|
Quimio*
Remoto estaño en bilis perdidas,
material de un relato no escrito nunca
por pérfido o por mutable,
paralelo que traza un meridiano
a la vía de una arteria
por la que cuelan de soslayo el litoral.
Sal de vida, suero químico,
génesis citoplasmática
que anida sus viveros
en esponjas de carne y material tetánico;
onomatopeya del absurdo
cuando roza el presente
las gasas delicadas con sus uñas de bestia,
pero a la vez promesa que se cumple
con gálibo de leucocitos,
victoria trabajada,
calenturas que se sacrifican
en el altar de la incertidumbre,
pasos oscuros y rencos
en el umbral del rinoceronte,
aguantando estampidas procelosamente,
con el periódico del desnudo
anunciando trampas y caricias
en páginas antagónicas,
multiplicando el tiempo de la espera
por un algoritmo euclídeo,
y el compás del consuelo
por decimales muy pobres.
Acunando la llama de saliva
que besa los cristales
con adioses momentáneos,
el dorso de las manos con agujas sedientas,
cogiendo al miedo en volandas
por ver lo que pesa
después del hartazgo,
pero siempre con la montura dispuesta
para cabalgar la noche
sobre potros de ignonimia,
siempre presumiendo de indolente,
mirando las pupilas que se inflaman
ante el bálago de ausencias
por la espalda caliente de las dunas,
con la entereza del gorila plantado en la floresta.
Trozos de almanaque son la vida más sagrada
cuando se van recuperando las propuestas
y el futuro derrama sus brochazos
en el favorable lienzo de un escáner.
*Esteban
Torres Sagra
Envíanos tus poemas
|