Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 72. Primavera-2023 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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El discernimiento*
(Sin la sabiduría del discernimiento, nada toma sentido y todo se desfigura. Deformada la conciencia, nos desnutrimos de sentimientos y perdemos la esperanza para reorientarnos. Convertidos en marionetas, a merced de las tendencias del momento, hay que reconvertir el carácter. Porque, escuchar la voz del alma, es lo sensato para ponerse en camino y fortalecerse).
I.- CÓMO DIGERIR LA APTITUD
Reconocernos y conocernos es vital; lo que requiere espacios de silencio, para entrar en visión con uno mismo; dejándose acompañar de la soledad, para componer y recomponer el ser.
La mejor capacidad, radica en verse y en moverse, con la destreza viva; de acoger la luz y recogerse en ella, de manera que la realidad reluzca, en su vocación de dones para todos.
No hay mayor anhelo que quererse, para poder amar y sentirse amado; pues practicar el corazón a corazón, es lo que nos hace sonreír cada día, antes de que los llantos nos lapiden.
.II.- CÓMO DESCIFRAR EL MOMENTO
Somos dueños del instante preciso, aunque el tiempo pertenece a Dios, que es quien nos otorga la fortaleza, y el empeño necesario para vivirlo, pues cada ser labra su propio ciclo.
Lo importante es penetrar en uno, ahondar en la nívea contemplación, no dejarse engañar y perseverar, en la adecuada y justa orientación, de conducirnos y de reconducirnos.
Cada época tiene su singular andar, lo que nos requiere morar atentos, para enmendar caminos andados, y perfeccionar los pasos ya dados, de reparar y reprender al culpable.
III.- CÓMO PERCIBIR LAS TENTACIONES
Contra el trance de adormecernos, de dejarnos aletargar la conciencia, es ineludible permanecer en guardia, para saber discernir las situaciones: de cubrir el bien y descubrir el mal.
Practicar el ejercicio de quererse, sentirse vivo de amor y cultivarlo, ejercitar el examen de la voluntad; es un modo de crecer y de abajarse, de no caer en turbaciones anímicas.
La ira del maligno siempre vuelve, nunca se debilita de persuadirnos; nos fascina la capacidad de seducir, hasta el extremo, que hay que pedir al Señor, el don de no anestesiarse.
*Víctor Corcoba Herrero, 26 de agosto de 2022.
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