Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 65. Verano-2021 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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Tapadme*
Tapadme sombras, cuando en el lienzo de la tarde me adormezca, Pues aun siento serenatas de luces ir deslizando odas de suspiros Por la doliente calzada de mi pecho.
Tapadme, oh, tristeza, cuidad que no me altere un vuelo de risas, No sea que estas se estrañen y se atemoricen cuando en la mañana Encuentren el poroso traje de mi piel, todo remendado de verdades.
Tapadme, queridos libros, de bellos cuentos de niño, donde empecé A soñar y donde yo me creí que la tierra estaba solamente habitada Por hombres justos y buenos.
Tapadme, estrellas que escanciais astillosas y humosas lágrimas, Ante aras de asfalto, induciéndome a beber esos rigores que saben A impenitentes e inanes promesas y a ásperos gorjeos de campanario.
Tapadme, solariegos y viejos patios, que fuisteis entretejiendo Con hojas de parra y de yedra, de quejidos de esparto y de enea, Sombrajes de silencios entre olorosos correveidiles de macetas.
Tapadme, morados lirios de Yayyán, que me ofrecisteis un ayer Con hermosos ramos, de aquellos primerizos y encendidos amores, Con sus inocentes besos, oliendo el bozo a sudor y a rubor nuevo.
Tapadme, ¡oh, creencias! Ese día en que no encuentre indelebles Átomos fe, para dar cierto sentido a ese ser y estar de mi presente, Que, como un sonámbulo, acude fiel ante la seo de mis noches.
Tapadme mares, que siempre me mostrasteis diademas de olas, Y orizontes de azul y verde y me balsamasteis de eperanza Con calidoscópios de ausencias y vientos de sal y de plegaria.
Tapadme, hojas del ya irredento y marchito libro de mi memoria, El cual, hace tiempo se me cayó por la leve escalera de los días Y cada vez me es más dificil recoger cada una de sus páginas.
Tapadme, amores y desamores, no tengais ningún reparo en ello, Dado que a nadie diré, de vuestros cóncavos secretos, donde hubo momentos, en que en la misma copa, bebieron la miel y la mirra.
Tapadme campos, añorados campos de mi infancia, donde gusté los musicales y alegres trinos de aves en los cálidos atardeceres. Para poder envolver y para siempre, todos aquellos sueños de niño Que, como un viejo juguete, quedaron rotos, sin vida, en un desván.
Tapadme, calladamente, quebradizos élitros de recuerdos y de olvidos, Cubridme con mantos de rubios soles, con chales de nieve y escarcha, Con aceitunadas lunas, aliviando ondosas cimbras llenas de soledades. ¡Tapadme, ¡ay, tapadme aún de sentires; Ay, tapadme rosas al alba…!
*Manuel Ángel Pérez del Moral.
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