Romance XX.
Petersburgo ¿qué haces aquí?
Mad. Stäel.
-¿Qué haces aquí Catedral
límite dando a esa plaza
donde te azota el furioso
huracán de la montaña
que batir quiere las torres
que te coronan gallardas?
Y el eco del viento dice
bajando por la cañada...
Esa es la fe de seis siglos
que al espacio se levanta...
Ese es un libro de piedra
que tiene escrito en sus páginas
"a la fe que fue en mi ayuda
de Covadonga a Granada."
-Dime tú pueblo de bravos,
dime tú nación cristiana...
Tu Dios vencedor del moro
merece tan ricas aras...
Mas tu cimiento es mezquita
¿porqué es mezquita tu planta?
Y el eco dice en las torres
recruzando las ventanas...
A muerte luchaba el árabe,
Por su fe y su tierra España,
y puse al verle cruzando
el estrecho hacia sus playas,
sobre sus templos mis templos,
sobre su frente mi lanza.
-Cuéntame templo tu historia
porque mirarte me pasman
huellas de siete centurias
que el tiempo dejó en tu fábrica.
Y dice el eco en las bóvedas
que ricas labores tallan:
Tomó un Rey Santo a Jaén
y con su hueste bizarra
un Obispo Cordobés
con cruz venía y espada,
y ese Obispo a la Asunción
de María me consagra
y fui mora en los calados
pero en la ofrenda cristiana.
Recuerdo del siglo trece
que mi cimiento declara.
Viedma piadoso, el Obispo,
mi muros árabes alza
y de su siglo catorce
me da la mejor alhaja:
el Santo Rostro de Cristo
que la verónica estampa,
y Gregorio onceno dióle
para la Iglesia que alzaba,
y que admira a los pintores
y a los peregrinos pasma.
Luis de Osorio el buen Obispo
muros y altares me ensancha
dejando del siglo quince
ese recuerdo en mi alcázar.
Yo del siglo diez y seis
señales tengo a la espalda
que Alonso Suárez, gótica
quiso que fuera y calada.
Luego Pedro Valdelvira
soñóme un día en su alma:
yo soy un sueño de roca
de las edades pasadas...
-Eco de las santas cimbras
que con los Salmistas cantas
y del pueblo de Jaén
llevas a Dios la plegaria;
no enmudezcas, sigue, sigue
la historia contando rara,
y en los atrevidos arcos
el eco dice con pausa...
Eufrasio López de Rojas
torres empezó y fachada
y muerto él, Blas Delgado
esa maravilla acaba...
Su fe el siglo diez y siete
en mi pórtico señala,
de Roldán el Sevillano
son las gigantes estatuas.
En el siglo diez y ocho
dióme en la derecha ala
el primoroso Sagrario
de ricas piedras bordadas,
el gran Ventura Rodríguez
para sello de su fama,
por él y mi Sacristía
de columnas agrupadas,
soy perla incrustada en medio
de dos bellas esmeraldas.
-
-¡Qué hermosa eres Catedral!
¡qué sencillez, que elegancia!
tienen tu bóveda excelsa
y tus naves dilatadas...
¡Qué esbeltez esos pilares
de medias columnas blancas!
¡qué atrevimiento tus arcos
y tus adornos, que gracia!
¡qué valentía tu cúpula
audaz, magnífica, clara!
¡a tu sencilla grandeza
qué bien le sientan las galas!
Y dice el eco volando
por las gigantes arcadas,
si me vieras peregrino
cuando se entona el Hossana
ante el bello Presbiterio
de Serpentina y de Ágata...
Cuando luce de Ruiz
a quien Juan Arfe enseñara
la de bíblicos relieves
rica Custodia de plata,
cuando el Prelado la Faz
del Salvador pura y santa
muestra al pueblo entre espirales
del quemado incienso cándidas...
-
En el siglo diez y nueve
(porque todos en su marcha
quieren dejarme un recuerdo)
vestí mis mejores galas
al fijarse que María
fue concebida sin mancha.
-
Pues una memoria tienes
de cada siglo que pasa,
guarda en este, que a tus naves
llegó Isabel la magnánima,
y viva siempre en los huecos
de esas labores galanas.
Y el eco por los espacios
dijo tendiendo las alas...
La fe cristiana es mi soplo
y será la fe de España
tan eterna como el sol
en la bóveda azulada.
Miguel Moreno Jara
Recopilador del Romancero de Jaén.
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