Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 55. Invierno-2019 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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La Casade Bernarda Alba, de Federico García Lorca*
Si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente sería una burla cruel. Mahatma Gandhi
Esta obra de teatro de Lorca no te va a dejar indiferente. Federico era un genio que nos fue arrebatado en lo mejor de su vida y de su creación. Un triste final para un artista de su talla. El escritor con un tema tradicional, una historia de la España profunda, utiliza unas técnicas innovadoras, vanguardistas. Un autor en constante evolución, que culmina su recorrido con su libro lírico: Poeta en Nueva York, publicado después de su muerte. Lorca, en este texto, retrata como nadie la casa de Bernarda Alba que son flashes de la sociedad de esa época. La matriarca acaba de enviudar por segunda vez y a la vuelta de la iglesia sentencia como un juez: —¡En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle! Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillo puertas y ventanas. Así paso en casa de mis padres y en casa de mis abuelos. —Nacer mujer es el mayor castigo. —, murmura una de las chicas. Ante esta noticia, la más negra desesperación cae en las cinco hijas de Bernarda Alba. El escrito está lleno de simbología. A la matriarca Bernarda la llama así porque el nombre es masculino y representa fuerza, además siempre va acompañada de un bastón que es un símbolo fálico y de poder. Los nombres de los demás personajes van en función del papel que van a representar en la narración: Angustias (mayor y enfermiza), Martirio (fea y amargada), Magdalena (siempre llorando), Amelia (sin miel), Adela (adelantada)… Así Federico todo lo tenía estructurado, incluso el color de las paredes que las oscurece a medida que el drama avanza. También los elementos de la naturaleza: la luna, las estrellas… Los lutos rigurosos eran algo común en los pueblos de nuestro país. Las personas de cierta edad lo habrán visto en abuelas, tías abuelas, incluso madres. Vestidos, velos y mantos negros (que estorbaban en el trabajo) las cubrían prácticamente toda la vida, ya que un luto se superponía al siguiente. Si lograban quitárselos habían arrastrado con ellos su juventud… aparecía el pelo blanco o la cabeza calva de no transpirar. Durante el luto no se podía reír, no se podía salir, no se podía bailar… principalmente porque las criticaban escarnecidamente. Es posible que el marido muerto fuese un maltratador y ella se hubiese quedado encantada, pero el proceso tenía que ser invariablemente el mismo ante la avasalladora sociedad… había que guardar las apariencias, se impone el fariseísmo. En esa situación, Angustias (hija del anterior marido de Bernarda y la única con buena herencia) es pretendida por Pepe el Romano el muchacho más guapo de los alrededores. Las cinco hermanas enloquecen por Pepe y se disputan su amor. Pero, ¿qué puede ocurrir para que exista esta rivalidad entre ellas que no respetan ni los lazos de sangre, puesto que solo conocen a Pepe de verlo pasar para hablar con su hermana en la reja? Incluso la que conseguía casarse pasaba de la reja al matrimonio. Como escribe Coral Herrera Gómez… es muy posible que todo se lo debamos al mito del amor romántico, al amor ciego. Todo está en nuestras cabezas. En realidad, muchas de nosotras nos casamos con un sueño, con lo que habíamos planificado. Pero, ¿qué es en verdad el matrimonio? No es otra cosa que un contrato (de hecho, se firma en un juzgado y con testigos) y se ha demostrado a lo largo de los siglos que la mujer no sirve para hacer contratos porque se lleva la peor parte. A ella le toca la pobreza: cuidar de los hijos, de los ancianos, guisar, limpiar. La hembra pare y eso le crea un fuerte vínculo que aprovecha el patriarcado para tenerla cogida. Así, la mujer acepta el único trabajo que no está remunerado… hay una excepción: los esclavos, pero ellos lo hacían obligados. El hombre sale al mundo (para él no hay lutos, ni duelos) … a triunfar, a la libertad… con licencia para entrar en los clubs de alterne que es el centro neurálgico del patriarcado, ahí la macho reina, porque como paga exige y somete a la chica… en el texto lo presenta García Lorca magistralmente. Adela se revela a la dictadura, a la tiranía de la madre y Federico lo simboliza con la rotura del bastón. Por mucho que quiere luchar, Adela comprende que tiene todas las de perder… podría ser perdonada por su madre y hermanas, pero sería vilipendiada, juzgada y condenada por la sociedad. Josefa (la abuela) y Poncia son el contrapunto, un desahogo en todo este drama. En boca de Josefa, que se supone que tiene perdido el juicio, pone verdades como puños con humor. Poncia fue capaz de enfrentarse a su esposo, ve la realidad y la desafía… También personifican otra salida, otra forma de afrontar la vida. La obra puede disfrutarse en teatro clásico y vanguardista.
Desnuda soy, desnuda digo: soñadora.
*Mª Loreto Sutil Jiménez.
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