Señor, en el cual todo se abraza y se funde poéticamente, en un soplo de aires que confortan y reconfortan.
Regrese la decencia a nuestros bajos horizontes. Sepamos mirar y vernos en esa fuente de perdón. Reconciliados con nuestros andares de aquí abajo, nos aguardan otras visiones para llegar al Padre, la de seguir a Cristo y la de proseguir sus pasos.
III.- UN MENSAJE DE ILUSIÓN
Jesús nos restaura el poema naciente de la vida. Nos eterniza y estremece con su vuelta a la gloria. Hace lo que le atañe, sin olvidar la naturaleza humana que recibió de María, llenándonos de luz, vaciándonos de mal, satisfaciéndonos de amor.
Cuando el señor nos crea, nos recrea y redime, nos activa el deseo con la imagen de la ternura, nos mueve y nos conmueve dándonos ilusión, facilitándonos con el consuelo rehacer y renacer, abriéndonos sus puertas, recubriéndonos de bien.
El Redentor, vivificado y elevado al reino divino, continua vivo entre nosotros, persiste su llama, alentadora y estimulante ante todo lo mundano; no para evadirnos de la historia de caminantes, sino para infundir confianza en nuestro camino.
*Víctor CORCOBA HERRERO, 15 de mayo de 2021.
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