Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 11. Invierno-2008 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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El gran filósofo* Hace muchos años que la placita Italia, de uno de los barrios más antiguos de la ciudad de Birrizuela, se sentía acompañada por un grupo de ancianos, que todas las tardecitas se reunían para conversar y alimentar a las palomas del lugar.. Todos ellos, dignos personajes de haber sido llevados a la pantalla del cine Pero solo uno, se destacó por su verborragia y sus planteamientos que le mereciera por ello, el apodo de “El Gran Filósofo” de los últimos tiempos. Cabeza de Nube, (como lo había apodado yo ) pronto cumpliría los noventa y tres años. Una claridad de luz interior, alumbraba sus pensamientos, Conversaba, es cierto y mucho cuando la ocasión lo permitía sin embargo, su voz pausada y su conversación llena de riquezas, impedían ser interrumpidas , ni nadie tenía la más mínima intención de hacerlo. Pero también lo he visto hundirse en prolongados silencios. Rodeado de palomas, que comían desde sus manos gastadas, su mirada intensa del color del Mediterráneo se perdía entre el follaje de los árboles y el cristal de sus ojos húmedos, nos mostraba la nostálgica lluvia de su alma. Entonces, era cuando “el gran filósofo” se perdía en los laberintos del recuerdo y su presencia tan estática y distante, parecía convertirlo en estatua de piedra.. Murió una tardecita (a la hora que el sol se estaba yendo) sobre uno de los bancos, de aquella memorable plaza Italia. El silencio quebró la tarde, y sus palabras retumbaban en mi cabeza como máximas o perlas de gran valor que atesoré en aquel momento. Mi último adiós, se lo balbuceé desde la vereda de enfrente, con lágrimas en los ojos Mi mano levantada en el aire, lo saludaba con timidez y gran tristeza. Me quedé un largo tiempo aguardando que lo vinieran a buscar y desde su cuerpo inerte, las palomas surgían como un nido de sueños dormidos, que alcanzaban a elevarse con el batir de alas. Y el revoloteo de palomas, formaron un cortejo de pañuelo blancos, también para despedirlo. Después de mucho tiempo, en donde la vida me llevó por distintos lugares del mundo (Por mi profesión ) realizando conferencias sobre filosofía..Volví a mi país, a mi ciudad, a mi gente y respiré gozoso el aire de aquella plaza Italia Sentado en el mismo banco, en donde se durmiera para siempre “el gran filósofo”, regresaron las palomas posándose sobre mi cuerpo, como queriéndome arrebatar alguno de mis sueños. *Laura Elena Bermúdez de Tesolín
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